domingo, 17 de julio de 2011

Parashá 42 Matot

Parashá 42 Matot (B´midbar 30: 2 – 32: 42)

Tema: “Cuando hay enojo, No hay ganadores”

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (30:2 - 31:12): Las leyes de los nedarim (promesas) y las shevuot (juramentos). La batalla contra Midián.

Segunda aliá (31:13-54): La reprimenda de Moshé a los oficiales que salieron a la guerra. La purificación del botín de guerra. La distribución del botín.

Tercera aliá (32:1-19): El pedido de las tribus de Reubén y Gad. La recriminación de Moshé y el compromiso de ellos.

Cuarta aliá (32:20 - 33:49): El pacto de Moshé con los hijos de Gad y Reubén. Gad, Reubén y media tribu de Menashé construyen ciudades en sus tierras. Los viajes del pueblo por el desierto durante cuarenta años.

Introducción:

Generalmente, quienes ocupan cargos de dirigencia espiritual o política en las distintas comunidades del mundo entero, están envueltos permanentemente en circunstancias que los colocan ante una elección difícil. ¿Ellos deben tomar decisiones que según ellos son necesarias, a costa de la simpatía de quienes los eligieron corriendo el riesgo de perder su trabajo, u optar por un camino más "light", manteniendo buenas relaciones públicas, aunque ellos piensen que ese no es el mejor camino para aquellos judíos sobre los cuales están a cargo?

De la lectura de nuestra parashá podemos encontrar una gran enseñanza respecto de la responsabilidad que debe sentir quien posee en su poder la conducción del pueblo de Israel en su totalidad, a la vez que esto también podrá servirle de guía a cada judío que tenga - o desee tener - algún cargo de dirigencia en cualquier comunidad judía del mundo. Dice la Torá:

"Habló D'os a Moshé diciendo: Toma venganza de los hijos de Israel, de los midianitas; luego te reunirás con tu pueblo" (31:1-2).

D'os le pide a Moshé Rabenu preparar un ejército para que haga una guerra contra el pueblo de Midián, como respuesta a todas las atrocidades que estos últimos hicieron contra el pueblo de Israel, sin que se hubieran visto amenazados por el pueblo judío. Pero D'os también le advirtió a Moshé que su muerte dependía de esa guerra, ya que esa sería su última misión como líder del pueblo de Israel, puesto que después él moriría.

Sin embargo, demostrando una vez más su grandeza, Moshé Rabenu cumplió la orden de D'os sin demorarse en absoluto y se dispuso a buscar a los hombres que saldrían a la guerra. Pero cuando él comenzó a elegir a los combatientes, se encontró con un pequeño inconveniente. Dice la Torá:

"Y fueron entregados miles de Israel, mil por cada tribu, doce mil valerosos combatientes" (31:5).

Muchos de los comentaristas notan que aquí la Torá ha utilizado un lenguaje algo peculiar, ya que en lugar de decir: "Y tomó Moshé…" o "Y envió Moshé…" está escrito: "Y fueron entregados…", por lo que concluyen diciendo que estos doce mil soldados no se presentaron por propia voluntad para formar las filas del ejército de Israel, sino que debieron ser escogidos a la fuerza, en contra de su propia voluntad.

La razón por la que aquellos soldados no quisieron presentarse está explicada por Rashí (Rabí Shelomó Itzjaki, 1040 - 1105), quien comenta este versículo basado en las palabras del Midrash:

"Esto nos enseña cuán amados por el pueblo son los pastores de Israel, todo tiempo que ellos no habían escuchado de la muerte de Moshé, está escrito [que Moshé se queja diciendo]: 'un poco más y me apedrearán' (Shemot -Éxodo- 17:4), pero desde que escucharon que la muerte de Moshé dependía de la venganza contra Midián, no quisieron ir [a la guerra] hasta que fueron escogidos en contra de su voluntad".

En el libro "Mégued Iosef", el Rav Eliézer Sorotzkin nos explica que los líderes del pueblo de Israel tienen la función de reprenderlos a ellos constantemente para encaminarlos por el camino del judaísmo, y eso automáticamente provocará en el pueblo un sentimiento de enojo y un deseo de querer despojarse de sus dirigentes. Por eso, si un dirigente no despierta este tipo de sentimientos, significa que él no cumple su función correctamente. Y esto está escrito claramente en el Talmud:

"Dijo Abaié: Aquel sabio que la gente de su ciudad lo ama, no es porque él es bueno, sino porque no los reprende" (Ketubot 105b).

Pero por otro lado, con toda su sabiduría y fe, el líder debe saber cómo sobrepasar esos momentos difíciles, reprendiendo a su comunidad - por un lado, pero siguiendo en el desempeño de sus tan importantes funciones, por el otro. Como dice el proverbio popular: "Un Rabino al que no quieren destituirlo, no es Rabino; pero un Rabino al que pudieron despedirlo, no es persona".

Desarrollo:

También Moshé Rabenu estuvo en su puesto reprendiendo al pueblo de Israel por cada paso erróneo, hasta tal punto que a veces quisieron sacarlo de su puesto, pero por otro lado, no sólo que Moshé continuó en su puesto hasta el final de sus días, sino que cuando D'os dispuso su muerte, los hijos de Israel quisieron demorar su muerte, estando dispuestos incluso a entregar sus propias vidas para eso.

En ese momento de verdad, ellos reconocieron que las reprimendas de Moshé hacia el pueblo eran palabras que salían de su corazón, al igual que un padre que reprende a su hijo porque lo ama. Y ese es el mérito de los pastores de Israel: ellos se ganan el amor del pueblo así como también su enojo, sin que estas dos cosas se contradigan una con la otra.

VAIKTZOF MOSHE AL PEKUDE HEJAIL (31-14)

Era un famoso Talmud Torá, que debía su prestigioso nombre a la esforzada y minuciosa labor de su director, quien logró formar, luego de años de esfuerzo, un excelente equipo docente, que trabajaba mancomunadamente en pos de llegar al máximo nivel de excelencia pedagógica.

En este "casi perfecto" mecanismo de relojería, como es de esperar, había una pequeña falla, un pequeño resorte desajustado…

El maestro de cuarto grado….

El era la antítesis de lo que uno podría esperar de un maestro de escuela: desalineado, desordenado, distraído…

Sus compañeros no llegaban a determinar si era voluntaria o involuntariamente, pero lo cierto es que, luego de largas reuniones docentes, planificaciones y entrega de consignas, en fin… pautas claras para el desarrollo de las clases… él se las arreglaba para hacer todo lo contrario…

Mientras que el resto de los maestros se divertía con sus extravagancias, el director se desvivía tratando de mantener el orden, si hubiera sido por él, lo hubiera echado mucho tiempo antes…

Pero había algo que se lo impedía.

Todos los niños que habían pasado por sus manos, tenían un excelente rendimiento en el estudio… Como si esto fuera poco, aquellos que no lograban adaptarse en otros lugares, con su ayuda, no solo lo lograron, sino que crecieron y desarrollaron todo su potencial.

Por todo esto, no solo era querido por los chicos, sino que los padres estaban felices con él, y las alabanzas a este maestro, eran el tema obligado de todas las reuniones, lo que obligaba al director a dejar pasar todos sus errores, y hasta podría decirse que se había encariñado con él.

Hasta que un día…

Como es de esperar, la excelencia de la escuela hizo que rápidamente se corriera la voz, produciendo un importante crecimiento en el alumnado, llegando a superar la capacidad del pequeño edificio.

Fue para esa época, que el director escuchó acerca de un donante que estaba buscando una escuela donde invertir una importante suma. La elegida recibiría un nuevo edificio totalmente equipado en memoria de sus queridos padres…

Sin perder tiempo, se contactó con él y acordaron una visita al establecimiento.

Acto seguido, reunió a todo el plantel docente, dándole precisas instrucciones de cómo atender al importante visitante, ya que este entraría a cada grado, por lo que deberían asegurarse que todo estuviera limpio, brillante, resplandeciente y ordenado…

Obviamente, también este maestro participó de la reunión, y escuchó atentamente todas las indicaciones…pero...simultáneamente, en esos días había hecho un trato muy especial con sus alumnos: si estudiaban con entusiasmo y se sacaban buenas notas en sus exámenes recibirían un premio…

¿Y cual era el premio tan anhelado? Un divertido juego: Nada más ni nada menos que "los autitos chocadores", pero esta vez seria algo especial…

Todos darían vuelta sus bancos convirtiéndolos en verdaderos "autos de carrera" y se chocarían unos con otros arrastrando sus bancos por toda el aula…

Los chicos aceptaron la propuesta con gran entusiasmo y alboroto…

Estudiaron bien, rindieron exámenes…

Finalmente llegó el día fijado para la visita de este potencial benefactor de la escuela.
De acuerdo a lo planificado previamente, lo llevaron de recorrida por cada rincón del pulcro establecimiento, se lo veía asombrado y satisfecho por el orden y la limpieza del lugar, como así también por el respetuoso comportamiento del alumnado.

Hasta que llegaron al aula donde dictaba clases nuestro simpático maestro…

Seguramente ustedes estarán sospechando que ese era justo el día del tan ansiado premio…
Efectivamente… Quien puede acordarse del esperado pero inoportuno visitante…
Desorden total… los bancos dados vuelta… mientras que algunos chocaban entre sí, otros aplaudían y victoreaban al que parecía el ganador…

Ante la mirada atónita de los visitantes, de debajo de una montaña de niños enrojecidos por la excitación, emergió el maestro sonriendo tímidamente, sin saber como justificar su imperdonable olvido…
Imposible describir la cara del director…

Una vez que se hubo retirado el donante, a quien se le pidieron disculpas de todas las formas que se puedan imaginar, el director descargó toda su furia y frustración en el pobre maestro.
-¡Llévate todas tus pertenencias, y andate de esta escuela! ¡Con tus propias manos desarmaste todo mi proyecto! ¡Después de lo que este hombre vio en tu aula ya no querrá donarnos ni un centavo!

En vano fueron las disculpas ofrecidas por el maestro… En vano fue el pedido de clemencia… Tengo diez hijos, y usted me esta dejando sin sustento…

Pero el director estaba furioso.

El maestro salió del Talmud Tora muy triste…

El mismo director cuenta: No pasaron dos días, y uno de mis hijos se cayo fracturándose una pierna, al día siguiente otro de mis hijos, se cortó al romperse una ventana de vidrio y debieron darle puntos, al otro día mi hija no podía mover la cabeza y hubo que internarla, y por si fuera poco mi esposa se cae en la calle y se fractura la mano y la pierna.

Entendí que algo fuera de lo común estaba ocurriendo, y decidí acercarme a uno de los Guedole Ador para contarle lo que estaba pasando en mi casa, y aconsejarme…la primer pregunta que me hizo el Rab fue: acaso provocaste que alguna persona sufra en este ultimo tiempo?

Le contesté afirmativamente, y le conté todo lo sucedido con el maestro…

Dijo el Jajam: Hiciste algo que no debiste hacer, y ya mismo debes ir a pedirle perdón, esto no es una broma.

Inmediatamente seguí el consejo del Rab: Llamé al maestro y le pedí perdón, le rogué que vuelva a la escuela.
El, con su buen corazón, no dudó en perdonarme, pero se negó a volver ya que había encontrado otro trabajo y no deseaba regresar con nosotros…

Como si esto fuera poco, una semana más tarde llegó a la escuela una carta del donante, en la que le solicitaba una entrevista al director para ultimar todos los detalles, ya que "ESTA HABIA SIDO LA ESCUELA ELEGIDA POR EL ,PARA HACER SU DONACION".

En su carta destacaba que, durante su visita a la escuela hubieron muchas cosas que lo impresionaron favorablemente, pero hubo una cosa que le llamo poderosamente la atención: esta escuela era diferente a todas las que había conocido. "En ninguna otra terminaba de convencerme la relación que había entre los maestros y los alumnos, en cambio vi que ustedes son especiales, prueba de ello fue aquel maestro que se encontraba sentado en el piso jugando con los niños, eso me convenció…Este era el Talmud Tora que yo estaba buscando…"

Al leer esta emotiva carta, el director sintió una opresión en su pecho: este hecho cambio su vida y su visión frente al mundo. Hashem le demostró de una manera clara algo que sus ojos no habían visto todavía…

Conclusión:

Debemos contenernos en los momentos de ira, aunque en ese instante estemos convencidos que tenemos razón.

Por no saber contenernos, no tenemos idea de lo que podemos provocar y provocarnos, con una sola palabra…
Tanto es así, como nos cuenta nuestra Perashá, que el mismísimo Moshe Rabenu, en un momento de enojo, en un instante en el que perdió el control, frente a un auditorio de seiscientas mil personas, que seguían atentamente las enseñanzas de su maestro… de su líder que los había sacado de Mitzraim… frente a un público expectante que esperaba escuchar de su boca las Halajot que les permitirían hacer Kasher los utensilios… simplemente las olvidó… ya que en ese momento de enojo, como nos explican nuestros Jajamim, la persona olvida la Torá que estudió…

Si esto le ocurrió a Moshe Rabenu, cuanto más debemos cuidarnos nosotros, y justamente en ese momento, cuando sentimos que no podemos callarnos, ¡Ese es el momento justo de cerrar la boca! Debemos saber, que una vez que dejamos salir la primera palabra, ya no podremos gobernar sobre ella… ni sobre las que le siguen… Dichosa la persona que sabe hacer esto…

Shabat Shalom.

Haftarat Matot Yirmiyahu (Jeremías) 1:1 - 2:3 (Sefaradim)

"Y fue la palabra de D'os a mí, por segunda vez, diciendo:

'¿Qué estás viendo?' Y dije: 'Una olla hirviendo yo estoy viendo, y lo hace por el norte'. Me dijo D'os a mí: 'Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra'" (1:13-14)

Esa olla hirviendo que vió Irmiahu tenía una particularidad, ella no hervía como cualquier otra olla. En una olla común y corriente, se puede apreciar a simple vista que el fuego está ubicado por debajo de ella ya que la ebullición es pareja en todos los bordes de la olla. Sin embargo, en esa olla ésto no ocurría. Irmiahu notó que las burbujas no eran parejas en todos los costados de la olla, de tal manera que parecía ser que en esa olla, la fuente de calor no estaba dispuesta debajo de ella en el centro, sino a un costado, del lado norte.

Rabí Moshé Alshej (1508 - 1593) en su comentario al libro, llamado "Marot Hatzobeot", nos dice que a través de estas dos visiones, D'os quiso demostrarle a Irmiahu que él es el hombre más indicado para cumplir con la función de profeta.

Dice nuestro autor que D'os le quiso demostrar a Irmiahu que si Él le hubiera preguntado a otra persona: "¿Qué estás viendo?" y ese hombre vería una rama sin frutos ni hojas, sólo una rama seca - así como vió Irmiahu - él no hubiese prestado atención a la especie de la cual provenía aquella rama, si la rama era de almendro u otra especie. Él sólo hubiera dicho: "una rama yo estoy viendo" y por cuanto que la intención de la profecía es mostrar que D'os está apresurando Su palabra para cumplirla, la interpretación de la profecía no hubiera podido tener lugar, pues si la persona no hubiera dicho: "makel shaked aní roé - una rama de almendro yo estoy viendo", D'os no hubiera podido decir: "ki shoked aní al debarí laasotó - Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla".

Pero Irmiahu sí observó y prestó atención de qué especie era la rama, y es por eso que D'os le dijo: "Bien has visto!" y es por eso que fuiste elegido como profeta para las naciones.

Y de manera similar D'os lo probó a Irmiahu por segunda vez, en la visión de la olla hirviendo. Él le preguntó: "¿Qué estás viendo?", y de haberle preguntado esto a cualquier otra persona la respuesta hubiera sido: "una olla hirviendo", sin prestar atención al detalle de que un lado tenía más ebullición que los demás, ya que ese detalle no fue preguntado, y D'os no hubiera podido interpretar la profecía.

Sin embargo Irmiahu sí vió que las burbujas provenían del lado norte de la olla y es por eso que D'os le contestó: "Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra", para demostrarle que también esta vez vió bien. Y de esta forma D'os lo apresuraba a Irmiahu y le demostraba que no había otra persona que entendiera como él las visiones proféticas, y es por eso que no debía negarse a cumplir su misión sino que la debía aceptar de buen grado.

Sin embargo, sin contradecir este magnífico comentario de Rabí Moshé Alshej, si estudiamos estos versículos desde otro punto de vista, podemos aprender otras enseñanzas. Se puede decir que estas dos visiones que D'os le hizo ver a Irmiahu no sólo tuvieron como objetivo tratar de convencerlo de que acepte su misión, sino que también quisieron enseñarle a Irmiahu el "oficio de profeta".

Por supuesto que no todo el que desee ser profeta lo conseguirá, ya que eso no depende de la persona solamente, sino de la voluntad de D'os que es, sin ningún lugar a dudas, la fuente de la profecía. Pero por otro lado, Nuestros Sabios nos enseñaron que para que alguien pueda llegar a ser profeta, debe cumplir con ciertos requisitos mínimos, como ser justo, sabio, etc. y si tiene estas condiciones, se pueden hacer intentos "técnicos" para que D'os se comunique con él, y D'os en definitiva decidirá si querrá hacerlo o nó. (Véase en la haftarat Vaierá el término que utiliza el versículo: bené haneviim - los alumnos de los profetas).

Como vemos en los versículos, D'os quiso enseñarle a Irmiahu cómo se debe profetizar, quiso educarlo. Deteniéndonos en ciertos detalles del texto podremos aprender algunos secretos sobre el díficil oficio de educar. Citaremos los versículos nuevamente:

"Y fue la palabra de D'os a mí diciendo: '¿Qué estás viendo, Irmiahu?' Y dije: 'Una rama de almendro yo estoy viendo'. Me dijo D'os a mí: 'Bien has visto! Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla'. Y fue la palabra de D'os a mí, por segunda vez, diciendo: '¿Qué estás viendo?' Y dije: 'Una olla hirviendo yo estoy viendo, y lo hace por el norte'. Me dijo D'os a mí: 'Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra'" (1:11-14)

El RIosef Kleiner explicó que el lenguaje de estos pesukim es extraño. En la primera visión, D'os lo felicitó a Irmiahu por haber visto detalles que aparentemente carecen de importancia, diciéndole: "Bien has visto!", sin embargo en la segunda visión, a pesar de que Irmiahu también observó correctamente, D'os no lo felicitó por su aguda visión, sino que directamente interpretó la profecía, para que Irmiahu entienda el mensaje.

(A sus palabras, se puede agregar que en la primer visión, al preguntarle lo que veía, D'os le dijo: "¿Qué estás viendo, Irmiahu?" pero en la segunda visión, sólo le preguntó: "¿Qué estás viendo?" sin recordar su nombre propio, utilizando un lenguaje más directo).

Dice el Rav Kleiner, que este cambio en el lenguaje nos viene a enseñar que en el campo de la educación, no todo debe ser "caricias y alabanzas". Hay veces que debemos ser muy directos con nuestros hijos diciéndoles las cosas de una manera dura.

Podemos ver con mucha tristeza que sus palabras encierran una gran verdad. Solamente alcanza con salir a la calle y ver a la gente, para darse cuenta que en muchos casos los "descarrilados" - en el más amplio sentido de la expresión - no son sólo quienes en su niñez y adolescencia fueron sometidos por parte de sus padres o maestros, a una disciplina demasiado rígida.

Vemos con nuestros propios ojos, que la falta total de disciplina así como también una disciplina deficiente, pueden provocar en la personalidad del hombre daños no menos severos que el exceso de la misma.

En nuestra época más que en las anteriores, creemos que es bueno tener estos conceptos bien frescos en nuestra conciencia, ya que desgraciadamente estamos viviendo una época de enfermiza permisibilidad. Muchos tienden a creer que todo está permitido, tanto en el mundo de la secularidad como en el del judaísmo, y a través de ese pensamiento incurren en toda clase de errores que no tienen parangón, y a veces, hasta son irreparables.

Es por eso que debemos aprender de nuestra Sagrada Torá la fórmula del éxito. Ella nos enseña que debemos encaminarnos por el camino intermedio, sin desviarnos, en general, hacia los extremos. Si seguimos Su consejo podremos cumplir nuestro deber como judíos, y nuestra obligación como los educadores de nuestros hijos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Habló Moshé a los jefes de las tribus de los hijos de Israel diciendo: Esta es la cosa que ordenó D'os: Cuando un hombre formule un voto a D'os o haga un juramento… que no profane su palabra, como todo lo que sale de su boca deberá hacer" (Bamidvar 30:2-3).

Al comienzo de esta parashá, la Torá se refiere a las leyes de los votos y los juramentos mediante los cuales la persona se puede auto-prohibir formalmente algo que la Torá no le prohibió hacer, o puede auto-obligarse a hacer formalmente algo que la Torá no le obligó realizar.

La persona tiene el poder de convertir mediante su voto algo mundano en algo de santidad, porque cuando la persona cuida su boca, esa boca se convierte en un elemento de santidad. Así como en el Templo los utensilios de santidad tenían el poder de santificar las ofrendas que eran dispuestas en ellos, así también las palabras que salen de la boca de la persona que es cuidadosa en no profanar su habla, tienen el poder de santificar algo mundano.

(Basado en el libro Shem Mishmuel).

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