sábado, 24 de julio de 2010

Parashá Ekev

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Resumen Parashá Ekev

La tierra de Israel – la buena tierra.

Entre los muchos mensajes que abarca nuestra parashá sobresalen en forma especial las nostalgias de Moshé por aquel lugar al que no tiene permitido ingresar, la tierra de Israel. La descripción de la tierra prometida cobra en esta sección de la Torá una perspectiva especial, es descrita con toda su intensidad como una "buena tierra", un lugar privilegiado donde "no con pobreza comerás pan" (Devarim 8.9). Pareciera que junto con él nosotros también sentimos el dolor intenso que Moshé sufre, ver la tierra desde lejos... solamente verla.

Así podemos percibir que cada vez que el gran maestro recuerda la tierra de Israel, y así desde el comienzo del libro Devarim, le agrega un atributo singular, simple y profundo "buena"; una vez tras otra menciona la tierra con su atributo descriptivo "buena", como si fuera la única descripción que correspondiera añadir a esta espacio más que físico.

En su discurso último, también nosotros que vivimos lejanos en el tiempo y en el espacio de las planicies de Moav, el lugar geográfico escogido para la despedida de su pueblo, podemos percibir el enraizado amor que Moshé siente por esta tierra, a sus ojos y a los nuestros, "buena".

Del mismo modo que el deseo tan fuerte de Moshé para cruzar tras el Jordán se ve reflejado en sus palabras al comienzo de este libro, cuando declara:

"Por favor, he de pasar y veré la buena tierra... este buen monte y el Líbano" (Devarim 3.25)

En nuestra parashá agrega aun más en su descripción tan detallada de la tierra que podemos ver es sus palabras los atributos eternos que definirán para siempre los límites espirituales de la tierra prometida:

"Porque El Eterno, tu Dios, te traerá a una tierra buena:

Una tierra de arroyos de agua, manantiales y fuentes subterráneas salen en el valle y en el monte.

Una tierra de trigo y cebada, vides, higos y granadas.

Una tierra de aceites de oliva y miel.

Una tierra en la cual no con pobreza comerás pan, en la cual nada te faltará.

Una tierra cuyas piedras son hierro y de sus montes se extrae cobre" (D’varim 8.7-9)

Una sensación de frescura surge de estas palabras y es como si escucháramos el salpicar silencioso de los manantiales, podemos casi contemplar los campos rubios llenos de espigas de trigo extendiéndose de un lado al otro del horizonte. Las vides parecen presentarse frente a nosotros con todo el grosor de su mosto, la miel y las olivas completan un paisaje diáfano y verdoso, lleno de vida; en fin todo un marco de riqueza natural entregado al hombre como presente venido directamente de la mano del Creador por medio de su tierra.

Pero más allá de las descripciones emocionantes, y de las palabras llenas de sentimiento que emanan de estos versículos, podemos profundizar en estos mensajes una exactitud sorprendente. Moshé ha calculado en forma precisa los términos que utiliza como descripción, él no ha pintado con tonos simples las virtudes materiales de la tierra de Israel.

Cada descripción contiene en su interior una intención muy definida, que viene como un eslabón de una finalidad general incluyente: construir una nación con definición territorial dentro de los límites de la tierra de Israel, esta nación tendrá características muy especiales y no solamente será una expresión geográfica, sino que contendrá dentro de si una sociedad estructurada espiritualmente, que proporcionará una felicidad interna en cada uno de los corazones de sus ciudadanos.

Los contenidos espirituales de este grupo humano, tendrán una energía tal que podrán idealmente proyectarse por sobre el universo entero e iluminar sus sectores más recónditos con el rayo penetrante de la sabiduría, y la frescura de los pensamientos morales – este es el desafío.

Por tal motivo la descripción es precisa y concisa: arroyos de agua, manantiales y fuentes subterráneas, pero no se mencionan sus ríos. Las siete especies con las que fue bendecida la tierra de Israel (trigo, cebada, vid, higo, granada, oliva y miel de dátiles), pero no otras frutas que puedan encontrarse en ella abundantemente. En sus montes se descubren solo el hierro y el cobre, mientras que otros metales quedan "olvidados".

Don Isaac Abravanel acota (Comentario a la Torá), por ejemplo, en lo referente a las frutas:

"Es conocido que en la tierra de Israel hay también otras frutas, como manzanas y otras. Pero no mencionó Moshé, nuestro maestro, aquí sino aquellas especies que son las más apropiadas y sanas para el consumo humano; que son el pan y el vino, las uvas y los higos, sobre los cuales el principal de los médicos, Galeno, escribió que ellos son suficientes para el ser humano, si quiere cuidar su salud, y así también el aceite y la miel son muy necesarias para una conducta saludable, y no el resto de las frutas cuya pulpa tiende fácilmente a podrirse"

Moshé solamente nos mencionó los "padres" básicos de la alimentación, al no mencionar en forma intencional el resto de frutas de esta tierra, les recordó a Israel la función básica de la alimentación: mantener al cuerpo y fortalecerlo, de manera tal que pueda el hombre desarrollar como corresponde sus aptitudes espirituales y cumplir su propósito en este mundo.

¿Tener placer de la comida? Ciertamente que si, pero no es una finalidad el comer en si, en especial cuando degenera en una glotonería, a la cual artículos de "fino paladar" en periódicos le dedican tantas palabras y pensamientos. Si bien la gula en todas sus expresiones no es siempre una señal de una sociedad que se desmorona y está perdiendo sus valores y contendidos, pero es un indicador de una pérdida axiológica preocupante.

En relación a los arroyos que Moshé menciona, sin hacer referencia a los ríos, quiso enseñar a las generaciones futuras una lección de fe y confianza en la supervisión divina. Moshé quiso enraizar en los corazones la realidad de esta tierra, que la bendición natural de su producción depende de las lluvias, ellas son las que llenan los arroyos y las fuentes subterráneas, es decir en otras palabras, su producción depende de la bondad del Creador, quien hace caer la lluvia y soplar el viento.

Esta sensación de dependencia representa una verdadera barrera frente al orgullo del actuar humano, esta frena los sentimientos que alimentan la soberbia de quien contempla su trabajo como único resultado de sus esfuerzos y da lugar a que se presente la humildad. Sin que una sociedad valorice la humildad como fundamento de su convivencia será muy difícil, por no decir imposible, ser una luz para alumbrar recóditos y oscuros confines.

Este también es el contenido profundo del hecho que Moshé solo ve en las montañas de esta tierra hierro y cobre, debido a que son metales primarios que el ser humano necesita para su desarrollo material inmediato. De estos materiales se fabrican los implementos de trabajo y los mínimos utensilio domésticos, para el uso y para el confort de la persona; por este motivo los acentúa Moshé. En cambio el oro y la plata son, según palabras de Rambán, lujos.

Objetos de plata, y los adornos de oro, como también las joyas, están al servicio del orgullo de los seres humanos y no de su subsistencia. Estos objetos lujosos contribuyen a la expresión real y tangible de las diferencias entre clases sociales, mostrando el nivel de los privilegiados que ameritaron poseer estos utensilios, incrementando también por otro lado sentimientos de envidia que destruye los corazones de aquellos que codician y desean poseerlos. Estas dos cualidades negativas, el orgullo y la envidia, son dos factores muy rechazados por la Torá ya que destruyen el círculo humano y desmoronan los cimientos de cualquier sociedad.

Los metales que son necesarios para en mantenimiento social se encuentran presentes dentro de la tierra de Israel, mientras que aquellos que traen solo perjuicios no son vistos por Moshé en su descripción de esta tierra, de allí que sobre ella se diga: "nada te faltará". Porque ciertamente quien no persigue el oro y la plata, y vive según las reglas de simpleza que caracterizan a los espíritus elevados, nada le falta, y para aquel espíritu su lugar está dentro de los límites geográficos que enseñen estos elevados principios, como elevado es su espíritu.

"Nada te faltará", es una confianza muy internalizada en el pueblo, e incluso que ocurra que la tierra de Israel caiga en dificultades, carestías y necesidades y la calidad de vida de sus habitantes no sea siempre la óptima, siempre permanecerá una alegría vital básica, una alegría que define realmente lo que es la austeridad.

Estos valores pueden solamente presentarse cuando dentro de un grupo humano, las finalidades estén puestas en ideales de tipo espiritual y no material. De tal modo queda claro uno de los versículos de esta parashá que nos encomienda a bendecir agradecidos al Creador por el pan que hemos comido, realzando nuevamente los contenidos sublimes de nuestra buena tierra:

"Comerás y te saciarás y bendecirás al Eterno, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado" (D’varim 8.10)

Resumen de Haftarat Ekev

Ieshaiahu (Isaías) 49:14 - 51:3

Esta semana leeremos la segunda de las siete haftarot de consuelo seleccionadas del libro del profeta Ieshaiahu. En los versículos anteriores del libro del profeta, encontramos recordada la histórica función del pueblo de Israel sobre la tierra. Allí es relatado cómo le fue delegada al pueblo de Israel la función de traer luz y libertad a los pueblos del mundo, para construir un camino de paz entre las naciones, que preparará el terreno para un posterior asentamiento del reino de D'os sobre la tierra.

También Ieshaiahu profetiza acerca del futuro retorno de los hijos de Israel a la tierra de sus antepasados - pues hasta ese momento estarían dispersos por los cuatro rincones del mundo. Cuando ese regreso masivo ocurra, entonces ya no escucharemos más las quejas de la "madre Tzión", que solía decir:

"Dijo Tzión: Me ha abandonado D'os y mi Señor me ha olvidado" (49:14)

De acuerdo con Rabí Abraham Ibn Ezra (1102 - 1167) la "madre Tzión" representa al conjunto del pueblo de Israel que estaba llorando porque sus hijos - los hijos de Israel - estaban lejos de ella, en el exilio; pero la opinión del Radak (Rabí David Kimji, 1160 - 1235) es que la "madre Tzión", más bien hace referencia a la ciudad de Jerusalem (y en más grandes proporciones - a la tierra de Israel), que quedó desolada sin que la mayoría de sus hijos habiten en ella.

Después de que la "madre Tzión" se ha enterado de que sus hijos volverán a su seno, ya no hay más lugar para su vieja queja. Además, D'os no tiene el mismo comportamiento que los seres humanos, puesto que:

¿Puede una mujer olvidar a su bebé dejando de ser misericordiosa con el hijo de su vientre? También estos podrán ser olvidados, mas Yo no te olvidaré" (49:15)

Un ser humano, en situaciones extremas puede llegar a olvidar y abandonar algo que antes había querido mucho, pero D'os no es un ser humano, delante de Él el olvido no tiene lugar.

"He aquí que sobre las palmas (de Mis manos) te he tallado, tus murallas están delante Mío permanentemente" (49:16)

El Rav Mendel Hirsh en su libro "Séder Hahaftarot" nos explica que a través de estas palabras ilustrativas, D'os le quiere mostrar al pueblo de Israel la centralidad que tiene su lugar en la historia del mundo. Hay una diferencia grande entre la palma de una mano y la mano en sí. La mano representa la acción, el poder de obrar, pero la palma de la mano representa la posesión de cosas, pues a través de ella podemos asir distintos elementos. D'os le quiso mostrar al pueblo de Israel que entre todas las posesiones que Él cuida en función de la humanidad toda, nosotros ocupamos el lugar más importante.

Las "murallas de Tzión" representan todos los elementos que D'os nos dió como pueblo para autodefendernos. Esto encierra el aseguramiento de consuelo infinito que recibieron y recibirán todos los que acepten el desafío de cuidar y cumplir la Torá - a pesar de las circunstancias adversas que puedan provocar los distintos tiempos cambiantes. El aseguramiento consiste en que la Torá - el alma de vida de Tzión - jamás será olvidada ni podrá ser malentendida, sino que todo lo contrario, ella será concretizada y todos tendrán conocimiento de ella algún día.

Si prestáramos atención, veríamos lo triste que es la situación del pueblo de Israel respecto de este tema, incluso hasta el día de hoy. Cuán minúsculo es el entendimiento claro de la esencia del judaísmo, incluso entre amplios grupos de judíos y judías con cierto grado de tradición! Si observáramos qué grado de contrariedad y desconfianza por parte de las personas, encuentran delante de ellos quienes tienen el valor de erguirse en favor de la Torá, entonces se aclararía delante de nosotros el completo entendimiento de este aseguramiento. Entonces llegaría hasta nuestros corazones el llamado del profeta - en nombre de D'os - de permanecer inamovibles en nuestras convicciones a pesar de los obstáculos, pues si realmente nos levantaremos como una muralla para defender y proteger a Tzión, estaremos bajo la protección de "los ojos de D'os" - que estarán permanentemente abiertos sobre nosotros.

"Se apresurarán tus hijos (en retornar), (y entonces) tus demoledores y tus destructores, de ti habrán de alejarse" (49:17)

Las palabras "ben" y "bat" ("hijo" e "hija") - de las cuales proviene la palabra "banáij" ("tus hijos") - tienen como raíz las letras "bet", "nun" y "he" (BaNoH), raíz hebrea de la que también proviene el verbo "libnot" que significa "construir". Al hijo se lo llama "ben" pues generalmente los hijos continúan construyendo las acciones que habían empezado a construir sus padres.

Pero lo opuesto de lo constructivo es lo destructivo, y mediante estas palabras - nos explica nuestro autor - D'os le está transmitiendo a la "madre Tzión" un claro mensaje:

"Desde tu punto de vista, la expulsión de tus hijos al exilio, fue una tragedia, pero esto realmente sería como tú dices si ellos realmente fueran tus hijos, es decir, los continuadores de los pensamientos y del camino de vida que sus padres tenían. Pero verdaderamente, ellos hace mucho tiempo han dejado de ser tus hijos. Ellos han despreciado las cosas que tú les has enseñado cuidar; ellos han odiado las cosas que les has enseñado amar. Ellos han destruido lo que tú has deseado erigir, y han estado a favor de lo que tú les has enseñado despreciar. Ellos no fueron tus hijos sino tus peores enemigos, y de ellos es que te has liberado gracias al exilio. El hecho de que ellos se hayan alejado de ti ha sido tu más grande éxito".

Pero además de la interpretación de nuestro autor, que entiende que el versículo habla de dos personas distintas, como diciendo: "Cuando 'tus hijos', es decir tus constructores, se apresuren en retornar, entonces automáticamente 'tus demoledores y tus destructores' se alejarán de ti", a mí me parece que tal vez las palabras del profeta, también se pueden entender como si estuvieran hablando sobre la misma persona: "Cuando 'tus hijos', es decir los judíos que están alejados de la Torá y las mitzvot, se apresuren en retornar a ti y a Mí, reconstruyendo sus acciones, entonces 'tus demoledores y tus destructores' se alejarán de ti, pues ya no habrán en ellos malas acciones, que son las que verdaderamente te destruyen como madre".

Perla de la Parashá Ekev

"Y debes saber que así como un hombre castiga a su hijo, Hashem - Tu D'os - te castiga a ti" (Devarim 8:5).

Rabí Abraham de Slonim comentó:

Un padre castiga a su hijo si ve que se comportó mal. No para que pague por lo que hizo - pues él está exento de castigo - sino para que se someta. Pero cuando el niño acepte la autoridad de su padre, inmediatamente éste se comportará con su hijo con amor.

Y D'os también se comporta así. Él no te castiga para cobrarse por lo que has hecho en el pasado, sino que al igual que un padre con su hijo, para que te comportes como un buen niño. Y si comenzarás a comportarte bien no te castigará nuevamente y se llenará de misericordia por ti.


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