domingo, 6 de marzo de 2011

Parashá 24 Vaikrá (Vaikrá 1: 1 – 5: 26)

Parashá 24 Vaikrá (Vaikrá 1: 1 – 5: 26)

Tema: “Un viaje al corazón del hombre”.

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (1:1-13): Las leyes del sacrificio olá (holocausto) de los vacunos, de los corderos y de las cabras.

Segunda aliá (1:14 - 2:6): Las leyes del sacrificio olá de las aves. Las leyes de la minjá (ofrenda).

Tercera aliá (2:7-16): Leyes de otros tipos de menajot (ofrendas). La minjá de las primicias.

Cuarta aliá (3:1-17): Las leyes del sacrificio shelamim (de paz) de los vacunos, de los corderos y de las cabras.

Quinta aliá (4:1-26): Las leyes del sacrificio jatat (por el pecado) del Cohén Gadol (Sumo Sacerdote), del pueblo y del rey.

Sexta aliá (4:27 - 5:10): Las leyes del sacrificio jatat de las cabras y de los corderos por el individuo. Las leyes del sacrifico olé veiored (variable) de las cabras, los corderos y las aves.

Séptima aliá (5:11-26): Las leyes del sacrifico olé veiored de harina. Las leyes del sacrificio asham (por culpa) y la reparación de algunas culpas.

Introducción:

Esta semana comenzaremos a leer el tercer libro de la Torá, el libro de Vaikrá (Levítico), y con él comenzaremos a estudiar acerca de los distintos korbanot que se ofrecían en el Mishkán (Santuario).

En el Mishkán se hacían todo tipo de "servicios, ritos o ceremonias" - por explicarlo de alguna forma - que la misma Torá nos dice que D’s se lo ordenó a Moshé. Estos servicios se dividían en varias clases: había que preparar panes especiales y disponerlos cada shabat sobre la mesa, otras veces había que quemar el incienso, y habían otros servicios que consistían en derramar un poco de vino y de agua.

Pero todos estos servicios no son tan conocidos para la mayoría de la gente. De todos los servicios que se ofrecían a D’s los más famosos son los llamados korbanot, pero ¿qué son los korbanot y qué significa la palabra Korbán?

La palabra proviene de la raíz hebrea "kof", "resh" y "bet" que denota la idea de acercamiento: lehitkarev (acercarse), lekarev (acercar). Los korbanot - que generalmente se los traduce erróneamente como "sacrificios" - son determinados servicios mediante los cuales el hombre podía (o a veces debía) acercarse a D’s, a través de un Korbán que él acercaba al Mishkán (Santuario) o al Bet Hamikdash (Templo de Jerusalem).

Los korbanot eran en su mayoría, de animales de varias especies, que eran tratados de distintas formas según el korbán que se ofrecía. Pero habían también varios korbanot de especies vegetales, como ser las distintas menajot (ofrendas, oblaciones), y es por eso que es erróneo hablar únicamente de sacrificios animales al referirse a los korbanot.

A pesar de esta breve introducción al tema, todavía hay una gran pregunta sin respuesta: ¿Por qué D’s ordenó en su Sagrada Torá - que es eterna, y también lo son sus leyes - todos estos servicios tan extraños a nuestra mentalidad, y especialmente, si hablamos de la obligación de matar animales limpios de culpa y cargo, por nuestros propios pecados?

Variadas respuestas pueden ayudarnos a descifrar este interrogante, pero en este comentario trataremos de ofrecerles a nuestros estimados lectores (en esta parashá y la siguiente), la visión de uno de los más grandes sabios y pensadores que tuvo nuestro pueblo: Rabí Iehudá Haleví (España, 1085 - 1140), a través de una traducción - absolutamente libre y no literal - de algunas partes de su famoso libro "Hakuzarí", que es un diálogo entre el rey de los cuzares y un sabio judío.

En su libro, Rabí Iehudá Haleví nos relata acerca de la historia del rey de los cuzares - rey no judío - quien buscó servir a D’s a través de distintos caminos y variadas religiones, y que a pesar de sus grandes búsquedas, soñaba por las noches que le decían: "tu intención es buena, mas tus acciones no lo son", hasta que se acercó a hablar con el sabio de los judíos, después de que los mismos cristianos y musulmanes le dijeron que no tenía nada que hacer con ellos, y le dijeron que vaya a las fuentes.

"Dijo el cuzar: A pesar de que es lógico pensar que el más destacado de todos los pueblos del mundo, es el que desciende del hombre que siguió más fielmente las ideas de Adam, el primer hombre, sin alejarse de D’s yéndose detrás de otros dioses en toda la historia, todavía no se entiende cómo es que el pueblo judío pecó haciendo el becerro de oro después de recibir la Torá.

Dijo el Sabio: En esos tiempos todos eran idólatras, y además de tener muchos dioses - espiritualmente hablando, ellos cometían otro pecado al materializarlos diciendo que cada dios se manifestaba a través de una imagen. En el desierto del Sinaí, los hijos de Israel estaban esperando que Moshé descienda de la montaña a la cual había ascendido después de haber escuchado los Diez Mandamientos, y Moshé los había preparado diciéndoles que él bajaría de la montaña con algo que le daría D’s para ellos y que ellos lo verían, así como veían a la columna de nube y de fuego que los acompañó al salir de Egipto. Ellos lo esperaron a Moshé, pero por cuanto que se demoró en bajar, se juntaron algunos de los hombres del pueblo y buscaron alguna imagen tangible que esté delante de ellos, sin que se contradiga con la idea de D’s. Su pecado consistió en que relacionaron a D’s con la obra de sus manos y de su deseo - sin que D’s lo haya ordenado, y pensaron que llegarían por su propia inteligencia al camino que los llevaría hacia D’s, y el pecado en sí no fue que hicieron una imagen, pues el haber hecho una figura no es tan grave por sí mismo, ya que vemos que también en el Mishkán estaban los querubim (imágenes de jóvenes) sobre el arca. (Véase también el comentario del Rab Ari Kahn a la parashá Ki Tisá).

Dijo el cuzar: Ya me ayudaste a encaminar mi pensamiento respecto de lo que yo soñaba todo el tiempo: "tu intención es buena, mas tus acciones no lo son", pues el hombre no puede llegar a D’s sin lo Divino, es decir sin seguir Sus palabras, y esto es una gran verdad, pues la mayoría de las personas tratan de acercarse a Él, incluso los que miran las estrellas y los hechiceros y los que sirven al fuego o al sol, pero ninguno lo logra.

Dijo el Sabio: Así es. Y es por eso que todas nuestras leyes están escritas en la Torá - que es lo que habló D’s con Moshé - y respecto de toda la Torá que escribió Moshé y se la dio al pueblo en el desierto, era como si D’s mismo hubiera hablado con ellos y no precisaban ninguna transmisión oral ni explicaciones para cada parte o mitzvá, o para saber cómo eran los sacrificios y cómo se los sacrificaban, y dónde y de qué lado, y cómo se los mataban y qué se hacía con sus partes y con su sangre. Todo estaba explicado por D’s hasta el más mínimo detalle, pues si faltaba alguno de esos detalles de los sacrificios, se echaba todo a perder, así como ocurre con las criaturas de la naturaleza que están formadas por todo tipo de elementos y células combinados de una manera determinada y en una cantidad determinada, y si falta alguno de ellos o la relación entre ellos se desequilibra, crecerán con deficiencias o imperfecciones, o tal vez no existiría alguna planta o algún animal, o algún miembro de alguno de ellos.

Así también está especificado en nuestra Torá quién debe comer cada parte del animal o si debe quemarse, y quiénes deben hacer el servicio a D’s y cómo deben estar vestidos, y más que todo el Cohen Gadol a quien se le dio permiso para allegarse hasta el lugar más sagrado, el lugar de la Divinidad: el arca de la Torá. También están descriptas las condiciones que deben cumplir respecto de santidad y pureza, y las plegarias que deben rezar y muchas otras cosas que si vendríamos a detallarlas nos extenderíamos demasiado.

Así también respecto de la forma del Mishkán que le fue mostrado a Moshé en el monte Sinaí junto con la menorá y la mesa, y el arca y todo lo que se necesitaba, le fue mostrado espiritualmente a Moshé cómo debería ser su forma material, así como el Gran Templo que construyó Shlomó le fue mostrado a David espiritualmente, y así como también el tercer Templo le fue revelado al profeta Iejezkel.

Y no existe en el servicio a D’s una lógica humana como para que podamos comprender, tampoco podemos relacionar lo que D’s nos ordenó con otras cosas que ya supimos, y tampoco podemos crear teorías que expliquen algo, pues ya ves que los más grandes investigadores se ahogaron en el mar de dudas más grande, pues si esto sería comprensible para los hombres, los filósofos - a través de su sabiduría y entendimiento - hubieran llegado a la conclusión de que todos estos servicios son la idea que D’s tiene para el hombre, y también hubieran experimentado un acercamiento a D’s a través de una profecía, mucho más de lo que ocurrió con los hijos de Israel, pero nada de esto ocurrió con ellos.

Dijo el cuzar: Ahora entiendo, y también me quedo tranquilo aceptando la Torá sin dudas ni rechazos…".

Desarrollo:

Uno de los temas principales de la parashá Vaikrá es la idea del korbán - ofrenda. Este concepto puede ser una sorpresa, porque si el judaísmo cree en un D’s todopoderoso y trascendente, ¿cuál es el propósito del korbán? Después de todo, ¿por qué D’s, Quien crea y sostiene todo, necesita nuestras ofrendas?

Claramente, la respuesta debe ser que D’s no "necesita" estas ofrendas. Si este es el caso, ¿por qué la Torá nos ordena llevar ofrendas, y con tantos detalles? El Rambán (Najmánides), en su comentario a la Torá, trata esta pregunta presentando primero el enfoque racional e "inaceptable" ofrecido por el Rambam (Maimónides) en su libro "Guía de los perplejos": los judíos, influenciados por otras culturas, se han acostumbrado a esa clase de dependencia ritual. En lugar de permitir ritos paganos, la Torá hizo algunos cambios básicos, y le pidió al hombre que ofrezca lo que él deseaba. D’s, por su parte, no tiene necesidad de estas ofrendas.

Debemos notar que en su trabajo de leyes - el libro Mishné Torá - el Rambam dice que los korbanot son un "Jok", la clase de ley que el hombre no sabe su razón. Pero, el Rambam agrega, es ciertamente "una de las fundaciones del mundo". El método utilizado por el Rab Jaim Soloveichik para resolver esta aparente contradicción entre las escrituras del Rambam es el siguiente: Rab Jaim enseñó que cuando hay una contradicción entre la posición del Rambam en su trabajo de leyes, "Mishné Torá", y su trabajo filosófico, "Guía de los Perplejos", el primero es considerado con más autoridad, especialmente cuando, como en el caso de la razón de los korbanot, una visión filosófica es expuesta en el Mishné Torá.

Mientras que la respuesta del Rambam sobre los korbanot en la "Guía de los Perplejos" resuelve por lo menos la pregunta básica, deja un gusto desagradable, porque si los korbanot fueron simplemente una adaptación al nivel relativamente bajo de la comunidad en ese tiempo, ¿por qué la Torá trata este tema con tantos detalles? Más aún, ¿por qué estas leyes continuaron en el período del Segundo Templo, cuando los judíos no estaban ya afectados por la influencia pagana? Más aún, en el Mishné Torá, el Rambam insiste que los sacrificios serán una parte del servicio en el Tercer Templo. En resumen, mientras contesta el problema principal, el Rambam despierta nuevas preguntas.

Najmánides firmemente ataca a este enfoque y uno de sus principales argumentos es que el sacrificio antecede a la influencia pagana - la ofrenda de Cain es un ejemplo perfecto. Más aún, el korbán es descripto como algo placentero para D’s. Si el korbán es simplemente una concesión para la naturaleza frágil y espiritualmente desafiada del ser humano, ¿por qué D’s estaría contento con tal ofrenda? Podemos decir que D’s responde al korbán como un camino que tiene el hombre para buscar una relación con D’s y no con el korbán en sí mismo, pero esto parece contradecir a los versículos que tratan sobre los korbanot, como aquel que dice: "aroma grato para D’s" (ver Bereshit 8:21, Vaikrá 1:13,17. 2:2,9. 3:5. 6:8,14. 23:13,18; Bamidvar 15:3, 7, 9, 13,14. 28:8, 13,24. 29:8, 13,36).

La polémica del Rambán en contra del Rambam recuerda su ataque en contra de los comentarios que asocian al Mishkán con el becerro de oro, donde el Rambán discute que algo tan profundo como el Mishkán debe tener una explicación mejor que simplemente una respuesta por parte de D’s al comportamiento pecaminoso del pueblo. Irónicamente, el ataque del Rambán a la posición del Rambam sólo sirvió para publicitarlo, efectivamente ampliando la esfera de influencia de la misma opinión que él deseaba desacreditar.

La propia posición del Rambán es que las distintas acciones involucradas en el ofrecimiento del korbán se relacionan con diferentes aspectos de la necesidad de exoneración del hombre. El aspecto más distintivo, el esparcimiento de la sangre, tiene la intención de servir como un recuerdo simbólico de que el hombre que ha pecado, de alguna manera, perdió su propia vida.

El Jafetz Jaim acentuó que cualquier pecado es equivalente a la herejía - negación de D’s. Para que una persona peque, debe creer que D’s no existe realmente, o, en el momento del pecado, la persona debe creer que D’s no se dio cuenta de su acción o no le importa. Por otra parte se podría decir que un pecador puede aceptar la existencia Divina, pero pensar que él va a poder "sobornar" a D’s más tarde. Porque si una persona considera que D’s realmente está mirando, siempre "se cuidará", y siempre responderá a toda acción de rebelión y no podrá ser sobornada, el pecado será imposible. Es por eso que vemos que para que el hombre peque él debe exponer alguna clase de posición herética, aún con bases temporarias.

Cualquier acción pecaminosa es una separación de D’s, y en verdad, de la vida misma. Es la misericordia (rajamanut) de D’s que permite que un pecador llegue a obtener el perdón. Con este enfoque podemos ver que no es D’s Quien "necesita" de las ofrendas, sino que es el hombre el que necesita ser rehabilitado. La sangre del animal sirve como un recuerdo vívido de la vulnerabilidad y mortalidad del hombre. Esta experiencia de "casi muerte" quiere ser un ímpetu para el crecimiento espiritual, llamando al hombre a sacrificar al animal que está dentro de él, que le provoca a él pecar.

El korbán, es entonces, una experiencia poderosa que toma en consideración el aspecto psicológico del hombre. Después de dar esta explicación el Rambán escribe:

"Y de acuerdo con el camino de la mística hay en los korbanot un gran secreto…el nombre de D’s usado exclusivamente al respecto no es "E-l"… ni es "Elohim"…sino que es el nombre compuesto por las letras 'iud', y 'he', y 'vav', y 'he', el nombre único, …que nadie piense que el korbán es para alimentar a D’s" (Comentario del Rambán a Vaikrá 1:9).

El Rambán nos recuerda que el nombre de D’s ('iud', y 'he', y 'vav', y 'he') se refiere al aspecto trascendente de D’s; es el nombre que indica que D’s está más allá del entendimiento del hombre. Al emplear este nombre y excluir todos los otros nombres de D’s, señala la incongruencia de la idea de "las necesidades de D’s". El nombre Elohim, por otro lado, se refiere a D’s como Juez y Creador, conceptos que el hombre puede comprender. Si este nombre de D’s hubiera sido utilizado en conexión con los korbanot, uno podría haber estado tentado a imaginar que es posible dar un "soborno". Pero, cuando nosotros contemplamos que los korbanot son ordenados por D’s ('iud', y 'he', y 'vav', y 'he'), entonces nos damos cuenta que no podemos ofrecer ninguna coima. El siguiente pasaje en el Talmud es la fuente de la enseñanza del Rambán:

"Fue enseñado: Rabí Shimón ben Azai dijo: vengan y vean lo que está escrito en el capítulo de los sacrificios. Ni 'E-l'… ni 'Elohim'… está escrito allí, sino sólo HaShem ('iud', y 'he', y 'vav', y 'he'), para no dar a los herejes ninguna posibilidad para rebelarse" (Menajot 110a).

Además, este "nombre" indica la cualidad de encontrarse por encima del tiempo. Esto puede ayudarnos a entender cómo el perdón tiene lugar: si un hombre pecó ayer, y hoy se arrepintió, ¿cómo puede su presente actitud deshacer lo que él hizo ayer? Si nosotros entendemos que D’s se encuentra por encima del tiempo - verdaderamente, D’s crea el tiempo - y nosotros tratamos de restablecer una relación con D’s, entonces el tiempo se transforma en menos que un factor. Cuando el hombre se conecta con el D’s trascendente, "ayer" se transforma en una perspectiva humana limitada que ya no lo limita. Este es el misterio de la Teshuváh, y del perdón. El hombre hace "Teshuváh"; él retorna a D’s, y D’s lo perdona. Esto explica por qué la palabra "korbán" deriva de la raíz "K R V", "acercamiento". El korbán es el acto que permite al hombre acercarse a D’s. La Teshuváh no es sólo un retorno a D’s, es también un retorno a uno mismo, al potencial que hay dentro del hombre, la imagen de D’s que hay dentro de cada uno de nosotros. Cuando el hombre hace Teshuváh, él retorna al corazón de la divinidad que hay dentro de él, a ese "tzelem Elohim" que es su esencia.

Lo importante de los korbanot está en la rehabilitación del hombre. El judaísmo es una religión que ve el valor de la vida de los animales. El sacrificio de los animales no es una expresión de indiferencia hacia los animales. Sino que es una declaración de la importancia de la vida humana: si el precio que debe ser pagado por la rehabilitación de una persona es la vida de un animal, entonces no es un precio alto.

La clave está en la rehabilitación del hombre, en que él encuentre la imagen de D’s dentro de él. Como D’s es compasivo, así el hombre debe ser compasivo. Las personas, sin embargo, tienen una tendencia hacia el paganismo, y en lugar de pasar por un cambio profundo y real, el hombre prefiere con frecuencia "pagar el precio" financieramente, sin hacer cambios internos. En las palabras del Profeta Oshéa:

"Jesed jafatzti, velo zévaj… - Porque yo deseo bondad, y no sacrificios; y la sabiduría de D’s yo deseo más que los sacrificios" (Oshéa 6:6).

El término que es utilizado por el Profeta es "zévaj" - matanza. Esto está muy lejos del "korbán" que, como ya hemos visto, cuya raíz es "K R V", que significa acercarse. Cuando uno mata a un animal sin propósitos elevados, uno ha "matado". Esto, nos dice el Profeta, está muy lejos del imperativo Divino.

Este punto está claramente evidenciado por una trágica historia contada en el Talmud, de dos cohanim que se dispusieron a hacer un sacrificio Divino:

"Nuestros Rabinos enseñaron: pasó una vez que dos cohanim corrían y subían por la rampa y se adelantó uno de ellos dentro de los dos metros del otro, sacó un cuchillo y se lo enterró en su corazón. Se paró Rab Tzadok y dijo: hermanos nuestros, la casa de Israel, escuchen, está escrito: "cuando se encuentre un cuerpo en la tierra deberán salir los ancianos y los jueces…" (D’varim 21). ¿Quién de nosotros debe traer un sacrificio expiatorio…? Empezó el pueblo a llorar. Vino el padre del niño y lo encontraron todavía con vida pero agonizando. Él dijo: 'qué sea él vuestra expiación. Y todavía mi hijo está con vida y el cuchillo no se impurificó'. Para enseñarte que para ellos es más dura la impureza de los utensilios que el derramamiento de sangre, y así dice: 'Y también mucha sangre inocente derramó Menashé hasta que llenó a Jerusalem completamente'" (Iomá 23a).

Cuando un cohen precedió a su amigo, el último apuñaló a su colega en el pecho. Él también pudo haber atacado al Templo, porque esta historia muestra claramente el mal uso y el total mal entendimiento de la vida religiosa. El Templo estaba para servir como el símbolo de la vida religiosa, no como un sustituto de vida ética. En respuesta a este tipo de comportamiento, el Templo se destruyó.

Puesto que el hombre se desvía de sí mismo y de D’s, los korbanot fueron necesarios para reenfocar, para recordar al hombre de su mortalidad, por un lado, y de su misión, por el otro. Los korbanot tuvieron la intención de ser un medio para llegar a un fin, un camino hacia el encuentro de nuestro propio "tzelem Elohim". Los korbanot fueron la llave que permitiría que el hombre recupere su enfoque, en un intento de arreglar al mundo, y no alguna clase de ritual mágico necesario para aplacar a un D’s enojado. El judaísmo, con sus intereses universales, pidió korbanot como una manera de tomar la profunda experiencia religiosa asociada con el Templo y llevarla a la vida de cada individuo. El judaísmo es holístico, con intereses "religiosos", que resuenan en ambos dominios, el espiritual y el secular.

La experiencia del korbán en el Templo tuvo la intención de "derramar" su efecto haciendo impacto en cada uno de los aspectos de nuestra vida. En el momento en que las personas pongan al ritual por encima de los temas sociales y morales, el Templo se transforma en un obstáculo más que en un lugar de salvación, y la destrucción es inevitable.

Conclusión:

"Un hombre, cuando presente de entre ustedes un sacrificio al Eterno..." (Vaikrá 1,2)

Así nos enseña Najmánides en la introducción a su comentario sobre el Séfer Vaikrá: "Este libro es el códice de leyes concernientes a los cohanim y a los levitas, se explicarán en él todos los temas referentes a los sacrificios y al cuidado debido al Santuario o Tabernáculo.

Ya que un libro entero trató sobre el destierro y la redención de él (Séfer Shemot), terminando con la construcción del Tabernáculo y su inauguración donde la Presencia de HaShem se asentó dentro de él, ahora la Torá ordena una serie de sacrificios y de reglas para el mantenimiento de la pureza de este Santuario, de modo tal que sean estos sacrificios una expiación para el pueblo y así los pecados de Israel no causen el retiro de la Presencia divina de sobre el Tabernáculo..."

En buena hora se concluyó la construcción del Tabernáculo y pasó a ocupar un lugar central en la vida y en la distribución del campamento de Israel, como centro de este campamento fue ubicado estando las tribus distribuidas a su alrededor en los cuatro puntos cardinales, expandiéndose de este modo la santidad del Tabernáculo en todos los ángulos del universo.

Ahora bien, la construcción de este Santuario tuvo una finalidad, este finalidad constituye el punto central de este tercer libro del la Torá, es decir el sistema de los sacrificios.

Este tema, no obstante para un ser humano educado bajo perspectivas diferentes de vida espiritual, cualquiera que esta sea, resulta un sistema extraño, ajeno por completo a los devenires de su espíritu. Es en pocas palabras un tema que se contradice con sus impresiones, sensaciones y conciencia civilizadoras, por lo tanto suele ser rechazado o interpretado como un acto del pasado, un ritual bárbaro que no tiene cabida dentro de su mundo moderno.

Sin embargo, del hecho que observamos que dicho sistema se extiende en casi todo este libro, siendo el centro de todos los demás subtemas que se desprenden, resultaría muy superficial contemplarlo como un rito del pasado carente de significado para el hombre contemporáneo... la Torá es eterna y se refiere a la eternidad, o sea, en términos muy simples, a una continuidad de ideas cuya vigencia no se pierde.

La falta de sensibilidad de esta generación para percibir los conceptos que constituyen la esencia de los sacrificios es una carencia que el propio hombre padece, y por ende para poder comprender algo de su profundidad debemos viajar a lo interior del hombre y abrir desde dentro de lo humano una puerta a esta expresión de la Santidad.

El hombre contemporáneo, dentro de sus sistemas, suele rechazar estos capítulos, contempla a aquel que se dedica a degollar animales distancia y como en el Tanaj (Biblia) se encuentran muchos otros temas, especialmente de elevada espiritualidad y abstractos, aprende a separar entre ambos y a ubicar un grupo de conceptos a nuestra vida moderna y otros a los relatos antiguos.

Según el modo de pensar del hombre moderno, las descripciones de estos procedimientos pertenecen a épocas primitivas, mientras que los grandes profetas, aquellos que expresaron ideas de ética y humanismo, aquellos que enseñaron los conceptos de justicia, equidad, verdad, etc. consideran más cercanos a su espíritu.

A pesar de la aparente contradicción entre las enseñanzas humanizantes de los grandes profetas y los ritos realizados en torno a los sacrificios, diferencia que era evidente a los sabios del Talmud, y que a pesar de su perfil antagónico supieron los sabios del Talmud profundizar en su mensaje para sus generaciones y también para las nuestras.

Nuestros sabios supieron que el sistema de presentar sacrificios es un fundamento principal y parte inseparable de la Torá de Israel, y este fundamento no se contradice con las ideas generales de justicia y equidad, sino que por el contrario concuerda con ellas de manera sorprendente.

El principio de presentar sacrificios es visto por la tradición como un procedimiento enraizado en los orígenes mismo de la humanidad: "Y tomó El Eterno, Dios, al hombre y lo depositó en el jardín del Edén para trabajarlo y para cuidarlo" (Bereshit 2,15). Sobre esto enseñaron (es decir sobre el trabajar y cuidar el jardín, el mantenimiento humano): "estos son los sacrificios".

Así Abraham declara: "¿Cómo sabré que la he de heredad? Rab Jiyá Ben Janiná dijo: "le dijo Abraham a HaShem, ¿Con qué mérito ameritaré heredar la tierra de Israel? Le respondió HaShem: con el mérito de los sacrificios. (Cf. Midrash Raba 44,17).

Estos testimonios nos enseñan que según la perspectiva de la Torá, tal como la hemos recibido de nuestros sabios, el servicio en el Templo y en especial el ofrecimiento de sacrificios es la base del mantenimiento humano e incluso el mérito por medio del cual el pueblo de Israel recibirá la tierra prometida.

Esta visión de los sabios de Israel sobre el contenido profundo de los sacrificios pone de manifiesto la comprensión superficial del Tanaj, en tanto dividido entre conceptos de elevada espiritualidad, como aquellos traídos por los profetas, y todo el sistema de preceptos que cubren el ofrecimiento de sacrificios.

Los principios que se encuentran como base de este tema dentro de la Torá constituyen, como podemos aprender de lo estudiado en el Midrash, parte inseparable del desarrollo de nuestra sociedad en tanto quiera verse conectada a HaShem.

Najmánides en su comentario a la Torá (Vaikrá 1,9) fuera de sintetizar el libro que comenzamos ahora a estudiar, el libro de Vaikrá, define también el sentido de los sacrificios desde un punto de vista etimológico, al decir que la palabra que define sacrificio en hebreo "korbán", proviene de la misma raíz que el verbo "acercarse", expresando de este modo el sentido básico de la ofrenda, o sea un acercamiento al HaShem que se concreta a través del arrepentimiento en toda su complejidad.

El alma humana necesita para poder volver a acercarse al Creador de un sistema que le permita comprender y percibir su retorno como algo concreto, no es suficiente un acercamiento abstracto por medio de buenas voluntades, es necesario algo tangible. Así Najmánides explica que está subyacente en el concepto de "korbán" (sacrificio) la idea de volver, de retornar, y aunque no todos los sacrificios se refieran precisamente a expiación de pecados en todas sus formas, ya que hay sacrificios que tienen otros fines, el punto central que une todo ofrecimiento de este tipo es un acercamiento a HaShem.

Esta definición de "korbán" como acercamiento es totalmente contraria a aquella que posee este término en otros idiomas, en las cuales el significado de la palabra es presentar una ofrenda, un regalo, no siendo solamente una problema semántico, sino que es y principalmente lo es un problema de visión de mundo. Si bien para poder verter a otros idiomas el concepto de "korbán" utilicemos las expresiones de ofrecimiento, presentación, etc. no debemos perder la perspectiva de su significado original, es decir acercamiento.

No obstante, el hombre moderno puede preguntar si esta es la forma más apropiada de acercarse al Creador, sin entrar a explicar el sentido también profundo de un cuestionamiento así, prácticamente basado en la pérdida de nuestra sensibilidad para lo Divino, tal como se expresa en los sacrificios, nos concentraremos en la pregunta específica: ¿Es esta en verdad una forma de acercamiento? Ciertamente a HaShem la persona se acerca a través de constantes pruebas y enfrentamientos con fuerzas contrarias a su deseo de espiritualidad, aquellas se presentan como tormentas en su corazón.

En cada etapa existe la necesidad de sobreponerse a los instintos e inclinaciones, por medio de actuar correctamente, con la visión puesta en el cumplimiento de los preceptos, reflejo de la voluntad divina, y cada logro es un peldaño en su crecimiento como un hombre dotado de personalidad espiritual. Esta unidad que se busca es atraída a partir de la unidad del Creador.

Cuando el ser humano peca, crea una barrera entre él y su Creador. Esta barrera se extiende por todos los ámbitos de la vida de pecador y de pronto la presencia de HaShem comienza a ser una presencia extraña, el pecador como que siente que su vida está vacía de algo superior a lo cual referirse, sus expresiones espirituales comienzan a perder sentido y a vaciarse de contenido, pasan a ser meras rutinas del lenguaje y de la acción.

Este alejamiento manifiesta en forma clara y esencial la realidad del pecado y su consecuencia inmediata, una pérdida completa de sensibilidad para con lo Divino. Como corrección de este punto crítico, debido al hecho que el alejamiento del Creador es nefasto para nuestra propia existencia, se presenta una de las dimensiones del sacrificio, es decir la expiación, a través de la expiación que conlleva el sacrificio como nos enseñó Najmánides volvemos a reencontrarnos con HaShem, cuando nuestra alma se aferre nuevamente a su fuente vital.

Esta es la realidad última de los sacrificios y esto los convierte es mantenimiento y mérito para residir en nuestro lugar específico – la Tierra de Israel.

Shabat Shalom.

Haftarat Vaikrá Ieshaiahu 43: 21 – 44: 23

En nuestra haftará leeremos una profecía de reprimenda al pueblo de Israel por haberse desviado por el camino de la idolatría, extraída del libro del profeta Ieshaiahu (siglo VII a.e.c. aprox.).

A pesar de haber leído en parashá Vaikrá sobre los sacrificios, en todos sus detalles, apenas comenzamos a leer la haftará de esta semana descubrimos que el pueblo de Israel no cumplió con lo que se exigía:

"Y no a Mí has invocado, Iaakov; ya que te has cansado de Mí, Israel. No me trajiste a Mí el cordero de tus holocaustos y mediante tus sacrificios no Me has honrado, No te hice servirme a través de una ofrenda y no te he cansado a través del incienso" (43:22-23)

¿El pueblo no ofrecía sacrificios en absoluto porque no estaban de acuerdo con matar animales, ya que esto contradecía su filosofía respecto de la vida? No. Ellos sí sacrificaban animales pero en vez de sacrificarlos en nombre de D’s, lo hacían en nombre de otros dioses.

El cordero de sus holocaustos (una clase de sacrificio) se lo llevaban a los ídolos, y eso evidentemente, es algo que D’s no lo aceptaba, pero… ¿D’s quería que se los lleven a Él, o en realidad lo único que quería era que no se los lleven a los ídolos?

Encontramos un versículo que dice: "¿Desea D’s holocaustos y sacrificios…?" (Sh’muel I -I Samuel- 15:22), y realmente, así como se entiende de este pasuk que D’s en realidad no está interesado en sacrificios, hay en todas las profecías del Tanaj muchos más versículos similares a éste. Pero esto no está suficientemente aclarado, pues D’s mismo fue Quien ordenó en su Sagrada Torá todas las leyes concernientes a los sacrificios!

Rab Iehonatán Aibshitz (1690 - 1764) en su libro "Ahavat Iehonatán" dice que todo esta aparente contradicción se puede explicar a través del pasuk que dice: "Ordena a los hijos de Israel y diles a ellos: Mi sacrificio, Mi pan para Mis fuegos, el olor de Mi agrado, cuídense de ofrecerlo para Mí, en su tiempo" (Bamidvar 28:2).

En verdad - dice nuestro autor - es extraño que D’s llame a los sacrificios "Mi pan" o "el olor de Mi agrado", pero todo quedará debidamente aclarado al comprender el profundo significado de las palabras "para Mis fuegos".

¿Cuál es el beneficio que los pecadores obtienen de los sacrificios? Cuando el hombre peca es por causa del fuego del iétzer hará (el impulso del mal) que arde dentro de él como una antorcha. Es por eso que D’s, que ajusticia a la persona midá kenegued midá, es decir a través de un castigo similar al pecado cometido, tendría que purificar a ese alma en el guehinam (infierno) a través del fuego y las brazas, así como encontramos respecto de la casherización de los elementos de cocina que fueron usados con alimentos impuros, donde la Torá ordena: "Toda cosa que fue usada a través del fuego la quemarán al fuego y se purificará" (Bamidvar 31:23).

Pero D’s con Su infinita misericordia, decidió que el castigo no se haga efectivo, y en lugar de eso se deberá traer un animal, sacrificándolo y quemándolo sobre el fuego, ya que ese animal es de hecho un sustituto del hombre, que es quien realmente debería estar allí, sobre el altar.

Cuando al referirse a los sacrificios la Torá dice: "Mi sacrificio, Mi pan para Mis fuegos", esto nos viene a enseñar que la razón por la cual D’s ordenó los sacrificios, es por causa de las personas que se desvían de Su camino y de Sus palabras. D’s solamente quiso que tengan expiación por sus pecados, y por eso dice nuestro versículo: "No me has traído a Mí el cordero de tus holocaustos" - como diciendo: "a Mí no me lo has traído, pues Yo no he tenido ningún beneficio de él, pero sí te lo has traído a ti, pues lo has traído para tu beneficio".

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Habla a los hijos de Israel y diles a ellos: Cuando una persona, de ustedes, ofrezca un sacrificio a D-s…" (Vaikrá 1:2).

En esta parashá encontramos que después de haberse terminado la construcción del Tabernáculo, D-s le ordenó a Moshé Rabenu las leyes de los sacrificios. La Torá ordena que los animales que debían ser usados para los sacrificios deben ser "de ustedes", o sea que debían pertenecer a los oferentes y no ser robados. En otras palabras, está prohibido cumplir

Una mitzvá mediante la realización de una transgresión de otra mitzvá ya que las mitzvot que cumplimos deben ser "limpias" y puras.

Por el Rab Yosef Meyer Medrez

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