lunes, 17 de mayo de 2010

Parashá Naso

Resumen Parashá Naso

"Hay que cumplir lo obligatorio antes de abstenerse de lo permitido"

"Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando algún hombre o mujer se apartare haciendo voto de nazir para consagrarse al Eterno" (Números 6: 2).

Esta ley se refiere a una persona que se compromete voluntariamente a abstenerse del materialismo, más de lo que la Torá obliga.

El Midrash dice que dicha promesa es positiva y permitida únicamente para aquella persona que se encuentra en un nivel como el de Abraham, Yosef o Job, los cuales son famosos por su temor a Elohim, ya que si uno no es temeroso de Elohim, mejor que empiece por cumplir lo obligatorio antes de que se comprometa a abstenerse de lo permitido.

El Maguid de Duvna explica dicho Midrash con la siguiente metáfora: en un pueblo vivieron dos vecinos, uno era leñador y el otro era un ladrón. Los dos eran pobres y los dos tenían familias grandes. El leñador, a pesar de su pobreza, cuando llegaba al momento de que sus hijas contrajera matrimonio, siempre contaba con los recursos suficientes para llevarla a la Jupá y pagar la dote que fuese necesaria; y por otro lado, el ladrón nunca pudo llevar a sus hijas a la Jupá, porque nunca tenía un centavo para pagar su dote.

Un día, le preguntó el ladrón al leñador: ¿Cómo logras tener los recursos para casar a tus hijas, sí eres pobre igual que yo? Y el leñador le contestó que cada vez que nacía un miembro de su familia, el preparaba una caja cerrada con llave y diariamente ponía allí un centavo, y así con los años se iba llenando la caja, hasta que el día del casamiento tenía lo suficiente.

¿Por qué no haces lo mismo? - le preguntó el leñador a su vecino. El ladrón se rió y le contestó: Este sistema es bueno para ti pero no para mí, porque yo como ladrón, que me dedico a abrir cajas cerradas de otra gente, con mayor razón abriría la mía mucho antes de que mi hija llegue a casarse.

Asimismo, dice el Maguid de Duvna, es lo que sucede con aquel que todavía no cumple con lo obligatorio y ya se compromete a ponerse cercos a si mismo. Sí los límites que impuso la Torá no los respeta, ¿cómo va a respetar los límites extras que se impone a sí mismo?

Lo mencionado anteriormente es una gran lección para cada uno de nosotros. Tantas veces hacemos promesas con nosotros mismos, como por ejemplo no fumar, conservar una dieta ó promesas más espirituales como no enojarnos ó no envidiar a otros etc., y finalmente encontramos que nos quedamos con la pura promesa pero sin el cumplimiento de ella y nos preguntamos ¿Por qué fallamos? ¿Cuál fue la causa de no respetar los límites que nos pusimos a nosotros mismos?

La respuesta es que si no respetamos los límites que nos impuso D'os, cómo esperamos respetar los límites que nosotros mismos nos impusimos. El que cumple Mitzvot realiza un ejercicio constante de respetar límites, logrando así posteriormente, respetar los límites que él mismo se impone.

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Una corona de santidad.

En la sección semanal de la Torá Nasó (Contarás) se continúa con el orden establecido de los viajes por el desierto, y como parte integral y fundamental de ellos los censos fijan los marcos dentro de los cuales las diferentes funciones de cada uno de los miembros del pueblo recibe, así en los últimos versículos de la parashá anterior y en los primeros de esta sección encontramos la disposición de los hijos de Leví, según sus diversas ocupaciones en torno al Tabernáculo.

Una vez terminado este organigrama del pueblo, la Torá pasa a relatarnos temas que nos sumergen en un mundo completamente distinto, donde prácticamente el orden que caracterizó los primeros capítulos de nuestro libro, Bemidvar, no parece conservarse. Nos referiremos a uno de estos temas, en el cual observaremos una falta de equilibrio que la sabiduría del Creador enmarcó bajo reglas específicas para poder devolver al ser humano su relación correcta con el medio y con los otros hombres, hablamos de los votos hechos por el "nazir" (nazireo) que marcarán un estilo de vida con fines de elevada espiritualidad, como un paréntesis en una vida diaria afectada por bajezas morales y falta de sensibilidad ética.

"Todos los días de su abstinencia será sagrado para Hashem" (Bemidvar 6,8)

Una persona decide un día cualquiera abstenerse de ciertos elementos que forman una vida normal. La pregunta que cabe hacer desde un principio y más aun en nuestros tiempos modernos, ¿Acaso esta persona está actuando correctamente, según el pensamiento de la Torá? ¿Acaso es apropiada el calificativo de "santo" que suelen los demás hombres fijar sobre aquellos abstinentes profesionales? Desde una perspectiva simple solemos ver a una persona que escoge para si despreciar los placeres mundanos, alejarse de la sociedad humana y vivir en silente recogimiento, como alguien extraño, y podemos ver una relación ambigua con respecto a él, por un lado hay quien lo califica de "santo" y por otro hay quien lo designa como "antisocial"; pero en realidad ¿Qué piensa la Torá sobre él?

De nuestra parashá se entiende que tal forma de vida es muy valorada, considerada como un nivel de elevación personal y una pertenencia a ideales de purificación que acercan cada vez más a Hashem.

"Un hombre o mujer que se separe para hacer un voto de abstinencia para Hashem, se separará del vino y del mosto... será sagrado para Hashem" (Bemidvar 6, 2-8).

De la última frase podemos además deducir que aquel nazir, el abstinente de la Torá, que se separa del placer del vino se transforma en "sagrado", quien escoge una vida tal escoge el servicio a Hashem al parecer más apropiado y aceptable. Un refuerzo a esta opinión encontramos en las glosas lingüísticas que el comentarista Abraham Ibn Ezrá trae sobre nuestros versículos, que propone relacionar la palabra "nazir" como un derivado del término "nezer" cuyo significado en hebreo es "corona", así declara "ya que todos los seres humanos son esclavos de los placeres mundanos, y el rey verdadero, que posee una corona de control sobre su cabeza, es aquel que está libre de los placeres" (Ibn Ezrá ad loc.). Vemos además que también en el Talmud (Cf. Nedarim 9b) se eleva a tal persona a una categoría óptima:

"Dijo Shimón, el Justo, en toda mi vida no comí de los sacrificios que trae un nazir impuro (en caso de no cumplimiento de su voto), excepto el de uno. Una vez vino un hombre, un nazir del sur, y lo vi que tenía belleza en sus ojos, buen aspecto y sus bucles caían crespos. Le dije: hijo mío, ¿Qué vistes en ti para cortarte tu cabello? (regla del nazir impuro). El me dijo: yo era un pastor de mi padre en mi ciudad, cuando fui a sacar agua de un manantial, me observé en el agua y mi instinto me atacó, entonces estuve a punto de perderme del mundo... Pero le dije a mi instinto: ¡Malvado!, ¿Por qué te vanaglorias en un mundo que no te pertenece? Entonces prometí cortármelo por el cielo...". Shimón, el Justo, se emocionó muchísimo de esta historia y declaró: "Hijo mío, que como tú haya muchos abstinentes en Israel"

Entonces vemos que se considera a este tipo de voto como algo para el crecimiento personal, para la elevación hacia un mejor servicio de Hashem. Pero si es así por qué el nazir debe al finalizar su período de abstinencia traer al Templo un sacrificio llamado "jatat", es decir una ofrenda que trae la persona que se tropezó con algún tipo de pecado. Así la Torá declara:

"E hizo el Cohén uno como ofrenda de pecado (jatat) y otro como holocausto, de tal modo hace expiación por él ya que pecó sobre un alma" (Ibid. 11).

El pecado que define la acción del abstinente debe ser analizado con detenimiento, dentro del marco en el que se desarrollan los conceptos del judaísmo, la capacidad de convivir con todas las fuerzas y energías que el Creador nos dispuso es el punto principal que hace del ser humano una persona con elección, con elección para escoger en la utilización de esas fuerzas correctamente o no; sin embargo no demanda la Torá que tales fuerzas deban ser eliminadas, sino por el contrario la demanda óptima es el autocontrol, definido como la ubicación racional y tradicional de todas nuestras energías en los momentos y lugares correspondientes.

Por este motivo encontramos diversas explicaciones sobre el presunto "pecado" del nazir. Rab Shlomó Efraim Ben Aharón, Klí Yakar, en su comentario a la Torá, cuando comenta este tema precisamente nos remite a una discusión presente ya entre los maestros más antiguos, así "... ya que pecó sobre un alma, pues no se cuidó de la impureza de muerto (que los abstinentes deben guardar de no impurificarse), en cambio Rabí Elazar Hakapar dice (Cf. Nazir 3ª) que es porque se mortificó a si mismo (se separó) del vino". En forma simple, parece que Rabí Elazar hace depender el pecado del nazir del hecho mismo del voto de abstinencia, lo cual es sorprendente, ya que aquella persona que acabamos de calificar como "sagrada", cuyo trabajo personal es alabado, de pronto recibe el calificativo de "pecador", por el mismo hecho que lo definió como "santo".

Para explicar el tema en profundidad, Klí Yakar ingresa en un análisis psicológico de la conducta humana y en especial de los instintos: "se llama al "nazir" pecador porque si hubiera sido una persona pura y correcta, que conduce su vida con lógica (equilibrio) no hubiera necesitado hacer tal voto de abstinencia; porque ¿Quien le impide conducirse con austeridad y alejarse de los placeres mundanos sin hacer ningún voto?

Pero por cuanto que necesitó relacionarse con el voto de nazir, esto demuestra que sabe que no podrá detener su espíritu de los placeres, por esto inmediatamente salta y jura contra su propio instinto, lo cual le conlleva mortificación pues sobre aquello de lo cual alguien se haya abstenido, su instinto lo mortificará muchísimo más".

Kli Yakar explica que dentro de un mundo ordenado y dentro de elementos morales estables, cualquier persona debería poder comportarse correctamente, sin necesidad de llegar a juramentos ni a votos; pero si alguien debe ingresar al sistema del nazir, probablemente reconoce en si debilidades que no puede controlar.

Una conducta ética aceptable está basada en el hecho de la convivencia con el aquí y el ahora, dentro de estos conceptos se desarrolla la vida de la persona unida espiritualmente a Hashem, no son necesarios elementos que nos separen, no es necesario que la persona se transforme en un ermitaño ni que se retire al silencio de los desiertos; por el contrario la vida pública debe estar plasmada de espiritualidad y la lucha en contra de los instintos debe ser parte de los quehaceres cotidianos.

Agrega además Kli Yakar que existe un pecado en el intento de agregar a las prohibiciones que la Torá dispuso, pues en casos de este tipo que la persona intenta aumentar el sistema de prohibiciones, los instintos suelen fortalecerse aun más, en tal caso la Torá misma no proporciona protección, ni aumenta su fuerza para enfrentarse a los instintos "pues no existe fuerza en ella, sino en los temas en que la propia Torá es la causa de ellos".

Esto está basado en el equilibrio universal en donde el plano del mundo es la Torá, quiere decir que todos sus conceptos son aquellos que ingresan dentro de los elementos que rigen al mundo y a sus leyes, ya sea material o espiritualmente; por lo tanto donde la Torá fijó moralidad entregó los instrumentos para el desarrollo de esta moralidad, pero en donde no la fijó, tampoco existen los medios para construirla.

Por lo tanto, según la opinión de Kli Yakar, el nazir recibe el calificativo de "pecador" desde dos perspectivas: por un lado, el hecho que antes de su voto era un desenfrenado, sin poder controlar sus instintos, hasta que tuvo que amarrarse al voto de esta abstinencia; y por otro lado al ser un nazir incita más a su instinto contra él mismo, situación en la cual no necesariamente recibirá ayuda de la Torá. A pesar de todo el análisis hecho sobre el "pecado" del nazir, de todos modos la Torá lo califica con el apelativo de "sagrado para Hashem", porque si logra superar todos los obstáculos, ciertamente ha llegado a un nivel óptimo en su crecimiento personal.

Resumen de Haftarat Naso

Shofetim (Jueces) 13:2-25

En la haftará de esta semana leeremos acerca del comienzo de la historia de uno de los personajes bíblicos más famosos que tuvo el pueblo de Israel: el juez Shimshón (Sansón, s. X a.e.c.). Al comienzo del relato vemos cómo la futura madre de Shimshón - hasta ese momento, una mujer estéril - recibe la noticia de que dará a luz un hijo.

Después de que ella le informó a su esposo Manóaj sobre la buena nueva, él le pidió a D'os que quien se le había aparecido a su esposa anteriormente para informarle eso, se le aparezca a él nuevamente para saber qué hacer con el niño que nacerá, y D'os escuchó su pedido:

"Le dijo Manóaj al ángel de D'os: 'Te demoraremos ahora y haremos delante de ti un cabrito'. Le dijo el ángel de D'os a Manóaj: 'No me demores, no comeré de tu pan; mas si harás un sacrificio a D'os, lo ascenderé' - pues no sabía Manóaj que un ángel de D'os era él. Le dijo Manóaj al ángel de D'os: '¿Cuál es tu nombre? - pues cuando se cumpla tu palabra te honraremos'. Le dijo el ángel de D'os: '¿Por qué es que preguntas mi nombre? Él es oculto'" (13:15-18).

Nuestros Sabios en el midrash (Bamidvar Rabá 10:5) nos explican que Manóaj no se dió cuenta que quien estaba delante de él era un ángel. Él pensaba que su interlocutor era un profeta de D'os, ya que generalmente cuando los profetas cumplían su función como enviados de D'os, el Rúaj Hakódesh (Espíritu de Santidad) que reposaba sobre ellos, provocaba que todos lo que los veían temieran de ellos, ya que los encontraban parecidos a los ángeles.

Manóaj le preguntó su nombre, ya que quería ofrecerle algún tipo de presente por la buena noticia, pero el ángel de D'os no quiso tener ningún beneficio por lo que había hecho, ya que ésta no era la costumbre de los que ejecutan la voluntad de D'os.

Nótese que aquí este ángel se comportó distinto que los ángeles que se le aparecieron a Abraham (Bereshit -Génesis- 18) ya que en aquella oportunidad los ángeles sí comieron de la comida de Abraham Avinu. Pero la diferencia radica en que los ángeles de Abraham se le aparecieron a él como personas, y por cuanto que él los invitó a su casa, no quisieron hacerle sentir mal al no poder cumplir él la mitzvá de ajnasat orjim (hospitalidad).

Sólo después de que comieron, los ángeles cumplieron la función que D'os les había encomendado, y es por eso que allí no parecía que recibían recompensa por su misión. Pero en nuestro relato, este ángel, inmediatamente después de que se le apareció a Manóaj cumplió su misión, y en este caso sí iba a parecer que él estaba recibiendo alguna ganancia por su función.

"Tomó Manóaj el cabrito y la ofrenda, y los subió sobre la roca para D'os, y [el ángel] maravillas obraba, y Manóaj y su esposa veían. Y fue que al ascender el fuego por encima del altar hacia el cielo, subió el ángel de D'os con el fuego del altar, y Manóaj y su esposa veían, y se prosternaron sobre sus rostros contra la tierra. Y no se mostró más el ángel de D'os a Manóaj, entonces supo Manóaj que un ángel de D'os era él" (13:19-21).

El Rav Iosef Sorotzkin en su libro "Mégued Iosef" nos muestra una gran enseñanza que podemos obtener de todo este pasaje, ya que es sorprendente lo que vemos aquí.

El ángel obraba maravillas mientras Manóaj y su esposa observaban, pero todavía no estaban seguros quién era ese "hombre de D'os". Luego, al ver que el ángel subió al cielo junto con el fuego del altar, llenos de veneración y temor, ellos se estremecieron y se prosternaron conmovidos por aquella visión.

Pero todavía no estaban convencidos sobre la verdadera identidad de ese "hombre". Sólo cuando el ángel de D'os no se les apareció más a ellos, sólo en ese momento, Manóaj se dió cuenta que ese hombre era un ángel de D'os. Lo que no pudieron lograr todos los milagros, lo logró el simple hecho de que Manóaj no lo vió más al ángel!!!

Esto nos enseña - explica nuestro autor - que los milagros y las proezas que una persona puede llegar a ver con sus propios ojos que ocurren delante de él no son ninguna garantía para la santidad y la grandeza de esa persona, ya que también es posible obrar milagros a través de las "fuerzas de la impureza", así como encontramos que con toda su grandeza Moshé Rabenu convirtió el agua en sangre, pero también los hechiceros del Faraón hicieron lo mismo, gracias a la brujería y a la magia negra.

Por otro lado, quien hace una buena acción con su prójimo - específicamente si lo hace a través de milagros - seguro pedirá que le devuelvan el favor, o por lo menos volverá a ese lugar para que lo honren y le agradezcan por su gran acción.

Aún si él es un hombre justo colmado de buenas cualidades, y no busca el loor y el honor, de todas formas seguramente volverá a ese lugar para ver lo bueno que hizo y tener alguna clase de provecho del beneplácito que les provocó a los otros.

Y por cuanto que es imposible para un ser humano no volver a ese lugar para ver las maravillas que hizo, el hecho de que esa persona no retorne al lugar, demostrará contundentemente que él es un ángel y no un hombre.

Sólo cuando el ángel no se le apareció más a Manóaj (y por la forma que se fue, entendió Manóaj que él no volverá más), entonces supo Manóaj sin ningún lugar a dudas, que ese hombre era un ángel de D'os.

Perla de la Parashá Naso

En el shabat siguiente a la fiesta de Shavuot, se lee la parashá Nasó.

Nasó es la parashá más larga de toda la Torá, conteniendo 176 versículos, el mismo número de versículos que contiene el capítulo más largo de Tehilim (Salmos), el 119. Interesantemente, el tratado más largo del Talmud, Babá Batrá, contiene 176 hojas. Asimismo, los comentarios del Midrash y el Zohar en parashat Nasó son mucho más extensos que en otras parashot.

De esta manera el pueblo de Israel expresa su aprecio y amor por la Torá en este primer shabat después de Shavuot - la fiesta que celebra la entrega de la Torá.

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