lunes, 12 de septiembre de 2011

Parashá 50 Ki Tavo

Parashá 50 Ki Tavo (D´varim 26: 1 – 29: 8)

Tema: “”

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (26:1-11): Las leyes de los bikurim (primicias).

Segunda aliá (26:12-15): Las leyes de los diezmos.

Tercera aliá (26:15-19): La recompensa por el cumplimiento de los mandamientos de D'os.

Cuarta aliá (27:1-10): La construcción de un altar de piedra para D'os. Los hijos de Israel se convierten en una nación.

Quinta aliá (27:11 - 28:6): Los montes Guerizim y Eval. La maldición por la idolatría. La maldición por la falta de respeto a los padres. La maldición por mover los límites de los inmuebles. La maldición por poner un obstáculo delante del ciego. La maldición por pervertir la justicia. La maldición por mantener determinadas relaciones prohibidas. La maldición por golpear al prójimo. La maldición por el soborno. La maldición por no cumplir con la Torá. Las bendiciones por seguir el camino de D'os.

Sexta aliá (28:7-69): Otras bendiciones por seguir el buen camino. El mal que recaerá sobre el pueblo por los pecados. El pacto de Jorev.

Séptima aliá (29:1-8): La guía de D'os durante los cuarenta años en el desierto.

Introducción:

En la sexta aliá de nuestra parashá encontramos lo que comúnmente se conoce con el nombre de la tojejá (reprimenda). En estos versículos Moshé Rabenu le advierte al pueblo de Israel sobre todas las maldiciones que recaerían sobre ellos como castigo por un futuro alejamiento del camino de D'os.

Pero las palabras de Moshé no fueron una profecía sino sólo una advertencia, pues la elección no era de Moshé y mucho menos del Creador. Los únicos que decidieron, deciden y decidirán si serán acreedores a todas las bendiciones prometidas a quienes escuchan la voz de la Torá, o a todas las maldiciones destinadas a quienes la transgreden, son solamente cada uno de los individuos del pueblo de Israel.

En el libro "Or Iejezkel" (parte 2, pag 5), Rabí Iejezkel Levenshtain (1884 - 1974) nos enseña que las enfermedades del alma - así como su curación - son similares a las enfermedades del cuerpo, y utilizando los conocimientos que poseemos acerca de los métodos para la curación de esas enfermedades, está obligada la persona a aprender y entender todo lo relativo a las enfermedades del alma.

Respecto de las enfermedades del cuerpo, el peligro más grande que existe es cuando el enfermo no comprende que él está enfermo y debe curarse. Todo tiempo que el hombre entiende la gravedad de su enfermedad existe la esperanza de encontrar para él alguna cura, pero alguien que realmente está enfermo y no sabe que lo está ¿cómo hará para realizar el tratamiento que necesita para reponerse de su afección?

Y lo mismo ocurre con las enfermedades del alma - dice nuestro autor. Si la persona no tomará conciencia y comprenderá que él está enfermo, entonces su enfermedad será terminal, y esto lo podemos aprender de las palabras de la Torá en nuestra parashá, en uno de los versículos de esa advertencia de Moshé:

"Te golpeará D'os con locura, con ceguera y con perplejidad de corazón" (28:28).

El golpe más duro que puede sufrir el hombre es la ceguera y la perplejidad de corazón. Todo tiempo que él puede ver, hay una luz de esperanza para él, pero si su corazón estará bloqueado y taponado, y él no comprenderá ni reconocerá la gravedad de su enfermedad, ese será su fin.

Mas no debemos equivocarnos. Es verdad que D'os puede llegar a golpear a alguien mediante estas cosas si así lo decidió Su recta justicia, pero en ningún lado está escrito que el Creador no le brindará a la persona la posibilidad de curarse. El golpe solamente colocará al hombre en una situación de decisión donde él será el único que podrá decidir si querrá hacer su máximo esfuerzo para salir de esa situación de ceguera y perplejidad escuchando las palabras de D'os.

Agregaremos un punto más, que tal vez redondeará esta idea expresada por Rabí Iejezkel Levenshtain. Nosotros hemos traducido las palabras "uvtimhón levav" como "y con perplejidad de corazón", pero esta no es la única posibilidad interpretativa de esta expresión.

Es verdad que Rashí (Rabí Shelomó Itzjaki, 1040 - 1105) tradujo "uvtimhón levav" como "y con taponamiento de corazón", y seguramente basado en su comentario, nuestro autor nos enseñó todo lo que transcribimos anteriormente. Pero el Sabio llamado Onkelós (s. II) en su Targúm (traducción de la Torá al arameo), tradujo "uvtimhón levav" como "uvshaamamut libá" - que significa "y con aburrimiento de corazón".

El aburrimiento que puede sentir la persona puede ser temporario o constante, y no depende en absoluto de lo abultada que esté su agenda diaria. Es verdad que si la persona estará desocupado y sin nada en qué pensar, entonces esto provocará que él esté aburrido, como dijeron Nuestros Sabios: "La holgazanería provoca el aburrimiento", pero es lógico suponer que Onkelós no se refirió a esta clase de aburrimiento.

Onkelós nos enseñó que uno de los peores golpes que puede sufrir el hombre es vivir en un estado de constante aburrimiento. La peor pesadilla en la que se puede encontrar una persona es vivir en un estado donde todo le da lo mismo, y donde él ya no tiene un motivo claro por el cual vivir. Una vida donde se come para vivir y se vive para comer, donde se trabaja para irse de vacaciones pero cuando se está de vacaciones éstas no se disfrutan, pues no podemos estar sin trabajar.

Eso no es un aburrimiento casual. Eso es "timhón levav" - un constante y total aburrimiento de corazón causado por la falta de espiritualidad, por la carencia de contenido verdadero en nuestras vidas.

Hace mucho tiempo que Moshé Rabenu nos previno de todos estos peligros a los cuales se expone quien se aleja de la palabra de D'os. Pero no debemos alarmarnos. Nuestro maestro Moshé también nos enseñó cuál es el antídoto que poseemos para no contagiarnos de todos estos males.

La única cura es el estudio y el cumplimiento de nuestra Sagrada Torá, como decimos en la tefilá: "ki hem jaienu veórej iamenu - pues ellas (las palabras de la Torá) son nuestra vida y la prolongación de nuestros días".

Desarrollo:

Degustando el Judaísmo

"A Hashem has elegido hoy para que sea a ti por D'os y para ir por Sus caminos, y para cuidar Sus leyes, Sus preceptos y Sus ordenanzas, y para escuchar Su voz. Y D'os te eligió hoy para ser Su pueblo preferido, como te había dicho, y para que cuides Sus preceptos. Y para hacerte más elevado que todos los demás pueblos que Él creó, para alabanza, nombre y esplendor, y para que seas un pueblo consagrado para D'os, como había dicho" (Devarim 26:17-19).

Este pacto mutuo del cual nos relata nuestra parashá, constituye el factor que mantuvo al pueblo judío unido y aferrado a sus fuentes durante más de 3300 años. Además, estos versículos nos muestran cuál debe ser la función del judío en este mundo.

Sin embargo, si el mensaje es tan claro, ¿por qué nos cuesta tanto admitirlo? ¿Por qué tenemos tantas excusas para calmar nuestra conciencia cuando sabemos que estamos en falta?
Técnicamente, tal vez podremos encontrar varias respuestas para responder a esta pregunta, pero todas están basadas en el mismo argumento:

El ietzer hará nos trata de confundir, los caminos que utiliza para hacerlo son infinitos, y a cada uno lo trata según su situación y sus debilidades.

Lamentablemente, una de las ideas que el iétzer hará más logró difundir entre gran parte de nuestra comunidad, es que cumplir los preceptos de la Torá, es aburrido, antiguo y triste.

Seguramente, los lectores de este libro no piensan esto, pero pensemos juntos: ¿cómo podríamos refutar esos argumentos, si tuviéramos que hacerlo?

El Jafetz Jaim cita el siguiente ejemplo:

Un turista llegó a un hotel para hospedarse. Dejó sus dos maletas en la entrada y el recepcionista le indicó al maletero que lleve las maletas a la habitación.

El turista, al recibir sus maletas, sacó un dólar para darle al maletero. Éste, al ver que la propina no estaba acorde con su esfuerzo, le dijo: "Disculpe caballero, pero el esfuerzo de cargar dos maletas tan pesadas, merece una mejor propina".

El turista le respondió: "mis maletas no pesan, son muy livianas. Si a usted le pesaron, quiere decir que se confundió y estas no son mis maletas".

Lo mismo nos dice D'os a nosotros.

Hay quienes piensan que las mitzvot pesan demasiado como para cumplirlas, y por eso el solo intentar cumplirlas, los cohibe. Pero a las personas que adoptan esta actitud D'os les responde: "Si las mitzvot te pesan, quiere decir que no estás cumpliendo Mis mitzvot como Yo las ordené, porque Mis mitzvot y Mi Torá no aburren ni pesan. Al contrario, ellas alegran a la persona en cada momento. Si tú no sientes eso, es porque no adoptas una postura adecuada ante su cumplimiento".

David Hamelej dijo en Tehilim (Salmos 19): "Los preceptos de D'os son rectos y alegran el corazón", y este versículo refleja lo que acabamos de explicar. Sin embargo, aún cabe la pregunta: ¿Por qué David tuvo la necesidad de aclarar que las mitzvot son rectas? ¿Acaso D'os haría algo desviado?

Aquí también vemos que la intención de David Hamelej es enseñarnos que si uno cumple las mitzvot según su parecer y no como lo pide la Torá, él mismo estará causando la sensación de que ellas son aburridas y tristes. Pero la persona que cumple las mitzvot exactamente como D'os las ordenó, sin agregar o disminuir de lo que está escrito, sentirá satisfacción y alegría en su corazón.

Ahora podremos entender también otra cosa que dijo el rey David en Tehilim: "Prueben y vean, lo bueno que es D'os". Esto significa que hay que probar las mitzvot para darnos cuenta de lo bueno que es D'os por habernos entregado la Torá y sus preceptos.

Nuestros Sabios preguntan: Aparentemente el orden de este versículo no es correcto, ya que para probar, primero hay que mirar, pero el versículo dice primero "prueben" y luego "vean".

La respuesta es que el rey David tuvo la intención de enseñarnos una clave básica en nuestras vidas, y es que la única manera de poder ver correctamente la vida según la Torá es probando primero. Esto quiere decir que viendo el judaísmo desde el lado de enfrente no obtendremos la sensación correcta, ya que lo que podremos ver será, en el mejor de los casos, sólo una aproximación al judaísmo, y en el peor una deformación del mismo.

El judaísmo no es una teoría que sólo debe ser estudiada. Para poder vivir la Torá y las mitzvot hay que hacer y sentir, y sólo de esta forma podremos recibir sin prejuicios el verdadero mensaje que está contenido en ella.

En muchas ocasiones, vimos casos de personas que nunca se habían acercado a preguntar el sentido y los motivos de las mitzvot, pero tenían bien en claro su postura con respecto a su cumplimiento: "Es muy interesante pero no es para mí".

Pero si analizamos los hechos lógicamente llegaremos a la conclusión de que es absurdo pensar que D'os nos entregó en la Torá un estilo de vida aburrido, antiguo y triste, pues así como un padre busca lo mejor para sus hijos, y se esfuerza constantemente en apoyarlos para que prosperen, así también ocurre con D'os, que desde que nos creó busca nuestro bien, y Su apoyo para que prosperemos es constante.

Lo aparentemente triste está lleno de alegría y lo que parece antiguo es moderno y efectivo. Sólo debemos seguir el mensaje de David Hamelej: "Prueben y vean".

Esta es una de las bases fundamentales para poder retornar a nuestras fuentes, y de esta manera poder cumplir fielmente la función que D'os nos pide que realicemos, con alegría y predisposición.

Por otro lado:

"Y escribirás sobre las piedras todas las palabras de esta Torá" (Devarim 26,8)

¿Qué hacen estas piedras aquí?

Las piedras eran grandes y pesadas. Piedras, que el comandante Yehoshua mandó tomar del fondo del rió Jordán. Los cohanim todavía estaban parados en su posición en el centro del rió, cuyas aguas se habían paralizado, en sus manos el arca santa, en la cual estaban depositadas las Tablas de la Ley. En un gesto tan simbólico como profundo, Yehoshua mandó a doce hombres, que fueron además escogidos para esta misión de entre las tribus de Israel, que vuelvan al lugar donde los cohanim se habían parado y debían realizar lo siguiente:

"Y levantará cada hombre una piedra sobre su hombro según el número de las tribus de Israel... y levantaron doce hombres piedras desde el fondo del rió... y pasaron junto con ellas al lugar del campamento y las dejaron allí" (Yehoshua 4.5-8)

Pero con solo haberlas traído no terminó esta actividad de suyo extraña, según la tradición oral que nuestros maestros nos han transmitido en el Talmud, estas piedras estuvieron en el centro de la atención del pueblo, el día que atravesaron por el Jordán. Estas piedras causaron sensaciones especiales, desplazaron la normal concentración en un enfrentamiento esperado con los habitantes de Canaán y diluyeron la tensión ante lo inesperado del nuevo límite geográfico.

Incluso los pensamientos propios de una nación que está ya dentro de las metas tan deseadas, dentro de los límites de la tierra prometida a los patriarcas, parecen opacarse frente a la imagen de simples piedras, descubriremos que estas piedras no son simples, sino que contienen un mensaje eterno. Así se declara:

"Ven y ve, cuantos milagros fueron hechos a Israel en aquel día. En el día en que atravesaron el Jordán, llegaron al monte Guerizín y al monte Eval, una distancia de más de sesenta millas y ningún ser humano podía oponerse a ellos. Después trajeron las piedras, construyeron un altar y lo pintaron con cal, y escribieron sobre el toda la Torá con clara explicación, en setenta idiomas, entonces presentaron holocaustos y sacrificios, y comieron y bebieron y se alegraron... después sacaron las piedras y vinieron a dormir a Guilgal" (Yalkut Shimoni, Yehoshua 14)

Y así, con una guerra inminente, sin embargo vemos que Israel apareja un sistema completo de preparativos que ciertamente nos parecen lejanos de la realidad que les tocará presenciar. Como si fuera el primer preparativo bélico, el ejército sale a realizar una operación: la operación "piedras", rápidamente en las regiones de Naplusa. Allí presentaron holocaustos y sacrificios, comieron, bebieron y se alegraron y rápidamente volvieron a su base central – Guilgal, sin olvidar de llevar consigo las piedras. Estos fueron los primeros pasos dentro de la tierra prometida, cuando finalmente lograron ingresar a la heredad de promisión, se dedicaron a este ritual que aparentemente es extraño. Al día siguiente, por el contrario, comenzarán a prepararse para el combate contra Jericó.

Aunque aparentemente toda esta operación parezca extraña, el pueblo de Israel en aquellos momentos la habían extraído de los versículos de nuestra parashá, Moshé fue quien había dejado estas instrucciones, siendo una de las últimas instrucciones de su vida:

"Y será el día que atraviesen el Jordán a la tierra... levantarás para ti grandes piedras y las pintarás con cal" (Devarim 27.2)

Los hijos de Israel cumplieron esta orden de Moshé con completa fidelidad, como hemos leído en el libro de Yehoshua y como se explica en los diferentes relatos del Midrash. Pero frente a estos hechos se presenta una pregunta: ¿Cuál es el objetivo de levantar piedras y pintarlas con cal? ¿Por qué se las valorizó tanto?

Otro punto en cuestión dentro de los detalles que conforman el grueso de la orden, resalta como un tema que ya muchas veces anteriormente hemos estudiado, Moshé quiere enraizar en el corazón del pueblo el motivo para el cual han de ingresar dentro de la tierra de promisión, así se declara:

"Y escribirás sobre ellas las palabras de toda la Torá, cuando atravieses, para que cuando llegues a la tierra que Hashem, tu Dios, te ha dado – una tierra que fluye leche y miel... y así será cuando atravieses el Jordán levantarás estas piedras... con clara explicación" (Ibíd. 3-8)

Estas piedras representaron por lo visto un testimonio de múltiples finalidades, siendo el día en que ingresaron a la tierra de Israel un momento de especial elevación ya sea emocional, espiritual y nacional, el hecho de tomar un símbolo que exprese estos vínculos humanos tan hondos y los proyecte dentro de los límites de la Torá. Más allá de las contingencias propias de una conquista, del enemigo resguardado en sus ciudades, y de los muchos desafíos que les esperan, es necesario que en esos momentos el corazón del Israel se defina como netamente espiritual, estas piedras son un testimonio de esta espiritualidad, una identificación con el mensaje primario recibido pro el pueblo en el monte del Sinaí.

Sobre estas piedras escribieron la Torá, aunque las opiniones de los comentaristas difieren en qué fue precisamente lo que escribieron (si toda la Torá, si partes escogidas de ella, si un texto resumido de todos los preceptos, etc.), es claro no obstante que la propia escritura tomó tiempo, y todo ese tiempo, el pueblo observa a los escribas y las impresiones que esta labor crea va internalizando en Israel el motivo preciso por el cual están ahora aquí – estos límites son límites principalmente espirituales, son por y para la Torá.

Ya escuchamos en las instrucciones finales de Moshé, "para que cuando llegues a la tierra", como si con una fuerza fundacional nos dice llegará a esa tierra para lo que escribirás en este testimonio: Torá. El temple espiritual del pueblo judío se ha formado desde los albores de la libertad, cuando salieron de Egipto, en los momentos culmines de la victoria (cruce por el mar, entrega de la Torá, vencer a reyes, etc.), también en los oscuros momentos de tropiezo y todo esto para qué, no fue todo este periplo por el desierto solamente una preparación para guerras y contiendas, para apoderarse de ciudades y fortificaciones, sino que fue para algo mucho más hondo, algo enraizado en los principios mismos de la creación, cumplir la voluntad divina. La voluntad divina escupida en piedra es el testimonio y símbolo de la misión de Israel en el mundo.

Conclusión:

Sobre estas piedras cuando fueron erigidas en el monte Eval, después de pintarlas con cal, fue escrita la Torá con una clara explicación, es decir en setenta idiomas, como nos enseña el Midrash. Este detalle en la instrucción es de suyo sobresaliente, simplemente todas las naciones del mundo, cuyo número simbólico es setenta, deben también entender en sus propios términos los mensajes espirituales que el Creador de todos los hombres enseñó a los hijos de Israel. La finalidad de esta escritura multilingual, junto con la necesidad de hacer comprender a las naciones los mensajes divinos tiene sin embargo otro sentido, esta vez para Israel. Los hijos de Israel deben comprender que el ingreso dentro de los límites de la tierra crea una responsabilidad, ya que la tierra de promisión no es solamente un fin sino que es el principio de toda la labor educativa del pueblo; la tierra de Israel no es solamente una heredad, sino una misión – Israel un hacedor de puentes entre la humanidad y el Creador.

Este hacedor de puentes, debe comportarse de manera tal que su ejemplo personal sea el puente requerido, si cada uno de nosotros logra internalizar el mensaje de las piedras erigidas en las cercanías de Naplusa, y con estos mensajes construye una personalidad ejemplar entonces una de las últimas órdenes de Moshé, casi una instrucción testamentaria, habrá sido cumplida por su pueblo.

No es extraño por tanto darnos cuenta que precisamente allí, en las cercanías de Naplusa, cientos de años antes el fundador de la nación, nuestro patriarca Abraham, haya recibido esta bienaventuranza:

"Y serás bendición... y se bendecirán contigo todas las familias de la tierra" (Bereshit 12.2-3)

Haftarat 50 Ki Tavo Ieshaiahu (Isaías) 60: 1 - 22 (Sefaradim)

Esta semana leeremos la sexta de las siete haftarot de consuelo para los hijos de Israel, que fueron extraídas del libro del profeta Ieshaiahu.

"Levántate!, ilumina!, pues ha llegado tu luz, y la Gloria de D'os sobre ti brilló" (60:1)

El profeta le habla a la ciudad de Jerusalem y le dice que se levante e ilumine con su luz de felicidad y benevolencia, pues ya le ha llegado a ella la luz que le corresponde, es decir que ha llegado para ella el tiempo de la Redención Final.

"Pues he aquí que la oscuridad cubrirá la tierra, y las tinieblas a los pueblos, mas sobre ti brillará D'os y Su Gloria sobre ti se verá" (60:2)

A pesar de que sobre todas las naciones del mundo recaerán muchos sufrimientos, la ciudad santa no debe temer, ya que sobre ella D'os hará brillar la luz de Su Salvación. En el futuro por venir "será de D'os el reinado" (Ovadiá 1:21) "y D'os será rey sobre toda la tierra; en ese día D'os será Uno y Su Nombre será Uno" (Zejariá 14:9).

Pero existe lugar para formular una pregunta. El profeta dijo: "Y mi servidor David será rey sobre ellos y un sólo pastor todos tendrán…" (Iejezkel 36:24), entonces, si habrá un pueblo en la tierra que tendrá un reino, ¿esto no se contradice con el hecho de que D'os será el único que reinará sobre toda la tierra? El pueblo de Israel no puede tener dos reyes!

El "maguid" de Duvna (Rabí Iaacov Krantz, 1741 - 1804), en el libro "Cojav Miiaacov", nos enseña que la respuesta a esta pregunta se puede aprender de las palabras de Nuestros Sabios del Talmud, al interpretar (no literalmente) un versículo de la Torá de parashat Vaetjanán:

"'No porque ustedes son los más numerosos entre los pueblos es que D'os os ha deseado y os ha elegido, pues ustedes son el más pequeño entre todos los pueblos' (D’varim 7:7). Le dijo el Santo - bendito es Él, a Israel: Yo los deseo a ustedes pues incluso cuando Yo los engrandezco a ustedes, ustedes se empequeñecen delante Mío. Engrandecí a Abraham, mas él dijo: 'Mas yo soy polvo y cenizas' (Bereshit 18:27). Engrandecí a Moshé y a Aharón, mas ellos dijeron: '¿Nosotros qué somos…?' (Shemot 16:8). Engrandecí a David, mas él dijo: 'Mas yo soy un gusano y no una persona…' (Tehilim 22:7)…" (Julín 89a).

El Talmud nos quiso explicar que ninguno de estos personajes bíblicos tomó para ellos algo de la grandeza mediante la cual D'os los engrandeció a ellos, atribuyéndosela a ellos mismos y enorgulleciéndose por todo el poder y la riqueza que poseían. Ellos solamente quisieron cuidar el honor y la honra de D'os, y lo único que desearon hacer durante toda su vida es estar al frente del pueblo de los hijos de Israel para transmitirles a ellos la Sabiduría y la Ética Divina. Ellos solamente quisieron enseñarles al pueblo los caminos de la Divinidad y toda cosa buena.

Y a esto se refirió el rey David al decir: "A ti, D'os, te pertenece la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor, la magnificencia, todo lo que hay en los cielos y en la tierra; a ti, D'os, te pertenece el reinado y la soberanía sobre todos los líderes" (Divré Haiamim Alef 29:11). El rey David dijo estas palabras pues la intención de D'os al engrandecer a los elegidos del pueblo realmente fue engrandecer Su Santo y Puro Nombre, y a pesar de que Él engrandece a los líderes del pueblo, toda esa grandeza y toda esa gloria finalmente vuelven hacia Él.

Un reino como este será el que habrá en el mundo por venir. No es que se empequeñecerá Su Honor y Su Honra sino todo lo contrario, Su Gran Nombre se engrandecerá aún más. Y por eso dijo el profeta Ieshaiahu: "Pues he aquí que la oscuridad cubrirá la tierra, y las tinieblas a los pueblos, mas sobre ti brillará D'os y Su Gloria sobre ti se verá", pues Su Gloria se reflejará sobre los hijos de Israel, ya que el pueblo no contrariará Su Grandeza y Su Unicidad, sino que gracias a ellos ella se expandirá y se dará a conocer.

Shabat Shalom.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Habló Moshé y los sacerdotes de la tribu de Levi a todo el pueblo de Israel diciendo: Presta atención y escucha Israel: Este día te has convertido en una nación…" (Devarim 27:9).

Este día, en el cual has aceptado mediante juramento cumplir con la Torá, te has convertido en una nación. La nacionalidad de nuestro pueblo no comenzó cuando recibimos la tierra de Israel, ni cuando tuvimos una lengua propia, sino, precisamente, en el momento que aceptamos el yugo de la Torá, incluso que todavía estábamos en el desierto, sin una tierra, y sin medios naturales para subsistir como pueblo. Esa es la particularidad de la nacionalidad de nuestro pueblo…

(Basado en el comentario del Rav Shimshón Rafael Hirsch)

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