sábado, 25 de junio de 2011

Parashá 39 Jukat

Parashá 39 Jukat (B´midbar 19: 1 – 22: 1)

Tema: “La Muerte”

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (19:1-17): Las leyes de la vaca rojiza. La purificación de quienes estuvieron en contacto con cadáveres.

Segunda aliá (19:18 - 20:6): La muerte de Miriam y la sed del pueblo.

Tercera aliá (20:7-13): El pecado de Moshé y Aharón, y el decreto de D’s sobre ellos.

Cuarta aliá (20:14-21): El pedido al pueblo de Edóm y su rechazo.

Quinta aliá (20:22 - 21:9): La muerte de Aharón. La guerra contra el Kenaanita. La queja del pueblo y el castigo de las serpientes.

Sexta aliá (21:10-20): Otros desplazamientos y acontecimientos de Israel. La canción de Israel.

Séptima aliá (21:21 - 22:1): Las guerras en contra de los reyes Sijón y Og.

Introducción:

En parashá Jukat encontramos una nueva versión de un episodio algo conocido por nosotros de las parashot anteriores. Todo tipo de quejas tuvo el pueblo de Israel en el desierto en contra de D’s y en contra de Moshé, y aquí vemos una queja en contra del man (maná) que recibían del cielo todos los días de la semana, con excepción del shabat, ya que el día viernes recibían dos raciones.

Realmente, ¿cómo nos sentiríamos nosotros si comiéramos durante cuarenta años, todos los días la misma comida? Bueno, la respuesta a esta pregunta es justificable y entendible, pero cuando la pregunta gira alrededor de una comida que no tenía siempre el mismo gusto sino que tomaba el gusto que deseaba saborear quien la ingería, la respuesta no es tan obvia. Veamos los versículos:

"Habló el pueblo en contra de D’s y de Moshé: ¿Por qué nos han hecho ascender de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay alimentos y tampoco hay agua, y nuestra alma está asqueada del alimento ligero. Y envió D’s a las serpientes quemadoras y mordieron al pueblo, y murió mucha gente del pueblo. Fue el pueblo a Moshé y dijeron: Hemos pecado pues hablamos en contra de D’s y en tu contra, reza a D’s y que quite de nosotros a las serpientes. Y rezó Moshé por el pueblo. Le dijo D’s a Moshé: Haz para ti una (serpiente) quemadora y ponla sobre un asta, y ocurrirá que todo aquel que fue mordido, la mirará y vivirá. Hizo Moshé una serpiente de cobre y la puso sobre un asta, y ocurría que si mordía la serpiente a un hombre, éste miraba a la serpiente y permanecía con vida" (21:5-9).

El maná tenía la propiedad de ser aprovechado totalmente por el cuerpo, y por eso ellos no tenían la necesidad de hacer sus necesidades todo el tiempo que lo ingirieron. Esa es la razón por la cual lo llamaron el "pan ligero". Pero por algún motivo (que no trataremos en esta oportunidad) esta situación les preocupaba, y ellos se quejaron en contra de D’s y de Moshé, y su castigo fue ser mordidos por serpientes que tenían un veneno tan poderoso, que ellos sentían que un fuego los consumía por dentro, y por eso la Torá las llama las "serpientes quemadoras".

Más allá de otros detalles del texto, llama la atención la forma que D’s eligió para que se curen. Hasta tal punto esto es curioso que Nuestros Sabios, se refirieron en la Mishná a este caso y otro similar:

"'Y ocurría que cuando Moshé levantaba su mano prevalecía Israel, pero cuando bajaba su mano prevalecía Amalek' (Shemot -Éxodo- 17:11). ¿Acaso las manos de Moshé hacían la guerra o dejaban de hacerla? Esto viene a informarte que todo tiempo que Israel observaba hacia arriba, sometiendo su corazón a su Padre Celestial, ellos ganaban, y si no, eran derrotados. Algo parecido encontramos: 'Haz para ti una (serpiente) quemadora y ponla sobre un asta, y ocurrirá que todo aquel que fue mordido la mirará y vivirá' (Bamidvar -Números- 21:8). ¿Acaso la serpiente mata o la serpiente cura? Esto viene a informarte que todo tiempo que Israel observaba hacia arriba, sometiendo su corazón a su Padre Celestial, ellos eran curados, y si no, se deshacían…" (Rosh HaShaná 3:8).

El Rav Eliahu Dessler en su libro "Mijtav Meeliahu" (quinta parte, págs. 145-146), nos dice que estos dos ejemplos - es decir, lo que ocurrió en la guerra contra el pueblo de Amalek y en el episodio de las serpientes - nos enseñan acerca del poder de obrar en el corazón de la persona que tienen la imaginación y la ilustración. Sin estos dos elementos sería imposible fortalecerse y concentrarse para acercar hasta nuestras almas y nuestro sentimiento todas las enseñanzas espirituales que estudiamos a diario, puesto que nuestros corazones están lejanos de cualquier realidad espiritual diferente a las cosas que nos rodean durante todas las horas del día.

Es por eso que aquí la Torá resaltó mucho el tema de la ilustración y la imaginación. Cuando Moshé elevaba sus manos hacia los cielos, provocaba que el pueblo de Israel se dé cuenta de que no debía observar sólo al pueblo de Amalek - que en ese momento estaba luchando contra ellos, sino que debía observar dónde comenzaba la raíz espiritual de ese pueblo de Amalek, es decir, que ellos debían observar en las fuerzas espirituales del corazón del hombre - ya que toda consecuencia está precedida de una causa.

Asimismo, D’s le ordenó a Moshé Rabenu que coloque la serpiente de cobre en un lugar alto, para despertar el corazón del pueblo para que medite sobre la verdadera razón de lo que allí estaba ocurriendo, sobre la raíz espiritual de la serpiente; para que no se dejen llevar solamente por la fantasía natural que ellos tenían delante de sus ojos.

Por eso D’s le dijo a Moshé respecto de la serpiente de cobre que debía hacer: "y ponla sobre un asta". En el Tanaj (Biblia), la palabra "nes" que traducimos aquí como "asta, mástil", generalmente significa: "lugar alto, elevado", y por eso este término es generalmente utilizado con la connotación de: "milagro", pues también el milagro es algo que se encuentra por encima de todo lo que acostumbramos ver conocido con el nombre de "naturaleza".

Mediante esta acción se le estaba insinuando al pueblo de Israel que ellos debían elevarse para comprender que a pesar de que alguien que está en un nivel bajo puede pensar que los milagros son fenómenos que no tienen nada en común con el curso natural de las cosas, alguien que está en un nivel espiritual más elevado debe comprender que en verdad los milagros ocurren a diario y están totalmente conectados y comunicados con la realidad cotidiana.

Desarrollo:

La parashá Jukat comienza enseñando sobre la Pará Adumá, la vaca roja, el rito practicado para purificar a aquellos que han estado en contacto con el muerto. La Pará Adumá es uno de los mandamientos más oscuros, y sirve como un prototipo de lo que es el "jok" - la clase de mandamiento que trasciende el entendimiento humano: No sólo es la respuesta - la Pará Adumá - difícil de comprender, sino que la causa - la muerte - está también finalmente más allá del entendimiento humano.

En esta parashá, la muerte es presentada no meramente como una respuesta ritual, sino que de alguna manera es el tema principal de la parashá. Miriam y Aharón murieron en esta parashá y Moshé recibió la sentencia de muerte. Al leer entre líneas, las muertes de muchos otros también pueden ser vistas, pero antes de explorar entre las líneas veamos el texto:

"Los hijos de Israel, toda la congregación, llegó al desierto de Tzin en el primer mes y el pueblo permaneció en Kadesh. Allí Miriam murió y allí fue enterrada. No había agua para la congregación, y ellos se juntaron alrededor de Moshé y Aharón" (20:1 - 2).

El Talmud deduce de este versículo que el agua que tomaban los hijos de Israel en el desierto existía por mérito de Miriam, y con su fallecimiento el mérito del agua se disipó también.

Rabí Iosef hijo de Rabí Iehudá dijo: tres buenos líderes han surgido en Israel, llamados Moshé, Aharón y Miriam, y por ellos, tres buenas cosas fueron otorgadas [al pueblo de Israel], llamadas el manantial, la columna de nube y el maná. El manantial, por el mérito de Miriam; la columna de nube, por el mérito de Aharón; el maná, por el mérito de Moshé. Cuando Miriam murió el manantial desapareció, como está escrito: 'Y Miriam murió allí', e inmediatamente sigue el versículo 'no había agua para la congregación'; y retornó por el mérito de los otros dos (Moshé y Aharón). (Talmud Taanit 9a).

El pueblo estaba claramente muy preocupado. Esta no es la primera vez que la nación se acerca a Moshé a quejarse sobre la falta de provisiones. Ni siquiera es la primera vez que una queja es registrada sobre la falta de agua. Aquí, sin embargo, hay una sutil diferencia. Retornemos al texto:

"Y el pueblo discutió con Moshé, y habló, diciendo: 'ojalá hubiésemos muerto cuando murieron nuestros hermanos ante D’s! ¿Para qué nos has traído a toda la congregación de D’s al desierto, para morir nosotros y nuestros animales allí? ¿Y para qué nos has sacado de Egipto para traernos a este lugar malo? Este no es lugar de siembra, o de higos o de viñedos o de granadas; ni siquiera hay agua para tomar" (20:3 - 5).

Esta letanía de quejas has sido escuchada anteriormente; fueron usadas diferentes palabras o imágenes pero fue dado el mismo mensaje: Egipto era mejor que esto. El pueblo extrañaba su lugar de nacimiento. Las dificultades fueron olvidadas, y sólo quedaba la nostalgia por la casa de su juventud.

Pero esta descripción fue de alguna manera imprecisa, puesto que esta es una nueva generación. La mayoría de estas personas nunca vieron Egipto!! Muy calladamente, sin fanfarrias, los cuarenta años de de ambulación por el desierto, prometidos en la parashá de Shelaj, habían pasado. Esta nueva generación, nacida en el desierto, no tenía nada por lo cual sentir nostalgia. Estas personas no deberían haber sufrido de ninguna "mentalidad de esclavos", puesto que ellos nacieron libres. La muerte de Miriam tuvo lugar cuando el decreto de los cuarenta años ya había vencido. Rashí alude a esto en su comentario:

"Toda la congregación": toda la comunidad (intacta), porque aquellos que tenían que morir en el desierto ya perecieron, y estos (los que quedaron) fueron apartados para vivir" (Rashí 20:1).

Miriam había muerto; Aharón y Moshé pronto seguirían. Más aún, toda la generación de los que nacieron en Egipto y fueron esclavos, cualquiera de edad de más de 20 años, había muerto. La Torá no mencionó los años que pasaron, sino que la última fecha mencionada en el texto es casi 40 años antes de los eventos descriptos en este pasaje. Quizás este es el significado de por qué la parashá comienza con el antídoto para la muerte: esto no es una discusión teórica, o una ley que se aplica ocasionalmente. Esta es una situación que ha acontecido en todo hogar. Una generación entera se ha perdido - ha muerto.

Y sin embargo, los hijos hablan igual que los padres hablaron. Quizás esto no nos debería sorprender; los hijos frecuentemente imitan a sus padres, incluso si su contexto personal ha sido alterado. Ellos cuestionaron a Moshé respecto de la sabiduría del éxodo: "¿por qué nos has sacado de Egipto para traernos a este lugar malo?". Por supuesto que estas personas, en su totalidad, no vieron nunca Egipto, ni fueron sacadas de allí, pero ellas internalizaron el sufrimiento de sus familias.

La observación de que una nueva generación surgió nos ayudará a entender el episodio central de la parashá: la indiscreción de Moshé con la roca, el acto que llevó a la sentencia de muerte a Moshé y a Aharón.

Moshé y Aharón se dirigieron a D’s por ayuda; D’s respondió con la siguiente orden:

"Y D’s habló a Moshé diciendo: 'Toma la vara, y reúne a la congregación, tú y Aharón tu hermano, y hablen a la piedra a vista del pueblo, y ella dará agua. Toma del agua de la piedra, y la darás a la congregación y a su rebaño para que tomen'. Moshé tomó la vara de ante D’s, como se le ordenó: Moshé y Aharón reunieron al pueblo frente a la roca. Él dijo a ellos 'Escuchen ahora, rebeldes, ¿sacaremos agua de esta roca para ustedes?'. Moshé levantó su mano y golpeó la roca con su vara dos veces; una gran cantidad de agua salió y ellos le dieron al pueblo y a su rebaño de tomar" (20:6 - 11).

Una lectura rápida no produce nada excepcional; esta es la clase de evento que ha sido común en el desierto; el pueblo se queja, Moshé se dirige a D’s, Quien resuelve el problema, pero señala las deficiencias del pueblo. Sin embargo, aquí la conclusión contiene un cambio; en lugar de señalar el fracaso de la comunidad, D’s reacciona:

"D’s dijo a Moshé y Aharón: 'Puesto que no creyeron en Mí para santificarme a ojos de los hijos de Israel, no liderarán al pueblo hasta la tierra que Yo les he dado. Estas son las aguas de la contienda (Me Merivá), por las cuales los hijos de Israel discutieron con D’s, y (Él) fue santificado allí'" (20:12 - 13).

La reacción de D’s es sorprendente: Moshé y Aharón han fracasado en su misión, y en consecuencia la entrada, la conquista y el establecimiento en la tierra será sin ellos. Ellos no cruzarán el Jordán; el pueblo de Israel quedará con una meta más allá de su alcance. Pero, ¿cuál fue el pecado? La Torá no dice claramente lo que ellos hicieron; sino que la Torá parece referirse a la causa: 'Puesto que no creyeron en Mí para santificarme a ojos de los hijos de Israel'. Los comentarios no están unificados en su entendimiento de la real ofensa cometida por Moshé y Aharón.

De acuerdo a Rashí, el problema fue el haber golpeado a la roca en lugar de hablarle, pero esta "respuesta" trae una cantidad de preguntas: primero, si el problema fue que golpearon la roca con la vara, ¿por qué este procedimiento fue aceptado en episodios anteriores?

"Se quejó el pueblo con Moshé y dijeron: danos agua para que bebamos. Les dijo Moshé: ¿Por qué se quejan conmigo? ¿Por qué están probando a D’s? Pero el pueblo estaba sediento de agua y se quejó contra Moshé. Dijo: ¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado, de sed? Y Moshé imploró a D’s, diciendo: ¿Qué haré yo con este pueblo? Ellos están dispuestos a apedrearme. Y D’s dijo a Moshé: 'Pasa delante del pueblo y toma contigo de los Ancianos de Israel, y tu vara con la cual golpeaste el río toma en tu mano y ve. He aquí, Yo estaré ante ti allí cerca de la roca en Jorev, y golpearás la roca, y agua saldrá de ella, para que el pueblo beba. Y Moshé lo hizo ante los ojos de los Ancianos de Israel" (Shemot 17:2 - 6).

Inmediatamente después del éxodo, el pueblo pidió agua; allí D’s le pidió a Moshé que llevara su vara y golpee la roca. En nuestro episodio, D’s sólo le dijo a Moshé que traiga su vara, pero no le dijo que golpee la roca. Uno puede intentar defender a Moshé diciendo que las instrucciones de D’s fueron de alguna manera engañosas, al ordenarle a Moshé traer la vara si no la iba a usar, especialmente si la vara fue, de hecho, usada en otra ocasión similar. Pero esta defensa no puede estar en la cara de las instrucciones de D’s, las cuales deben ser llevadas a cabo exactamente, sin ninguna desviación. Sin embargo, el castigo que resultó de esto parece ser excesivo.

Hay un segundo problema con esta visión: ¿Por qué fue castigado Aharón? Él no golpeó la roca; sólo Moshé lo hizo. "Moshé levantó su mano y golpeó la roca con su vara dos veces". Aharón aparentemente no participó del pecado en sí; ¿por qué él tendría el mismo castigo? Quizás Moshé y Aharón discutieron el tema y juntos concluyeron que había que golpear a la piedra dos veces.

El Rambam opina que el pecado fue el enojo de Moshé reflejado en su respuesta al pueblo. Un gran hombre no debe permitir que su enojo lo acapare en ninguna circunstancia. Otra vez, el rol de Aharón parece cuestionable. De acuerdo al Rambam, la frase "escuchen ahora, rebeldes, ¿sacaremos agua de la roca para ustedes?" fue un acto de enojo. Del texto mismo, no está claro si Moshé o Aharón dijeron estas palabras. Quizás aquí Moshé actuó y Aharón habló, como fue en el acuerdo hecho en la zarza ardiente. El único problema con esta resolución, es que el Rambam explícitamente dice que fue Moshé el que habló. Entonces, otra vez, el rol de Aharón y su responsabilidad están en cuestionamiento.

De la misma manera Rashí en su comentario al Talmud dice:

"Por el pecado de decir '"escuchen ahora, rebeldes", él (Moshé) fue castigado y no se le permitió entrar a la Tierra de Israel" (Rashí Sanhedrín 101b, ver Rashí Bamidvar 31:21).

De acuerdo con esta visión el rol de Aharón en el pecado, y por consecuencia su castigo, parecen difíciles de entender.

Los comentarios más místicos, desde el Rambán en adelante, señalan que el haber golpeado la roca dos veces fue el pecado: la roca tendría que haber sido golpeada una sola vez. Lo lógico era que la roca tenía que ser golpeada una sola vez para emanar agua de ella. La segunda vez fue para garantizar que la corriente de agua continúe, un tema que sólo surgió con la muerte de Miriam. Moshé y Aharón estaban preocupados porque el agua no correría; el segundo golpe aseguraría que el agua esté sostenida.

Me gustaría sugerir una solución diferente, basada en varias enseñanzas del Rab Meir Simja de Dvinsk en su comentario "Meshej Jojmá".

El libro Meshej Jojmá nota una aparente interrupción en D’varim. Moshé da una advertencia de las consecuencias de la idolatría, y él agrega:

"… y D’s se enojó conmigo por ustedes y juró que yo no cruzaré el Jordán y no entraré a la tierra…" (D’varim 4:21).

Después de esto Moshé vuelve al tema del momento y continúa hablando sobre la idolatría.

"Pero yo moriré en esta tierra, yo no cruzaré el Jordán; pero ustedes si cruzarán, y poseerán la buena tierra. Tomen precauciones, no sea que se olviden del pacto de D’s, el cual Él hizo con ustedes, y hagan escultura o imagen alguna, lo que les ha ordenado D’s. Puesto que D’s, fuego que consume es, D’s que retribuye.

Cuando hayas tenido hijos e hijos de hijos, y hayas envejecido en la tierra y hayas dañado y hayas hecho esculturas y hayas hecho mal a ojos de D’s, para enfurecerlo…" (D’varim 4:22 - 25).

El Meshej Jojmá sugiere:

"La sabiduría más elevada estaba preocupada, no sea que cuando el pueblo entre a la tierra las personas tratarían a Moshé como una deidad" (Meshej Jojmá D’varim 4:15).

La razón por la cual no le fue permitido a Moshé entrar a la tierra, fue que esta generación que creció en el desierto y presenció milagros increíbles, corría el riesgo de ver a Moshé como algo más que un ser humano. Quizás ellos hubieran pensado que los milagros venían de Moshé y no de D’s. Si aplicamos esta visión a nuestro pasaje, encontramos que después de que Moshé golpeó la roca, D’s pronuncia:

"Puesto que no creyeron en Mí para santificarme a ojos de los hijos de Israel, no liderarán al pueblo hasta la tierra que Yo les he dado."

El problema es que Moshé y Aharón no santificaron a D’s suficientemente; sino que Moshé y Aharón dieron la impresión que el milagro vino de ellos. Seguramente esta no fue la intención de ellos, pero fue el resultado de sus acciones. El propósito de que Moshé saque agua de la roca fue mostrar que D’s es la fuente de todos los milagros. El daño fue hecho, y ellos no pudieron liderar a "este pueblo", a esta generación en particular, dentro de la tierra de Israel.

Si este es el caso, Aharón no era diferente que Moshé. Su estatus a ojos del pueblo era similar. Como resultado de esto, ni Aharón ni Moshé pudieron entrar a la tierra. Por su lado, Moshé tendría que haber entendido el problema inherente de la percepción de santidad en algo que no sea D’s. Recordamos que cuando Moshé bajó de la montaña con las Tablas de Piedra - la Palabra de D’s tallada en la piedra por la "mano" de D’s - al ver la celebración alrededor del becerro de oro, destruyó las Tablas, y de acuerdo con el Talmud, D’s aprobó:

"¿Y cómo sabremos que D’s dió su aprobación? Porque esta dicho: 'que has roto' (asher shibarta): Resh Lakish dijo: (iasher kojejá sheshibarta) 'todas las fuerzas para ti [felicitaciones] por romperlas'" (Talmud Shabat 87a).

El Meshej Jojmá explica que así como el pueblo había errado, pensando que a través del becerro de oro podían crear una relación con D’s, Moshé temió que transformasen la Tablas en algo que contenía divinidad por sí mismo, independiente de D’s. En otras palabras, si ellos ya habían adorado al becerro hecho de oro, ellos podían ciertamente terminar adorando a las Tablas que fueron hechas por D’s mismo. Esta observación explica por qué le fue ordenado a Moshé hacer las segundas Tablas, con sus propias manos, y no por medio de la mano de D’s, puesto que D’s estaba de acuerdo con su análisis (ver Meshej Jojmá Sh’mot 32:19).

"Y D’s le dijo a Moshé: 'esculpe para ti dos tablas de piedra como las primeras; y escribiré sobre estas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas, las cuales has quebrado" (Shemot 34:1).

Esta explicación es apoyada por otro comentario del Meshej Jojmá, en nuestro pasaje en Bamidvar. El Meshej Jojmá nota la interesante frase:

"Y D’s habló a Moshé diciendo: toma la vara, y reúne a toda la congregación, tú y Aharón tu hermano, y habla a la piedra a vista del pueblo".

¿Qué quiere decir "habla a la piedra a vista del pueblo"? La implicación es hablar para que las personas puedan ver, y no - como esperaríamos - en función de que el pueblo escuche. Por supuesto, hubo otro momento donde D’s habló para que las personas vean: en la Revelación en el Sinaí.

"Y todo el pueblo vió los sonidos y los truenos, y el sonido del shofar, y la montaña humeando; y cuando las personas vieron esto, ellos se estremecieron y se alejaron. Y dijeron a Moshé: habla con nosotros, y escucharemos, pero que D’s no hable con nosotros, para no morir" (Sh’mot 20:15:16).

Conclusión:

Esta fue una nueva generación, que no estuvo presente o que era demasiado joven para apreciar la Gran Revelación. Esta nueva generación pronto entraría a la tierra. D’s quería darles una nueva revelación, pero en lugar de ser una revelación clara y visible de D’s, Moshé y Aharón causaron que el pueblo simplemente vea otro milagro. Moshé y Aharón se hicieron ver más impresionantes, pero privaron a la generación que entraría a la Tierra de Israel, de su propia revelación. Al hacer esto, Moshé y Aharón crearon una situación en la cual ellos mismos no podían entrar a la tierra; su "castigo" no fue excesivo, fue meramente el resultado de sus propias acciones.

¿Cuál fue la motivación de Moshé para tomar este curso de acción? Rashí y el Rambam señalaron el enojo como la causa. Por otro lado, podemos decir que cuando Moshé escuchó a esta generación quejarse de manera muy similar a la de la generación anterior, él comenzó a considerar la educación que estos hijos habían recibido de sus padres: si habían heredado el cinismo, las quejas y la actitud de rebeldía, entonces ellos también debían haber recibido algunas características positivas. Quizás Moshé sintió que la experiencia colectiva en el Sinaí había sido efectivamente comunicada, y esta generación no necesitaba otra experiencia colectiva. De acuerdo al Meshej Jojmá, Moshé fue privado de entrar a la tierra de Israel, pero no porque su pecado lo hizo no merecedor; sino que lo opuesto. Moshé era demasiado grande para esta generación. Ellos eran incapaces de entender la pureza del espíritu, la modestia, la grandeza de Moshé. Ellos no tenían conciencia de que el hombre puede alcanzar semejante nivel. D’s deseaba que esta generación sea elevada, para tener el mérito de tener líderes como Moshé y Aharón.

Desafortunadamente, inconscientemente, Moshé y Aharón frustraron ese plan. Ellos, también, morirían en el desierto, y esta nueva generación tendría que entrar sin ellos a la tierra de Israel. En verdad, Moshé y Aharón nunca entraron a la tierra. La nación entró sola, bajo la conducción de Iehoshúa en lugar de Moshé; sí, Iehoshúa fue un gran hombre, pero no era Moshé, y nos quedamos con una pregunta intrigante: ¿qué hubiese pasado si Moshé hubiese entrado con ellos, si Moshé los hubiese liderado?

Mientras que estas preguntas hipotéticas pueden ser tentadoras, podemos decir una cosa con certeza:

El tema de la muerte, el cual penetra esta parashá, hubiese sido considerablemente limitado si Moshé y Aharón hubiesen actuado de diferente manera, y si el pueblo hubiese sido merecedor de tenerlos a ellos como líderes.

Shabat Shalom.

Haftarat Jukat Shof’tim (Jueces) 11: 1– 33 (Sefaradim)

En la parashá de la semana habíamos leído acerca de las primeras guerras que liberó el pueblo de Israel en su camino hacia la tierra de Israel, en contra de Sijón - el rey de Emor, y Og - el rey del Bashán. Es por eso que para la lectura de la haftará de esta semana ha sido escogido un pasaje del libro de los Jueces por su conexión con la parashá, pues aquí leemos acerca de la guerra que liberó Iftaj en contra del pueblo de Amón, que alegaba que el pueblo de Israel le había quitado su tierra muchos años antes (cosa que no fue verdad).

Antes de que el pueblo de Israel designe a Iftaj como su representante, encontramos que el texto nos dice que por una disputa determinada Iftaj tuvo que irse de su tierra:

"E Iftaj de Guilad era una valiente combatiente… Y se escapó Iftaj de sus hermanos y se asentó en la tierra de Tov…" (11:1,3).

El lugar en el que Iftaj se asentó se llamaba "la tierra de Tov" - "éretz tov" en hebreo. Algunos comentaristas dicen que Tov era el nombre de un hombre poderoso que dejó que Iftaj se asentara en sus tierras.

Sin embargo, en el Talmud Ierushalmi (Sheviit 6:1) encontramos una opinión que dice que este nombre se refiere a un área que está fuera de los límites de Israel, y la palabra "tov" que significa "bueno", fue usada para referirse a este área porque en la diáspora no es necesario separar el diezmo de las cosechas.

Sin embargo, esto parece muy extraño. Si D’s nos aseguró que la tierra que Él nos dió era una buena tierra, ¿no es una contradicción referirse de esta manera a la diáspora? El entendimiento de este versículo basado en la opinión del Talmud Ierushalmi aparentemente implica que el resto del mundo es realmente mejor que la tierra de Israel! ¿Esta expresión no es un insulto y una señal de ingratitud después de que recibimos la tierra de Israel?

Una pregunta más: ¿Cómo puede ser considerado bueno estar exento de los mandamientos de D’s cuando nosotros nos entristecemos si se nos niega la posibilidad de cumplir un mandamiento? La Torá y los mandamientos son el regalo más grande que D’s nos ha dado. Ellos son nuestra vida y no se puede obtener un verdadero bienestar sino cumpliendo con la voluntad de D’s y obedeciendo sus mandamientos!

El mandamiento del diezmo, en particular, es muy preciado para nosotros. Mediante su cumplimiento nosotros somos merecedores de las bendiciones de D’s en nuestra tierra y se nos otorga buenas cosechas y prosperidad. Entonces, ¿cómo puede ser considerado bueno estar exento de la obligación de diezmar nuestra cosecha?

Es por eso que algunos comentaristas entienden que esta opinión del Talmud Ierushalmi se refiere a un lugar específico fuera de la tierra de Israel que era particularmente fértil. Pero respecto de la Tierra de Santidad uno no puede decir que un área es buena y la otra no lo es, pues realmente todas las zonas de la tierra de Israel son buenas. Si la persona cumplirá correctamente los mandamientos de D’s él será bendecido en todo lugar que se encuentre. Pero si él no cumplirá Sus mandamientos ningún área será buena para él. Dentro de la Tierra de Santidad todo depende de los actos de la persona.

Pero fuera de la Tierra de Israel los actos de la persona no tienen tanta influencia sobre las bendiciones que ella recibirá, pues su vida está un poco más sometida a las leyes de la naturaleza, y la providencia personal de D’s sobre él se ve en algún sentido reducida. Y es por eso que respecto de la diáspora sí se puede decir que una zona es mejor que otra. (Basado en el libro Lev Aharón citado en el Ialkut Meam Loez).

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Esta es la ley: cuando una persona muera en una tienda…" (19:14)

Más allá del sentido literal de este versículo, los Sabios comentan que la Torá nos aconseja que cuando una persona estudie Torá (la ley) en una Casa de Estudio (en una tienda), debe hacerlo de manera tal que parezca como si ella “murió”, es decir que no interrumpa su estudio por nada..

Por el Rav Yosef Meyer Medresh.

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2 comentarios:

  1. A parte del buen estudio, la perla de la parasha me gusto mucho y es pura verdad..

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  2. A parte del buen estudio, la perla de la parasha me gusto mucho y es pura verdad..

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