domingo, 22 de mayo de 2011

Parashá 34 Bamidbar

Parashá 34 Bamidbar (Bamidbar 1: 1 – 4: 20)

Tema: “Servir, con Alegría”.

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (1:1-19): La orden de censar a los hijos de Israel.

Segunda aliá (1:20-54): Los resultados del censo. Los levitas y su función.

Tercera aliá (2:1-34): El pueblo de Israel y su acampar en el desierto.

Cuarta aliá (3:1-13): La condición de los levitas.

Quinta aliá (3:14-39): El censo de los levitas.

Sexta aliá (3:40-51): El censo de los primogénitos y su sustitución por los levitas.

Séptima aliá (4:1-20): Las obligaciones de los hijos de Kehat y las precauciones con ellos.

Introducción:

A partir de esta semana comenzamos a leer el cuarto libro de la Torá: el jumash Bamidvar, también llamado jumash hapekudim (el libro de los censos).

De acuerdo con el Shulján Aruj (Oraj Jaim cap. 428:4), en la mayoría de los años, la parashat Bamidvar es leída en el shabat anterior a la fiesta de Shavuot, y los comentaristas han explicado la razón de esta regla diciendo que al fijar la lectura de parashat Bamidvar antes de la fiesta de Shavuot, los Sabios han querido hacer como una señal de buen presagio, separando entre parashat Bejukotai - donde aparecen las maldiciones destinadas a quienes se alejan de la palabra de D'os - y la fiesta de la entrega de la Torá.

Veamos el comienzo de nuestra parashá:

"Y habló D'os a Moshé en el desierto del Sinai - en la Tienda de Reunión - en el día primero del segundo mes, en el año segundo de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Censa a todas las personas de la congregación de los hijos de Israel…" (1:1-2).

Lingüísticamente, el primer versículo de nuestra parashá presenta una dificultad de entendimiento. En varias oportunidades, Nuestros Sabios - de bendita memoria, nos enseñaron que cuando en la Torá un relato comienza con la letra "vav" ("y" en español), éste no está totalmente desconectado de los relatos que le preceden en el texto bíblico, sino que viene de alguna manera a complementarlos (véase entre otros, Midrash Bereshit Rabá 12).

Sin embargo, en nuestro caso no está clara la relación existente entre nuestra parashá y el final de parashat Bejukotai, ya que allí el libro de Vaikrá concluye con las palabras: "Estos son los preceptos que ordenó D'os a Moshé para los hijos de Israel en el monte Sinai" (Levítico 27:34).

¿Y qué tienen en común estos dos relatos?

Esta pregunta tal vez nos está indicando que en este caso D'os no escribió en Su Sagrada Torá la letra "vav" para relacionar estos dos relatos entre sí, sino que su inclusión persigue otra finalidad: la de enseñarnos cuál es verdaderamente la esencia de toda la Torá. Rabí Itzjak Ben Rabí Iehudá Haleví (Francia, s. XIV) en su libro "Paanéaj Razá" nos ofrece una posible interpretación, basado en las palabras del Talmud que dice:

"Y dijo Rava: Al comienzo, [la Torá] es llamada por el Nombre del Santo - bendito es Él, pero al final es llamada por el nombre de él [del hombre], como está escrito: '…su deseo es la Torá de D'os y en su Torá meditará de día y de noche' (Tehilim -Salmos- 1:2)" (Avodá Zará 19a).

El Talmud nos enseña que antes de que el hombre estudie la Torá, ésta le pertenece a D'os, como está escrito: "su deseo…, es decir el deseo del hombre,…es la Torá de D'os". Pero después de que el hombre se preocupe en estudiar la Torá y entenderla, ella pasará a ser de ese hombre y le pertenecerá, como termina diciendo el versículo: "y en su Torá…, en la Torá del hombre,…meditará de día y de noche".

Nuestro autor encontró en este pasaje talmúdico, la respuesta a la pregunta que formulamos anteriormente. Él nos dice que el jumash Bamidvar no comienza con la letra "vav" para relacionar el comienzo de nuestra parashá con el final de la anterior, sino para completar el valor numérico de las iniciales de los cinco libros de la Torá, de manera tal que en total sumen 21, ya que el libro de Bereshit comienza con la letra "bet" que equivale a 2, los libros de Shemot, Vaikrá y Bamidvar comienzan con la letra "vav" cuyo valor numérico es 6, y por último, el libro de Devarim comienza con la letra "alef" que representa al número 1.

¿Por qué específicamente el número 21? El número 21 equivale al Nombre de D'os conformado por las letras "alef", "he", "iod" y "he", que es recordado en el versículo: "Vaiomer Elohim el Moshé Ehei-é asher Ehei-é… - Le dijo D'os a Moshé: Seré Quien Seré…" (Shemot -Éxodo- 3:14).

Y ahora podremos comprender en otro plano a qué se refirió el Talmud en el pasaje que recordamos anteriormente al decir: "Al comienzo, [la Torá] es llamada por el Nombre del Santo - bendito es Él…", ya que D'os firmó y selló el comienzo de los cinco libros de la Torá insertando en ellos de alguna manera Su Sagrado Nombre.

La Torá nos enseña claramente cuál es su esencia. Todo aquel que quiera alegar que la Torá es la obra de algún imaginativo y exitoso poeta o escritor, no está haciendo otra cosa más que desproveerla de su contenido Divino, y sin esa base no hay diferencia alguna entre ella y cualquier libro de historia.

De hecho existen muchas personas que solamente se interesan en la Torá cuando tratan de localizar algún lugar donde realizar excavaciones arqueológicas. Pero a pesar de que existe mucha información científica entremezclada entre sus líneas, sin ningún lugar a dudas, para los hombres que quieren encontrar en ella la fuente de la vida, la Torá no se distingue por toda la información de interés histórico que contiene, sino por su insondable sabiduría.

Ellos encuentran en cada letra de la Torá la marca del Eterno que llena de contenido sus vidas mediante sus señales.

Por otro lado, si consideramos las letras finales de los cinco libros de la Torá, veremos que los libros de Bereshit y Shemot terminan con la letra "mem", el libro de Vaikrá con la "iod", Bamidvar con la "vav" y Devarim con la "lamed". Si ordenáramos estas cinco letras no en el orden de aparición de las mismas, podremos formar las palabras "maim lo", que significan: "agua es para él".

Evidentemente, esta señal tampoco es obra de la casualidad. Esta señal nos recuerda que Nuestros Sabios han comparado a la Torá con el agua, ya que así como generalmente nadie es dueño del agua y todos pueden tomarla de cualquier lugar como si fueran dueños de ella, asimismo todos pueden allegarse a la Torá y beber la frescura de sus enseñanzas, y sus palabras serán para la persona una posesión personal si la estudia como se debe.

Y a esto también se refirió el Talmud en el pasaje que recordamos anteriormente al decir: "…pero al final [la Torá] es llamada por el nombre de él [del hombre]", ya que el estudioso de la Torá se nutre a través de sus palabras, y sus enseñanzas pasan a formar parte de su naturaleza, así como el agua es el elemento que aparece en mayor porcentaje, entre todos los componentes del cuerpo humano.

Y esta insinuación - agrega Rabí Itzjak Katz (s. XVII) - surge justamente del final de los cinco libros de la Torá, para enseñarnos que solamente al final del camino, el honor de la Torá vendrá hacia el hombre que la estudie y la adopte para su vida.

Desarrollo:

Con la parashá de esta semana llegamos al final del Sefer Vaikrá. El "estilo" de Bejukotai marca de alguna manera una separación de las otras secciones de Vaikrá, y verdaderamente de toda la Torá. En lugar de la narrativa o de la escritura legal a la que nos hemos acostumbrado, la parashá Bejukotai contiene una extensiva "tojejá" - reprimenda. Aquí, se le pide al hombre que siga el camino de la Torá en ley y espíritu, y le es advertido de las consecuencias que traerá el abandono de la Torá y de D'os. Esta es una de las principales "tojejot" en la Torá; la otra está al final del Sefer Devarim.

El contexto de la tojejá al final del sefer Devarim - antes de que el pueblo entre a la tierra - parece natural y entendible: en la víspera de ese enorme evento, cuando el pueblo judío enfrentaba la responsabilidad y el desafío de su encuentro con los pueblos de la Tierra Prometida, la Torá impartió extensas advertencias para que sigan la orden de la Torá, y no se desvíen de la palabra de D'os. Por otro lado, la sección de tojejá aquí en Bejukotai no está puesta en un contexto apropiado, al estar en el medio de la Torá, cuando aún queda por ver los libros de Bamidvar y Devarim. Sin embargo, debemos recordar que los judíos originalmente no iban a deambular por el desierto durante cuarenta años; en verdad el decreto que declara que el viaje se extenderá no fue hasta después del episodio de los exploradores, el cual no ha ocurrido aún en la narrativa. En este momento en el texto, en la finalización de Vaikrá, los judíos deberían estar preparándose para entrar en la Tierra Sagrada. Entonces, la tojejá aquí es similar en su contexto a la tojejá que aparece al final del libro de Devarim.

A pesar de que ahora entendemos por qué estas secciones son enseñadas al pueblo en estos momentos en el desierto, nos queda una pregunta más: ¿por qué estas secciones fueron archivadas para la posteridad, especialmente cuando los judíos no entraron a la tierra como fue el plan original de D'os? El Rambán señala este tema en su comentario a Bejukotai:

"Y sepan que todas estas maldiciones se refieren a la destrucción del Primer Templo" (Rambán Bejukotai).

La fuente del Rambán está realmente en el Zohar:

"Esta dicho (tenemos una tradición) que las maldiciones en Torat Cohanim (Vaikrá) se refieren a la destrucción del Primer Templo, mientras que las maldiciones escritas en Mishné Torá (Devarim) se refieren al Segundo Templo. Las maldiciones en Vaikrá contienen garantías, y muestran el amor que D'os tiene por el hombre… Las maldiciones en Mishné Torá, no contienen esas garantías o palabras de consuelo [que un día la redención llegará]… y nadie supo como contestar esta pregunta" (Zohar Jadash Ki Tavó 59c - 60a).

Nuestra conclusión debe ser que, de acuerdo con el Rambán, existe un paralelo entre el plan original de D'os - de traer al pueblo a la tierra de Israel y la Primera Mancomunidad que surgió muchos años más tarde. Más aún, existe un paralelo entre el Segundo Templo y el segundo plan descripto en Devarim. A pesar del hecho de que estas secciones fueron relatadas en un específico contexto a una audiencia específica, ellas están escritas en la Torá porque contienen información que será vital para futuras generaciones.

Un número de secciones en el Talmud cuenta varias razones para la destrucción de los dos Templos y los exilios subsecuentes; claramente algo tan importante como el "Jurbán" puede tener múltiples causas. La enseñanza más famosa respecto de las destrucciones están registradas en el Talmud en Iomá 9a-b, basadas en la Tosefta en Menajot, la cual yo cito por razones de claridad:

"Rabí Iojanán Ben Tortá dijo: '¿Por qué fue Shiló destruida? Por la degradación de las cosas sagradas que había dentro de él. ¿Jerusalem, el Primer Templo por qué fue destruido? Por la idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre. Sin embargo, el último (más reciente de los Templos), nosotros lo conocimos: ellos eran estudiosos de Torá y eran cuidadosos con los diezmos. ¿Por qué fueron exiliados? Porque ellos amaban el dinero, y el hombre odiaba a su prójimo, lo que nos enseña que cuando el hombre odia a su prójimo es tan grave ante D'os como lo es la idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre" (Tosefta Menajot 13:4).

Las razones para el jurbán enumeradas por Rabí Iojanán ben Tortá han entrado dentro de la conciencia de la comunidad judía, hasta el punto que nosotros esperamos alguna referencia a estos pecados imputables en el texto Bíblico que puedan probar la teoría del Rambán.

Un análisis de la tojejá en Bejukotai revela una palabra, la cual es repetida una y otra vez, para describir el tipo de comportamiento que llevará a la destrucción:

"Si ustedes caminan detrás mío "bekeri" y no Me escuchan…" (26:21).

El término "Bekeri" es usado más de siete veces dentro de una pequeña extensión de texto en nuestra parashá (21,23,24,27,28,40,41), y nunca más es mencionado en toda la Torá. La palabra, en este contexto, significa "obstinación" o "indiferencia". La implicación es que todas estas terribles maldiciones resultarán si obviamos a D'os. La visión mundial que resulta de la actitud del obstinado o el indiferente es una visión en la que D'os deja de ser una parte integral de la vida del individuo. Este es el comienzo de un proceso que puede llevar a una conclusión mucho más peligrosa: cuando D'os es olvidado, el hombre deduce con su propio pensamiento que la vida no es más que una serie de coincidencias. Él cree que no hay una mano Divina guiando su existencia personal o los distintos hechos de la historia del mundo; la conclusión de tal visión es ateísmo. La Torá le adjudica esta forma de ver el mundo a Amalek:

"Recuerda lo que Amalek te ha hecho; cuando tu has dejado Egipto. Cuando ellos "aparecieron" (karejá) ante ustedes en el camino" (Devarim 25:17-18).

El término "karejá" deriva de la misma raíz que "kerí". Rashí explica el término karejá como "un término de coincidencia". El corto comentario de Rashí enseña que el poder espiritual de Amalek emana de un punto de vista de que todo es coincidencia, destino ciego sin sentido, y que no hay un significado más elevado o grandioso de la vida. Cuando los judíos cayeron en una perplejidad espiritual, ellos fueron susceptibles al ataque de Amalek. Cuando los judíos se comportaron como Amalek, el verdadero Amalek apareció. Los judíos en el desierto fracasaron en apreciar la Presencia Divina que los envolvía y los protegía, y se convirtieron en sus propios enemigos; ellos se convirtieron en Amalek. Es por eso que el verdadero Amalek apareció y los atacó. Su único recurso fue rezar a D'os, una expresión explícita de fe y reconocimiento de la existencia de un Ser Divino.

"¿Las manos de Moshé hacen la guerra?… Esto nos enseña que todo el tiempo que los judíos miraban hacia el cielo, y dirigían sus corazones hacia su Padre en los cielos, ellos eran victoriosos; si no ellos fracasaban [en la batalla]" (Mishná Rosh Hashaná 3:8).

Nosotros vemos que la Mishná puntualiza que no fue una intermediación mágica por parte de Moshé lo que trajo la victoria en la guerra contra Amalek, sino el rezo de las personas. El pueblo había fracasado en apreciar correctamente a D'os, ellos lo obviaron. La actitud opuesta, como se expresa en el rezo, enmendó la desavenencia entre ellos y D'os.

Ahora en la tojejá el pueblo es advertido de no llevar una vida basada en la filosofía de la coincidencia, porque este enfoque - el ver el mundo sin D'os - es el primer paso hacia un abandono de todos los valores. Esta idea está expresada en una Tosefta (Shavuot 3:6) que pregunta: "¿quién es el hombre más peligroso?" La Tosefta responde: el ateo, aún si es un hombre moral, es más peligroso porque no hay bases para su moralidad. En los ojos de la Tosefta, el ateo moral de hoy puede ser el asesino del mañana. Los judíos que no sintieron ninguna conexión con D'os, se encontraron rápidamente alejados de D'os hasta el punto que la idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre, no sólo que no eran ya tabú, sino que se habían convertido en una norma. La expresión del Talmud sobre este fenómeno es fascinante:

"El Templo fue destruido… porque no decían la bendición antes de estudiar Torá" (Nedarim 81a).

Esta fuente parece difícil de entender. Si los judíos de ese tiempo estaban activamente envueltos en el estudio de la Torá pero simplemente se olvidaron de decir las bendiciones apropiadas, ¿la consecuencia debe ser este terrible jurbán? El Talmud, usa esta conciso lenguaje para señalar una "secularización" de lo que debía ser sagrado: alguien que no dice una bendición antes de estudiar está haciendo una declaración sobre su aprendizaje. La Torá estudiada de esta manera es algo mundano: puede ser algo intelectualmente estimulante, pero no es parte de un diálogo con lo Divino. La persona que puede aprender y no siente el hálito de la Eternidad en su cara, un poco del cielo, de santidad, está perdiendo la esencia del aprendizaje. Sólo aquellos que han creado la ruptura en sus mentes entre ellos y el rol personal de D'os en sus vidas pueden olvidarse de decir una bendición antes de estudiar, y transformar un posible viaje con el D'os eterno en un ejercicio meramente intelectual.

Ahora podemos volver a mirar la enseñanza del Rambán y la tradición Talmúdica respecto de la destrucción del Primer Templo. La conexión entre la actitud de "obstinación" o "indiferencia" de "keri" y la total ruptura de la moralidad de la sociedad judía que llevó a la destrucción, se hace más clara. Sin embargo, la destrucción del Segundo Templo plantea un desafío aún más serio: nuestra tradición nos enseña que la causa de la destrucción fue "el odio gratuito" que prevalecía en ese tiempo. En la segunda tojejá, la Torá nos da una clara razón para las calamidades que han recaído sobre nosotros:

"Vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, puesto que no has escuchado la Voz de tu D'os, para observar Sus preceptos y Sus leyes, las que Él te ha ordenado" (Devarim 28:45).

La Torá nos informa en términos claros e inequívocos, cuales son las deficiencias espirituales que causarán que la tojejá se haga realidad. ¿Cómo es que el fracaso en servir a D'os con alegría se relaciona con el odio gratuito, el cual se nos enseña que es la causa de la destrucción del segundo Templo? Yo escuché a Rabí Iojanán Zweig explicar la conexión, puntualizando a la única persona en el Tanaj descripta como alguien que tuvo la característica de "alegría y contentamiento de corazón":

"Entonces Hamán salió aquel día alegre y con un corazón contento" (Ester 5:9).

Qué extraño que Hamán, el más famoso de los descendientes de Amalek, sirve como un prototipo de comportamiento apropiado! El hecho es que Hamán tenía todo el derecho de estar feliz: la reina lo había invitado a una segunda fiesta privada, con el rey y la reina solamente. Él se vió a si mismo como un hombre exitoso. Indiscutiblemente no había un hombre más rico y poderoso en todo el reinado, y Hamán lo sabía.

"Cuando él llegó a su casa él llamó a sus amigos y a su mujer Zéresh, y Hamán les contó a ellos la gloria de sus riquezas…" (Ester 5:10).

Hamán tenía todo a su favor. Sin embargo, cuando vió a Mordejai, quien se había negado a prosternarse ante él, Hamán se llenó de enojo. Después de contar a sus seres queridos toda su buena fortuna, Hamán dijo:

"Pero todo eso no tiene sentido para mí cuando veo a Mordejai el judío sentado en la entrada del palacio del rey" (Ester 5:13).

Consideremos la situación de Hamán. Él es el hombre más poderoso de todo el imperio, después del Rey. Él es rico, tiene una mujer amorosa y que lo apoya, muchos hijos, incalculable riqueza. Él tiene un pequeño problema: está este judío que se niega a servirlo. Hamán planea descargar su venganza sobre Mordejai: no sólo Mordejai morirá, sino que toda su gran familia morirá con él. La mente enferma de Hamán pide un holocausto como la reacción a haber sido despreciado por un solo hombre. Pero el saber que Mordejai y todos los judíos pronto serán matados no fue suficiente para saciar la maldad dentro de Hamán - él necesitaba más. Su odio era tan consumidor que él mostró un remarcable descuido en su decisión de ejecutar a Mordejai. Aún una rápida mirada en el libro de las crónicas del rey hubiese hecho que Hamán se dé cuenta que tener a Mordejai como su blanco no era muy inteligente. Pero Hamán estaba enfurecido, él necesitaba vengarse y necesitaba hacerlo inmediatamente. Este enojo increíble causó la caída de Hamán. Él no pudo disfrutar de los regalos que se le habían dado porque estaba obstinado en su enojo y odio hacia Mordejai.

Es interesante notar que Hamán, un descendiente de Amalek, representa la filosofía amalekita. Hamán tiró la suerte, dejando las decisiones de vida o muerte a la "suerte", y luego se propuso controlar el destino de toda una nación. Su filosofía comienza cuando se ve al mundo sin un D'os, y llevó a Hamán a verse a sí mismo como una deidad. Desde esta perspectiva podemos entender su enojo hacia Mordejai - quien se negó a prosternarse ante él.

La repentina caída de Hamán fue anticipada por el odio que él albergaba en su corazón, un odio que consumía todo, que anuló a su "alegre y contento corazón". Podemos entonces concluir que hay, de hecho, una conexión entre un corazón alegre y el odio gratuito: uno puede desplazar al otro. Cuando tomamos una perspectiva más amplia, un interesante patrón surge:

Cuando los judíos actuaron como Amalek y obviaron a D'os, fueron exiliados, y pronto se encontraron a ellos mismos bajo el dedo de un déspota amalekita, como recibiendo un mensaje Divino: "si ustedes eligen a Amalek y su visión del mundo por sobre Mí, Yo les concederé su deseo". La justicia Divina fue exacta. Las personas que vieron la vida como una coincidencia se encontraron a si mismos enfrentados al representante líder de la coincidencia - Hamán, quien rápidamente tiró la suerte para determinar el momento apropiado para destruir a la nación judía. Así como sus ancestros antes que ellos, cuando los judíos finalmente retornaron a su Padre en los Cielos, admitiendo que se habían equivocado y aceptando completamente el dominio del Todopoderoso, el poder de Hamán sobre ellos se disipó. Los judíos fueron victoriosos. Como un regalo, D'os dejó a los judíos una lección increíble de cómo no comportarse cuando estén por entrar a la tierra de Israel y reconstruir el Templo. D'os reiteró en el libro de Ester, Su mensaje de que el hombre debe servir a D'os con alegría y apreciar todo el bien en su vida. De lo contrario, el hombre corre el riesgo de transformar su alegría en odio y de transformar el Templo en ruinas. Nuestro encuentro con Hamán fue el castigo por los pecados que llevaron a la destrucción del Primer Templo, y una advertencia para que tengamos claro el tipo de pecados que podrían destruir el Segundo Templo.

Conclusión:

El paralelo mostrado por el Rambán está realmente acorde con la tradición Talmúdica. La lección es simple pero poderosa: La idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre tienen sus raíces en la falta de conciencia de que hay un D'os en nuestras vidas, y el odio gratuito es en su cima la falta de apreciación por lo que se nos ha dado. Esta es la lección que debemos aprender de Hamán. No repitamos su error. En lugar de eso retornemos a la enseñanza de Nuestros Sabios:

"¿Quién es rico? Aquel que es feliz con su parte" (Avot 4:1).

Esta es la felicidad que es la llave para servir a D'os; fue la falta de esta felicidad la que destruyó el Templo. Relacionarse con D'os con este tipo de actitud seguro que contribuirá a la reconstrucción del Templo.

Volvamos a la enseñanza de Rabí Iojanán Ben Tortá:

"Y que el Tercer Templo sea construido rápidamente en nuestros días… muchas naciones se juntarán y dirán: 'vamos, subamos a la Montaña de D'os, a la Casa del D'os de Iaacov… levántense subamos a Tzión, al Señor nuestro D'os'" (Tosefta Menajot 13:4).

Cuando dejemos de actuar como las naciones del mundo, y ellos comiencen a actuar como nosotros tendríamos que actuar, la historia alcanzará su punto más elevado, y un maravilloso nuevo día amanecerá. La presencia de D'os emanará de Tzión, y la guserá algo del pasado. El mundo se transformará en un lugar alegre, sin odio, y todos los pueblos servirán a D'os con alegría y felicidad del corazón. Que todos vivamos para ver y formar parte de esa alegría en ese día. Amén.

Shabat Shalom.

Haftarat Bamidbar Oshéa 2: 1 – 22 (Sefaradim)

Para la lectura de la haftará de esta semana ha sido escogida una sección del libro del profeta Oshea, perteneciente al libro de Teré Asar (los doce profetas que por ser sus libros de pequeñas dimensiones han sido juntados en uno solo).

"Y será el número de los hijos de Israel como la arena del mar que no será medida ni contada, y será que en lugar de que les sea dicho a ellos: 'Ustedes no son Mi pueblo', será dicho de ellos: 'Hijos del D'os viviente'" (2:1).

Así comienza nuestra haftará, y Nuestros Sabios en el Talmud aprendieron de este versículo que está prohibido contar a judíos incluso para una mitzvá, por ejemplo para saber si hay 10 judíos en la sinagoga.

Rabí Meir Simja Hacohen de Dvinsk (1843 - 1926) en su libro "Méshej Jojmá" pregunta: or qué Nuestros Sabios no aprendieron esto del versículo de parashat Vaishlaj cuando Iaacov le reza a D'os: "Y Tú dijiste, haré el bien contigo y convertiré a tu descendencia como la arena del mar que no será contada por su gran número" (Bereshit 32:13)?

Explica nuestro autor que cuando los hijos de Israel están unidos unos con otros, ellos se asemejan al polvo de la tierra que cuando está en su lugar natural no tiene ninguna importancia especial y pasa desapercibido. Pero a diferencia del polvo de la tierra, la arena está compuesta por muchos pequeños granitos.

Antes de concebir a sus doce hijos, Iaacov quería que ellos difundieran su idea sobre la Divinidad y que ésta se esparciera entre todos los pueblos del mundo. Y es por eso que D'os le había asegurado a Iaacov: "Y será tu descendencia como el polvo de la tierra" (Bereshit 28:14), pues todos los pueblos del mundo verían la gloría del pueblo de Israel al servir en conjunto al D'os Único, así como el polvo de la tierra permanece junto y unido en un sólo lugar.

Pero después de que Iaacov los concibió y vió que su descendencia esparciría su idea de la Divinidad, él tuvo miedo de que ocurriese lo opuesto: que sus hijos se entremezclen con los otros pueblos asimilándose a sus culturas y creencias y anulándose entre ellos al igual que el polvo de la tierra, y por eso Iaacov le pidió a D'os: "Sálvame de mi hermano…" (Bereshit 32:12), para que su descendencia no se asimile, sino que quede siempre separada de los demás pueblos.

Y por eso Iaacov le dijo a D'os en su rezo: "Y Tú dijiste… será tu descendencia como la arena del mar" (Bereshit 32:13) a pesar de que D'os le había asegurado que su descendencia sería como el polvo de la tierra, pues Iaacov le estaba pidiendo a D'os que a pesar de que hayan entre sus hijos separaciones e incluso que hayan algunos judíos que tuvieren sólo el apellido, de todas formas él le imploraba a D'os que los demás pueblos no los destruyan y que su descendencia sea como la arena - que es como un muro de contención ante las olas del mar. Iaacov le pidió a D'os que cuando los pueblos del mundo quieran venir en contra de sus hijos, como las olas del mar sobre la costa, incluso los más bajos de Israel se unan en su contra para protegerse.

Pero esto puede ocurrir sólo cuando ellos son contados en conjunto, estando todos juntos, es decir, en la orilla del mar. Pero contar una parte de ellos, requiriendo para ello separar a algunos individuos está prohibido, así como nos enseña aquí el profeta Oshea al decir que la descendencia de Israel: "no será medida ni contada", contando a cada individuo por separado.

Y por eso dijo el profeta: "Y será el número de los hijos de Israel como la arena del mar que a pesar de que está compuesta por pequeños granitos separados, todos juntos pueden anular la acción de las olas del mar sin asimilarse, y por eso termina el profeta diciendo: "y será que en lugar de que les sea dicho a ellos: 'Ustedes no son Mi pueblo', será dicho de ellos: 'Hijos del D'os viviente'".

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Habló D'os a Moshé en el desierto del Sinai…" (Bamidvar 1:1)

Esta semana comenzamos a leer el libro de Bamidvar, llamado comúnmente "Números", pero literalmente: "En el desierto".

En la parashá anterior, Bejukotai, el libro de Vaikrá finalizó diciendo: "Estas son las mitzvot que ordenó D'os a Moshé…" (Vaikrá 27:34).

Y el hecho de que inmediatamente después comienza el libro de Bamidvar viene a insinuarnos que para estudiar Torá uno tiene que asemejarse a un "midvar", es decir que la persona debe ser "modesta como un desierto", pues sólo así podrá adquirir los conocimientos de la Torá.

Por el Rav Yosef Meyer Medresh

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