jueves, 7 de enero de 2010

Parashá Sh’mot

Resumen Parashá Sh’mot

Los descendientes de Yaakov estaban ahora en Egipto, donde se multiplicaron. El nuevo faraón, temiendo que los israelitas se unieran a las fuerzas enemigas para derrocarlo, inició una política de opresión, reduciéndolos a la condición de esclavos. Supervisados por crueles capataces, fueron forzados a construir las fortalezas y ciudades de almacenamiento de Pitom y Raamses, en la frontera de Egipto.

Sin embargo, los intentos del faraón por reducir numéricamente la población judía resultaron ineficaces, pues su tasa de natalidad aumentaba decididamente. Tomando una drástica medida, el soberano egipcio ordenó a las parteras hebreas que mataran a los niños varones en el momento de nacer. Pero las comadres desobedecieron por temor de HaShem. El fararón ordenó entonces que todo varón recién nacido fuera ahogado en el Nilo.

Amram y Iojéved miembros de la tribu de Leví, eran padres de dos niños, Miriam y Aharón. Poco después del decreto del faraón, Iojéved dio a luz a un segundo varón. Cuando ya no pudo mantener en secreto el nacimiento de su hijo, colocó a éste en una arquilla de juncos que dejó entre las plantas de la orilla del Nilo (bajo supervisión de Miriam).

La hija del faraón fue a bañarse en el Nilo, vió la arquilla y envió a una de sus servidoras a traerla. Se dio cuenta de que había en ella un niño hebreo y sintiendo piedad por él, decidió adoptarlo. Miriam se adelantó y con el permiso que le diera la princesa para buscar un ama de cría, regresó con Iojeved, bajo cuyo cuidado el niño recibió más tarde enseñanzas sobre las tradiciones de sus antepasados. El niño fue llevado al palacio real y se lo llamó Moshé, que significa: "extraído de las aguas".

Después de haber madurado, Moshé fue a encontrarse con sus hermanos israelitas y observó sus sufrimientos. Vio que un capataz egipcio golpeaba salvajemente a uno de los hebreos. No había nadie a su alrededor y Moshé, airado, mató al cruel egipcio y lo enterró en la arena. Al día siguiente Moshé intervino en una disputa entre dos israelitas. Uno de ellos le preguntó en tono insultante qué derecho tenía de juzgar a los demás, y si intentaba matarlo como lo había hecho con el egipcio.

Moshé comprendió, entonces, que su acción había ganado estado público y que su vida corría peligro. En consecuencia, antes de que el soberano egipcio pudiera hacerlo capturar huyó a Midian, en la región sudeste de la península de Sinai. Llegó a un pozo, donde tuvo oportunidad de proteger a las siete hijas de Itró (el conductor espiritual de Midián) de unos pastores agresivos. Fue bien recibido por Itró y trabajó como pastor de ovejas. Pronto se casó con una de sus hijas, Tziporá, que dio a luz a dos niños, Guershom y Eliezer.

Durante la estadía de Moshé en Midian el faraón había fallecido. Su sucesor continuó oprimiendo a los judíos aún con mayor severidad, y éstos clamaron por ayuda a HaShem. Mientras cuidaba las ovejas de Itró en Jorev, Moshé tuvo una visión extraordinaria: una zarza que ardía sin consumirse. En tanto Moshé observaba esa maravilla, HaShem se dirigió a él por primera vez y le ordenó que se quitara los zapatos, pues de hallaba en suelo sagrado.

Luego le informó que sería el mensajero del Señor para sacar a los israelitas de Egipto y llevarlos a la Tierra Prometida. Moshé respondió que él era indigno de una tarea tan magna, pero recibió la promesa de la ayuda Divina. Moshé preguntó entonces qué respuesta debería dar cuando los israelitas le preguntaran por el nombre de D-s. El Señor respondió que El podría ser revelado con la expresión Ehié asher Ehié, "Ehié, el que soy".

Después le dijo a Moshé que informara a los ancianos de Israel saber la aparición de HaShem, y que ellos deberían demandar al faraón que permitiera a los israelitas ofrecer sacrificios al Señor en el desierto. El soberano se rehusaría, pero después que hubiera sido azotado por las plagas de D-s se vería forzado a ceder y los israelitas abandonarían Egipto cargados de riquezas.

Moshé arguyó que el pueblo no le creería, razón por la cual le fue otorgado el poder de obras tres milagros. Su bastón se transformaba en una serpiente cuando era arrojado al suelo. Esta, al ser tomada por la cola, volvía a su forma original. Luego Moshé recibió orden de poner la mano sobre el pecho.

Cuando la retiró tenía rastros de lepra, pero al repetir el movimiento, la mano apareció nuevamente sana. Finalmente, si los israelitas no estuvieran convencidos, áun, Moshé debía verter agua del Nilo sobre tierra seca y el líquido elemento se convertiría en sangre. Moshé continuó titubeando y adujo que carecía de la necesaria capacidad oratoria. HaShem, por consiguiente, le informó que su hermano Aharón le serviría de vocero.

Moshé se encontró con el hermano en el monte Jorev y le contó todo lo que había ocurrido. Al llegar a Egipto reunieron a los ancianos de Israel y les revelaron las palabras del Señor. Después de que Moshé hubo obrado los milagros, los israelitas proclamaron sufre en que HaShem respondía a sus clamores en procura de ayuda, y todos se inclinaron para rendirle culto.

Moshé y Aharón se presentaron ante el faraón y le pidieron que permitiera a los israelitas salir a ofrecer sacrificios al Señor en el desierto, pero el soberano no sólo no accedió a esta demanda, sino que impuso decretos aún más rigurosos contra los judíos. En adelante estos deberían producir la misma cantidad de ladrillos que hasta entonces, pero no se les proveería de la paja que facilitaba su elaboración.

Los capataces judíos fueron castigados porque sus cuadrillas no podían cumplir con esa tarea imposible. Sus ruegos al faraón para que se apiadaría de ellos fueron rechazados y acusaron a Moshé y Aharón de empeorar la situación. Sin embargo, en respuesta a las expresiones de frustración de Moshé, D-s le aseguró que el soberano egipcio se vería eventualmente compelido por el poder Divino a dejar a Su pueblo.

(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)

Resumen de Haftarat Sh’mot

Ieshaiahu (Isaías) 27:6 - 28:13 y 29:22-23 (ashkenazim)

Yirmiyahu (Jeremías) 1:1 - 2:3 (sefaradí)

Para la lectura de la haftará de esta semana (de acuerdo con la costumbre de los judíos sefaraditas) fue elegido un pasaje del comienzo del libro del profeta Yirmiyahu (S. V a.e.c.).

"Palabras de Yirmiyahu hijo de Jilkiahu de los sacerdotes que había en Anatot, en la tierra de Biniamín" (1:1)

En los primeros pesukim (versículos) de nuestra haftará, vemos como D'os lo llama por primera vez al profeta y trata de convencerlo de que acepte la misión de profetizar para los pueblos, pero a pesar de esto, Yirmiyahu se niega a hacerlo.

De todas formas, dice el texto que "la mano de D'os" tocó su boca y a partir de ese momento la palabra de D'os estuvo en la boca de Yirmiyahu, e inmediatamente después, aparece la primer profecía que Yirmiyahu tuvo para el pueblo de Israel.

"Y fue la palabra de D'os a mí diciendo: 'Qué estás viendo, Yirmiyahu?' Y dije: 'Una rama de almendro yo estoy viendo'. Me dijo D'os a mí: 'Bien has visto! Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla'" (1:11-12)

D'os quería que Yirmiyahu le advierta a los hijos de Israel que si ellos no revertirán sus acciones, D'os destruirá a los judíos, y a su más preciado y sagrado lugar, el Templo de Jerusalem. Para ello, D'os le mostró un makel shaked (rama de almendro).

Nótese que la raíz hebrea de la palabra almendro está compuesta por las letras shin, kof y dalet, y estas letras también pertenecen a la raíz del verbo lishkod que también puede significar "apresurar". Es por eso que cuando Yirmiyahu le contestó a D'os: "makel shaked aní roé - una rama de almendro yo estoy viendo", D'os le dijo: "ki shoked aní al debarí laasotó - Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla". D'os utilizó la misma raíz idiomática para interpretar la profecía que Yirmiyahu había tenido.

Sin embargo, los comentaristas del Tanaj (Biblia) entendieron que la interpretación de esta profecía no se relaciona con la visión en sí, a través de una raíz lingüística solamente. Rashí y Radak, entre otros, entendieron - seguramente basados en el midrash citado también por Rashí - que el mensaje de esta visión es que así como el almendro es un árbol que florece mucho más rápido que otros árboles, asimismo D'os está apresurando Su palabra, para cumplirla.

"Y fue la palabra de D'os a mí, por segunda vez, diciendo: 'Qué estás viendo?' Y dije: 'Una olla hirviendo yo estoy viendo, y lo hace por el norte'. Me dijo D'os a mí: 'Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra'" (1:13-14)

Esa olla hirviendo que vio Yirmiyahu tenía una particularidad, ella no hervía como cualquier otra olla. En una olla común y corriente, se puede apreciar a simple vista que el fuego está ubicado por debajo de ella ya que la ebullición es pareja en todos los bordes de la olla.

Sin embargo, en esa olla esto no ocurría. Yirmiyahu notó que las burbujas no eran parejas en todos los costados de la olla, de tal manera que parecía ser que en esa olla, la fuente de calor no estaba dispuesta debajo de ella en el centro, sino a un costado, del lado norte.

Rabí Moshé Alshej (1508 - 1593) en su comentario al libro, llamado "Marot Hatzobeot", nos dice que a través de estas dos visiones, D'os quiso demostrarle a Yirmiyahu que él es el hombre más indicado para cumplir con la función de profeta.

Dice nuestro autor que D'os le quiso demostrar a Yirmiyahu que si Él le hubiera preguntado a otra persona: "Qué estás viendo?" y ese hombre vería una rama sin frutos ni hojas, sólo una rama seca - así como vio Yirmiyahu - él no hubiese prestado atención a la especie de la cual provenía aquella rama, si la rama era de almendro u otra especie.

Él sólo hubiera dicho: "una rama yo estoy viendo" y por cuanto que la intención de la profecía es mostrar que D'os está apresurando Su palabra para cumplirla, la interpretación de la profecía no hubiera podido tener lugar, pues si la persona no hubiera dicho: "makel shaked aní roé - una rama de almendro yo estoy viendo", D'os no hubiera podido decir: "ki shoked aní al debarí laasotó - Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla".

Pero Yirmiyahu sí observó y prestó atención de qué especie era la rama, y es por eso que D'os le dijo: "Bien has visto!" y es por eso que fuiste elegido como profeta para las naciones.

Y de manera similar D'os lo probó a Yirmiyahu por segunda vez, en la visión de la olla hirviendo. Él le preguntó: "Qué estás viendo?", y de haberle preguntado esto a cualquier otra persona la respuesta hubiera sido: "una olla hirviendo", sin prestar atención al detalle de que un lado tenía más ebullición que los demás, ya que ese detalle no fue preguntado, y D'os no hubiera podido interpretar la profecía.

Sin embargo Yirmiyahu sí vio que las burbujas provenían del lado norte de la olla y es por eso que D'os le contestó: "Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra", para demostrarle que también esta vez vió bien. Y de esta forma D'os lo apresuraba a Yirmiyahu y le demostraba que no había otra persona que entendiera como él las visiones proféticas, y es por eso que no debía negarse a cumplir su misión sino que la debía aceptar de buen grado.

Sin embargo, sin contradecir este magnífico comentario de Rabí Moshé Alshej, si estudiamos estos versículos desde otro punto de vista, podemos aprender otras enseñanzas. Se puede decir que estas dos visiones que D'os le hizo ver a Yirmiyahu no sólo tuvieron como objetivo tratar de convencerlo de que acepte su misión, sino que también quisieron enseñarle a Yirmiyahu el "oficio de profeta".

Por supuesto que no todo el que desee ser profeta lo conseguirá, ya que eso no depende de la persona solamente, sino de la voluntad de D'os que es, sin ningún lugar a dudas, la fuente de la profecía. Pero por otro lado, Nuestros Sabios nos enseñaron que para que alguien pueda llegar a ser profeta, debe cumplir con ciertos requisitos mínimos, como ser justo, sabio, etc. y si tiene estas condiciones, se pueden hacer intentos "técnicos" para que D'os se comunique con él, y D'os en definitiva decidirá si querrá hacerlo o no. (Véase en la Haftarat Vaierá el término que utiliza el versículo: bené haneviim - los alumnos de los profetas).

Como vemos en los versículos, D'os quiso enseñarle a Yirmiyahu cómo se debe profetizar, quiso educarlo. Deteniéndonos en ciertos detalles del texto podremos aprender algunos secretos sobre el difícil oficio de educar. Citaremos los versículos nuevamente:

"Y fue la palabra de D'os a mí diciendo: 'Qué estás viendo, Yirmiyahu?'

Y dije: 'Una rama de almendro yo estoy viendo'. Me dijo D'os a mí: 'Bien has visto! Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla'. Y fue la palabra de D'os a mí, por segunda vez, diciendo: 'Qué estás viendo?' Y dije: 'Una olla hirviendo yo estoy viendo, y lo hace por el norte'. Me dijo D'os a mí: 'Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra'" (1:11-14)

El Rav Iosef Kleiner explicó que el lenguaje de estos pesukim es extraño. En la primera visión, D'os lo felicitó a Yirmiyahu por haber visto detalles - que aparentemente carecen de importancia - diciéndole: "Bien has visto!", sin embargo en la segunda visión, a pesar de que Yirmiyahu también observó correctamente, D'os no lo felicitó por su aguda visión, sino que directamente interpretó la profecía, para que Yirmiyahu entienda el mensaje.

(A sus palabras, se puede agregar que en la primer visión, al preguntarle lo que veía, D'os le dijo: "Qué estás viendo, Yirmiyahu?" pero en la segunda visión, sólo le preguntó: "Qué estás viendo?" sin recordar su nombre propio, utilizando un lenguaje más directo).

Dice el Rav Kleiner, que este cambio en el lenguaje nos viene a enseñar que en el campo de la educación, no todo debe ser "caricias y alabanzas". Hay veces que debemos ser muy directos con nuestros hijos diciéndoles las cosas de una manera dura.

Podemos ver con mucha tristeza que sus palabras encierran una gran verdad. Solamente alcanza con salir a la calle y ver a la gente, para darse cuenta que en muchos casos los "descarrilados" - en el más amplio sentido de la expresión - no son sólo quien su niñez y adolescencia, fueron sometidos por parte de sus padres o maestros, a una disciplina demasiado rígida.

Vemos con nuestros propios ojos, que la falta total de disciplina así como también una disciplina deficiente, pueden provocar en la personalidad del hombre daños no menos severos que el exceso de la misma.

En nuestra época más que en las anteriores, creemos que es bueno tener estos conceptos bien frescos en nuestra conciencia, ya que desgraciadamente estamos viviendo una época de enfermiza permisibilidad. Muchos tienden a creer que todo está permitido, tanto en el mundo de la secularidad como en el del judaísmo, y a través de ese pensamiento incurren en toda clase de errores que no tienen parangón, y a veces, hasta son irreparables.

Es por eso que debemos aprender de nuestra Sagrada Torá la fórmula del éxito. Ella nos enseña que debemos encaminarnos por el camino intermedio, sin desviarnos, en general, hacia los extremos. Si seguimos Su consejo podremos cumplir nuestro deber como judíos, y nuestra obligación como los educadores de nuestros hijos.

Perla de la Parashá Sh’mot

Y estos son los nombres de los hijos de Israel que vienen a Egipto” (Shemot 1:1).

No sólo la Parashá, sino todo este Jumash se llama Shemot, es decir, “nombres”. De esto podemos ver que los nombres son muy importante en el judaísmo.

El libro “Arvei Najal” explica que el nombre de una persona es como un “canal” por el cual se recibe la influencia Divina. Cuando la persona se cambia de nombre, en realidad hace un cambio en su esencia misma y en su función en la vida.

El A”ri Hakadosh dice que el nombre que le dan los padres al hijo se inscribe en el Trono de D'os. Es por eso que los padres de un bebé deben tener mucho cuidado al darle el nombre a sus hijos, pues cuando la persona muere le preguntan su nombre para poder verificar si llegó a cumplir la función que su nombre representa.

* * *

"Y estos son los nombres de los hijos de Israel que vienen a Egipto" (Shemot 1:1).

La Torá nos había relatado anteriormente, en parashat Vaigash, el descenso de los hijos de Israel a Egipto. Entonces, pregunta Rabí Abraham Shemuel Biniamín Sofer, el autor del libro llamado Ketav Sofer: ¿por qué es que el versículo está formulado en tiempo presente ("que vienen a Egipto") en lugar de estar escrito: "que vinieron a Egipto", en tiempo pasado?

Nos explica el autor, que la Torá mediante este versículo nos quiso enseñar la grandeza que tuvieron los 12 hijos de Israel, que a pesar de haber residido en Egipto no se entremezclaron con la gente del lugar asimilándose e imitando sus acciones. Ellos siguieron siendo justos, hasta el día de su muerte. Es por eso que aquí, inmediatamente antes de que la Torá nos cuenta acerca del fallecimiento de los hijos de Iaacov, utiliza un lenguaje en tiempo presente, para enseñarnos que ellos no recibieron ninguna influencia de la cultura y la maldad imperante en la tierra de Egipto.

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"…¿Acaso quieres matarme así como mataste al hombre egipcio?… Temió Moshé y pensó: Ciertamente, la razón es ahora sabida" (Shemot 2:14).

En esta parashá comienza el relato acerca de la vida de Moshé Rabenu. Un día, él vio que un egipcio estaba castigando a un hombre judío, y mató al egipcio que lo estaba golpeando para liberar al judío de su opresión.

Luego, la Torá nos relata que él encontró a dos judíos que estaban peleando entre sí. Al ver esto, Moshé Rabenu se acercó y reprendió al malvado. La respuesta que recibió fue: "¿Acaso quieres matarme así como mataste al hombre egipcio?". Al escuchar Moshé las intenciones de aquel judío de acusarlo ante las autoridades egipcias, Moshé Rabenu declaró: "Ciertamente, la razón es ahora sabida".

En aquel momento Moshé entendió cuál era la verdadera razón por la que los judíos habían sido destinados a sufrir en el exilio más que otras naciones: por cuanto que existían "delatores" dentro del pueblo judío. De esto debemos aprender que tenemos que tratar de estar siempre unidos - sin delatores dentro de nuestro pueblo - para que D'os nos ayude en los tiempos de sufrimiento y peligro.

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