martes, 17 de agosto de 2010

Parashá Ki Tetze

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Resumen Parashá Ki Tetze

Oficina de objetos perdidos... "De devolver devolverás a tu hermano..." (Devarim 22.1)

Entre los preceptos que contiene esta sección de la Torá, nos encontramos con la obligación de devolver aquellos objetos que se encuentran perdidos, previa investigación sobre sus dueños. Nuestra parashá es un capítulo más en el discurso de Moshé a la nación, antes de su fallecimiento. Todos los preceptos con que nos topamos son concretos y prácticos.

Tratan en su gran mayoría de situaciones, al menos aparentemente, "nimias" que surgen en el proceso de la vida; acciones pequeñas que simplemente ocultan ciertos sentimientos y requieren un desarrollo también no necesariamente profundo.

A simple vista esta sección de la Torá contiene pasajes que no abundan en filosofías, sino que preferentemente en la cualidad de la vida, instrucciones sociales para una generación que construirá la nación hebrea dentro de límites territoriales, por lo tanto son normas concretas que de uno u otro modo se conectan con las reglas de la guerra aprendidas en la parashá precedente, por ejemplo: leyes sobre la herencia, cómo actuar frente a un hijo rebelde, cómo honrar al ser humano muerto, la honradez en las pesas y medidas, etc.

Dentro de estos preceptos resalta por su simpleza la obligación de devolver los objetos perdidos como ya indicamos, idea general que contiene muchos detalles y conforma elementos espirituales y sociales en el hombre.

Los siguientes versículos fijan el marco dentro del cual se encuentra el precepto de devolver los objetos perdidos:

"No verás la burro de tu hermano.... y te desentenderás de él, de devolver lo devolverás a tu hermano. Si tu hermano no está cerca tuyo... llevarás (la pérdida) a tu casa ... hasta que tu hermano te la pidiera, y entonces se la devolverás" (Devarim 22.1-3).

Incluso una persona que jamás tomó nada que le perteneciera a su prójimo, nunca se llevó como recuerdo un cenicero de algún hotel, verá como algo permitido sin duda levantar algún objeto caído que de seguro se le perdió a alguien en la calle. No es una situación común que sea devuelto a sus dueños y no se deduce de suyo que alguien se esforzará en buscar al dueño, incluso que la pérdida tenga algunas mínimas señales que permitan una identificación, aunque sea también mínima".

Los hechos por si mismos se presentan como un grupo de posibles motivos para no devolver la pérdida, el dueño del objeto perdido no es conocido por el hombre, por lo tanto todo sentimiento con respecto a la propiedad del prójimo se derrumba de pronto. Es por lo tanto muy directo pensar que si alguien encuentra un reloj perteneciente a un pariente, a un amigo o conocido, lo devolverá sin retraso; pero la pérdida perteneciente a un extraño, a una persona completamente anónima...

Por lo tanto, hay que poner atención al estilo personal y educativo de estos pasajes, que directamente se dirigen a los sentimientos de hermandad (la palabra "tu hermano" es mencionada cinco veces), y esto para aludir y enseñar que debemos abrir dentro nuestro un sentido de hermandad que nos incluya a todos, algo como "todo Israel son hermanos", porque así no podrás desentenderte de la pérdida de tu hermano, ya que ahora esta pérdida pasa a tener para la persona que la encontró un cierto valor de cercanía con su dueño.

Sin embargo, la obligación de devolver las pérdidas es bastante más amplia de lo que se entiende desde un perspectiva superficial, las palabras repetidas en este pasaje, y el estilo redundante en algunos casos mantiene oculto dentro de estos mismos términos la conducta a seguirse en la práctica.

En el primer versículo se declara: "de devolver devolverás", esta repetición de términos responde al siguiente estudio: "De devolver devolverás, si devolviste un animal perdido y se escapó, deberás devolverlo una segunda vez – así incluso cuatro o cinco veces..." (Midrash Sifrí 46).

Aprendemos de esta fuente que no es suficiente conformarse con una devolución realizada una sola vez, sino que debemos realizar esto todas las veces que sea necesario. Por ejemplo, una vaca que se escapó y fue encontrada y devuelta, si nuevamente se escapa del establo de su dueño, estamos obligados a devolverla si la encontramos, del mismo modo que si fuese la primera vez.

Incluso que esta obligación se contradiga con una cierta idea peregrina que tenemos en nuestro corazón: "¡Qué la cuide el dueño mucho mejor!, ¿Acaso, yo le debo algo?". Este precepto por lo tanto enseña, que ciertamente yo le debo algo a mi prójimo y en cierta medida recae una responsabilidad sobre todos los hombres en lo referente a la propiedad de lo otros.

Es importante aclarar, que no nos referimos a un pedido altruista que no corresponde a la realidad, así vemos que no hay obligación de devolver la pérdida, cuando a partir de esta acción se va a producir algún daño en la persona misma que encontró una pérdida. Así no está obligada la persona a interrumpir su trabajo diario para ocuparse en la pérdida del otro.

Quien profundice en el Talmud en los lugares donde se trata el tema, distinguirá un sistema completo de límites, cuyas definiciones estarán siempre referidas a las circunstancias en las cuales alguien se puede desentender de una pérdida y preferir la propiedad particular sobre la del otro o viceversa.

Así también encontramos la siguiente deducción, en un pasaje del tema están simplemente demás dos palabras: "y entonces se la devolverás", hubiese sido suficiente y decir: "hasta que tu hermano te la pidiera", y ciertamente hubiera sabido que recae sobre mi la obligación de la devolución. Por ende los maestros estudiaron de esto la siguiente normativa: "Debe realizarse una devolución real, o sea que no coma (el toro perdido) en tu propiedad según su precio y te empobrezcas por él. Por este motivo han dicho: toda pérdida que produzca frutos, pueden aprovecharse estos frutos para mantener a la pérdida, y si no produce que se venda" (Rashí al pasaje). Es claro, no obstante, que el toro perdido, en el ejemplo proporcionado, no comerá de la propiedad del que lo encontró; por otro lado, no corresponde que siendo que alimentó al animal perdido, en el momento de devolverlo no le presente al dueño una cuenta con los gastos. De o ser así nadie cuidaría pérdidas de este tipo. En los Midrashim, los sabios traen varios ejemplos de la efectividad en la práctica del cumplimiento de este precepto, especialmente por aquellos que eran muy fieles a la normativa de la halajá. Así este relato lo demuestra:

"Ocurrió con Rabí Pinjás Ben Yair, que vivía en una ciudad del sur, y fueron unas personas a buscar trabajo allí. Estas personas tenían en su poder dos medidas de cebada y las depositaron donde él, y las olvidaron y luego se fueron. Rabí Pinjás Ben Yair tomó estas semillas y las plantaba cada año, y luego con la cosecha llenó unos silos. Después de siete años fueron aquellas personas a buscar la cebada e inmediatamente los reconoció Rabí Pinjás Ben Yair y les dijo: Vengan y tomen sus depósitos" (Devarim Rabá 3.3)

He aquí, las medidas de cebada habían fructificado, en estos casos el precepto es práctico y concreto, pero además crea en el corazón del hombre un sentimiento de responsabilidad que forma el marco verdadero del pensamiento judío; ya que la preocupación por la propiedad del otro es un punto básico en las relaciones sociales dentro del pueblo. Esta situación va creando nuevas perspectivas y una sensibilidad especial para poder formar una sociedad con valores espirituales.

Si bien el precepto cubre una situación social como hemos señalado, en la cual cada persona se considera nuestra familia, y por lo tanto ya no es la pérdida de un ser anónimo, sino de un "pariente", es decir de alguien a quienes los lazos afectivos no nos permitirán desentendernos de su propiedad. Estos conceptos ideales son parte de las finalidades de los preceptos, pues a través de estos mismos preceptos se va adquiriendo una personalidad diferente.

Resumen de Haftarat Ki Tetze

Ieshaiahu (Isaías) 54:1-10

Esta semana leeremos la quinta de las siete profecías de consuelo para el pueblo de los hijos de Israel, extraídas del libro del profeta Ieshaiahu (s. VI a.e.c.). En esta profecía - que hace referencia a los días de la redención final - Ieshaiahu compara a la ciudad de Jerusalem con una mujer estéril y abandonada pero que al final dará a luz; así también ocurrirá con Jerusalem, a pesar de que sus hijos fueron llevados al exilio, y ella se asemejó a una mujer estéril que no tenía hijos, en el momento de la salvación sus hijos retornarán a ella.

Uno de los más importantes comentaristas de la Biblia llamado el Malbim (Meir Leibush Ben Iejiel Mijal, 1809 - 1879) nos ofrece un bonito comentario para explicar las palabras de D'os a su pueblo:

"Por un pequeño instante te he abandonado mas con gran misericordia te recogeré" (54:7)

Debes saber que el tiempo que te he abandonado será considerado como si sólo se hubiera prolongado por un pequeño instante en comparación con la grandeza de la futura redención, pues con gran misericordia te recogeré.

"Con enojo efímero oculté Mi Rostro por un instante de ti mas con eterna benevolencia tendré misericordia de ti, ha dicho tu Redentor, D'os" (54:8)


He ocultado Mi Rostro por un instante de ti por el enojo, pero fue sólo un enojo efímero en comparación con la benevolencia del perdón del pecado, pues Mi misericordia vino como consecuencia de la eterna benevolencia que tuve al perdonar tu pecado para siempre.

"Como las aguas de Noaj (Noé) esto es para Mí: así como he jurado que no pasarán más las aguas de Noaj sobre la tierra, así también juro no enfurecerme contigo ni reprenderte"

(54:9)

Así como he jurado en los días de Noaj (Noé) que no habrá otro diluvio sobre la tierra, pues tuve piedad por todo el mundo - para que no sea destruido, así también tú eres importante para Mí como todo el mundo, y la posibilidad de que me enoje contigo es tan dura para Mí como si traería un diluvio de agua para destruir toda carne, y así como he jurado que no pasarán más las aguas de Noaj sobre la tierra, así también juro dos juramentos:

  1. no enfurecerme contigo por tu pecado.
  2. ni reprenderte enviándote al exilio.

"Pues las montañas podrán vacilar y las colinas desmoronarse, mas Mi benevolencia de ti no se apartará y Mi pacto de paz no se desmoronará, ha dicho el que se compadece de ti, D'os" (54:10)

Pues no solamente Me es tan duro destruirte como destruir a todo el mundo, sino que además, si ocurriera que las montañas pudieran vacilar y destruya Yo a toda la creación que está sobre la faz de la tierra anulando el juramento del diluvio, de todas maneras Mi benevolencia de ti no se apartará.

El Malbim nos explica que lingüísticamente, las montañas (heharim, en hebreo) son los altos montes, y las colinas (haguebaot, en hebreo) hace referencia a los montes no tan elevados. Por otro lado, el verbo vacilar (del verbo mash en hebreo) tiene la connotación de vacilar con intención, y el verbo desmoronarse (mitmotet, en hebreo) significa que la acción tiene lugar por falta de fuerzas.

Si las grandes montañas vacilarán con intención, entonces las pequeñas colinas que están cerca se desmoronarán por su debilidad, al no tener apoyo en las grandes montañas. Basado en esto, el profeta Ieshaiahu compara la benevolencia de D'os con las grandes montañas y el pacto de paz que D'os concertó con el pueblo de Israel con las pequeñas colinas que se apoyan en la fuerza de las grandes montañas.

Así es este pacto de paz. Éste no se apoya en los méritos del pueblo de Israel sino en la benevolencia de D'os solamente, y si vacilara la benevolencia de D'os, se desmoronaría por sí mismo el pacto de paz (por su debilidad), pues el pacto en sí es débil sin la benevolencia de D'os. Pero por cuanto que la benevolencia de D'os no se apartará de ellos (pues Su benevolencia es algo eterno - ya que no depende de las acciones del pueblo y su rectitud, y es por eso que no cambia cuando cambian sus acciones), inevitable.

Perla de la Parashá Ki Tetze

"No veas al toro de tu hermano o a su cordero perdidos y te apartes; devuélveselos a tu hermano!" (22:1).

Esta prevención de la Torá se refiere a la devolución de bienes materiales, y de aquí nosotros debemos aprender acerca de la devolución de almas. Es por eso que si vemos hermanos nuestros que están perdidos no debemos apartarnos de ellos. No debemos pensar que no son nuestra responsabilidad. Debemos intentar por todos los medios que sus almas retornen a sus orígenes y sus fuentes.

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