martes, 20 de septiembre de 2011

Parashá 51 Nitzavim – 52 Vaielej

Parashá 51 Nitzavim – 52 Vaielej (D´varim 29: 9 – 31: 30)

Tema: “”

Introducción:

En la parashá de esta semana encontramos que D'os le reveló a Moshé Rabenu y a su alumno y continuador Iehoshua Bin Nun, una síntesis de lo que en definitiva ocurrió con nuestro pueblo a lo largo de su historia. D'os, Quien está por encima del tiempo y el espacio, les develó a ellos lo que ocurriría en el futuro:

"Le dijo D'os a Moshé: He aquí que tu reposarás con tus antepasados, y se levantará este pueblo y se prostituirá en pos de los dioses de los extraños de la tierra - que él irá allí en medio de ellos - y Me abandonará y romperá Mi pacto que he concertado con él. Y Me enojaré con él en ese día, y los abandonaré, y ocultaré Mi rostro de ellos y se convertirá en presa, y los encontrarán muchas cosas malas y sufrimientos, y dirá en ese día: 'Por cuanto que D'os no está conmigo es que me ocurrieron estas cosas malas'" (31:16-17).

D'os le dijo a Moshé que después de su fallecimiento, en un momento determinado de la historia, el pueblo de Israel se alejará de D'os y de Su Torá, llegando a cometer incluso el grave pecado de la idolatría. Entonces, D'os se enojará con el pueblo de Israel abandonándolos. La Torá dice que D'os "ocultará Su Rostro" de ellos, y como consecuencia lógica, nuestro pueblo desgraciadamente sufrirá muchas calamidades, ya que no puede haber bendición donde la Presencia Divina no se encuentra.

Sin embargo, la Torá nos asegura que después de mucho sufrir, nuestro pueblo finalmente entenderá por qué es que le ocurrió todo eso: "y dirá en ese día: 'Por cuanto que D'os no está conmigo es que me ocurrieron estas cosas malas'". El pueblo de Israel finalmente comprenderá que no todo es casualidad y que el mundo tiene Alguien que lo dirige.

Profundizando en el entendimiento de estos versículos, encontramos que hay algo extraño en ellos pues el versículo 17 comienza diciendo que como consecuencia de nuestras malas acciones habrán "muchas cosas malas y sufrimientos", pero al finalizar el versículo la Torá dice: "y dirá en ese día: 'Por cuanto que D'os no está conmigo es que me ocurrieron estas cosas malas'". Las "cosas malas y sufrimientos" ahora se convirtieron en "cosas malas" solamente. ¿A dónde se fueron aquellos "sufrimientos"?

Esta pregunta la formula el Rav Eliézer Man Shaj en la introducción a su libro "Abí Ezrí" - escrita en la ciudad de Jerusalem el año 1948, cuando la sagrada ciudad estaba siendo bombardeada por los ejércitos de los árabes.

Para responder, el Rav Shaj nos explica que cuando a la persona le ocurre algo malo, él no sólo siente el dolor por la cosa mala en sí, sino que muchas veces él también se auto-tortura con preguntas que parten de la impotencia, como ser: "¿Por qué me pasó esto justo a mí?" o "¿Qué hice yo para merecer esto?". Desgraciadamente, en la mayoría de las personas, preguntas de esta índole no son más que un grito de dolor y desahogo, y están distantes de ser una expresión de reflexión y toma de conciencia, como debería ser.

Y así explica el Rav Shaj las palabras de nuestro versículo: "y los encontrarán muchas cosas malas y sufrimientos" - las cosas malas son las cosas malas en sí, es decir, las calamidades mismas; mientras que los sufrimientos son las consecuencias de esas cosas malas, es decir, todo el sentimiento de dolor que viene por las calamidades mismas. Este sentimiento de sufrimiento invade a la persona que carece de una verdadera fe en D'os. Pero alguien que es temeroso de D'os y cree completamente en que D'os supervisa y dirige Su mundo decidiendo todo lo que en él ocurre, para esa persona, las cosas malas no se convierten además en sufrimientos, sino que quedan objetivamente en la categoría de calamidades.

Y así sentía el rey David que dijo: "Aunque vaya por valles de tinieblas no temeré pues Tu estarás conmigo, Tu vara y Tu bastón serán mi consuelo" (Salmos 23). Puede ser que de vez en cuando nos merezcamos algún golpe-recordatorio (vara), pero eso siempre viene acompañado de una enseñanza y una esperanza que nos ayudará a seguir (bastón).

Es por eso que el versículo termina diciendo: "y dirá en ese día: 'Por cuanto que D'os no está conmigo es que me ocurrieron estas cosas malas'" - de momento que la persona comprende que todo lo que le sucedió es porque D'os no estaba con él a causa de sus malas acciones, entonces automáticamente se anulan esos sufrimientos, y él se queda solamente con esas cosas malas.

Esta bella enseñanza del Rav Shaj debe servirnos en todos los momentos y todas las situaciones de nuestras vidas. Preguntas como: "¿Por qué me pasó esto justo a mí?" o "¿Qué hice yo para merecer esto?", no deben ser señales de rendición e impotencia sino un sincero reflejo de querer entender lo que nos pasa para mejorar y cambiar. Entonces, no sólo dejarán de existir los sufrimientos sino también las cosas malas. Amén.

Desarrollo:

YO QUIERO ELEGIR

“Puse frente tuyo la vida y la muerte, la bendición y la maldición, y elegirás la vida...” (Devarim 30,19)

El libro “Akedat Itzjak” nos trae el siguiente relato:

El rey de un poderoso imperio tenía tres hijos. Un día, el rey los reúne y les dice que tiene pensado darles cargos muy importantes en las esferas del gobierno, pero, hay una ley en el reino que el rey no puede pasar, ni siquiera en favor de sus propios hijos. La ley exige que para ocupar cargos honorables en el gobierno es necesario haber realizado en la vida buenas acciones y que haya quedado demostrado que es una persona con gran sabiduría. Por eso, dijo el rey a sus hijos, tengo un consejo para ustedes: hagan un viaje al exterior por un tiempo, allí harán cosas buenas que se harán noticia aquí en el reino, de forma que cuando vuelvan, yo pueda asignarles esos cargos importantes que tengo reservados para ustedes...

Y así fue que los tres hijos emprendieron un largo viaje que terminó en una alejada isla cercana a las costas de Africa. Todavía no habían llegado y ya, desde lejos, se veía un campo enorme, y desde el barco, decidieron que ese sería el lugar donde pondrían “manos a la obra”.

Llegaron a la entrada del campo y encontraron en el portón a tres hombres que estaban sentados en el lugar. Uno, un anciano, muy pero muy viejo. El segundo, parecía una persona que pasó y seguía pasando, lo alenu, muchos sufrimientos, le costaba moverse y aparentemente estaba leproso. El tercero, en cambio, se veía como el más inteligente de los tres, parecía tranquilo, estaba prolijo y sonriente...

Cada uno de ellos se dirigió a los hijos del rey, cada uno con un consejo. El primero dijo: ustedes entrarán al campo, entren, pero sepan que así como entraron también tendrán que salir, no podrán permanecer allí para siempre. El segundo: pueden comer y tomar todo lo que quieran, hacer uso del campo a gusto, pero, cuando se vayan, no tendrán permiso para llevarse nada de lo bueno del campo. Y, el tercero advirtió: cuando coman los frutos del campo, tengan mucho cuidado de no comer frutos no buenos, elijan solamente los buenos...

Después de los “discursos de bienvenida”, los tres entraron al campo, y quedaron realmente sorprendidos por la gran variedad de plantas, hermosos árboles, flores de agradable aroma... Esta armonía vegetal traía consigo la visita de hermosas aves, pájaros de diversas especies que regocijaban a los visitantes con sus cantos. Avanzaron un poco más y vieron importantes piletas de agua que se bifurcaban en distintos brazos hacia todos lados con el objeto de regar todo el campo, para que crezcan por todos lados plantas y árboles. Todo demostraba una gran sabiduría en la planificación y construcción del campo. Como si no alcanzara semejante belleza, en una esquina más alejada, encontraron oro, plata y piedras preciosas.

Los primeros días, los tres hijos del rey estuvieron juntos. Comieron, tomaron, y disfrutaron de las bondades del campo. Pasaron estos días y cada uno emprendió su camino por separado.

El primero, se sintió atraído por los hermosos frutos, y pasó los días comiendo y bebiendo. El segundo, después de haber comido y bebido suficiente los primeros días, no pensó que comer y beber sería lo mejor, había otra cosa que lo llamaba, algo más importante, se dedicó a juntar oro, plata y piedras preciosas. Llenó los bolsos que traía, y después también todos sus bolsillos. Cuando vio que el lugar no le alcanzaba, se sacó el abrigo y lo utilizó como un bolso más. Desde luego que también lo llenó, por lo que anduvo por todos lados buscando donde juntar más y más riquezas. Tanta era su ambición por el dinero, tanta su desesperación, que hasta se olvidaba de comer, y eso se empezó a sentir, con el agregado del transporte de pesadas cargas de un lugar a otro, todo fue en deterioro de su cuerpo. El no comer adecuadamente y el transportar cosas pesadas deformó su rostro y sentía fuertes dolores en todo el cuerpo, pero, no podía dejar pasar esta oportunidad, tenía que seguir juntando...

Para el tercero de los hijos, la conducta de sus dos hermanos, dejaba mucho que desear. No sentía desesperación ni por comer ni por juntar riquezas. Dedicaba su tiempo a la observación y a la investigación. El campo era maravilloso, planificado casi a la perfección, por eso se inclinó a averiguar las técnicas utilizadas en una construcción tan organizada. Los resultados estaban a la vista, por lo que se volcó a descubrir cómo fue construído. Preguntó y preguntó sobre los detalles que iba encontrando. Después, intentó encontrar a los “cerebros” del campo, los que se encargaron del proyecto. No los encontró, lo que sí encontró fueron unos grandes libros que explicaban en amplitud todos los pormenores de la concreción de proyectos similares. Estuvo “comiendo” los libros durante días, lo que sirvió para ampliar muchísimo sus conocimientos. Pero, no por esto dejó de comer y beber, en la medida necesaria, para reconfortarse con los sabrosos frutos que regalaba el campo, y tampoco olvidó pasearse por la esquina de las piedras preciosas para guardar algunas pocas en sus bolsillos, no muchas, sólo la que lo impresionaba demasiado...

Un día, llega a la isla un envíado del rey que les anuncia que llegó la hora del regreso. El padre les pide que vuelvan inmediatamente. Al recibir la noticia, los tres se apresuraron a emprender la vuelta. El primero de los hijos, que se dedicó solamente a comer y beber, ni bien salió del campo no pudo soportar la vida fuera del campo, en unos días se enfermó, y murió...

Después salió su hermano, cargado de paquetes. El peso de los paquetes y el esfuerzo de juntarlos y arrastrarlos cambió su fisonomía, ya no parecía un hijo del rey. Y eso no fue todo, como lo previnieron al entrar, cuando intentó salir, le sacaron todos los paquetes que con tanto esfuerzo juntó y arrastró, y como castigo por intentar infringir la ley del campo los custodios lo golpearon brutalmente. El resultado, salió del campo con las “manos vacías”, golpeado y dolorido, con heridas en el cuerpo y la ropa desgarrada...

El tercero de los hijos se alegró mucho al escuchar el llamado de su padre y dijo: éste es el día que estaba esperando, ahora podré mostarle a papá la riqueza espiritual que adquirí en todo este tiempo. Cuando atravesó la puerta del campo le mostró a los guardias las piedras preciosas que tenía en el bolsillo, y al ver ellos que eran unas pocas piedras, le fue permitido llevarlas consigo, ya que vieron que no intentaba llevarse “paquetes”...

Los dos hermanos llegaron a la puerta del palacio. Uno, totalmente demacrado, estaba irreconocible, nadie podía suponer que se trataba de uno de los hijos del rey. Los soldados que estaban en la entrada no lo dejaron entrar, ni siquiera lo dejaron hablar, lo echaron pensando que era un delincuente más que quería entrar al palacio. El segundo fue reconocido de inmediato y recibido con todos los honores dignos de la familia real. Se encontró con su padre y le describió los pormenores de todo lo que vio y aprendió en esa lejana tierra. Dijo el rey: sos el indicado para sentarte entre los ministros de la corte

Los tres hijos del rey son los tres tipos de personas que Hakadosh Baruj Hu manda al mundo para que hagan “algo”, para que se hagan merecedores de tener un lugar en el mundo venidero. Cuando el alma baja a este mundo, en el momento en que nacemos, cada uno de nosotros recibe tres advertencias: la primera la encontramos en el primer hombre: “Adam Harishon”, al que le fue dicho que vino de la tierra y terminará en la tierra, su estadía en este mundo no será eterna...

La segunda advertencia la encontramos en el libro de Iob. Iob dijo sobre sus sufrimientos: salí desnudo del vientre de mi madre y cuando salga de este mundo también saldré desnudo, con lo que sabemos que en nuestra salida del mundo material no podremos llevarnos nada (material).

Y la tercera, salió de la boca de Moshe Rabenu, un alma tan especial, cuando está por dejar el mundo, sin poder lograr su gran ambición, entrar a la tierra de Israel, pero preocupado por la espiritualidad del pueblo del que fue el gran conductor: “...y elegirás la vida”.

Impresionante: todos los placeres materiales del mundo no significan nada. Y todo el que se “mueva” durante la vida recordando estas tres advertencias de estos ilustres personajes podrá llegar a tener una vida plena!!! Así podremos elegir entre lo importante y lo accesorio, alejarnos de los pecados y ocupar todos nuestros días en lo que es verdaderamente bueno.

Y vemos, sin alegrarnos, que solamente una cantidad muy pequeña de personas hacen caso a estas tres advertencias. Hay un gran grupo muy grande que sólo piensa en “comer y beber”, corren detrás de sus deseos y pasan sus días buscando satisfacer los deseos que se van creando nuevamente día tras día... El final, como no podría ser de otra forma, cuando el alma se separe de sus cuerpos, vacía, no tendrá parte en el mundo venidero porque la persona no hizo nada en su vida por fortalecerla sino que se preocupó sólo por su cuerpo, cayendo en pecados permanentemente.

Otro grupo también grande aunque no tanto como el primero, tiene como prioridad fundamental al dinero. Ocupan todos sus días en buscar como ganar más y más, y a medida que más consiguen, los métodos se tornan más complejos, y no importan cuáles son los caminos para conseguirlo. Llegan hasta cualquier extremo para conseguir dinero, pueden pasar por una terrible crisis nerviosa, o atravesar situaciones de máxima tensión, sin dejar de mencionar que muchas veces son indiferentes a los males que provocan a otras personas. Todo está permitido para llenar las cuentas bancarias. Y, al final, parecería que consiguieron sus propósitos, tienen grandes riquezas, pero abandonaron sus almas, de tanto preocuparse por el dinero ya no parecen personas, ya no parecen estar hechos a “semejanza de Hashem”. Y al salir del mundo quieren llevarse todo lo que juntaron, pero, el alma sube sola, y al presentarse frente al Rey de Reyes, los guardias no pueden reconocerla, es despedida y despreciada porque las personas que la recibieron no hicieron el uso debido de sus vidas, no elevaron sus almas...

Y llega el turno del tercer hijo del rey. Es el grupo más pequeño de personas, el que hace caso a las tres advertencias. Ellos son los que “eligen la vida”, los que santifican sus días al estudio de la Tora y al conocimiento del Bore Olam, buscando conocer la sabiduría de la Creación (sin intentar buscarlo inventando cosas como la “máquina de D-s”, que nos hace acordar tanto a la antigua Torre de Babel). Conocer a nuestro Creador, reforzando en forma permanente la fe y el temor a Hashem, y utilizando todo este mundo material con el fin de poder cumplir más y mejor los preceptos, mostrando que ese es el fin para el que fue creado el mundo material, para acercarnos más al mundo espiritual.

El campo maravilloso, y los tres hijos del rey, nos tienen que servir como señal y a la vez como consejo. Saber diferenciar los caminos, arrepentirnos de nuestras equivocaciones e inclinarnos hacia el camino correcto, sobre el cual no hay ninguna duda, todos preferimos elegir la vida....

Prueba del Deudor

"He aquí que existe una transgresión cuyo castigo es que el hombre siempre sea un deudor. Incluso todo subterfugio posible y acciones que realice no le ayudarán..."

El hombre que debe dinero tiene una prueba de fe. Él puede acusarse a sí mismo o a otros, o a distintos factores como la suerte etc., que son según su opinión las causas de sus deudas; o puede vivir según las reglas de la fe – así lo quiere el Creador, todo es para bien, y no existen sufrimientos sin pecados. Es decir el atribuye sus deudas económicas a sus pecados, y sabe que el único consejo para salir de ellas es por medio del arrepentimiento, como está escrito (Conversaciones de Rabi Najman ,conversación No. 112):

"He aquí que existe una transgresión cuyo castigo es que el hombre siempre sea un deudor. Incluso todo subterfugio posible y acciones que realice no le ayudarán, seguirá siendo siempre un deudor. Y a veces esa transgresión causa que otros sean también deudores".

Hubo ciertos períodos en los cuales se propagaron deudores en el mundo, y a esto se debe que esta transgresión se intensificó en él. El consejo contra esto es retornar al Creador, suplicarle que nos salve de esa transgresión, y arrepentirse de ella. Y el momento adecuado para arrepentirse es cuando el hombre está "alto de espíritu", entonces es bueno arrepentirse y pedirle al Creador; porque el estado de "bajo de espíritu" es el que corresponde a un deudor. Dijeron los Sabios, de bendita memoria (Tratado Kidushin, 49b): "Diez porciones de sueño descendieron al mundo, nueve tomaron los esclavos", el sueño corresponde al estado de "bajo de espíritu"; los esclavos están representados en el versículo "el deudor es el esclavo del prestamista" (Proverbios 2:7). Y por esto cuando el hombre está en estado de "alto de espíritu", ese es el momento para arrepentirse y anular el castigo del deudor, que es la representación del estado "bajo de espíritu".

Encontramos que el hombre que tiene deudas económicas, debe esforzarse con todas sus fuerzas en estar alegre. Entonces, cuando su mente está liberada y en estado de "alto de espíritu", se arrepentirá de la transgresión por la que fue castigado a ser un deudor. También debe examinar todas sus acciones y buscar otras causas por las que le llega la falta de sustento, y también se arrepentirá por ellas.

Negocios

La vida de un hombre de negocios que no tiene fe, no es vida. Una vez, un hombre de negocios se presentó al maestro, autor de este libro. El maestro observo que estaba triste por causa de sus problemas financieros y le dijo: "Todo lo que sufres por tus negocios es debido a que piensas que eres el dueño de tus actividades comerciales. Por eso mismo estás tenso y preocupado como si fuera que todo el peso y la responsabilidad están sobre tus hombros. Y por causa que confías en tu inteligencia, sentidos, y tu conocimiento en los negocios, te desilusionas por cada cosa que no sale como quieres; y te sientes lastimado cuando descubres que las personas en la que confiaste son estafadores y traidores.

Conclusión:

Si supieras que el Creador es el Dueño de tus negocios, y tu eres sólo Su empleado, hubieras hecho tu trabajo en la mejor forma, como todo trabajador leal y toda la tensión bajaría. Y cuando irías a completar una transacción, te dirigirías al Creador y le dirías: Creador de mundo, yo deseo conducir Tu negocio en la mejor forma, pero como está escrito "El hombre ve el exterior, mientras el Eterno ve el corazón" (Samuel I 16:7), es decir que yo no tengo ninguna posibilidad de saber si el hombre que se encuentra frente a mí es recto o un charlatán, o si esta transacción es ventajosa o no, pero yo confío solo en Ti. Por eso, si es Tu voluntad que yo realice este negocio – haz Tu que se materialice; y si Tu no quieres que se lleve a cabo por una causa cualquiera – haz Tu que no se realice".

Y siguió el maestro diciendo: "Y así debes hacer antes de cada operación que realices – antes de emplear a un trabajador, o de despedir a otro, aconséjate con tu Dueño – el Creador. Si tienes la voluntad de extender tus negocios o reducirlos – reza, y ciertamente triunfarás; porque "Aquel que confía en el Eterno – le rodea bondad." "

El hombre que reza con fe, puede conducir sus negocios sin "Con mi propia fuerza y el poder de mi mano", fácilmente y sin ninguna tensión nerviosa. Esto es debido a que en cada cosa se conseja con su Consejero financiero – el Creador – que ciertamente sabe todo, Él es recto y fiel, y es el único en Quien se puede confiar. Por lo tanto, conduce todos sus negocios con seguridad, y no se asusta de nada.

En pocas palabras, existen solo dos posibilidades: o que el hombre ponga al Creador como el Dueño de sus negocios – y entonces tendrá la vida fácil, e incluso podrá realizar grandes transacciones con facilidad, sin ningún miedo; o que siga pensando que es el dueño de sus transacciones – y entonces le esperan presiones, nervios, fracasos, desilusiones y depresiones.

Shabat Shalom.

Haftarat 51 Nitzavim - 52 Vaielej Ieshaiahu (Isaías) 61: 10 – 63: 9 (Sefaradim)

A partir del primer Shabat después de Tishá Be Av, y hasta el shabat anterior a Rosh Hashaná, leeremos lo que se conoce como "las siete haftarot de consuelo". Rabí Mordejai Iafé (1535 - 1612) en su libro conocido llamado el "Levush", escribió que estas siete haftarot han sido seleccionadas buscando el objetivo de consolar al pueblo de Israel por la destrucción del Templo de Jerusalem.

El midrash recuerda que hay siete clases de consuelo, y compara al exilio del pueblo de Israel entre los pueblos del mundo, con un rey que fue tomado prisionero junto con sus hijos, sus yernos y todo su pueblo, quedando la reina sola por muchos años. Después de algún tiempo le informaron a la reina que ellos retornarían, y de esta manera, la reina obtuvo consuelo de su sufrimiento.

¿Quién es la reina? La reina es Jerusalem que será notificada prontamente - con la ayuda de D'os - de que la Divinidad será "liberada", así como también el pueblo de Israel, y esto representa siete consuelos: el retorno de los hijos, las hijas, las nueras, los yernos, sus hermanos, sus hermanas, y finalmente el retorno del rey, es decir del Rey de Reyes.

Comentario

Haftarat Nitzavim

Ieshaiahu (Isaías) 61:10 - 63:9

Este sábado es el shabat anterior a Rosh Hashaná, y por eso, esta semana leeremos la última de las siete profecías de consuelo para el pueblo de Israel extraídas del libro del profeta Ieshaiahu, que habíamos comenzado a leer el shabat posterior al día de Tishá Beav.

Esta haftará - llamada "haftarat sos asís", por las primeras palabras de la misma - es la haftará que pertenece a la parashá Nitzavim. Por lo tanto, este sábado no leeremos la haftará perteneciente a parashat Vaiélej, como correspondería hacer acorde con la regla general que dice que siempre que se lean dos parashot de la Torá juntas la haftará que se debe leer es la haftará de la segunda parashá.

"Alegrar, me alegraré con D'os,se regocijará mi alma con mi D'os,pues me ha vestido con ropas de salvación,con un manto de justicia me ha recubierto,como un novio que viste ropajes dignos,y como una novia que luce sus joyas"(61:10)

Acorde con la opinión de algunos exégetas, Ieshaiahu profetiza que en el momento de la redención, la ciudad de Ierushalaim, dirá estas palabras. Sin embargo, de acuerdo con otros comentaristas, quienes dirán estas palabras serán los mismos hijos de Israel que retornarán después de muchos años de largo exilio, a la tierra que D'os les había prometido a sus antepasados.

"Pues así como la tierra saca su fruto,y como un huerto hace florecer sus cultivos,así también D'os hará florecer justicia y gloria,delante de todos los pueblos"(61:11)

Aquí el profeta Ieshaiahu compara a la salvación de Israel con el fruto de la tierra, pues así como de una sola semilla depositada en la tierra que se comienza a pudrir, luego surge un brote que finalmente dará gran cantidad de frutos, así también ocurrirá con el pueblo de Israel, que a pesar de que estuvieron muchos años abandonados en el exilio habiendo sido ultrajados por todas las naciones, cuando llegue el momento de la redención, ellos germinarán y crecerán mucho en cantidad y en calidad, mucho más de lo que eran antes.

Pero además del consuelo y el alivio que sentimos al leer estas bellas palabras, nosotros también podemos aprender de este versículo cómo debemos prepararnos para el gran día de Rosh Hashaná - que cada vez está más cerca - así como para el gran día de la Redención Final.

Rabí Iosef Jaim (1834 - 1909) en su libro "Adéret Eliahu" nos explica que nosotros primero debemos procurar despertarnos espiritualmente desde aquí, desde abajo, para que luego se produzca un despertar desde arriba, de D'os, como está escrito: "Retornen a Mí y retornaré a ustedes, dijo D'os" (Malají -Malaquías- 3:7).

Y esta idea también fue recordada por Nuestros Sabios, respecto del versículo de Shir Hashirim que dice "[Dice Israel:] Yo estoy durmiendo mas mi corazón está despierto; la voz de mi amado [es decir, D'os,] llama: Ábreme!…" (Cantar de los Cantares 5:2). Dice el midrash:

"Dijo Rabí Iasá: Le dijo el Santo - bendito es Él - a Israel: Hijos Míos, ábranme una puerta de arrepentimiento tan pequeña como la punta de una aguja, y Yo les abriré a ustedes puertas tan grandes que podrán entrar por ellas carretas y carrozas" (Shir Hashirim Rabá 5:2).

Dice nuestro autor que el proceso de la redención del pueblo de Israel será similar al proceso de la tierra: "Pues así como la tierra saca su fruto, y como un huerto hace florecer sus cultivos, así también D'os hará florecer justicia y gloria, delante de todos los pueblos".

Así como para que la tierra dé frutos, primero necesita del trabajo del hombre y luego el Santo - bendito es Él - ayuda a la persona enviándole el rocío y las lluvias que provocarán que finalmente la tierra dé sus frutos, lo mismo ocurre con el pueblo de Israel, pues para que desde arriba D'os haga florecer la flor de la justicia y la gloria, necesitamos primero trabajar nosotros, necesitamos antes procurar un despertar espiritual desde abajo.

Shabat Shalom.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Mira, he dispuesto delante tuyo el día de hoy a la vida y el bien, y a la muerte y el mal" (Devarim 30:15).

¿Por qué el versículo dice que D'os dispuso "haiom - el día de hoy", la vida y la muerte delante de nosotros?

La respuesta es que la intención del versículo es enseñarnos que todos los días la persona debe elegir entre los dos caminos que tiene delante de él, ya sea que hasta ahora se haya encaminado hacia el mal y ahora deba comenzar a elegir el camino del bien, o ya sea que hasta ahora se haya encaminado por el camino del bien, la persona no debe apoyarse en la suposición de que seguramente seguirá por ese camino de aquí en delante, sino que debe saber que cada día él debe elegir nuevamente, pues todavía el camino del mal y la muerte está delante de él.

(Rabí Moshé Fainshtein en su libro "Darash Moshé")

"Habló Moshé en los oídos de toda la congregación de Israel las palabras de esta canción" (Devarim 31:30).

La Torá se está refiriendo aquí, al final de parashat Vaiélej, a lo que está escrito en parashat Haazinu, conocido como la "shirat Haazinu". En esa poesía de advertencia al pueblo de Israel que leeremos la semana siguiente, están recordadas todas las calamidades que nuestro pueblo habría de sufrir durante toda su historia. Sin embargo, aquí la Torá llama a todas esas palabras "shirá", que significa "canción", pues D'os, que es Misericordioso, siempre "endulza" la amargura de esos sufrimientos y calamidades, y es por eso que respecto del pueblo de Israel todas esas maldiciones finalmente se convierten en una canción.

Y es por eso que siempre se lee la "shirat Haazinu" en la época de los días de juicio, cerca de Rosh Hashaná y Iom Kipur, por cuanto que en estos días del año D'os también endulza nuestro juicio.

(Rabí Janoj Tzvi Hacohén de Bendin, en el libro "Iejahén Peer").

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