martes, 21 de septiembre de 2010

Parashá VeZot HaBeraja

Cuando HaShem le ordenó a Moisés: “Sube al Monte Nevó y allí morirás”, el Ángel de la Muerte pensó que tenía permiso de llevarse el alma de Moisés…


Moshé bendice a las tribus antes de su muerte

Cuando HaShem le ordenó a Moshé (Moisés): “Sube al Monte Nevó y allí morirás”, el Ángel de la Muerte pensó que tenía permiso de llevarse el alma de Moshé. El Ángel bajó y comenzó a revolotear sobre Moshé, pero cuando Moshé lo divisó, lo apresó y lo arrojó al piso.

“HaShem me aseguró que tú no tienes poder sobre mí”, le dijo, “Quédate quieto y escucha cómo bendigo a las Tribus”.

Moshé obligó al Ángel de la Muerte a escuchar las bendiciones.

Moshé quiso que su acción final fuese bendecir a los judíos. Había comenzado el libro Deuteronomio con reproches y también los había reprendido con el poema Haazinu. Ahora quería concluir bendiciéndolos.

Los profetas posteriores aprendieron de Moshé a concluir los sermones de reproche con palabras de aliento y bendiciones al pueblo.
La Torá llama aquí a Moshé “hombre de Di-s” (33:1). Este distintivo le fue otorgado una vez que hubo bendecido a los judíos ya que el que defiende y alaba al pueblo judío es elevado por HaShem. La bendición de Moshé fue superior a la de todos los otros Tzadikim (Justos) que lo precedieron e incluso superior a la de los patriarcas, porque él fue superior a ellos.

“Muchas hijas se comportaron valientemente, pero tú las excediste a todas” (Proverbios 31:29). Este versículo se refiere a Moshé, que fue más grande aun que los Patriarcas.

El Midrash ilustra la superioridad de Moshé a través de una conversación ficticia entre él y los grandes Tzadikim que lo precedieron.

Adam le dice a Moshé: “Soy superior a ti porque fui creado por HaShem directamente, en cambio tú fuiste engendrado por padres”.

Moshé: “Perdiste tu superioridad cuando pecaste, pero los Rayos de Gloria con los que Di-s me recompensó nunca los perdí”.

Noaj: “Soy superior a ti porque a mí me salvaron del Diluvio (y me transformé en el padre de toda la humanidad)”.

Moshé: “Tú te salvaste pero no salvaste a tu generación. En cambio yo no sólo me salvé sino que, cuando Di-s quiso destruir a mi generación luego del Pecado del Becerro de Oro, los salvé a ellos también”.

Abraham: “Soy superior a ti. Yo era hospitalario con todos los viajeros”.

Moshé: “Mi comportamiento fue superior porque yo alimenté al pueblo judío cuyos integrantes están circuncidados. Y además, tú vivías cerca de sitios poblados, donde era fácil conseguir comida mientras que yo alimenté a mi pueblo en el desierto - con el pan del Cielo”.

Itzjak: “Soy superior a tí. Expuse mi cuello en el altar en señal de acatamiento y divisé `la Shejiná` (Presencia Divina)”.

Moshé: “Pero tus ojos perdieron visión por lo que vieron. Yo logré hablar con la Shejiná cara a cara y mis ojos no perdieron fuerza”.

Iaakov: “Yo luché con un ángel y lo derroté”.

Moshé: “Tú luchaste con un solo ángel en tu dominio, la tierra, en cambio yo subí al Cielo, el dominio de los ángeles y allí derroté a una hueste de ángeles (porque ellos preferían destruirme antes que dejarme recibir la Torá)”.

HaShem dijo, “Ya que Moshé está más próximo a Mí que todos los demás tzadikim, sus bendiciones serán las más beneficiosas. Por lo tanto, que bendiga a los judíos”.

Antes de empezar las bendiciones Moshé oró el salmo (Salmos 90) “Una oración de Moshé, el hombre de Di-s”. Allí menciona la corta duración de la vida humana “Los días de nuestra edad son setenta años y en los más robustos son ochenta años”.

Sin embargo, el alma humana sobrevive y retorna a su fuente: “HaShem, Tú nos has sido refugio para nuestras almas6 de generación en generación (Salmos 90:1).

Moshé finaliza con alabanzas a HaShem y al Pueblo Judío

Moshé concluyó sus bendiciones con alabanzas a HaShem y al Klal Israel. Las alabanzas a HaShem sirvieron también para dar seguridad a los judíos en el sentido de que Di-s los ayudaría aun después del fallecimiento de Moshé, que era inminente.

“Que sepas Ieshurún, que no hay nadie como el Todopoderoso entre las deidades de las naciones. El es el más poderoso arriba y abajo. El controla las esferas celestiales y desde allí te ayuda; Su majestad está en el Firmamento.

“Sin embargo, controla todo en la tierra. Ustedes, los judíos, constituyen su morada desde tiempos antiguos; el mundo fue creado para ustedes. Ustedes son el sustento del mundo; existe para ustedes.

“Expulsó a vuestros enemigos de entre ustedes. Destruyó a los egipcios, a Sijón y Og- y El dijo, `¡Extermínenlos!`(Di-s nos ordenó destruir a Amalek y a las siete naciones de Eretz Canaan)”.

Moshé proclamó que los judíos vivirían en paz y muy seguros en Eretz Israel:

“Cada judío personalmente va a vivir muy seguro en la Tierra de granos y de vino, de acuerdo a la bendición de Iaakov, `Y Di-s estará contigo y te va a restituir la tierra de tus ancestros`. Los cielos también destilarán el rocío de la bendición, de acuerdo a la bendición de Itzjak, `Di-s les dará el rocío del Firmamento`”.

Moshé concluyó:

“¡Dichoso tú Israel!¡Quién es como tú, pueblo salvado por HaShem! ¡Cuán grande es la recompensa que El atesoró para ustedes en el Mundo Venidero! El les devolverá la espada de vuestra majestad, las coronas (espirituales) que El les quitó después del pecado cometido por ustedes en el incidente del Becerro de oro.

“Vuestros enemigos se asustarán tanto ante ustedes que negarán su identidad, y ustedes hollarán sus alturas”.

La última bendición de Moshé aludía a la última recompensa del Klal Israel, el Mundo Venidero. Como prueba de que la profecía concerniente a la recompensa espiritual futura se cumpliría, Moshé dio señales que ocurrirían en el mundo terrenal: que los enemigos de Bnei Israel negarían su identidad y que los judíos hollarían sobre el cuello de los enemigos.

Las palabras de Moshé se cumplieron en tiempos de Iehoshúa (Josué): Los Guivonitas ocultaron que eran miembros de las siete naciones; y Iehoshúa ordenó a sus generales pisar los cuellos de cinco jefes enemigos (Iehoshúa 10:24).

Moshé fallece en Har Nevó

Luego de haber concluído las bendiciones, Moshé le dijo al pueblo, “Estoy por morirme. Les he causado muchas molestias al reprocharles por el incumplimiento de la Torá y las mitzvot. ¡Perdónenme ya!”.

Ellos respondieron, “Nuestro Rabino y Maestro, estás perdonado. Ahora perdónanos tú a nosotros; a menudo te hemos hecho enojar y te hemos causado problemas”.

“Los perdono”, respondió Moshé.

HaShem le dijo a Moshé: “No esperes más. Asciende al Monte Nevó”. Moshé cumplió inmediatamente. Había doce niveles que conducían a la cima del monte pero Moshé los subió todos de un solo salto (tan ansioso estaba por cumplir la Voluntad Divina). Su fuerza a los ciento veinte años era como la de su juventud.

Parado en la cima de la montaña, Moshé vio a Eretz Israel. Así HaShem le concedió su deseo de ver la Tierra. Allí Moshé la bendeciría, facilitándole aBnei Israel su conquista.

El Todopoderoso le permitió a Moshé ver lugares que su sucesor Iehoshúa nunca pisaría. En especial HaShem le mostró lugares de peligros o desgracias futuras motivando así a Moshé a rezar por la seguridad y el bienestar de su pueblo.

Moshé, más adelante, tuvo la visión de la historia futura de Bnei Israel hasta los tiempos mesiánicos. Vio a Iehoshúa luchando contra los treinta y un reyes de Eretz Canaan; vio la era de los jueces, el reinado de la casa de David y al rey Shelomó preparando vasijas para el Beit Hamikdash. Incluso previó la guerra pre-mesiánica contra Gog y Magog y anticipó la caída de Gog. A Moshé, al morir se le concedió un pedido que previamente le había sido denegado:

Cuando Moshé le había pedido a HaShem: “Por favor, revélame Tus modos de manipular los asuntos de este mundo”, el Todopoderoso le había respondido: “Ningún hombre puede verme a Mí y continuar viviendo”.

Pero antes de morir, Moshé fue digno de esa comprensión (a Moshé se le otorgó esa concesión). Asi, finalmente llegó al quincuagésimo y último `peldaño de sabiduría`.

En la época del fallecimiento de Moshé, HaShem quiso demostrar a las huestes Celestiales la grandeza de Moshé. En consecuencia, llamó al Ángel Gabriel y le ordenó: “Ve y tráeme el alma de Moshé”.

“Amo del Universo, ¿cómo puedo provocar la muerte de un ser humano que equivale a seiscientos mil judíos?”

“Ve tú, entonces”, ordenó HaShem a Mijael.

“No puedo soportar verlo morir”, respondió Mijael.”Yo solía ser su maestro”. (Mijael es el ángel de la Misericordia, el que le enseñó a Moshé a defender a los judíos).

Entonces el Todopoderoso recurrió a Samael (que es Satán), “Ve y tráeme el alma de Moshé”.

Samael tomó su espada (el espíritu de tumá -impureza- con el cual esperaba derrotar a la Kedushá -santidad- de Moshé) y bajó rapidamente hacia Moshé.
Encontró a Moshé escribiendo el Nombre de Cuatro Letras de HaShem en un Sefer Torá todavía incompleto. El rostro de Moshé brillaba como el sol y se asemejaba a uno de los ángeles.

Samael se asustó de Moshé. “Ningún ángel puede llevarse el alma de Moshé”, pensó. Comenzó a temblar y no fue capaz de emitir palabra.
Pero Moshé se había apercibido de la presencia de Samael aun antes de que el ángel se revelara.

“Tú, maldito, ¿qué estás haciendo aquí?” preguntó Moshé severamente.

Samael se armó de coraje y contestó, “Vine a llevarme tu alma”.

“¿Quién te envió?” preguntó Moshé.

“El Creador de todo”, respondió Samael.

“Ciertamente , El no quiere que tú te lleves mi alma (más bien El desea que yo te derrote)”, dijo Moshé.

“Yo me llevo las almas de todos los seres humanos”, insistió Samael, “ésta es la ley natural del universo”.

“Pero yo no estoy sujeto a las leyes de la naturaleza”, insistió Moshé. “Yo soy el hijo de Amram. Soy sagrado desde mi nacimiento, ya que nací circuncidado y por eso no fue necesario hacerme el brit milá. Pude hablar y caminar desde el día de mi nacimiento (como Adam antes de pecar).

“Cuando tenía tres años profeticé que recibiría la Torá. (Por esta razón Moshé se negó a tomar la leche de una egipcia cuando la hija del Faraón lo encontró). Siendo aun un niño en el palacio del Faraón, le quité a éste la corona de su cabeza (señal de la futura caída del Faraón). Cuando cumplí los ochenta, Di-s realizó muchos milagros en Egipto por mi intermedio y saqué seiscientos mil judíos en pleno día ante la mirada de los egipcios. Dividí el Mar en doce partes. Transformé aguas amargas en dulces (en Mara en el desierto). Yo residí en el firmamento, discutí con ángeles que no querían entregar la Torá de fuego, y permanecí cerca del Trono Celestial de Gloria para conversar con el Todopoderoso cara a cara. Yo entregué la Torá y los secretos de los ángeles a la humanidad. Luché contra los poderosos gigantes Sijón y Og que habían sobrevivido al Diluvio. Hice detener al sol y a la luna durante la batalla y yo mismo eliminé a Sijón y a Og. ¿Cuál otro de los humanos sería capaz de hacer todo esto? (Por eso, la ley natural que te permite llevar el alma humana no es aplicable a mi persona)”.

Samael volvió hacia HaShem reconociendo su derrota.

HaShem ahora le confirió aun más fuerza y le ordenó volver hacia Moshé. (Di-s quería que Moshé lograra una victoria aun mayor sobre el Satán). Samael revoloteó sobre la cabeza de Moshé y desenvainó su espada. Moshé golpeó al ángel con todas sus fuerzas con la vara sobre la cual estaba grabado el Nombre de Di-s. Samael huyó. Moshé lo alcanzó y lo encegueció con los Rayos de Gloria que emanaban de su rostro.

Una Voz Celestial proclamó: “¡Ha llegado el momento de tu muerte!”.

“Por favor, no me entregues al Ángel de la Muerte”, le rogó a HaShem, Moshé. “Recuerda cómo te serví en mis años mozos, cuando Tú Mismo te revelaste ante mi en la zarza y cuando estuve en el Har Sinai durante cuarenta días y cuarenta noches y trabajé arduamente para aprender la Torá”.

“No temas”, proclamó la Voz Celestial.”Yo Mismo me ocuparé de ti”.

Moshé se levantó y se preparó para la muerte, santificándose como uno de los ángeles.

HaShem descendió junto a los ángeles Mijael, Gabriel y Zagzagael.

Mijael preparó el lecho de Moshé; Gabriel extendió un paño de lino sobre su cabeza; y Zagzagael otro paño sobre sus pies.
El Todopoderoso dijo. “Moshé, cierra los ojos”.

Moshé así lo hizo.

“Coloca las manos sobre el pecho”, ordenó el Todopoderoso.

Moshé obedeció.

“Junta los pies”, El ordenó.

Moshé obedeció.

HaShem requirió el alma de Moshé.

“Hija mía”, dijo El al alma. “Planifiqué que permanecieras en el cuerpo de Moshé durante ciento veinte años. Ahora lo debes abandonar, no te demores”.

El alma respondió, “Amo del Universo, ¿acaso hay un cuerpo más puro que el de Moshé? Yo lo amo y no deseo abandonarlo”.

“Yo te abasteceré con los ángeles bajo Mi Trono de Gloria Celestial”, prometió HaShem.

“Es mejor para mí permanecer en el cuerpo de Moshé que mezclarme con los ángeles”, protestó el alma. “El es puro como un ángel, a pesar de que vive en la tierra; por otra parte, Tú una vez le permitiste a dos ángeles, Uza y Azael, vivir entre los humanos y se corrompieron, Moshé no convivió con su mujer desde el día en que Tú le hablaste desde la zarza (según una opinión. Según otros, desde Matán Torá). Por favor, déjame en el cuerpo de Moshé”.

Luego de escuchar al alma atestiguar acerca de la pureza del cuerpo de Moshé, HaShem, por así decirlo, besó a Moshé. El alma experimentó el irresistible placer de la presencia Divina (que fue aun mayor que el placer de estar en el cuerpo de Moshé) y retornó con HaShem.


- Extraido de El Midrash Dice. Edit. Bnei Sholem -

(Gentileza de www.Torá.org.ar)

domingo, 12 de septiembre de 2010

Iom Kipur (Vaikra 16)

Cuando uno comienza a analizar la labor de la teshuvá (arrepentimiento), puede ser intimidante. Hemos cometido tantos errores durante el año que es difícil saber por donde comenzar. Claramente, si no tenemos un excelente sistema para enfrentar este proyecto, será extenuante y consumirá todo nuestro tiempo.
En el judaísmo decimos que si puedes llegar a la raíz del problema, entonces, puedes eliminarlo por completo. Ese es el objetivo de la plegaria de “Al-Jet” que repetimos numerosas veces durante el servicio de Iom Kipur. Las 44 declaraciones comprendidas en la plegaria de “Al-Jet” no son una lista de errores que cometimos, sino una manera de identificar la raíz de aquellos problemas.
A continuación examinaremos la plegaria de “Al-Jet”, una declaración a la vez. Pero recuerda: El “cambio” es un proceso que no ocurre de inmediato. No intentes conquistar demasiadas cosas a la vez; puede ser imposible. En cambio, elige áreas que se relacionen con la raíz de tus problemas. Esto maximizará tu éxito en el proceso de teshuvá.
1. Por los errores que hemos cometido ante Ti involuntariamente y voluntariamente.
¿Cómo podemos ser responsables por los errores que cometimos involuntariamente? La respuesta es que a veces, nos involucramos en situaciones comprometedoras porque no somos cuidadosos. Muchos de estos supuestos “errores accidentales” pueden evitarse estableciendo limitaciones para evitar la tentación.
Pregúntate a ti mismo:
Involuntariamente:
¿Me puse a mí mismo en situaciones comprometedoras, y luego, cuando me metí en problemas, racionalicé diciendo que eran “inevitables” o “accidentales”?
¿He tratado de establecer límites para no transgredir?
¿He considerado establecer un sistema de multas para evitar cometer ciertos errores?
Cuando legítimamente me he visto envuelto en una situación inevitable, ¿me detuve a considerar por qué Dios quiso que yo experimentara ese desafío particular?
Voluntariamente:
¿Cometí errores porque fui perezoso, o porque mis bajos y animalísticos deseos se apoderaron de mí?
2. Por los errores que hemos cometido ante Ti por tener un corazón duro.
El endurecimiento del corazón significa que me he cerrado a mí mismo de profundas emociones humanas como la compasión y la preocupación. Los medios de comunicación y los periódicos están tan llenos de historias trágicas, que nos hemos desensibilizado totalmente del sufrimiento humano.
Pregúntate a ti mismo:
¿He ignorado a los pobres e indefensos?
Cuando he dado caridad, ¿lo he hecho entusiastamente o quejándome?
¿He sido bueno, compasivo y bondadoso cuando mi familia me ha necesitado?
¿Siento el dolor de los judíos que están asimilándose y el dolor de como eso impacta al pueblo judío como un todo?
3. Por los errores que hemos cometido ante Ti sin pensar (o sin saber)
Cada día, un judío le reza a Dios por la habilidad de pensar y razonar. Una mente clara es esencial para nuestro crecimiento y desarrollo. Si vamos en un bus y lo único que hacemos es contemplar el paisaje a través de la ventana, entonces, durante esos preciosos momentos somos solamente zombis.
Pregúntate a ti mismo:
¿Examino cuidadosamente mi sociedad y mi entorno, evaluando lo que está bien y lo que está mal?
¿Reevalúo constantemente mis metas en la vida?
¿Lucho constantemente para tener conciencia de la presencia de Dios en todo momento?
¿Ser un individuo “pensante” es una de las metas en mi vida?
4. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de cosas que hemos expresado inconcientemente con nuestra boca
Un hombre sabio dijo una vez, “No tienes que decir todo lo que piensas”. El Talmud dice que cuando hablamos, nuestra boca tiene que actuar como una “compuerta”, controlando todo lo que fluye.
Pregúntate a ti mismo:
¿Pienso antes de hablar?
¿Tiendo a hablar rápidamente sin pensar?
¿Hago promesas que probablemente no cumpliré?
5. Por los errores que hemos cometido ante Ti en público o en privado.
Pregúntate a ti mismo:
En público:
¿Actúo torpemente o hago cosas degradantes para atraer la atención de los demás y recibir aprobación?
Por otra parte, ¿hago buenas acciones en público - que de otra manera no habría hecho - simplemente para que otros me vean?
En privado:
¿Actúo en privado de una manera que me avergonzaría si alguien se enterara?
¿Considero como Dios está observándome incluso en los momentos más privados?
¿Me convenzo a mí mismo de que si nadie me ve, de alguna manera los errores no cuentan?
6. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la inmoralidad.
Cuando la Torá habla de inmoralidad, usualmente se refiere a inmoralidad sexual. Ya que la sexualidad es la tendencia humana más fuerte (incluso comparable a la supervivencia), puede utilizarse para alcanzar el máximo grado de santidad, o - como atestiguamos comúnmente - el máximo grado de decadencia.
Pregúntate a ti mismo:
¿Hablé o actué de cierta manera que descalifica a la sexualidad como un vehículo para la conexión espiritual?
¿Acaso entiendo como la inmoralidad sexual reduce el potencial espiritual de futuras relaciones emocionales?
7. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de hablar negativamente.
El habla es una facultad exclusivamente humana, es la manera en la que creamos puentes de conexión entre nosotros, y a través de la plegaria, con Dios. Por eso el abuso del habla es considerada una de las trasgresiones más graves posibles.
Pregúntate a ti mismo:
¿Le hable a alguien de manera cruel y agresiva?
¿Hablo chismes?
¿Me he involucrado en charlas sin sentido que me hacen perder mi tiempo y el tiempo de los demás?
¿He buscado oportunidades de elevar a otros con palabras de aliento?
8. Por los errores que hemos cometido ante Ti con el conocimiento y con el ocultamiento de la verdad.
Como todos sabemos, el conocimiento es una poderosa herramienta - y es muy peligrosa cuando es mal utilizada.
Pregúntate a ti mismo:
¿Utilicé el conocimiento de cierta situación para engañar a otros?
¿Utilicé el conocimiento para engañarme a mí mismo - es decir, he racionalizado mis malas acciones?
¿Acaso he utilizado el conocimiento para evadir el espíritu de la ley?
¿Acaso he utilizado el conocimiento para bravuconear e impresionar a otros?
9. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de nuestros pensamientos
El Talmud dice que “Los malos pensamientos son (de cierta manera) incluso peores que las acciones”. Esto es ya que desde una perspectiva espiritual, “los pensamientos” representan una dimensión más elevada de la actividad humana. (Los “pensamientos” están enraizados en el mundo espiritual; las “acciones” en el mundo material)
Pregúntate a ti mismo:
¿He pensado negativamente acerca de otras personas, o les he deseado mal?
¿He fantaseado acerca de realizar malas acciones?
10. Por los errores que hemos cometido ante Ti siendo malos amigos.
La “amistad” es una de las actividades humanas más elevadas. Cuando nos conectamos con otros, experimentamos la unidad del universo de Dios y perfeccionamos el mundo.
Pregúntate a ti mismo:
¿Me he desviado de mis preocupaciones diarias para ayudar a un amigo, basándome en el compromiso de la amistad?
¿He sido insensible frente a las necesidades de mis amigos, o acaso he herido sus sentimientos?
¿Me he aprovechado de alguien que ha confiado en mí?
¿He realizado un esfuerzo conciente para aprender a ser un mejor amigo?
11. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de confesión hipócrita.
En Iom Kipur cuando decimos cada línea de la plegaria de “Al-Jet”, nos golpeamos suavemente el pecho (nuestro corazón) con nuestro puño - como para demostrar que la “pasión y el deseo” nos llevaron a cometer estos errores. ¿Realmente lo sentimos?
Pregúntate a ti mismo:
¿Me he disculpado sin ser sincero?
¿Me he comprometido a “cambiar” sin querer hacerlo realmente?
12. Por los errores que hemos cometido ante Ti juntándonos con los demás (para actuar negativamente).
Involucrarse en el mal como un individuo es suficientemente malo. Pero así como las cortes seculares tratan los casos de “conspiración” de manera más severa, así mismo Dios desprecia la institucionalización de los malos hábitos.
Pregúntate a ti mismo:
¿Soy parte de un grupo regular que habla acerca de cosas negativas?
¿He participado en reuniones que conducen a actividades negativas?
¿Soy cuidadoso en asociarme sólo con personas morales y éticas?
13. Por los errores que hemos cometido ante Ti con intención y sin intención.
Pregúntate a ti mismo:
Con intención:
¿Me he “rebelado” para demostrar mi independencia de Dios?
Sin intención:
¿He cometido errores por despreocupación? ¿Podrían haber sido evitados?
14. Por los errores que hemos cometido ante Ti deshonrando a padres y maestros.
Padres y maestros son nuestra primera figura de autoridad en la vida, y por asociación ellos nos enseñan a ser respetuosos con Dios y sus mitzvot. La falta de respeto a padres y maestros corroe el núcleo moral de la sociedad.
Pregúntate a ti mismo:
Padres:
¿Pienso en algunas ocasiones mal de mis padres?
¿Comunico algún resentimiento hacia ellos?
¿Hago algún esfuerzo por apreciar cuánto han hecho mis padres por mí?
Si yo fuera padre, ¿que querría de mis hijos? ¿Les estoy dando esto a mis padres actualmente?
Maestros:
¿Presto atención especial a las necesidades de personas mayores?
¿He maximizado las oportunidades de aprender de rabinos y maestros?
¿He buscado activamente la guía y consejo de gente sabia?
15. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de ejercer poder.
Dios le da a cada uno lo que necesita: ya sea riqueza, inteligencia, buena fortuna, etc. Solamente cuando sentimos que somos independientes de Dios es que buscamos dominar a otros para nuestro beneficio.
Pregúntate a ti mismo:
¿Tomo ventaja de personas débiles - ya sea física, económica o políticamente?
¿He manipulado o intimidado a alguien para que haga algo incorrecto?
16. Por los errores que hemos cometido ante Ti profanando Tu santo nombre.
Como una “luz para las naciones”, cada judío es un mensajero de Dios en este mundo, y es responsable de proyectar una imagen positiva en todo momento.
Pregúntate a ti mismo:
¿He actuado de maneras irrespetuosas que deshonran a Dios?
¿He actuado de maneras que den una mala impresión de lo que significa ser judío?
¿He aprovechado cada oportunidad para inspirar a otros acerca de la belleza de la Torá?
17. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de hablar cosas sin sentido.
Las personas tienen el hábito de hablar por hablar. Cuando estamos aburridos, nos colgamos al teléfono y “hablamos y hablamos y hablamos”. No hables sin propósito. En cualquier conversación pregúntate a ti mismo: “¿Esta conversación tiene algún sentido? ¿Estoy aprendiendo algo? ¿Estoy creciendo?”. Si no puedes identificar el sentido de la conversación, probablemente no tiene ninguno.
Pregúntate a ti mismo:
¿Pierdo mi tiempo hablando de cosas triviales?
¿Busco compartir palabras de Torá en cada momento?
18. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de hablar cosas vulgares.
¿Te has encontrado a ti mismo en la mitad de una broma de mal gusto? Puede ser insidioso, pero de pronto te encuentras a ti mismo en una discusión que ha dado un giro negativo. Aprende a cambiar de dirección. Monitorea tus conversaciones, y cuando notes algún giro negativo, vuelve al carril correcto, gentil y sutilmente.
Pregúntate a ti mismo:
¿He contaminado mi boca con vulgaridades?
¿He escuchado a otros hablando vulgarmente o me he reído con bromas ofensivas?
¿He protestado cuando he escuchado cosas vulgares?
¿Intento expresarme siempre de la mejor manera posible?
19. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través del Ietzer Hará (inclinación hacia el mal).
El Ietzer Hará es esa pequeña voz dentro de cada uno de nosotros que nos convence de buscar comodidad y placer de manera inmediata, a expensas de otros placeres espirituales mucho más elevados.
Pregúntate a ti mismo:
¿He perseguido placeres mundanos para satisfacer mis deseos físicos - sin involucrar ninguna dimensión espiritual?
¿Utilizo la excusa de que “no pude evitarlo”?
¿He estudiado técnicas de la Torá para canalizar los deseos físicos y utilizarlos para la santidad?
20. Por los errores que hemos cometido ante Ti en contra de aquellos que conocemos y en contra de aquellos que no conocemos.
Pregúntate a ti mismo:
¿He actuado mal a espaldas de algunas personas?
¿He actuado mal frente a ellas?
21. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de corrupción.
La corrupción es subversiva, ya que generalmente no somos concientes de cómo afecta nuestras decisiones. En las palabras de la Torá, la corrupción es “cegadora”.
Pregúntate a ti mismo:
¿He comprometido mi honestidad e integridad por dinero?
¿Me he comprometido a mí mismo por honor y arrogancia?
¿He actuado incorrectamente por buscar aprobación?
22. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la negación y las falsas promesas.
La marca registrada de una gran persona, es su compromiso meticuloso con la verdad - a pesar de las dificultades, vergüenzas o perdidas financieras que puedan estar involucradas en el proceso.
Pregúntate a ti mismo:
¿Me he mentido a mí mismo?
¿Le he mentido a otros?
¿Mi trabajo involucra mentir en algunas ocasiones?
¿He racionalizado la validez de una “mentira inofensiva”?
23. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de Lashón Hará (hablar chismes).
Se dice que las grandes personas hablan de ideas, las personas medianas hablan de lugares y cosas, y las personas bajas hablan de otras personas. Los chismes causan disputa y división entre las personas - y destruye relaciones, familias e incluso comunidades enteras. Como dijo el Rey Salomón: “La vida y la muerte están en manos de la lengua” (Proverbios 18:21).
Pregúntate a ti mismo:
¿Disfruto hablar chismes?
Cuando escucho chismes, ¿los acepto como una verdad, o reservo mi juicio?
¿He destinado un tiempo especial para estudiar las halajot de lashón hará?
24. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la soberbia.
Pregúntate a ti mismo:
¿Me he burlado y he ridiculizado asuntos serios?
¿Me he burlado de alguien que considero menos inteligente o menos atractivo?
¿He desechado la crítica constructiva considerándola sin sentido?
25. Por los errores que hemos cometido ante Ti en los negocios.
La integridad es la marca distintiva de una gran persona. El Talmud dice que la primera pregunta que se le hace a una persona cuando llega al cielo es: “¿Te comportaste honestamente en los negocios?”.
Pregúntate a ti mismo:
¿He sido escrupulosamente honesto en todas mis transacciones financieras?
¿Fui cruel al tratar de derrotar a la competencia, o busqué métodos para que ambos tuviéramos éxito?
¿Elegí una carrera que me da la libertad necesaria para perseguir mis metas personales y espirituales?
Cuando he tenido éxito en los negocios, ¿he demostrado mi aprecio por Dios con respecto a ese éxito?
26. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la comida y la bebida.
Comer es una actividad humana tan esencial, que nuestros rabinos dicen que todas las cualidades de carácter de una persona se revelan en una cena.
Pregúntate a ti mismo:
¿He comido para tener energía para hacer mitzvot, o he comido para satisfacer mis necesidades animalísticas?
¿Qué actividad secundaria realizo mientras como? ¿Leo el periódico y veo televisión, o me involucro en conversaciones significativas?
¿He hecho todo mi esfuerzo para comer comida Casher?
¿Le expreso mi gratitud a Dios por proveerme alimento?
¿He comido de más?
¿He comido comidas dañinas para la salud?
¿He desperdiciado comida?
27. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de interés y extorsión.
Obtener ventaja financiera de una situación porque alguien está desbancado, es una bajeza muy grande. Por esta razón la Torá prohíbe la usura con otro judío.
Pregúntate a ti mismo:
¿He ganado dinero como resultado del infortunio de otra persona?
¿Soy codicioso?
¿Soy tacaño?
¿Me siento responsable por ayudar a los demás?
¿Aprecio la prohibición de la Torá en contra de la usura? ¿He estudiado estas leyes?
28. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la arrogancia.
La característica con que la Torá describe a Moisés es: “El hombre más humilde”. La humildad es clave en el crecimiento espiritual, porque nos permite aceptar a otros en nuestra vida - y a Dios.
Pregúntate a ti mismo:
¿He hecho sentir mal a otros para hacerme sentir mejor a mí mismo?
¿Me visto y hablo de maneras que atraen atención extra sobre mí?
¿Cuando atravieso una puerta, me apresuro para entrar, o dejo que otros entren primero?
29. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través del movimiento de nuestros ojos.
A veces, podemos dañar a otros sin siquiera decir una palabra. Por ejemplo, el Talmud discute la ilegalidad de observar la propiedad de otra persona.
Pregúntate a ti mismo:
¿He observado las pertenencias privadas de otras personas cuando no me incumbía?
¿He observado atentamente la escena de un accidente en la carretera?
¿He observado fijamente al sexo opuesto de una manera no apropiada o irrespetuosa?
¿He demostrado desprecio por otra persona haciendo movimientos con mis ojos?
30. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de hablar sin parar.
Generalmente nos sentimos incómodos con el silencio, por lo tanto, llenamos el espacio con charlas interminables. La Torá nos dice sin embargo, que más que en ninguna otra parte, Dios se encuentra en el silencio.
Pregúntate a ti mismo:
¿He participado en conversaciones interminables sin contenido?
¿Pienso antes de hablar y mido mis palabras cuidadosamente?
¿Soy cuidadoso en concentrarme para recitar plegarias y bendiciones?
31. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de mirada arrogante.
El Talmud dice que los ojos de una persona son “la ventana de su alma”. Por lo tanto, nos referimos a una persona arrogante como una persona con “mirada arrogante”.
Pregúntate a ti mismo:
¿He comunicado calidez y cariño hacia otros con mi mirada?
¿He evitado hacer contacto visual con ciertas personas porque sentí que no eran tan importantes para mí?
¿Mi carrera y mis relaciones personales sufren porque mi ego está inflado?
32. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la desfachatez.
El Talmud dice que hay tres características de personalidad que caracterizan a un judío: bondad, compasión y vergüenza. “Vergonzoso” significa que un judío se siente mal y siente remordimientos cuando hace algo mal.
Pregúntate a ti mismo:
¿Acaso examino las consecuencias morales de mis actos antes de tomar decisiones difíciles?
¿Acaso aprecio como mi comportamiento moral me define como ser humano?
¿He estudiado lo que el judaísmo dice acerca de la conciencia y la moralidad?
33. Por los errores que hemos cometido ante Ti negándonos a aceptar responsabilidad.
El judaísmo define la grandeza como “poseer un alto grado de responsabilidad”. En el fondo esto es lo que cada ser humano desea - por esta razón uno siente una gran excitación frente a una promoción en el trabajo o frente a la responsabilidad de formar una familia.
Pregúntate a ti mismo:
¿He aceptado las responsabilidades familiares, y he respondido alegremente a cualquier necesidad?
¿He sido comprometido con mis amigos?
¿Llego a tiempo a los lugares, o siempre llego atrasado?
¿Mis colegas me describirían como alguien “confiable”?
¿He tomado responsabilidad por los problemas en mi comunidad?
¿He aceptado mis responsabilidades únicas en el mundo en mi rol de judío?
34. Por los errores de juicio que hemos cometido ante Ti.
La Torá nos dice que es una mitzvá juzgar le-kaf-zejut (juzgar favorablemente). Esto significa, por ejemplo, que cuando alguien llega tarde una hora, en vez de asumir que es un irresponsable, deberíamos tratar de recopilar toda la información antes de emitir un juicio, y mientras tanto, deberíamos suponer que se atrasó por circunstancias que estaban fuera de su control.
Pregúntate a ti mismo:
¿Tengo el hábito de juzgar a la gente favorablemente?
¿Espero hasta tener toda la información necesaria para tomar una determinación?
¿He juzgado en ocasiones a Dios desfavorablemente?
35. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de traicionar a un amigo.
Pregúntate a ti mismo:
¿He violado la confianza de personas que confiaron en mí?
¿He divulgado información confidencial?
¿He obtenido ventaja de mis amigos manipulándolos para que me hagan favores?
36. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de los celos.
Alguien que tiene un “buen ojo” celebrará sinceramente los logros de los demás, mientras que alguien que tiene un “mal ojo” envidiará el éxito de los demás.
Pregúntate a ti mismo:
¿Siento resentimiento frente al éxito de otros, o siento alegría?
¿Siento que hay personas que no merecen su éxito?
¿Deseo secretamente poseer cosas de los demás?
37. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la ligereza en nuestra manera de actuar.
A veces tendemos a olvidar que la vida es un asunto serio. Nacemos, y luego morimos. ¿Qué hemos hecho en nuestras vidas? ¿Nos hemos enfocado en metas significativas, o nos hemos quedado atascados en búsquedas triviales?
Pregúntate a ti mismo:
¿Paso tiempo leyendo secciones irrelevantes del periódico, o escuchando frivolidades en la radio?
¿Paso tiempo discutiendo detalles insignificantes de deportes y espectáculos con amigos y colegas?
¿Actúo con reverencia apropiada cuando estoy en la sinagoga o estudiando Torá?
¿Hablo acerca de personajes bíblicos y sabios de nuestro pueblo con el respeto debido?
38. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la obstinación.
En la Torá, Dios se refiere al pueblo judío como un “pueblo obstinado”. Esto es un atributo positivo en el sentido que no son influenciables fácilmente por la moda y las tendencias. Sin embargo, por el lado negativo, podemos ser irracionalmente tercos.
Pregúntate a ti mismo:
Cuando estoy involucrado en un desacuerdo, ¿me pongo ansioso y enojado, en vez de calmado y racional?
¿Pienso que siempre estoy en lo correcto?
¿Dejo que otras personas hablen primero, o siempre hablo yo primero?
¿Escucho atentamente lo que otras personas tienen para decir?
¿He sido cerrado de mente y he perdido mi objetividad sólo porque he deseado conseguir algo?
39. Por los errores que hemos cometido ante Ti apresurándonos para hacer el mal.
Pregúntate a ti mismo:
Cuando he transgredido la Torá, ¿lo he hecho con entusiasmo?
¿Corro para hacer mitzvot con el mismo entusiasmo?
¿Bajo el ritmo cuando recito plegarias o bendiciones?
¿Después de cumplir con cierto precepto, me alejo de ahí lo más rápido posible?
40. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de decirle a alguien lo que otros piensan de él.
Pregúntate a ti mismo:
¿He estimulado el desacuerdo, y he puesto a personas en contra?
¿He revelado secretos?
¿He estudiado las leyes del judaísmo que prohíben esto?
41. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de utilizar Tu nombre en vano.
Uno de los diez mandamientos es “no tomar el nombre de Dios en vano”. Parte integral de nuestra relación con Dios es el grado en el que le demostramos respeto.
Pregúntate a ti mismo:
¿He sido cuidadoso de no mencionar el nombre de Dios en vano (o peor aún, decir: Te juro por Dios)?
Cuando utilizo el nombre de Dios en una bendición, ¿me concentro en el verdadero significado de su nombre?
¿He prometido falsamente y he invocado el nombre de Dios?
42. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de odio infundado.
El Talmud nos dice que más que cualquier otro factor, el odio infundado entre judíos ha sido la causa de nuestro largo y amargo exilio. Por otra parte, la unidad y amor verdadero entre judíos es lo que traerá la redención.
Pregúntate a ti mismo:
¿He sido irrespetuoso con otro judío que no es como yo en términos de práctica o filosofía?
Cuando he estado en desacuerdo con alguien, ¿he dejado que esto se convierta en un sentimiento de desagrado hacia la persona en sí misma?
Cuando he visto a otro judío actuar mal, ¿he odiado sólo la acción, o este odio se extendió hacia la persona en sí misma?
Cuando alguien me ha engañado, ¿estuve deseoso de tomar venganza?
Cuando alguien me ha engañado, ¿guardé resentimiento?
43. Por los errores que hemos cometido ante Ti extendiendo nuestra mano.
Pregúntate a ti mismo:
¿Me he abstenido de tocar cosas que no me pertenecen?
¿He estirado la mano para ayudar al pobre y al necesitado?
¿He unido mis fuerzas con gente mala?
¿He extendido mi mano para ayudar en proyectos comunitarios?
44. Por los errores que hemos cometido ante Ti a través de la confusión del corazón.
Nuestros sabios nos dicen que, en última instancia, todos los errores provienen de la confusión del corazón. Por esta razón, en Iom Kipur nos golpeamos el pecho a medida que pasamos por toda esta plegaria de “Al-Jet”.
Pregúntate a ti mismo:
¿He dejado de trabajar en mis problemas internos por flojera?
¿He cometido errores porque emocionalmente no he querido aceptar lo que lógicamente sabía que era correcto?
¿He desarrollado apropiadamente mis prioridades y metas en la vida?

¿Me he enfocado constantemente en ellas?

Parashá Ha´azinu

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Resumen Parashá Ha´azinu

Esta semana leemos la parasha de Ha`azinu. Moshe, antes de su muerte,
llama a , los Cielos y la Tierra para que sean testigos de la advertencia que dará a los Bnei Israel. ¡"Oigan Cielos y hablaré! Y escuche la Tierra las palabras de mi boca". Deuteronomio 32:1.

Los Cielos y la Tierra seran testigos que los Bnei Israel aceptaron el pacto y estarán allí hasta el fin de los dias para brindar testimonio que han cumplido (o no) este pacto. ¡"Oigan Cielos y hablaré! Y escuche la Tierra las palabras de mi boca". El celebre comentarista Rashi explica este versiculo del siguiente modo: La Tora que les he dado a ustedes, hijos de Israel, es tambien la fuente de vida de mundo. Da fuerza y valor a aquellos que la estudian.

Los actos de Hashem son perfectamente justos, y los justos recibirán su merecida recompensa, aunque tengan que esperar para recibirla hasta el mundo venidero. Los malvados recibirán pago completo por cualquier buen acto que realicen. Al pecar, sólo ellos se perjudican, no a Hashem. ¡Es asi cómo pagan los favores de Hashem? Una nación tonta se olvida de todo lo que les fue dado e ignoran las eventuales consecuencias de sus acciones.

Rashi continua diciendo: Miren hacia atrás y recuerden lo que sucedió con los que enojaron a Hashem. Miren al futuro y dense cuenta de que Hashem puede traer el Mesías y el mundo venidero. Cuando Hashem castigó a las naciones, no las aniquilo pues ustedes, hijos de Israel, estaban destinados a descender de ellos. Ustedes permanecieron leales a Hashem en el desierto, aceptando Su reinado y Su Tora y continuaron demostrando esa confianza durante todo este tiempo. Hashem los condujo protegiendolos y ninguna fuerza fue capaz de luchar en contra de ustedes.

Los comentaristas explican que esta advertencia es muy diferente del resto de las advertencias que encontramos a lo largo de la Tora. En otros lugares nos es dicho que si cumplimos la Tora, recibiremos bendiciones específicas, mientras que si nos alejamos de la Tora, recibiremos por el contrario maldiciones que se describen con lujo de detalles. Aquí se nos dice algo muy diferente. Piensen. Contemplen. Calculen y decidan. Aqui no hay ningun tipo de "ultimátum". Ninguna amenaza. Piensen detenidamente y decidan con sentido comun que es lo mejor que deben hacer.

La parasha describe tambien nuestro pasado. ¡Miren en el nivel en el que estabamos! Quizá van a pensar que una vez que nos caímos de ese elevado nivel, nunca más podremos volver alli. La parasha describe nuestro futuro, la epoca del Mesias que nos aguarda con toda su grandeza!

Esta es nuestra escencia. Esto es lo qué verdaderamente nos define y en
donde finalmente terminaremos. Decídan si van a apresurar este proceso o
detenerlo. Decidan si lo quieren o si estan en contra. Sin amenazas - solo decidan.... Yom Kippur también es una gran oportunidad para vislumbrar esta travesia, pensar acerca de donde el mundo ha estado y hacia donde en definitiva se dirije. Al completar el primer día de la creación, la Tora escribe: "Y fue la noche, y fue el día, dia uno". No dice el "primer día", sino "dia uno". El Midrash enseña que esto se refiere al dia de Yom Kippur.

El Ohr Gedalyahu explica eso que en ese momento de la creación, ninguno de los "seres" todavía había sido creado. Habia una unicidad absoluta. Era el dia donde solo habia "Uno". Una vez que los ángeles, con las fuerzas del "ra" (el mal) fueron creados en el segundo día, esta unicidad paso a ser distinta. El mundo regresará a esta condición de unicidad del "dia uno" en la epoca del Mesias. Habrá claridad absoluta y el mundo entero reconocerá la soberanía de Hashem. "En ese día Su nombre será Uno". Asi seran las travesias del hombre, claridad absoluta al final de los dias pero un montón de confunsion durante el viaje.

Pero Hashem nos concedió un día cada año en el que podemos vislumbrar con absoluta claridad Su unicidad, esa unicidad que al final de los dias
tambien tendremos. El valor numérico del Satán es 364. El año tiene 365 días. Hay un solo día donde el Satán no puede confundirnos con la ilusión
que él tambien tiene poder. Esto es lo que el Midrash quiere enseñar cuando dice que ese "dia uno" se refiere a Yom Kippur. Ese día es designado para la anulación de "ra" (el mal). Hashem quita el ra externo y nosotros debemos eliminar nuestro "ra" interno, es el día del perdón y expiación. Donde el mundo ha estado y hacia dónde va... Ha`azinu (Oigan)!

Depende de nuestras decisiones...

Shabat Shalom y un g`mar jatima tova

Rabbi Ciner

Al Todopoderoso Unico que te creó tu olvidaste, tú olvidaste al Di-s que te formó (Deuteronomio 32:18).

Las obras éticas frecuentemente declaran que todas las facultades con las cuales el hombre fue dotado pueden ser usadas constructivamente o destructivamente. La elección es dejada a él.
El Baal Shem Tov, en particular, señaló que aún aquellos rasgos que parecen ser indeseables pueden tener aplicaciones constructivas. Por ejemplo, uno puede ser envidioso de los logros espirituales de otra persona y ser estimulado por esta envidia a mejorarse él mismo. Uno puede usar el odio para despreciar el mal. Uno puede ser vano y orgulloso, y con eso considerar inapropiado estar por debajo de la propia dignidad.

En la porción de la Torá de hoy, Moisés se refiere a los israelitas como "obstinados y torcidos" (32:5), en que ellos distorsionan sus rasgos para usarlos de una manera corrupta. Como un ejemplo él declara, "Al Todopoderoso Unico que te creó olvidaste (teshi puede significar olvidar), olvidaste al Di-s que te formó".

El Rabí de Kotzk dijo que la capacidad para olvidar fue concedida al hombre de modo que pudiera olvidar los problemas del pasado y fuera capaz de funcionar sin la carga de penas pasadas. Uno debería olvidar también cosas desagradables que otros le hicieron a él. Desgraciadamente, algunas personas retienen estos recuerdos. Ellas pueden olvidar las cosas buenas, ya sean las gracias de Di-s o favores de otras personas. Ellos usan mal su capacidad para olvidar.

El Maguid de Dubno dio una parábola de un hombre quien estaba profundamente en deuda con muchos acreedores, y no podía pagar a cada uno de ellos más que una mera fracción de lo que les debía. Un acreedor le dijo: "Escúchame. Cuando otros vengan por su dinero, actúa como si tú fueras insano. Habla disparatadamente y compórtate de una manera tonta. Todo lo que ellos te pidan, simplemente ríete por nada y di algo completamente irrelevante. Ellos concluirán que tú has enloquecido y que no hay propósito en intentar tratar contigo. Ellos te dejarán en paz, y entonces tú podrás pagarme lo que me debes".

El hombre hizo como se le dijo, y el plan fue de lo más efectivo. Todos concluyeron que él estaba loco y simplemente cancelaron las deudas. Cuando quien había dado su consejo vino por su dinero, el hombre respondió disparatadamente.


"No intentes realizar esa trampa conmigo" dijo el acreedor. "Recuerda, fui yo quien te dio esta idea. ¡No la uses contra mí!"


Di-s dice, "Tú emprendes tus asuntos diarios y te olvidas de Mí y tus obligaciones en el mundo. Pero Yo fui el que te dio la capacidad para olvidar, de modo que tú pudieras deshacerte de recuerdos que inhibirían tu funcionamiento. ¡No uses esta capacidad para olvidar contra Mí!"

Sí, nosotros podemos ser obstinados y torcidos. Por tanto, hagamos una lista de todas las capacidades que tenemos, y examinémoslas atentamente para ver si estamos o no usándolas constructivamente o de otro modo.

Resumen de Haftarat Ha´azinu

Haftarat Shabat Shuvá

Hoshea (Oseas) 14:2-10, Mijá (Miqueas) 7:18-20

En nuestro comentario sobre la haftarat Vaetjanán habíamos recordado el Midrash que nos enseña que entre el ayuno del 17 de Tamuz y el 9 de Av se leen tres haftarot de desgracia, desde el shabat posterior al 9 de Av hasta Rosh Hashaná se acostumbran leer siete haftarot de consuelo, y por último, en el shabat entre Rosh Hashaná y el Día del Perdón se lee una haftará relacionada con el arrepentimiento, conocida como "haftarat shuva".

Es por eso que cuando en el shabat anterior a Rosh Hashaná se lee solamente parashat Nitzavim entonces en el shabat entre Rosh Hashaná y Iom Kipur se lee parashat Vaiélej, leyéndose luego la haftarat shuva. Pero en los años en los que en el shabat anterior a Rosh Hashaná se leen juntas las parashot Nitzavim y Vaiélej, la haftarat shuva es leída en el sábado correspondiente a parashat Haazinu.

Muchas comunidades solamente leen en esta haftará los versículos de los libros de Hoshea y Mijá, como detallamos arriba, pero cabe recordar que en otros lugares acostumbraron agregar también algunos versículos del libro del profeta Ioel (Joel) 2:11-27 o 2:15-27, de acuerdo con la costumbre.

"Retorna Israel hasta tu D'os, pues te has equivocado por tu pecado. Tomen con ustedes palabras y retornen a D'os;díganle a Él: Perdona todo pecado y enséñanos lo bueno,y reemplazaremos a los vacunos con nuestros labios"(14:2-3)

En estos versículos encontramos que el profeta Hoshea le da un consejo al pueblo de Israel, al igual que un padre que quiere el bien de su hijo: ellos debían abandonar la creencia de que pueden borrar todas sus culpas a través del ofrecimiento de sacrificios de animales, y deberán confesarse delante de D'os por todas sus transgresiones.

"Asiria no nos salvará, sobre caballo no montaremos,y no llamaremos más 'nuestro D'os' a las obras de nuestras manos,pues contigo obtendrá misericordia el huérfano"(14:4)

Ellos le deberán decir a D'os que no volverán a confiar en la concertación de pactos con naciones, para que éstas les provean armamento o protección en caso de un ataque por parte de pueblos enemigos, y además deberán declarar que tampoco se apoyarán más en la idolatría. Ellos deberán poner toda su esperanza y su confianza en D'os, basados en el entendimiento de que así como Él es el único que tiene misericordia por los huérfanos, Él es el único que puede apiadarse de ellos.

"Curaré su rebeldía, los amaré generosamente pues se ha ido Mi furia de él"(14:5)

Si el pueblo de Israel hará su parte y sinceramente le dirá todas esas palabras a D'os, entonces, aunque ellos no se lo merezcan, D'os aplacará Su furia de sobre ellos y no sólo perdonará todos los pecados que cometieron intencionalmente y con rebeldía, sino que inclusive los curará.

¿Por qué necesita curarlos? La respuesta la podemos encontrar en el primer versículo de nuestra haftará que dice: "Retorna Israel hasta tu D'os, pues te has equivocado por tu pecado".

El profeta Hoshea le dice al pueblo de Israel que debe retornar a D'os, no porque mediante sus pecados él se ha equivocado en alejarse del Creador, sino porque "te has equivocado por tu pecado", es decir, porque los pecados que ellos cometieron anteriormente, se han convertido en una realidad permanente dentro de ellos, y esa impureza que invadió a las personas como resultado de sus pecados anteriores, fue el único factor que provocó que ellos volvieran a pecar.

La persona que se aleja del camino de D'os, solamente al comienzo él decide hacerlo basado en su libre albedrío. Al final él ya no decide más nada, pues sus costumbres lo llevan a él hacia donde él decidió encaminarlas al comienzo, aunque ahora él desee cambiar. Es por eso que él debe apresurarse en retornar hacia D'os si quiere salvar su alma de esa triste muerte.

Perla de la Parashá Ha´azinu

"…Pregúntale a tu padre y te contará, a tus ancianos y te dirán" (Devarim 32:7).

En el pueblo judío el respeto, el honor y la obediencia que se les debe a los padres y ancianos es muy grande, pues ellos, al haber estudiado más Torá que nosotros, tienen más entendimiento que nosotros para comprender lo que verdaderamente ocurre y tomar las decisiones correctas.

Una vez le preguntaron al Rabino en Jefe de Jerusalem del siglo pasado, Rabí Iosef Jaim Zonenfeld (1849 - 1932), ¿por qué cuando él tomaba una decisión determinada - de hacer algo o de no hacerlo, de permitir algo o de prohibirlo - nunca tomaba en consideración las opiniones de las otras personas simples del pueblo que eran más "tibias" y más "diplomáticas" en sus decisiones?

Contestó el Rav:

Salgan conmigo a la calle y les mostraré: Por ambos costados de la calle van caminando las personas, pero por el medio de la calle van los caballos y los burros.