domingo, 18 de abril de 2010

Parashá Ajarei – K `dochim

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Resumen Parashá Ajarei – K `dochim

Vivir las Mitzvot

"Y cuidarán Mis leyes y Mis preceptos, que los hará la persona y vivirá con ellos, Yo soy Hashem" (Vaikrá 18:5).


Aparentemente, la expresión: "y vivirá con ellos" es innecesaria, ya que si la persona cumple con la primer parte del versículo que dice: "Y cuidarán Mis leyes y Mis preceptos", evidentemente vive con ellos.


Pero, en realidad, esta frase encierra un importante mensaje, que si lo tendremos presente en todo momento, nos ofrecerá grandes beneficios en general, y en el área de la educación de nuestros hijos en particular.


Hay dos maneras de cumplir las mitzvot:


La primera es cuando la persona cumple mitzvot estando incentivada por una gran convicción, un deseo creciente de cumplir, y sabe que por ello recibirá una gran recompensa en el Mundo Venidero. Por ejemplo, cuando alguien concurre a la sinagoga para rezar y acercarse a D'os.


La segunda es cuando las mitzvot son observadas por costumbre o por compromiso. Por ejemplo, cuando la persona asiste a la sinagoga para acompañar a su padre o para felicitar a su compañero que festeja el bar mitzvá de su hijo.


La diferencia entre estos dos iehudim es muy simple. La persona que fue a la sinagoga por un motivo externo vive pasivamente toda esa experiencia tan hermosa del rezo de shabat, y eso no le permite sentir al máximo la agradable sensación de la tefilá.


Por otra parte, el otro judío que shabat tras shabat va a la sinagoga por propia convicción, disfruta plenamente de cada segundo, ya que internamente tiene un gran deseo de cumplir las mitzvot, y al estar allí, él se acerca a su objetivo final. El deseo de vivir cada mitzvá es lo que marca la diferencia.


Nosotros, por nuestro lado, sin darnos cuenta podemos estar cumpliendo mitzvot sin vivirlas plenamente. Simplemente las hacemos por costumbre. Pero si meditáramos en el gran orgullo que representa ser judío pudiendo cumplir con la Torá y las mitzvot, eso provocaría una constante renovación en nuestras vidas, y de esa manera viviríamos un judaísmo activo y no pasivo.


El parámetro que tenemos para medir en qué nivel nos encontramos, es observando los frutos de nuestras acciones. Si cumplimos una mitzvá tenemos que ver si luego deseamos hacer otra. Si es así, eso quiere decir que estamos viviendo y disfrutando correctamente el cumplimiento de las mitzvot.


Además, quién vive un judaísmo natural y activo, verá los frutos en su descendencia, pues sus hijos habrán recibido el yugo del cumplimiento de la Torá con mucho amor, y principalmente, a través del excelente ejemplo de sus padres.


Nuestros hijos perciben muy bien si nuestro cumplimiento es artificial o natural, y en ellos se verán los frutos.

Consideremos un caso hipotético:


Delante nuestro tenemos dos manzanas.Una es una manzana natural y la otra artificial.


La manzana artificial es idéntica a la natural, el gusto es el mismo, y si quisiéramos identificar cuál es cuál, nos sería casi imposible. La única manera de poder comprobarlo es plantando las semillas. La manzana natural seguirá dando frutos, mientras que la artificial no lo podrá hacer.


Lo mismo ocurre con nosotros. Quien vive su judaísmo de manera natural y con ganas de vivirlo intensamente, podrá ver el mismo comportamiento en sus semillas, pero quien lo vive en forma artificial y con desgano, también le transmitirá a sus hijos un judaísmo opaco y sin sabor.


Este punto tan importante se ve reflejado también en la mitzvá de la cuenta del omer.
En la festividad de Pesaj recordamos que el pueblo de Israel salió de Egipto y comenzó a respirar aires de libertad, dejando detrás muchos años de esclavitud y amargura. Pero inmediatamente después del primer día de la fiesta, en el segundo día de Pesaj comenzamos con la sefirat haomer, que consiste en contar 49 días hasta la entrega de la Torá, en la festividad de Shavuot. Este precepto nos demuestra que con el mero hecho de conseguir la libertad, la meta final todavía no fue alcanzada.


La verdadera libertad no es física sino espiritual y la única manera de obtenerla, es a través del cumplimiento de la Torá. La salida de Egipto no fue una finalidad por si misma, sino un importante y fundamental escalón que debíamos subir para poder llegar a la cima. Pero la meta final era llegar hasta el monte Sinai, donde la Torá sería entregada.


La mitzvá de contar los días del omer tiene la función de renovar constantemente el deseo de aspirar a lo máximo y no conformarse con lo que ya conseguimos.
Vemos que la sefirat haomer no sólo incentivaba al judío físicamente, sino que también psicológica y espiritualmente.

Así como un presidiario cuenta el tiempo que falta para que lo liberen, marcando en su calendario cada día que transcurre, pues cada día está más ansioso por llegar a esa fecha tan esperada, lo mismo ocurrió con el pueblo de Israel en el desierto. Ellos contaban cada día que pasaba, esperando ansiosamente el momento cumbre en el cual recibirían la Torá en el monte Sinai.


De esta manera, todo el pueblo en general, y cada judío en particular, llegó al nivel óptimo para recibir la Torá.


Y precisamente ese espíritu de renovación y vida es lo que la Torá nos pide mediante las palabras: "y vivirá con ellos", es decir, con los preceptos, pues no alcanza con cumplir la parte del versículo que dice: "Y cuidarán Mis leyes y Mis preceptos…", también se necesita el: "y vivirá con ellos".


Vivir significa renovarse constantemente. Cada día tiene que ser valorado y disfrutado como si fuera único, ya que el potencial de mitzvot que se puede desarrollar en 24 horas es inmenso y su recompensa será eterna.

Si cada uno de nosotros tendrá presente este mensaje, podrá disfrutar de su vida al máximo, tanto en el campo de lo material como en el área de lo espiritual. Esto le brindará una vida llena de alegrías, ya que cada mitzvá cumplida significará haberse acercado un poco más a la meta, siendo éste el anhelo de cada persona en la vida.

Resumen de Haftarat Ajarei – K `dochim

La costumbre de los judíos ashkenazitas es leer como haftarát Ajaré Mot una sección extraída del libro del profeta Amós 9:7-15, y como haftarat Kedoshim una sección perteneciente al libro del profeta Iejezkel 22:1-16.

Sin embargo, entre los judíos sefaraditas la costumbre es distinta. Ellos acostumbraron leer en haftarat Ajaré Mot el texto extraído de Iejezkel 22:1-16, mientras que en haftarat Kedoshim leen de Iejezkel 20:1-20.

Como hemos explicado en nuestra Introducción a las Haftarot, en los shabatot del año donde se leen dos parashot juntas, la costumbre general tanto entre los judíos ashkenazim como entre los judíos sefaradim es leer solamente la haftará correspondiente a la segunda de las parashot leídas.

Sin embargo, si las parashot Ajaré Mot y Kedoshim se leen el mismo shabat, a pesar de que los judíos sefaradim acostumbran leer la haftará correspondiente a parashat Kedoshim siguiendo la regla general, los judíos ashkenazim, excepcionalmente, acostumbran leer la haftará correspondiente a parashat Ajaré Mot (Ramá Oraj Jaim 428:8, Mishná Berurá y Kaf Hajaim).

Comentario

Amós 9:7-15

En la haftará de Ajaré Mot (de acuerdo a la costumbre de los judíos ashkenazim) encontramos una fuerte reprimenda a los hijos de Israel - que querían abandonar la Torá y los preceptos - por parte del profeta Amós (s. VII a.e.c.).

Sin embargo, al final de la haftará encontramos palabras de consuelo y esperanza para "los cautivos del pueblo de Israel":

"He aquí que días vienen - palabra de D'os - en los que se encontrará el arador con el cosechador y el pisador de uvas con el sembrador, gotearán las montañas vino y todas las colinas se disolverán" (9:13).

El Rav Mendel Hirsh en su "Séder Hahaftarot" nos explica que cuando el pueblo de Israel - así como la humanidad toda - se encuentren en un estado de purificación y unidad respecto de la valorización de D'os, se creará una situación de paz con Él, una situación de paz entre el hombre y su prójimo, y habrá paz entre un pueblo y otro.

En ese momento D'os impondrá la paz entre la naturaleza y el hombre, y todas las molestias y los obstáculos que fueron colocados con el transcurrir del tiempo para educar a la humanidad, serán quitados.

La tierra volverá a producir frutos con toda su fuerza, hasta tal punto que "se encontrará el arador con el cosechador", pues el cosechador tendrá tanta producción que juntar, que seguirá trabajando hasta la época en la que nuevamente se deberá arar el campo para prepararlo para la siembra, "y el pisador de uvas" se encontrará "con el sembrador", ya que tendrá tantas uvas para pisar, que llegará la época de la siembra y él todavía estará preparando vino. Habrá tanta producción que "gotearán las montañas vino" y la lluvia será tan abundante que "todas las colinas se disolverán".

"Haré retornar a los cautivos de Mi pueblo Israel y reconstruirán ciudades desiertas y se asentarán, plantarán vides y tomarán su vino y harán jardines y comerán su fruto" (9:14).

Cuando toda la humanidad esté bendecida con esa abundancia, se estará hablando de la redención final del pueblo de Israel - a través de la providencia y el cuidado especial de D'os con su pueblo.

La expresión "Y haré retornar a los cautivos de Mi pueblo Israel" nos muestra una relación de amor entre D'os y el pueblo que retorna a su tierra purificado.

"Y los plantaré en su tierra y no serán más desarraigados de la tierra que les he dado, ha dicho Hashem, tu D'os" (9:15).

Ese pueblo purificado también tiene una relación con la tierra a la cual retornan asentándose en ella, ya que para ellos ella había sido destinada.

Todos los aseguramientos son de D'os, pues Él es "Hashem, tu D'os". De esta forma finaliza Amós su profecía, con una fuerte expresión el profeta se dirige directamente a cada judío de cada generación, en todo tiempo, diciéndole que D'os encomendó a cada uno para que ponga de sí su pequeña parte para concretizar este objetivo, mediante una predisposición y un cumplimiento fiel y completo de la obligación de su vida.

Perla de la Parashá Ajarei – K `dochim

"Y purificará el Santuario por las impurezas de los hijos de Israel y por sus graves pecados, por todas sus transgresiones" (Vaikrá 16:16).

Este versículo aparentemente aparece en un orden inverso al lógico, porque comienza hablando de sus graves pecados, es decir de los pecados graves cometidos por el pueblo, y finaliza hablando sobre sus transgresiones, es decir sobre las transgresiones simples cometidas por ellos. Pero generalmente nosotros primero pedimos perdón por las transgresiones leves y sólo después por los grandes pecados. Entonces, ¿a qué se debe el cambio en el versículo?

La respuesta es que generalmente el iétzer hará (impulso o instinto del mal) comienza a trabajar incitando a la persona a que cometa "pequeñas" transgresiones, y cuando ve que la persona le hizo caso, lo induce a cometer pecados más graves. Pero la explicación de este versículo es la siguiente: "Y purificará el Santuario por las impurezas de los hijos de Israel", es decir por el hecho de que ellos se impurificaron completamente por el iétzer hará, "y por sus graves pecados", es decir por los pecados graves y premeditados. Y la razón de esto es "por todas sus transgresiones", pues solamente porque ellos comenzaron escuchando al iétzer hará que los incitó a cometer transgresiones simples, llegaron a impurificarse totalmente.

Basado en las palabras de Rabí Iejiel Mijal Epshtein

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