sábado, 30 de enero de 2010

Parashá Itro

Resumen Parashá Itro

Mientras Moshé llevaba a cabo su misión en Egipto, su familia regresó a Midián. Ahora que los b´nei Israel estaben en el desierto, el suegro de Moshé, Itró, llevó a su hija Tzipora y a los hijos de aquél a Refidim. Moshé dio la bienvenida a Itró en forma afectuosa y le contó todo lo que HaShem había hecho por los judíos.

Su suegro reconoció totalmente el poder de D-s y Le ofrendó sacrificios. Observando que Moshé estaba sobrecargado de tareas judiciales, Itró le aconsejó que nombrara jueces para ayudarlo y que él se concetrara sólo en los casos más difíciles. Moshé actuó conforme a este sabio consejo e Itró regresó a Midian.

El primer día del tercer mes (Siván) después de su partida de Egipto, los b´nei Israel llegaron al desierto de Sinaí y acamparon frente a la montaña. Moshé se aproximó a ella y oyó la voz del Señor que lo instruía para que recordara al Pueblo cómo El los había liberado de Egipto. Si ellos Le obedecían, se transformarían en "un reino de sacerdotes y una nación santa".

Moshé descendió de la montaña y repitió las palabras del Señor a los ancianos y a todo el pueblo. Como una nación unida respondieron todos a una: "Nosotros haremos todo lo que nos ha dicho el Señor". Moshé informó de estas palabras a HaShem y sele comunicó que D-s aparecería en una densa nube y le hablaría delante de toda la congregación de judíos. De esta forma, nunca se dudaría otra vez de Su divina comisión. El pueblo debía prepararse durante tres días para el gran suceso de la aceptación de la Torá. No debían tocar los límites de la montaña so pena de muerte.

Despues de que transcurrieron esos tres días, el seis de Siván, se produjeron truenos y relámpagos, y una densa nube descendió sobre la montaña. Se oyó el llamado de la trompeta y Moshé llevó al pueblo hasta el pie de la montaña. El monte Sinaí estaba envuelto en humo y el Señor convocó a Moshe a la cima. Luego le ordenó que advirtiera al pueblo que no debía contemplar la Manifestación Divina y Moshé cumplió la orden.

Después llegó el momento supremo de la historia del mundo. La voz del Señor fue oída por todo hombre, mujer y niño, mientras formulaba las bases de la conducta moral y religiosa de todos los tiempos:


1 - Yo soy el Señor, tu D-s, que te saqué de la tierra de Egipto...
2 - No tendrás otros dioses delante de Mí...
3 - No pronuncies el nombre del Señor, tu D-s , en vano...

4 - Acuérdate del shabat para santificarlo...
5 - Honra a tu padre y a tu madre...
6 - No matarás
7 - No cometerás adulterio
8 - No robarás
9- No levantarás falso testimonio contra tu prójimo
10- No codiciarás la casa de tu prójimo...

Los judíos estaban atemorizados por todo lo que habían presenciado que se alejaron de la montaña y rogaron a Moshé que les hablara en lugar de HaShem,por temor a morir.

Entonces Moshé se acercó a la densa oscuridad y recibió una serie de leyes. Los primeros cuatro preceptos trataban de aspectos importantes del culto divino: la prohibición de la idolatría, la erección de un altar de tierra para ofrendas de sacrificios, más solo donde HaShem ordenara que se lo construyera con roca no tallada ni modelada con instrumentos de hierro, y la ley que establece que el sacerdote debe ascender al altar por una rampa y no por escalones.

(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)

Resumen de Haftarat Itro

Ieshaiahu (Isaías) 6:1-13 (sefaradim)

Ieshaiahu (Isaías) 6:1 - 7:6, 9:5-6 (ashkenazim)

En la haftará de esta semana leeremos una conmovedora profecía dirigida al pueblo de Israel, donde el profeta Ieshaiahu los reprende por no hacer teshuvá (arrepentirse). Sin ningún lugar a dudas, el lector que desee sentirse identificado con el mensaje de la misma, encontrará en las palabras del Rav Mendel Hirsh en su libro "Séder Hahaftarot" algo más que un simple comentario del texto.

Mediante la revelación de la entrega de la Torá en el monte Sinai, D'os nos mostró el camino que nos llevará directamente hacia una Divinidad que retornará al seno de la humanidad, comenzando a través del pueblo de Israel. Israel deberá ser un pueblo consagrado a D'os mediante la realización y el cumplimiento de la Torá. Uno de los caminos para esa concretización es la construcción de un Santuario, del que saldrá la enseñanza y la influencia espiritual para acercar al pueblo de Israel a su tarea. De esa forma, D'os no sólo residirá en el Mishkán (Tabernáculo) sino que también lo hará en el seno del pueblo, en cada uno de ellos.

El profeta Ieshaiahu nos muestra la Gloria de D'os que se aleja del Templo. Las personas erróneamente pensaron que si ellos se esmeraban en construirlo a la perfección y con todo lujo de detalles, eso alcanzaría para cumplir con la Voluntad del Creador. Pero se negaron a recibir una dosis de santidad para ellos y para sus vidas. Y no sólo eso, sino que además encaminaron sus vidas en sentido opuesto a ese ideal.

Por cuanto que el pueblo de Israel en su mayoría se negaron fuertemente a escuchar, vio el profeta - al comienzo de su misión como tal - que la Divinidad se alejaba. Él vio que los ángeles estaban expectantes, y luego proclamaron la santidad del Creador:

"Y llamó uno al otro y dijo: Santo, Santo, Santo es D'os, llena está toda la tierra de Su Gloria" (6:3)

La santidad es la intención constante de cumplir con la Voluntad Divina sin conflictos y con alegría, y este es un nivel muy elevado en el proceso de perfeccionamiento de la humanidad. Este ideal exige de nosotros inclusive la elevación de nuestra parte material y corpórea hacia el terreno de lo eterno, mediante la autodependencia de nuestros sentidos al régimen de lo obligatorio.

"Y se movieron los parantes de los pórticos a causa de lo voz que llamaba, y el lugar se llenó de humo" (6:4)

Mientras los ángeles proclamaban la santidad de D'os en los cielos y en toda la tierra, el profeta vio que el lugar se estremecía. Todo temblaba pues el Templo, que tendría que haber sido el lugar que D'os eligió para hacer reposar su Divinidad en la tierra sirviendo de intermediario y mensajero, para que sea la primera parte del plan Divino que se concretizaba, no cumplía su función. Por eso el Santuario no podía soportar aquel llamado. A causa de eso, el profeta vio que el fuego del altar se estaba por apagar.

"Y dije: ¡Oh de mí que seré acallado, pues un hombre de labios impuros soy yo, y en medio de un pueblo de labios impuros yo resido, pues al Rey, a D'os, vieron mis ojos!" (6:5)

En ese momento se partió su corazón dentro de él. El no podía decirle al pueblo enceguecido lo que había visto, ya que seguramente no lo entenderían.

Todo pensamiento, toda forma de raciocinio está influenciada en mayor o menor medida por la degeneración, hasta tal punto que es obvio y "natural" que el hombre se encierre en sus deseos, ya que para él las palabras tienen otro significado y los conceptos, otro contenido.

Pero, he aquí que un ángel acerca a los labios de Ieshaiahu una braza que fue tomada del altar y que parece estar apagada y le hace sentir que todavía una parte de la braza está encendida y para reencenderse necesita el soplido y la respiración del profeta, es decir, su palabra.

"Y escuché la voz de D'os que dice: ¿a quién enviaré y quién irá por nosotros?…" (6:8)

En el momento que él comprendió eso y decidió erguirse lleno de seguridad en D'os para obrar con el objetivo de revivir y mantener la llama sagrada, se fue su debilidad, ella simplemente se alejó de él. En ese preciso instante el profeta Ieshaiahu escuchó el llamado de D'os, al que respondió igual que Abraham Avinu:

"…y dije: Heme aquí, envíame" (6:8)

Perla de la Parashá Itro

"Y escuchó Itró el sacerdote de Midián, el suegro de Moshé, todo lo que había hecho D'os…" (Éxodo 18:1).

Este versículo nos relata que cuando Itró escuchó las cosas que hizo D'os por el pueblo de Israel, él decidió convertirse al judaísmo abandonando sus creencias anteriores. Sin embargo, el versículo no nos explica detalladamente qué es lo que Itró había escuchado, pero el comentarista Rashí citando las palabras del Midrash nos dice que Itró había escuchado dos cosas que fueron relatadas en la parashá anterior: la partición del Mar de los Juncos y la guerra de Amalek contra el pueblo de Israel.

La pregunta es: ¿Por qué Itró se impresionó precisamente por la guerra de Amalek, y no por la victoria que el pueblo de Israel obtuvo en aquella batalla, que fue algo más grande?

El Rav Iejiel Mordejai Gordon, Rosh Ieshivat Lomze, nos responde que en realidad lo que lo hizo reflexionar a Itró no fue la victoria del pueblo de Israel sino la guerra en sí.

Al ver que el pueblo de Amalek demostró una desfachatez increíble cuando fue a pelear en contra del pueblo de Israel, como si nada hubiera ocurrido, a pesar de que el versículo en el canto del mar dice: "Entonces se estremecieron los jefes de Edom…" y Amalek era uno de los jefes de Edom, Itró entendió que los demás pueblos vivían entre mentiras cegadoras en lugar de ver la verdad. Y esa es la razón por la cual Itró decidió alejarse del resto de los pueblos y apegarse al pueblo de Israel.

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