lunes, 14 de marzo de 2011

Parasha Tzav

Parashá 25 Tzav (Vaikrá 6: 1 – 8: 36)

Tema: “Pensamientos de pecado”.

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (6:1-11): El fuego del altar y las cenizas de los sacrificios. Las leyes de la minjá (ofrenda).

Segunda aliá (6:12 - 7:10): La ofrenda que debía traer el Sumo Sacerdote al ser instituido. Algunas leyes relacionadas con el sacrificio jatat (por el pecado). Leyes del sacrificio asham (por culpa).

Tercera aliá (7:11-38): Las leyes del sacrificio shelamim (de paz). La prohibición de comer sebo. La prohibición de comer sangre. Las partes de los sacrificios que le pertenecen a los sacerdotes.

Cuarta aliá (8:1-13): La consagración de Aharón como Sumo Sacerdote y de sus hijos como sacerdotes.

Quinta aliá (8:14-21): Algunos sacrificios ofrecidos por la consagración de los sacerdotes.

Sexta aliá (8:22-29): Otros sacrificios ofrecidos por la consagración de los sacerdotes.

Séptima aliá (8:30-36): La unción de los sacerdotes. La prohibición de los sacerdotes de salir por siete días del Mishkán.

Introducción:

En la parashá pasada hemos visto la dinámica espiritual y psicológica de la ofrenda por el pecado (jatat). La parashá de esta semana comienza con la olá, una ofrenda que es consumida completamente por el fuego. Los Rabinos dan una explicación al propósito de esta ofrenda: Rabí Shimón Bar Iojai enseñó: la olá es traída por hirhur halev - pensamiento del corazón (Vaikrá Rabá 7:3).

Esta idea es explicada en el Talmud Ierushalmi:

"La olá trae "kapará" - expiación - para los pensamientos del corazón" (Ierushalmi Iomá 8:7 45b).

Estos dos pasajes nos enseñan que pensamientos "pecaminosos" del corazón necesitan perdón. A primera vista, esta idea parece extraña, especialmente desde una perspectiva contemporánea occidental. Después de todo, vivimos en una sociedad que perdona el comportamiento consensual entre adultos. Ciertamente, los pensamientos de uno son privados, y no surge ningún "pecado" o daño si uno tiene meros pensamientos. En algunos círculos, los pensamientos y las fantasías son estimulados, y son vistos como parte de una mente sana y bien balanceada. Pero aquí, nosotros tenemos la enseñanza opuesta: simples pensamientos pueden ser pecados, y es por eso que el perdón es necesario.

La idea de que los pensamientos deben ser controlados es una idea muy básica, encontrada en el tercer capítulo del Shemá:

"Y será para ustedes - los Tzitzit - y lo verán, y recordarán todos las mitzvot de D’s y las harán, y no se desviarán en pos de vuestro corazón y en pos de vuestros ojos, en pos de los cuales se prostituyen" (15:39).

El Talmud explica:

"¿Pero dónde encontramos [advertencias en contra] de las opiniones de los herejes, y los pensamientos de inmoralidad e idolatría? - Ha sido enseñado: 'en pos de vuestro corazón' y esto se refiere a la herejía; y es por eso que dice: 'el tonto dijo en su corazón: no hay D’s'. 'En pos de vuestros ojos' y esto se refiere a los pensamientos inmorales" (Berajot 12b) (También ver Midrash Rabá Números 27:6).

Entonces, ¿cuál es la conexión entre la olá y los pensamientos por los cuales ella compensa? El midrash explica:

"Así enseñaron nuestros Sabios, la olá es completamente sagrada, porque no fue traída por pecados. El "Asham" era traído por robo, pero la olá no era traída por pecado o robo, sino por pensamientos del corazón" (Tanjumá Tzav 13).

Aquí la olá es llamada "completamente sagrada", refiriéndose al hecho de que la olá, literalmente traducida como "asciende", es completamente consumida por el fuego, y el hombre no tiene beneficio de eso. Esto está explicado por algunos comentaristas en el versículo:

"Habló D’s a Moshé diciendo: Ordena a Aharón y a sus hijos diciendo: ésta es la ley que rige para la olá (el holocausto): ella es la olá que deberá estar sobre el fuego, sobre el altar, toda la noche hasta la mañana, y el fuego del altar arderá en él" (Vaikrá 6:1 - 2).

La olá es una ofrenda que trae perdón para los pensamientos. Así como las pasiones de la persona se queman en la noche, este animal sacrificado, el cual representa el lado físico de la persona, se quema toda la noche, hasta que sólo el espíritu queda [ver Torá Shelemá Tzav nota 9]. No queda nada "físico" de la ofrenda. Esta idea es iluminada por el Zohar:

"La esencia de la ofrenda es que es análoga al pecado, y el hombre debe ofrecer a D’s sus deseos y pasiones, porque esto es lo más aceptable de todo. Benditos los rectos que traen estas ofrendas cada día [metafóricamente]. Sin embargo, la ofrenda real [física] es mejor, porque trae bendición en todos los mundos" (Zohar, Vaikrá pág. 9b).

Esta relación entre los mundos físico y espiritual puede ser esclarecida por un pasaje en el Talmud:

"Los pensamientos de pecado son "kashé" (más difícil o duros) que los pecados" (Iomá 29a).

Rashí explica este pasaje:

"La pasión sexual es más difícil de contener que el acto ilícito" (Rashí Iomá 29a).

De acuerdo a Rashí, el término "kashé" quiere decir más difícil. Rashí entiende que esta enseñanza significa que los pensamientos de pecado son más difíciles de controlar que controlarse para no cometer el pecado. Esta explicación no indica lo que es más serio, o por esa razón si un pensamiento de pecado es realmente un pecado en sí mismo.

Rashí sólo dice que los pensamientos de este tipo son más difíciles de controlar, una declaración que puede ser entendida en varios niveles. Como ya notamos, muchas personas no consideran a los pensamientos un tema moral o religioso, y es más difícil controlar algo que no es considerado un problema. Por otro lado, los crímenes del corazón nunca son sabidos por otras personas.

Como regla general podemos decir que intrínsecamente, los pensamientos son más difíciles de contener, y la mayoría de las personas tienen un éxito mayor ejercitando control sobre sus acciones que sobre sus pensamientos.

Irónicamente, de acuerdo con el análisis de Rashí la recompensa por controlar los pensamientos sería más grande que la recompensa por evitar un pecado "real", siguiendo el principio enseñado por la Mishná en Avot: "de acuerdo con la dificultad así es la recompensa".

A pesar de que un pecado "real" en el mundo de la acción es peor, uno recibirá una recompensa más grande por evitar pensamientos de pecado.

El Rambam, en su libro la Guía de los Perplejos, muestra un entendimiento radicalmente diferente:

"Tú ya sabes la enseñanza "los pensamientos de pecado son "kashé" (más difíciles o duros) que el pecado" (Iomá 29a). Yo tengo una maravillosa explicación: si una persona peca es generalmente debido a las circunstancias que resultaron de que ella es una criatura física, la persona pecará debido a su lado animal. Pero los pensamientos son el tesoro de una persona que sigue su "forma" (su imagen de D’s) y si una persona peca con su pensamiento, entonces, ellos pecaron con su más grande posesión…el propósito de la mente es llegar a D’s y no caer más bajo (que los animales)" (Guía de los Perplejos 3:8).

El Rambam explica que los pensamientos de pecado son "kashé", son peor que un pecado! La persona está hecha de dos partes: el animal - físico y el intelectual - espiritual. Es por eso que si la persona peca con su cuerpo, es entendible: el cuerpo es físico y es por eso que tiene todo tipo de necesidades físicas e instintos animales. La mente, por el otro lado, es la manifestación de nuestra imagen de D’s.

Es así que pecar con la mente es una profanación más grande que pecar con el cuerpo. Pero el hombre es castigado, en general, por la acción y no por el pensamiento. Sin embargo, pensamientos pecaminosos pueden ser más debilitantes espiritualmente.

La imagen de la olá ahora tiene un nuevo significado, la persona que ha pecado con su mente, efectivamente, ha transformado su lado espiritual en algo animal. Es por eso que el animal ofrecido para enmendar el pecado debe ser consumido por el fuego completamente, indicando que la mente debe dedicarse completamente a lo espiritual. Esta idea puede ser ilustrada por una segunda enseñanza de Rabí Shimón bar Iojai, la autoridad que ha enseñado que la olá es traída por pensamientos prohibidos:

"Rabí Shimón Bar Iojai dijo, en adición: Quien pone las palabras de la Torá en su corazón (mente) es salvado de pensamientos de pecado, pensamientos (temor) de la espada, temor de la tiranía, pensamientos frívolos y vacíos, pensamientos de la inclinación del mal, pensamientos de libertinaje sexual, pensamientos de mujeres malvadas, pensamientos de idolatría, temor de ser controlado por otros y pensamientos obsesivos…" (Taná Debé Eliahu Zutá, cap. 16).

Aquí, Rabí Shimón Bar Iojai enseña que hay un antídoto para pensamientos pecaminosos, la Torá. Como ya vimos, la mente representa la imagen de D’s y el lado espiritual del hombre. Esta imagen es lo que nos permite tener una relación con D’s; es por eso que la persona cuya mente está inmersa en palabras de Torá es salvada de la clase de pensamientos que atrapan al hombre.

El Zohar explica esta idea:

"Si su oblación es una ofrenda que se quema: Rabí Jiá citó aquí el versículo: 'porque mis pensamientos no son tus pensamientos, dijo D’s' (Isaías 55:8). 'El pensamiento D’s - él dijo - es la fuente de todo y de ese pensamiento surgen caminos y senderos en los cuales el Nombre Sagrado puede ser encontrado y correctamente establecido. De ese Pensamiento, también surge el arroyo del Jardín del Edén para regar todo. De ese Pensamiento dependen todos los seres superiores e inferiores, y de ese Pensamiento vino la Torá Escrita y la Torá Oral. El pensamiento del hombre es también la fuente de su vida, y de él salen caminos y senderos para pervertir sus caminos en este mundo y en el venidero. De ese pensamiento surge el instinto del mal para dañarlo a él y a todos, y de él sale el error y la iniquidad y el pecado presuntuoso, la idolatría, las relaciones prohibidas y el derramamiento de sangre; por eso dice: 'mis pensamientos no son como los tuyos'. Y así dice, primero que todo: 'si su oblación es una ofrenda que se quema', porque 'la ofrenda que se quema' (olá) tiene referencia a 'lo que sube' (olá) al corazón como pensamiento, y es por eso que la primera ofrenda mencionada es la ofrenda que se quema" (Zohar Vaikrá pag.6a).

Esta enseñanza nos recuerda el pasaje del Talmud, enseñado en nombre de Rabí Ishmael, que si el instinto del mal toma el control de la persona el remedio es ser "empujado" a la casa de estudio:

"Así dijo D’s a Israel: 'Mis hijos! Yo he creado el deseo del mal, pero Yo [también] he creado la Torá, como su antídoto; si ustedes se dedican a la Torá, no serán entregados a él, como está escrito: 'Si harás el bien, serás exaltado', pero si no se dedican a la Torá, serán entregados a él, como está escrito: 'el pecado espera en la puerta'. Más aún, él está preocupado contigo [para hacerte pecar], como está escrito: 'y en ti estará su deseo'. Y si tú deseas, puedes gobernar sobre él, como está escrito: 'y tú gobernarás sobre él'.

Nuestros Rabinos enseñaron: el deseo del mal es duro [de aguantar], incluso su Creador lo llamó malvado, como está escrito: 'porque el deseo del corazón del hombre es malo desde su juventud'. Rabí Itzjak dijo: el deseo malo del hombre se renueva diariamente en contra de él, como está escrito: '[toda imaginación de los pensamientos de su corazón] fue sólo el mal todo el día'. Y Rabí Shimón Ben Leví dijo: el deseo malo del hombre junta fuerza en contra de él diariamente y busca matarlo, como está escrito: 'el malvado mira al justo, y busca matarlo'; y si D’s no lo ayudaría [al hombre] él no podría prevalecer en contra de él, como está escrito: 'D’s no lo dejará en sus manos'. La escuela de Rabí Ishmael enseño: mi hijo, si este repulsivo [miserable] te agrede, llévalo a la casa de estudio" (Kidushín 30b).

Hay una tensión entre el aspecto físico y el aspecto espiritual del hombre; el consejo de Rabí Ishmael es llevar la batalla a tu propio campo. El Rebe de Kotzk una vez comentó sobre este pasaje en el Talmud: no pienses por un segundo que el ietzer hará (el instinto del mal) no está esperando por ti en la casa de estudio también! La única diferencia que el consejo de Rabí Ishmael te da es "la ventaja de estar en tu propio campo".

El rol del hombre en este mundo es elevar lo físico. Para facilitar esto, la mente del hombre, la cual es el corazón de su espiritualidad, y de acuerdo al Rambam es su tzélem Elohim, debe quedar puro, pensante y espiritual. Lo insidioso en los pensamientos o fantasías de pecado es que lo físico-animal ha tenido dominio sobre lo espiritual, y la batalla es perdida antes de que haya comenzado.

El Templo, como hemos visto en la última parashá, es un lugar donde el hombre errante es rehabilitado. La ofrenda por el pecado, así como la examinamos la semana pasada, ayuda al hombre cuando él ha hecho un pecado. La olá, la cual es descripta al comienzo de la parashá de esta semana, es traída por el "pecado" de pensamientos prohibidos. Así como todo el animal es consumido por el fuego, los pensamientos del hombre deben ser encaminados hacia la redirección de todas sus energías mentales, totalmente hacia D’s.

Desarrollo:

Como Adam, el primer hombre.

Nuestra parashá comienza con la descripción del sacrificio llamado en hebreo "olá" (en castellano holocausto, del griego holós, todo y kaustós, quemado; es decir que se quema por completo sobre el altar), así se declara: "Esta es la ley del holocausto, el holocausto que sube el fuego que arde sobre el altar toda la noche hasta la mañana y el fuego del altar arderá en él" (Vaikrá 6,2).

Mientras que el final de la parashá anterior nos enseña el proceso de acercamiento del sacrificio llamado "asham guezelot", sacrificio que es traído como expiación de haber cometido un robo, como se declara: "Una persona que hizo un pecado... o robare... su ofrenda de culpa (asham) traerá a El Eterno" (Vaikrá 5,20-25).

En el Midrash (Tanjuma, Tzav, 1) nuestros sabios encontraron una relación temática en el hecho que las disposiciones sobre el sacrificio del holocausto estén inmediatamente después del tema que trata del robo, su devolución y su expiación total sobre el altar.

En una primera perspectiva el simple hecho que la devolución del robo y la expiación del mismo precedan al sacrificio del holocausto, enseña que una condición necesaria para acercarse al altar y presentar un sacrificio del nivel que indica el holocausto, es decir todo él para HaShem, es la limpieza social que debe la persona manifestar en todas sus conductas, cuanto más en el caso que haya cometido errores de tipo social.

En segunda instancia nos quiere enseñar esta unión temática que si una persona desea presentar algún sacrificio, no robe de otra persona nada, y esto ¿Por qué? "Por que Yo soy el Eterno que ama el juicio y odia el robo en el holocausto" (Yeshayahu 61,8); incluso en el holocausto, es decir incluso que quieran presentar un sacrificio a HaShem que todo él se queme sobre el altar, es decir íntegro para el Creador, aun así HaShem odia el robo.

El mismo Midrash declara además: "¿Cuándo tú presentas un sacrificio de holocausto, de manera tal que yo lo reciba? Cuando limpies tu mano del robo. El rey David declaró: "¿Quién subirá al monte del Eterno, y quién se erguirá en su sagrado monte? El que tiene sus manos limpias y su corazón puro...". Así dice la Torá: Esta es la ley del holocausto, quien tiene limpia sus manos del robo, ese subirá al monte del Eterno (al Templo a ofrecer sacrificios).

La yuxtaposición del sistema de los sacrificios con la última sección de la parashá anterior es un punto de profunda meditación, ya que esta sucesión de temas presenta una novedad ética dentro del universo de los conceptos que conforman el libro de Vaikrá; la limpieza de las manos, el cuidado de no robar, es una condición sin la cual no queda ninguna posibilidad de acercar algún sacrificio en el altar del Templo.

Esta novedad es la base para el servicio a HaShem en cada generación, incluso que no esté el Templo presente, el principio que enmarcaba el acercamiento a HaShem sigue aún siendo relevante. Al parecer no existe una vida religiosa verdadera, un acercamiento al Creador, sino cuando la propia vida personal está limpia por completo de todo daño que pueda habérsele hecho al prójimo. No es posible separar artificialmente ambos campos de acción y así el sacrificio separado de una vida de rectitud fue el culto contra el cual lucharon los profetas de Israel.

Esta idea que subyace a las secciones que se encuentran consecutivas en la Torá, la encontramos además en el principio con el que comienza el gran códice de los sacrificios, el propio libro Vaikrá, como se declara: "Un hombre que acerque de entre ustedes un sacrificio..." (Vaikrá 1,1).

La palabra descriptiva "un hombre" (adam), se encuentra aquí de manera no regular, ya que en el resto de la sección y en general en los enunciados que se refieren a los diferentes sacrificios el término que suele ocuparse es "un varón" (ish) y por lo tanto hubiera sido más lógico encontrar esta palabra; si es así entonces ¿Por qué se utiliza el término "un hombre" (adam)? Rashí contesta que del mismo modo que Adam, el primer hombre, cuando presentó sacrificios lo hizo con animales que le pertenecían, ya que todo el mundo estaba a su disposición, y por lo tanto no robó, del mismo modo las generaciones siguientes si quieren presentar un sacrificio deben hacerlo sólo de aquello que les pertenezca, para recalcar esta idea la Torá utilizó la palabra "adam" que significa tanto hombre, como el nombre del primer hombre Adam.

La palabra Adam por ende nos hace relacionarla, como una asociación inmediata, con el sacrificio traído por Adam, el primer hombre.

Pero, si estos conceptos son tan relevantes y su importancia es tan grande para un servicio verdadero al Creador, cabe preguntar ¿Por qué todo esto fue dicho solamente con alusiones? El estudio traído por Rashí sobre el sacrificio de Adam y su relación con los sacrificios posteriores del pueblo judío, se basa en alusiones y deducciones que no son perceptibles a primera vista sino después del análisis del tema...

¿Por qué? Podemos responder que en el sistema de información y en el modo como la información es transmitida dentro de la Torá, todo aquello que de suyo debería ser entendido, no necesariamente aparece expresado claramente, sino que su método es guardarlo dentro de alusiones para estudios más profundos, pero no cabe duda que las generaciones que recibieron la Torá y las siguientes comprendían estas ideas sin que fuese necesario decírselas, en cambio muchas veces las generaciones posteriores y cuanto más la nuestra necesita de largas y detalladas explicaciones que puedan hacernos comprender los mensajes.

Por este motivo y debido a su simpleza, el hecho que la limpieza de las manos, es decir el no robar, es una introducción obligatoria al servicio divino, no encontramos información explícita sobre el tema.

Una pregunta adicional podemos formular sobre la realidad que acompañaba al presentar el sacrificio del holocausto, y de los demás sacrificios en general, y es el hecho que el valor esencial de ellos se manifiesta en el campo de la expiación de los pecados cometidos.

Si revisamos la finalidad de los sacrificios encontraremos que gran mayoría de ellos son la llave para trazar nuevamente una relación con el Creador que se vio afectada por nuestros pecados, sin embargo hay algunos que no se enmarcan dentro de esta finalidad sino que trascienden el punto de contingencia pecado expiación y se levantan por sobre este sistema, como son los sacrificios ofrendados en cada día como "korbán tamid", los traídos en los sábados y las festividades, que más allá de reparar la relación del hombre con HaShem, quieren manifestar un agradecimiento de parte nuestro frente a hechos de relevancia social o particular.

Como hemos ya indicado el hecho de separar la conducta social y el comportamiento dentro de un marco de rectitud y el presentar los sacrificios fue una realidad contra la que se opusieron los profetas, cada uno en su tiempo, ya que dentro del Judaísmo no existe cercanía a HaShem sin que haya equilibrio social. Ahora bien esta visión de mundo que une ambos aspectos de la vida, tanto el humano como el divino fue un verdadero hito dentro del mundo donde la Torá fue entregada, la mentalidad del pagano era completamente diferente, ya que para el idólatra el servicio a una ser superior es una manifestación de un deseo interno por sentirse conectado a un infinito, pero este deseo no implica un cambio social profundo, mucho menos una responsabilidad con el resto de los hombres, salvo en los puntos que le sean de mutua conveniencia.

La Torá nos enseña y así el Midrash traído nos lo resalta que la relación entre la corrección de la persona y su honestidad es vital para su buena relación con HaShem, actualmente existe todo un pensamiento filosófico que manifiesta esta disociación entre la ética y la religión, a veces el mundo moderno hace hincapié en el aspecto ético de los social desvinculado de una responsabilidad trascendente, y a veces se resalta el sentido religioso de la vida sin tomar en cuenta los medios para alcanzar tales ideales, hemos visto en el correr de la historia ejemplos de unos y de otros; hemos percibido además a nivel psicológico una tendencia nefasta a tratar de desvincular al hombre social del su trascendencia, como un recuerdo del verdadero camino de HaShem, esta sección semanal nos hace retraernos al núcleo de una buena relación del hombre con HaShem, así como lo expresó el Rey David:

"¿Quién subirá al monte del Eterno, y quién se erguirá en su sagrado monte? El que tiene sus manos limpias y su corazón puro...".

Conclusión:

Si la persona se encuentra en una situación de estrechez económica y lamentablemente no puede permitirse ciertos lujos o gastos, debe...

Casa chica, corazón grande

“Y congrega a toda la asamblea a la entrada de la tienda de la cita...”

“Moisés hizo conforme a lo que el Eterno le había ordenado y congregó a la comunidad, a la entrada de la tienda” – (Levítico 8:3-4)

Rashí expresó sobre este versículo: “Éste es uno de los lugares en la Torá en que lo pequeño contuvo a lo grande”. Lo que nos quiere indicar el célebre comentarista es: dada la pequeñez de la entrada de la tienda de la que hablamos, se entiende que no hayan podido albergar a toda la comunidad (es decir, los 600.000 hombres). No obstante, en forma Milagrosa, ¡Si alcanzó para que cupieran todos! Si nos ponemos a analizar, ¿cuál era la superficie de todo el Mishkán (el Tabernáculo)? ¿Cuánto medía la superficie de la entrada de la tienda o el patio de acceso al tabernáculo? Mucho menos de 2000 metros cuadrados, un espacio diez veces menor al de una cancha de fútbol, salvando la distancia. ¿Cómo podía caber allí todo el pueblo de Israel? (Existe la opinión del Eben Ezra que no se refería HaShem a la gente común, sino a los líderes y ancianos). Rashi nos enseñó que ocurría un milagro y todos entraban, nadie se quedaba afuera.

El Gaon Jatam Sofer aclara la razón de esta maravilla ocurrida y dice que fue por causa de que este santuario se inauguró con toda la majestuosidad y el lujo. Se utilizaron materiales y objetos de muchísimo valor, como el oro, plata, piedras preciosas, telas finas, etc. No existía comparación a la belleza y suntuosidad que ofrecía la casa de HaShem en algún otro lugar. Por lo tanto, este hecho da lugar a pensar que Di-s exige un nivel muy alto.

Verdaderamente el servicio que nosotros le brindamos merece ser el mejor y el más destacado y, ¿por qué no? Si no decoramos la casa de Di-s con todo lo que él nos brindó, ¿qué vamos a decorar con oro y piedras preciosas? Sin embargo, existen también los pobres carentes de todas estas magnificencias, aquellos que apenas llegan a fin de mes, que no tienen el conocimiento de todos estos valores y ni siquiera saben cómo se llaman... Entonces pueden llegar a decir: nosotros no tenemos nada que ver con todo esto. Para participar aquí hay que pertenecer a un nivel alto, a otro status social, esto requiere de una buena situación económica, etc. Para erradicar este pensamiento torcido y equivocado, le ordena HaShem a Moisés, ¡¡Congrega a todo el pueblo!! ¡¡Reúneme a todos aquí!!

En una superficie pequeña, menor a los 2000 metros cuadrados, que se aglomeren y se apretujen y, de este modo, se van a sensibilizar con el Servicio Divino, un lugar pequeño que contiene a millares de judíos. El público en general debe aportar con soltura sus donativos, con honor y devoción, sin sentirse menoscabados por su humildad, ya que nuestros sabios establecieron: “No existe el concepto de pobreza en una congregación”. Sin embargo, con respecto al servicio y a la dedicación personal, la disminución de los lujos, la conformidad con lo mínimo elemental y el desinterés por los placeres mundanos, son fundamentales para servir a Di-s.

Es verdad, que la riqueza y la opulencia son moneda corriente en la casa de HaShem, pero eso es lo que respecta a su servicio comunitario, no es lo mismo con la práctica personal de cada persona. Es menester que seamos humildes, espirituales, desinteresados y conformistas para nosotros, ya que es necesario este modo de vida para poder cumplir con los preceptos y mandamientos divinos.

Como encontramos en la Torá, con respecto a los judíosque tenían la obligación de subir a Jerusalén tres veces al año. Nunca hemos oído ni visto la necesidad de construir hoteles ni albergues para esta concurrencia masiva de huéspedes pasajeros ya que todos se ubicaban de alguna manera. Seguramente el espacio físico que ocupaba cada uno en Jerusalén, no era el mismo al que estaban acostumbrados el resto del año en sus respectivas ciudades. Con todo eso nuestros eruditos recalcaron en el Tratado de Avot 5:5: “Nunca se oyó decir: no tengo comodidad en Jerusalén”, puesto que esta santa ciudad prodigaba a sus huéspedes una buena onda y un gran optimismo que quitaba la posibilidad de quejarse; nadie lo hacía. Todo estaba a las mil maravillas, ya que esta metrópoli ejercía una suerte de instrucción sobre sus visitantes a la conformidad y al desinterés por el materialismo.

Por lo tanto, nos indica el sabio Jatam Sofer: Si la persona se encuentra en una situación de estrechez económica y lamentablemente no puede permitirse ciertos lujos o gastos, no debe desmoralizarse ni deprimirse, sólo tiene que alzar los ojos al cielo e imaginarse que en el patio del santuario el pequeño espacio físico alcanzaba y contenía a multitudes. No olvidar el viejo dicho: “Casa chica, pero corazón grande”. Lo más importante es tratar de ser feliz con lo que tenemos. El Rey David decía: “Los que buscan a Di-s no les faltará el bienestar” (Salmos 34:11). En hebreo “bienestar” se pronuncia “todo bueno”; por lo tanto el Maguid de Mezritch lo interpretaba así: “¿Saben por qué a los buscadores de HaShem no les falta todo lo bueno? Por la simple razón de que todo es bueno para ellos, todo les cae bien, puesto que son conformistas y se arreglan con poca cosa”.

Por eso reza el versículo: “No les faltará”, dado que no lo tienen, pero tampoco les falta y no se siente la necesidad de poseer lo que no les falta. Por medio de estas cualidades de conformidad y satisfacción en todo lo que sea materialismo y confort, se logra forjar una personalidad devota de HaShem y perseguidora de todos sus preceptos. Como cuentan que en cierta ocasión el Jafétz Jaim le declaró a sus allegados: -“Ustedes creen que si yo hubiese comido carne todos los días, hubiera podido escribir el Mishná Berurá (la gran obra de Ley Judía)?”.

Es de sumo conocimiento el cuento del turista norteamericano que decidió hacer una visita a la casa del sabio Jafétz Jaim. Viajó hasta la ciudad de Radin, en Europa, y luego de alojarse en alguna hostería u hospedaje, se dirigió hasta la casa del gran sabio. El viajero creía que seguramente se iría a encontrar con una casa de lujo, con todo el confort y las comodidades que una persona de esta envergadura se merece. Al ingresar a la humilde casa del sabio, observó como este Tzadik estaba sentado estudiando Torá, apoyando su libro sobre una mesa gastada y antigua. Las sillas no combinaban con los muebles, todo tenía un aspecto muy pobre. Después de haber entablado una conversación con el gran erudito, le pregunta el forastero al Tzadik: -“Dígame una cosa, ¿qué pasó con sus muebles? Una personalidad como usted debería tener un lugar más apropiado para vivir”.

-“Y dime ¿dónde están tus comodidades y tu confort, aquí en Radin?”, le interrogó el anciano al opulento turista.

-“Rabino, yo aquí estoy de paso”. En América tengo mis comodidades, mi casa con todos los lujos, mi carro, jardines, obras de arte, etc.”, respondió el turista. -“¡Qué tus oídos oigan lo que dices!”. “Yo aquí estoy de paso”, replicó el sabio Jafetz Jaim.

Los grandes Sabioshacían de este mundo algo totalmente pasajero, invertían su tiempo en la Torá y losPreceptos, los cuales brindan un pasaporte para el mundo venidero, donde sí se vivirá la felicidad y plenitud. Estos sabios no eran pobres, sino ricos y multimillonarios en obras de bien, ayudas, Torá, Preceptos, buenas acciones, etc. Como ocurrió con el famoso Jazón Ish, que una vez le trajeron un sobre con dinero de Pidión (caridad, como se acostumbraba). El Jazón Ish no lo quiso aceptar. Al observar esta persona que ofrecía el dinero la pobreza que reinaba en esa casa le preguntó: -“¿Y usted de qué vive?” -“Yo vivo de los favores que le hago a la gente”, replicó el Jazón Ish, queriendo decirle que él no se preocupa por su sustento, puesto que se arreglaba con un mínimo salario que le alcanzaba para mantenerse.

Ésta es la visión de los Tzadikim (Justos)y lo que la Torá nos mostró con respecto al patio del Mishkán. Puede la persona hacinarse entre las multitudes y sentirse cómodo, lo principal es estar cerca de la fuente de la espiritualidad y santidad. “Lo demás, es lo de menos.” Para concluir, quiero citar una frase célebre enunciada por el Sába de Kelem: -“¿Por qué la persona no tiene lo que quiere? - Porque no quiere lo que tiene; si quisiera lo que tiene, tendría lo que quisiera”.

Shabat Shalom.

Haftarat Tzav Sh’muel Alef 15: 1 – 34

La segunda de las cuatro parashiot especiales es parashá Zajor, y en lugar de leerse la haftará correspondiente a la parashá semanal, se leerá la haftará correspondiente al shabat Zajor.

En la historia de Purím - relatada en el libro de Ester - encontramos a un personaje que quiso destruir al pueblo de Israel solamente porque eran judíos. Se llamó Hamán. En la meguilat Ester, Hamán es llamado "Hamán el Agaguita", pues él era descendiente de un tal Agag. Pero ¿quién era Agag? Si leeremos la haftará de esta semana lo sabremos.

Agag era el rey del pueblo de Amalek, el mismo pueblo que atacó sin ningún motivo justificado al pueblo de Israel, cuando éste salió de la tierra de Egipto e iba desplazándose por el desierto, dejando atrás la dura y terrible esclavitud egipcia. Más tarde D’s decretó que debemos recordar lo que nos hizo este malvado pueblo, y ordenó que el primer rey que tenga el pueblo de Israel en la tierra de Israel, deberá salir a la guerra y destruirlo.

Es por eso que el profeta Sh’muel después de coronar a Shaúl - un hombre de la tribu de Biniamín - como rey del pueblo de Israel, le ordenó que vaya y cumpla la orden de D’s:

"Ahora, ve y golpea a Amalek, y destruirán todo lo que tiene, y no te apiadarás de él, y matarás desde hombre hasta mujer, desde niño hasta lactante, desde toro hasta cordero, desde camello hasta burro" (15:3).

Pero el rey Shaúl no cumplió la orden de D’s al pie de la letra. Él dejó con vida a Agag - el rey de Amalek, y a algunas de sus pertenencias, por lo que el profeta Sh’muel se presentó delante de él reprendiéndolo por su mala acción, y entre otras cosas le dijo:

"Dijo Sh’muel: Ciertamente si tú eres pequeño en tus ojos… el jefe de las tribus de Israel eres, y te ha ungido D’s como rey sobre Israel" (15:17).

Rab Iehonatán Aibshitz (1690 - 1764) en su libro "Ahavat Iehonatán", nos explica que D’s tuvo un propósito determinado al coronar como rey a un hombre de las tribus de menor importancia dentro del pueblo de Israel (Biniamín). A pesar de que hubiera correspondido coronar como rey del pueblo de Israel a un hombre de alguna de las tribus más importantes (por ejemplo: Iehudá), D’s no quiso hacer eso, para que el rey no sea arrogante y para que no se enaltezca su corazón tomando decisiones propias o escuchando los consejos de sus asesores, ya que él debía escuchar solamente las palabras de D’s por medio de Su profeta, y específicamente por este punto es que el rey Shaúl fue reprendido por el profeta Sh’muel:

"…Ciertamente si tú eres pequeño en tus ojos, el jefe de las tribus de Israel eres… (15:17) y ¿para qué fuiste ungido como rey? Para que no inventes nuevas órdenes que no te han sido dichas por el profeta. ¿Y por qué no has escuchado la voz de D’s, y te has apresurado en pos del botín, y has hecho el mal a los ojos de D’s?" (15:19).

Además, el Rab Eliézer Jarlap - citado en el libro "Cojav Miiaacov" - nos explica que el pecado de Shaúl fue que se consideró demasiado astuto y sabio como para contradecir la orden del profeta, ya que Sh’muel le había dicho: "Ahora, ve y golpea a Amalek y destruirán todo lo que tiene, y no te apiadarás de él y matarás desde hombre hasta mujer, desde niño hasta lactante, desde toro hasta cordero, desde camello hasta burro" (15:3), pero Shaúl pensó que el animal que era apto para ser sacrificado en el altar del Templo, era preferible traerlo con vida en lugar de matarlo.

Es por eso que el profeta Sh’muel le dijo que ese fue un gran error: "Dijo Sh’muel: ¿Desea D’s holocaustos y sacrificios, así como que se escuche la voz de D’s? He aquí que escuchar es mejor que los sacrificios; hacer caso es mejor que los carneros" (15:22).

Y ahora comprenderemos mejor el versículo que dice: "Dijo Sh’muel: Ciertamente si tú eres pequeño en tus ojos, el jefe de las tribus de Israel eres…", como diciendo: "Dijo Sh’muel: Ciertamente si tú eres pequeño en tus ojos, si tú te sentirás pequeño y sin importancia, y no criticarás ni intentarás ser más astuto y sabio que las mitzvot de D’s, entonces el jefe de las tribus de Israel eres…".

Para concluir podemos decir que las palabras de nuestro autor están insinuadas en la misma Tora al decir: "Y el hombre Moshé era muy humilde, más que toda persona sobre la faz de la tierra" (Bamidvar 12:3). La verdadera grandeza la posee solamente quien se considere el más pequeño de todos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"…y él deberá separar las cenizas de lo que consumió el fuego del sacrificio en el altar, y deberá ponerlo próximo al altar" (Vaikrá 6:3).

En esta parashá encontramos que D-s le ordena a Moshé Rabenu algunas leyes sobre los sacrificios. La Torá ordena que la primera tarea de la mañana sea que un cohen tome un poco de las cenizas del altar y las coloque en el lado este del altar.

El Rav Shimshón R. Hirsch dice que una de las razones para esta orden es que la Torá quiere que el cohen comience la labor del día siguiente juntando los residuos de cenizas del día anterior, simbolizando así la continuidad del pueblo judío: “Hoy” comienzo con lo que mis antepasados me dejaron “ayer”.

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