domingo, 31 de julio de 2011

Parashá 44 D´varim

Parashá 44 D´varim (D´varim 1: 1 – 3: 22)

Tema: “El Dulce Reproche”

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (1:1-11): Moshé Rabenu le recuerda a la nueva generación que entrará a la Tierra de Israel algunas cosas que ocurrieron durante los cuarenta años en el desierto. Moshé bendice al pueblo.

Segunda aliá (1:12-21): Moshé cuenta cómo organizó social y judicialmente al pueblo y cómo les dió leyes a los jueces. Moshé le recuerda al pueblo cómo les mostró la Tierra y les dijo que la conquisten.

Tercera aliá (1:22-38): Moshé recuerda que el pueblo le pidió que mande espías a la Tierra y él aceptó, enviando uno por cada tribu. Es recordado que los espías volvieron y hablaron mal de la Tierra provocando así que el pueblo caiga en pecado al no tener confianza en D'os. El enojo de D'os con el pueblo y el castigo de que no entrarían a la Tierra. Moshé rememora que D'os le dijo a él que Iehoshúa será su sucesor y hará entrar al pueblo a la Tierra.

Cuarta aliá (1:39 - 2:1): La nueva generación será la que entrará a la Tierra de Israel. Moshé recuerda el comienzo del desplazamiento de la vieja generación por el desierto. El pueblo reconoció que se equivocó y quiso conquistar la Tierra pero D'os no lo aceptó. La rebelión en contra de D'os intentando conquistar la Tierra por sus propios medios. El fracaso y la vuelta al desierto aceptando finalmente la Palabra Divina.

Quinta aliá (2:2-30): Moshé recuerda que D'os le ordenó a la nueva generación que comience con el desplazamiento hacia la Tierra de Israel. El desarrollo de los acontecimientos cuando quisieron pasar por los territorios de los hijos de Esav. Lo ocurrido con los hijos de Israel cuando pasaron por el territorio de Moav. La palabra de D'os cuando iban a pasar por los territorios de los hijos de Amón. D'os les dice cómo tenían que conquistar a Sijón, rey de Emor.

Sexta aliá (2:31 - 3:14): Moshé cuenta cómo fue la guerra y la conquista de Sijón, cómo fue la guerra en contra de Og, el rey del Bashán, y a qué tribus les fueron dadas aquellas tierras conquistadas.

Séptima aliá (3:15-22): Moshé Rabenu recuerda que les dijo a los que recibieron las tierras que no se queden asentados allí sino que vayan a luchar con el resto del pueblo. Moshé les adelanta cómo será la conquista de la tierra.

Introducción:

Este sábado tiene la particularidad de que en él, comenzamos a leer el quinto y último libro de la Torá, el séfer Devarim. El sábado en el que se lee la parashat Devarim siempre es el shabat anterior al día del ayuno del nueve de Av, y por eso se lo llama el "Shabat Jazón", ya que con estas palabras comienza la haftará que se lee esta semana - la tercer y última haftará de desgracia (véase nuestro comentario sobre la haftará semanal).

Realmente, es fácil encontrar que nuestra parashá tiene varios puntos en común con estos días de tristeza por la destrucción del Templo de Jerusalem. Por ejemplo, al comienzo mismo de la parashá vemos que Moshé reprende a los hijos de Israel por las equivocaciones que cometieron durante los cuarenta años de deambular por el desierto (véase el comentario de Rashí).

Además, llama poderosamente la atención encontrar al comienzo de la segunda aliá un versículo que comienza con la palabra Ejá, que como es sabido, así también se llama en hebreo el libro que cuenta la destrucción de la ciudad y el primer Templo de Jerusalem, llamado en español: "Lamentaciones".

"¡Cómo ["Ejá"] podré yo solo soportar vuestra molestia, vuestra carga y vuestras peleas!" (1:12).

Desde el comienzo de la Torá hasta este lugar, nunca ha aparecido esta palabra en el texto bíblico, y en total, solamente cinco veces es encontrada en la Torá. ¿Es casualidad que la primera vez que aparece esta palabra en la Torá siempre es leída antes de Tishá Beav? Aparentemente no. Dice el midrash comentando el primer versículo del libro de Ejá:

"Tres profetizaron diciendo 'Ejá': Moshé, Ieshaiahu e Irmiahu. Moshé dijo: 'Cómo podré yo solo soportar vuestra molestia, vuestra carga y vuestras peleas!' (Devarim 1:12), Ieshaiahu dijo: 'Cómo se ha prostituído la ciudad fiel…!' (Ieshaiahu 1:21), e Irmiahu dijo: 'Cómo ha quedado desolada la ciudad de muchos habitantes…!' (Ejá 1:1)" (Ejá Rabá 1:1).

El midrash relaciona a Moshé Rabenu con el profeta Irmiahu, autor del libro de Ejá, y de esa manera nos insinúa que existe alguna relación entre nuestro versículo y el libro de Ejá. Pero, ¿cuál es?

Comentando nuestro versículo, Rashí (Rabí Shelomó Itzjaki, 1040 - 1105) nos recuerda las palabras del midrash que explican la queja de Moshé en contra del pueblo de Israel:

"'Vuestra molestia': Esto nos enseña que los hijos de Israel eran molestos. Cuando uno de ellos veía que su contrincante le ganaría el juicio, decía: 'Tengo testigos para traer! Tengo pruebas para traer! Deseo agregar más jueces!'" (Sifrí 12).

Una vez escuché en nombre de Rabí Israel Lipkin de Salant (1810 - 1883), que es posible comprender la profundidad de las palabras de este midrash, mediante el relato de una historia:

Una vez, había un hombre que se dedicaba a comerciar cerveza. Llegada la fiesta de Pésaj él se olvidó de vender toda su mercadería en la venta del jametz a un no judío. Después de la fiesta, él se allegó a un rabino y le preguntó qué podía hacer con toda esa cerveza. El rabino le contestó que por cuanto que está prohibido tener cualquier beneficio del jametz que perteneció a un judío en Pésaj, aún después de la fiesta, no había más remedio que tirar toda esa cerveza. Aquel buen judío aceptó tranquilamente la decisión del rabino y tiró toda su costosa mercadería al río.

En otra oportunidad, ese mismo judío fue a juicio con otro judío delante del rabino del lugar, por una suma de dinero relativamente pequeña. Después de que cada uno expuso sus pruebas, ese comerciante vió que el otro judío estaba ganando el juicio y le dijo al rabino que espere un poco antes de cerrar el caso, ya que él tenía testigos que probarían que él no debía perder ese juicio y el rabino aceptó. Luego fueron traídos aquellos testigos pero no le sirvieron, y nuevamente, al ver que él estaba perdiendo, le dijo al juez que traería otros testigos, y así ocurrió varias veces, hasta que finalmente el rabino decidió cerrar el caso.

Si analizáramos estos dos relatos veríamos algo extraño. Primero, cuando el rabino le dijo a este hombre que él debía tirar toda su cerveza al río, aquel judío se calló, y a pesar de que aceptar el decreto del rabino representaba para él perder mucho dinero, fielmente escuchó la decisión del Rav. Pero en el segundo relato, a pesar de que se trataba de una pequeña pérdida de dinero, ese hombre no quiso aceptar fácilmente la decisión del rabino y buscaba desesperadamente traer más testigos o pruebas, aunque él sabía que no tenía razón!

Pero verdaderamente, la respuesta a este incógnito está insinuada en las palabras del midrash que citamos anteriormente:

"'Vuestra molestia': Esto nos enseña que los hijos de Israel eran molestos. Cuando uno de ellos veía que su contrincante le ganaría el juicio, decía: 'Tengo testigos para traer! Tengo pruebas para traer! Deseo agregar más jueces!'" (Sifrí 12).

Rabí Israel de Salant dice que mediante este midrash, Nuestros Sabios quisieron enseñarnos que aquí el problema no partía del hecho de que los judíos no podían sentir que perdían. Ellos sí podían soportar perder. El problema consistía en que ellos no podían ver que el otro les ganaba! Esto lo podemos ver claramente en la historia que relatamos anteriormente. Aquel judío estuvo dispuesto a perder una muy importante suma de dinero solamente para cumplir con la orden de D'os, puesto que ello no representaba bajar la cabeza ante ningún ser humano. Pero cuando se trató de sentir que otro le ganaba, no lo pudo resistir.

Ahora podemos ver claramente la relación entre este versículo de nuestra parashá y el libro de Ejá - que representa la destrucción del Templo Sagrado. No es casualidad que todos los años este versículo se lea siempre antes de Tishá Beav. El midrash nos quiso mostrar que casi 1000 años antes de la destrucción del primer Templo de Jerusalem (y 500 años antes de su construcción) Moshé Rabenu ya se había dado cuenta cuál es la profunda raíz del pecado que provocó la destrucción de nuestro Templo, es decir de nuestra espiritualidad: que no podemos soportar que otros nos gane.

Hace más de 1900 años que provocamos a través del odio gratuito hacia nuestros hermanos, que el segundo Templo de Jerusalem sea destruido, y todavía seguimos sin reparar ese pecado. Pero cuando corrijamos esto y solamente emanemos amor gratuito en todas direcciones, entonces D'os retornará con Su infinita misericordia a Tzión, y los dispersos en todas partes del mundo, serán reunidos en Jerusalem. Amén.

Desarrollo:

El pueblo de Israel tuvo el mérito de tener por líder a Moshé Rabenu durante casi 40 años.
A partir del momento en que D'os lo nombró como líder del pueblo, su entrega hacia ellos fue total e incondicional. En nuestra parashá, Moshé sabía que en pocos días debería morir para que el pueblo siga su camino hacia el establecimiento en la tierra de Israel. Entonces, decide realizar un discurso de despedida, que en definitiva D'os quiso que sea registrado en la Torá, y hoy compone el libro Devarim.

En sus palabras, Moshé los reprende por todas las equivocaciones que cometieron desde la salida de Egipto hasta ese momento. Pero a pesar de que su deber era reprenderlos, Moshé lo hizo de manera delicada y sutil, para no menguar del respeto que cada judío merece recibir.

En realidad no era una misión fácil. Por un lado, Moshé Rabenu tenía que mostrarle al pueblo los errores cometidos para que tomen conciencia de ello, y por el otro lado, no podía ofenderlos y avergonzarlos.

Por este motivo, optó por nombrarles los lugares en los que cometieron los pecados, y así el mensaje sería entendido sin avergonzar a nadie.

El versículo dice: "Estas son las palabras que habló Moshé al pueblo de Israel, al otro lado del río Jordán, en el desierto, en la llanura, frente al Suf…" (Devarim 1:1).

Rashí explica que en realidad Moshé no pronunció estas palabras en el desierto, como dice el versículo, sino en los llanos de Moav, pero la razón por la cual está escrito: "en el desierto", fue para recordarles el pecado que cometieron en ese lugar - el haber pedido carne para comer, así como dice el versículo: "Si tan sólo hubiéramos perecido en manos de D'os en la tierra de Egipto, cuando estábamos sentados cerca de la olla de carne…" (Shemot 16:3). De esta manera, Moshé quiso enseñarles que no obraron bien al revelarse.

Cuando les nombró el sitio "Arabá", que traducimos como "en la llanura", fue para reprenderlos por la idolatría que hicieron en los llanos de Moav (Bamidbar 25).

Al decirles "frente al Suf", la intención fue recordarles la falta de fe en D'os, motivo por el cual se impacientaron frente al Iam Suf - el Mar de los Juncos, y consecuentemente, se quejaron diciendo "¿acaso no hay tumbas en Egipto que nos trajiste a morir en el desierto?" (Shemot 14:11).

Teniendo a todo el pueblo delante suyo, escuchando el último discurso que él daría en su vida, el fiel dirigente no se olvidó de ningún detalle al reprenderlos, pues esta era su última oportunidad para hacerlo. Pero tampoco se olvidó de que debía ser muy cuidadoso en no ofenderlos o avergonzarlos, ya que su intención no era herirlos, sino que ellos mejoren.

Aquí, Moshé nos enseñó que si debemos reprender a nuestro prójimo, la reprimenda debe partir de un sentimiento de amor por el otro, y deben ser utilizadas palabras que sean bien recibidas.

El versículo dice: "reprender, habrás de reprender a tu prójimo, mas no cargarás pecado por él".
Rashí explica que hay una mitzvá de reprender a quien está equivocado, pero con la condición de no cargar pecado por él, es decir, que por cumplir con el precepto de reprenderlo no debemos pecar avergonzándolo.

Por otro lado, Shelomó Hamelej nos enseña en Mishlé (Proverbios 9:8): "No reprendas a un burlón, no sea que te odie, reprende a un sabio y te amará". Y esto nos enseña que además de cuidarnos con nuestras palabras, debemos tener en cuenta si el otro desea o no escucharnos, pues de no desearlo puede llegar a odiarnos. Sin embargo, el sabio entiende que la reprimenda es para su bien, y es por eso que sí querrá que su prójimo lo corrija.

El Shelá Hakadosh explica este versículo de la siguiente manera: Cuando vas a reprender a tu prójimo, no utilices palabras duras, como: "eres un ignorante que no quiere cambiar", pues de esta manera te odiará y no cambiará. Tú debes decirle: "eres una persona sabia y especial, y para alguien tan importante como tú, este comportamiento no es digno".

Es decir que al reprender a nuestro prójimo debemos tratarlo como si realmente fuera sabio, debemos demostrarle el gran valor que él tiene, y que justamente por esa razón le es conveniente mejorar su comportamiento. Pero si por el contrario, le mostramos sus defectos de manera despectiva, fácilmente podemos llegar a herirlo, y la finalidad perseguida no será alcanzada.

El Rab Israel Meir Hacohén, más conocido como el "Jafetz Jaim", fue el autor de muchos libros de gran importancia, y acostumbraba viajar por distintos pueblos y ciudades, para venderlos.

En uno de sus viajes por Lituania, llegó a la ciudad de Vilna, y se hospedó en un discreto hotel cuyo dueño era judío. Él se sentó a almorzar en el pequeño comedor, y mientras esperaba su comida, vio a un judío de aspecto ordinario, que se acercó a la cocinera y con un tono muy prepotente le pidió una porción de pollo y un vaso de vino.

Este hombre recibió su pedido, y comenzó a comer sin modales, mientras no dejaba de criticar a la cocinera.

El Jafetz Jaim se estremeció mucho por el comportamiento mismo, decidiendo levantarse para así hablarle acerca de su conducta. Pero el dueño del hotel, que estaba sentado al lado del Rab, le dijo que no valía la pena que lo hiciera, pues en él no era algo nuevo esa forma de comportarse.

"La ética y los valores sociales son totalmente ajenos a él, ya que a los siete años fue raptado y llevado a los campos de trabajo en Siberia, y allí lo criaron hasta que entró al ejército del zar Nicolás. Nadie puede llamarle la atención por su conducta, y quien intenta hacerlo, rápidamente se da cuenta con quién está tratando" - le dijo el dueño.

"Por este motivo yo le pido que no se acerque a él, pues el hombre lo humillará y maltratará" - agregó.
El Jafetz Jaim - que era conocido como un gran amante de cada judío - de todos modos decidió acercarse a ese pobre judío, a pesar del riesgo que corría.

El Rab se acercó al hombre y amistosamente lo saludó. Sin esperar que le responda el saludo, le dijo con un tono dulce:

"Escuché sobre ti, que cuando apenas eras un niño fuiste raptado, y junto con otros niños llegaron a Siberia. Has crecido entre goim y no has tenido el mérito de aprender siquiera una letra de la Torá. Has pasado por el infierno en este mundo, soportando sufrimientos y terribles persecuciones, pues los malvados, más de una vez quisieron convertirte al cristianismo y te obligaron a comer carne no casher.

Pero a pesar de todo, no te has asimilado".

Conclusión:

El Jafetz Jaim continuó: "Si yo tendría tus méritos y un Mundo Venidero como el que a ti te espera, sería una persona feliz. ¿Acaso es un hecho insignificante pasar todos los sufrimientos que has tenido que soportar por cuidar el judaísmo? Durante más de treinta años viviste esa situación tan difícil y has pasado pruebas que no cualquier persona las puede superar".

Con los ojos llenos de lágrimas el hombre miró al Jafetz Jaim, y le dijo que realmente estaba emocionado por las palabras del Rab, y su alegría era mayor al ver que había alguien que valoraba su sacrificio en la vida. Al finalizar sus palabras, abrazó al Rab y volcó en él toda su amargura.

El Rab le dijo: "has tenido el mérito de ser considerado una de las personas que más se sacrificó por mantener su judaísmo en el pasado. Si podrías recibir sobre ti la responsabilidad de seguir manteniendo el judaísmo en el presente, en forma práctica, tendrás el mérito de llegar a un nivel que no muchos pueden alcanzar".

Al ver cuánto amor tenía el Rab por cada judío, este hombre se apegó al Jafetz Jaim, y siguió con él hasta que llegó a cumplir las mitzvot como un judío temeroso de D'os.

Esta historia real refleja en forma concreta el mensaje de nuestra parashá: La mejor manera de poder acercar a otros judíos al camino de la verdad, es sólo con amor, de buena manera y mediante nuestro propio ejemplo.

Shabat Shalom.

Haftarat D´varim Yirmiyahu (Jeremías) 1:1 – 27 (Sefaradim)

Esta semana, antes de Tishá Beav, leeremos la última de las tres haftarot de desgracia para el pueblo de Israel. En esta profecía el profeta Ieshaiahu (Isaías) - en nombre de D'os - se dirije al pueblo de Israel con durísimas palabras de reprimenda por pecados que serían los que tal vez, finalmente provocarían la destrucción del Templo de Jerusalem.

"Escuchen los cielos y oiga la tierra, pues D'os ha hablado: Hijos he criado y he elevado, mas ellos se revelaron contra Mí" (1:2)

A partir del versículo once de nuestro capítulo, Ieshaiahu transmite la queja de D'os, de que a pesar de que el corazón de ellos se había alejado completamente de Él, ellos seguían trayendo sus sacrificios al Templo como si nada hubiera cambiado. Dice el profeta, en nombre de D'os:

"No sigan trayendo ofrenda vana, incienso abominable es para Mí" (1:13)

Para explicar el significado de estas palabras, Rabí Meir Simjá Hacohén (1843 - 1926) en su libro "Méshej Jojmá" nos recuerda las palabras de Nuestros Sabios - de bendita memoria - en el Talmud:

"Dijo Rabí Jená Bar Bazná en nombre de Rabí Shimón Jasidá: Todo ayuno en el cual no se incluyen algunos de los malvados de Israel no es valedero, como aprendemos de la jelvená [uno de los elementos que conformaban el incienso], que a pesar de que tenía feo olor, la Torá la cuenta como uno de los elementos que conformaban el incienso" (Keritot 6b).

Vemos claramente que a pesar de que algo por sí mismo carece de valor, cuando se une con otras sustancias, recibiendo las fragancias de ellas, eso le sirve para que él mismo obtenga buen olor.

La esencia del Templo Sagrado de Jerusalem era unificar al pueblo de Israel y a su corazón hacia un solo lugar. Por eso dijeron Nuestros Sabios que cada persona debe rezar mirando hacia Jerusalem, para que en definitiva todo el pueblo de Israel dirija su corazón hacia un solo lugar.

Y es por eso que allí D'os siempre se comportaba con ellos en forma milagrosa constantemente, como dijeron Nuestros Sabios en la Mishná:

"Diez milagros ocurrían para nuestros antepasados en el Bet Hamikdash (Templo de Jerusalem): Nunca una mujer abortó como consecuencia del olor de la carne de los sacrificios, nunca la carne de los sacrificios despidió mal olor, nunca se vió una mosca en el lugar donde eran matados los animales, nunca el Sumo Sacerdote sufrió una polución en el Día del Perdón, nunca las lluvias apagaron el fuego de los leños que allí se encontraban, nunca el viento desvió la columna de humo, nunca se encontró defecto en el sacrificio del omer, en los "dos panes" (de Shavuot) y en el pan del Templo, cuando estaban parados estaban apretujados, mas cuando se prosternaban lo hacian espaciosamente, nunca una serpiente o un escorpión dañó a alguien en Jerusalem y nunca un hombre le dijo a su prójimo: 'El lugar es demasiado estrecho para que pase la noche en Jerusalem'" (Avot 5:5).

Mediante este comportamiento milagroso, D'os le demostraba al pueblo de Israel que a pesar de que cada parte del pueblo por sí misma no merecía que Él la conduzca a través de Su providencia particular sobrenatural, de todas maneras la unión general del pueblo de Israel sí merecía que D'os la observe bajo Su supervisación milagrosa.

La razón para esto es que en esa situación de unidad completa del pueblo, los defectos particulares pasan tan desapercibidos que es como si no existieran, y todos tuvieran buen olor: algunos por su veneración a D'os, otros por su rectitud, otros por su amor al pueblo de Israel, otros por su caridad y otros por su estudio de Torá.

Una minjá (ofrenda) no podía ser ofrecida en el Templo de Jerusalem por dos personas, sin embargo la congregación sí debía ofrecer menajot, puesto que la comunidad en su totalidad es considerada como si fuera un solo individuo, ya que en una comunidad todo individuo está interrelacionado con su prójimo sirviéndolo y ayudándolo, así como en el cuerpo humano cada miembro está relacionado con el otro, sirviendo al todo, en función de un objetivo común dictado por el cerebro.

Ahora podremos comprender mejor las palabras del profeta Ieshaiahu:

"No sigan trayendo ofrenda vana, incienso abominable es para Mí" (1:13)

D'os se quejó en contra del pueblo de Israel y les pidió que no sigan trayendo su ofrenda, ya que por cuanto que ellos perdieron ese nivel de unión que antes poseían, queriendo tragar cada uno a su prójimo, cada uno se separó, yéndose por su lado, y por eso dice: "No sigan trayendo ofrenda vana, incienso abominable es para Mí".

En un incienso en el cual cada uno de sus componentes recibe la fragancia de su prójimo, también la jelvená tiene un aroma agradable, pero cuando cada uno de los componentes de ese mismo incienso está separado de los demás, ese incienso es abominable, así como lo es la jelvená, que por sí misma tiene feo olor.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Estas son las palabras que habló Moshé a todo Israel…" (Devarim 1:1).

El comentarista Rashí nos enseña que mediante estas palabras, Moshé quería reprender al pueblo por todas las veces que se revelaron en contra de D'os, pero la Torá no escribió esas reprimendas en forma clara por el honor del pueblo de Israel.

Comentó un vez el Rav Itzjak Meir de Gur: Moshé Rabenu poseía la fuerza de reprender a toda su generación y también a todas las generaciones siguientes, y es por eso que dice el versículo que Moshé le habló a todo Israel.

Aquella generación no tomó parte activa en el pecado - pues Moshé estaba reprendiendo a los hijos, mas los que habían pecado fueron los padres. A pesar de eso Moshé los reprendió, y mediante sus palabras ellos sintieron como que tenían algo de los pecados de sus padres. Esto nos viene a enseñar que toda persona, en toda generación, si tan sólo investigara y observara sus acciones seguro que encontraría en su alma un poco - o algo más que un poco - de los pecados que cometió la generación del desierto, y debe arrepentirse por ellos.

(Basado en el libro Meir Ené Hagolá)

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domingo, 17 de julio de 2011

Parashá 42 Matot

Parashá 42 Matot (B´midbar 30: 2 – 32: 42)

Tema: “Cuando hay enojo, No hay ganadores”

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (30:2 - 31:12): Las leyes de los nedarim (promesas) y las shevuot (juramentos). La batalla contra Midián.

Segunda aliá (31:13-54): La reprimenda de Moshé a los oficiales que salieron a la guerra. La purificación del botín de guerra. La distribución del botín.

Tercera aliá (32:1-19): El pedido de las tribus de Reubén y Gad. La recriminación de Moshé y el compromiso de ellos.

Cuarta aliá (32:20 - 33:49): El pacto de Moshé con los hijos de Gad y Reubén. Gad, Reubén y media tribu de Menashé construyen ciudades en sus tierras. Los viajes del pueblo por el desierto durante cuarenta años.

Introducción:

Generalmente, quienes ocupan cargos de dirigencia espiritual o política en las distintas comunidades del mundo entero, están envueltos permanentemente en circunstancias que los colocan ante una elección difícil. ¿Ellos deben tomar decisiones que según ellos son necesarias, a costa de la simpatía de quienes los eligieron corriendo el riesgo de perder su trabajo, u optar por un camino más "light", manteniendo buenas relaciones públicas, aunque ellos piensen que ese no es el mejor camino para aquellos judíos sobre los cuales están a cargo?

De la lectura de nuestra parashá podemos encontrar una gran enseñanza respecto de la responsabilidad que debe sentir quien posee en su poder la conducción del pueblo de Israel en su totalidad, a la vez que esto también podrá servirle de guía a cada judío que tenga - o desee tener - algún cargo de dirigencia en cualquier comunidad judía del mundo. Dice la Torá:

"Habló D'os a Moshé diciendo: Toma venganza de los hijos de Israel, de los midianitas; luego te reunirás con tu pueblo" (31:1-2).

D'os le pide a Moshé Rabenu preparar un ejército para que haga una guerra contra el pueblo de Midián, como respuesta a todas las atrocidades que estos últimos hicieron contra el pueblo de Israel, sin que se hubieran visto amenazados por el pueblo judío. Pero D'os también le advirtió a Moshé que su muerte dependía de esa guerra, ya que esa sería su última misión como líder del pueblo de Israel, puesto que después él moriría.

Sin embargo, demostrando una vez más su grandeza, Moshé Rabenu cumplió la orden de D'os sin demorarse en absoluto y se dispuso a buscar a los hombres que saldrían a la guerra. Pero cuando él comenzó a elegir a los combatientes, se encontró con un pequeño inconveniente. Dice la Torá:

"Y fueron entregados miles de Israel, mil por cada tribu, doce mil valerosos combatientes" (31:5).

Muchos de los comentaristas notan que aquí la Torá ha utilizado un lenguaje algo peculiar, ya que en lugar de decir: "Y tomó Moshé…" o "Y envió Moshé…" está escrito: "Y fueron entregados…", por lo que concluyen diciendo que estos doce mil soldados no se presentaron por propia voluntad para formar las filas del ejército de Israel, sino que debieron ser escogidos a la fuerza, en contra de su propia voluntad.

La razón por la que aquellos soldados no quisieron presentarse está explicada por Rashí (Rabí Shelomó Itzjaki, 1040 - 1105), quien comenta este versículo basado en las palabras del Midrash:

"Esto nos enseña cuán amados por el pueblo son los pastores de Israel, todo tiempo que ellos no habían escuchado de la muerte de Moshé, está escrito [que Moshé se queja diciendo]: 'un poco más y me apedrearán' (Shemot -Éxodo- 17:4), pero desde que escucharon que la muerte de Moshé dependía de la venganza contra Midián, no quisieron ir [a la guerra] hasta que fueron escogidos en contra de su voluntad".

En el libro "Mégued Iosef", el Rav Eliézer Sorotzkin nos explica que los líderes del pueblo de Israel tienen la función de reprenderlos a ellos constantemente para encaminarlos por el camino del judaísmo, y eso automáticamente provocará en el pueblo un sentimiento de enojo y un deseo de querer despojarse de sus dirigentes. Por eso, si un dirigente no despierta este tipo de sentimientos, significa que él no cumple su función correctamente. Y esto está escrito claramente en el Talmud:

"Dijo Abaié: Aquel sabio que la gente de su ciudad lo ama, no es porque él es bueno, sino porque no los reprende" (Ketubot 105b).

Pero por otro lado, con toda su sabiduría y fe, el líder debe saber cómo sobrepasar esos momentos difíciles, reprendiendo a su comunidad - por un lado, pero siguiendo en el desempeño de sus tan importantes funciones, por el otro. Como dice el proverbio popular: "Un Rabino al que no quieren destituirlo, no es Rabino; pero un Rabino al que pudieron despedirlo, no es persona".

Desarrollo:

También Moshé Rabenu estuvo en su puesto reprendiendo al pueblo de Israel por cada paso erróneo, hasta tal punto que a veces quisieron sacarlo de su puesto, pero por otro lado, no sólo que Moshé continuó en su puesto hasta el final de sus días, sino que cuando D'os dispuso su muerte, los hijos de Israel quisieron demorar su muerte, estando dispuestos incluso a entregar sus propias vidas para eso.

En ese momento de verdad, ellos reconocieron que las reprimendas de Moshé hacia el pueblo eran palabras que salían de su corazón, al igual que un padre que reprende a su hijo porque lo ama. Y ese es el mérito de los pastores de Israel: ellos se ganan el amor del pueblo así como también su enojo, sin que estas dos cosas se contradigan una con la otra.

VAIKTZOF MOSHE AL PEKUDE HEJAIL (31-14)

Era un famoso Talmud Torá, que debía su prestigioso nombre a la esforzada y minuciosa labor de su director, quien logró formar, luego de años de esfuerzo, un excelente equipo docente, que trabajaba mancomunadamente en pos de llegar al máximo nivel de excelencia pedagógica.

En este "casi perfecto" mecanismo de relojería, como es de esperar, había una pequeña falla, un pequeño resorte desajustado…

El maestro de cuarto grado….

El era la antítesis de lo que uno podría esperar de un maestro de escuela: desalineado, desordenado, distraído…

Sus compañeros no llegaban a determinar si era voluntaria o involuntariamente, pero lo cierto es que, luego de largas reuniones docentes, planificaciones y entrega de consignas, en fin… pautas claras para el desarrollo de las clases… él se las arreglaba para hacer todo lo contrario…

Mientras que el resto de los maestros se divertía con sus extravagancias, el director se desvivía tratando de mantener el orden, si hubiera sido por él, lo hubiera echado mucho tiempo antes…

Pero había algo que se lo impedía.

Todos los niños que habían pasado por sus manos, tenían un excelente rendimiento en el estudio… Como si esto fuera poco, aquellos que no lograban adaptarse en otros lugares, con su ayuda, no solo lo lograron, sino que crecieron y desarrollaron todo su potencial.

Por todo esto, no solo era querido por los chicos, sino que los padres estaban felices con él, y las alabanzas a este maestro, eran el tema obligado de todas las reuniones, lo que obligaba al director a dejar pasar todos sus errores, y hasta podría decirse que se había encariñado con él.

Hasta que un día…

Como es de esperar, la excelencia de la escuela hizo que rápidamente se corriera la voz, produciendo un importante crecimiento en el alumnado, llegando a superar la capacidad del pequeño edificio.

Fue para esa época, que el director escuchó acerca de un donante que estaba buscando una escuela donde invertir una importante suma. La elegida recibiría un nuevo edificio totalmente equipado en memoria de sus queridos padres…

Sin perder tiempo, se contactó con él y acordaron una visita al establecimiento.

Acto seguido, reunió a todo el plantel docente, dándole precisas instrucciones de cómo atender al importante visitante, ya que este entraría a cada grado, por lo que deberían asegurarse que todo estuviera limpio, brillante, resplandeciente y ordenado…

Obviamente, también este maestro participó de la reunión, y escuchó atentamente todas las indicaciones…pero...simultáneamente, en esos días había hecho un trato muy especial con sus alumnos: si estudiaban con entusiasmo y se sacaban buenas notas en sus exámenes recibirían un premio…

¿Y cual era el premio tan anhelado? Un divertido juego: Nada más ni nada menos que "los autitos chocadores", pero esta vez seria algo especial…

Todos darían vuelta sus bancos convirtiéndolos en verdaderos "autos de carrera" y se chocarían unos con otros arrastrando sus bancos por toda el aula…

Los chicos aceptaron la propuesta con gran entusiasmo y alboroto…

Estudiaron bien, rindieron exámenes…

Finalmente llegó el día fijado para la visita de este potencial benefactor de la escuela.
De acuerdo a lo planificado previamente, lo llevaron de recorrida por cada rincón del pulcro establecimiento, se lo veía asombrado y satisfecho por el orden y la limpieza del lugar, como así también por el respetuoso comportamiento del alumnado.

Hasta que llegaron al aula donde dictaba clases nuestro simpático maestro…

Seguramente ustedes estarán sospechando que ese era justo el día del tan ansiado premio…
Efectivamente… Quien puede acordarse del esperado pero inoportuno visitante…
Desorden total… los bancos dados vuelta… mientras que algunos chocaban entre sí, otros aplaudían y victoreaban al que parecía el ganador…

Ante la mirada atónita de los visitantes, de debajo de una montaña de niños enrojecidos por la excitación, emergió el maestro sonriendo tímidamente, sin saber como justificar su imperdonable olvido…
Imposible describir la cara del director…

Una vez que se hubo retirado el donante, a quien se le pidieron disculpas de todas las formas que se puedan imaginar, el director descargó toda su furia y frustración en el pobre maestro.
-¡Llévate todas tus pertenencias, y andate de esta escuela! ¡Con tus propias manos desarmaste todo mi proyecto! ¡Después de lo que este hombre vio en tu aula ya no querrá donarnos ni un centavo!

En vano fueron las disculpas ofrecidas por el maestro… En vano fue el pedido de clemencia… Tengo diez hijos, y usted me esta dejando sin sustento…

Pero el director estaba furioso.

El maestro salió del Talmud Tora muy triste…

El mismo director cuenta: No pasaron dos días, y uno de mis hijos se cayo fracturándose una pierna, al día siguiente otro de mis hijos, se cortó al romperse una ventana de vidrio y debieron darle puntos, al otro día mi hija no podía mover la cabeza y hubo que internarla, y por si fuera poco mi esposa se cae en la calle y se fractura la mano y la pierna.

Entendí que algo fuera de lo común estaba ocurriendo, y decidí acercarme a uno de los Guedole Ador para contarle lo que estaba pasando en mi casa, y aconsejarme…la primer pregunta que me hizo el Rab fue: acaso provocaste que alguna persona sufra en este ultimo tiempo?

Le contesté afirmativamente, y le conté todo lo sucedido con el maestro…

Dijo el Jajam: Hiciste algo que no debiste hacer, y ya mismo debes ir a pedirle perdón, esto no es una broma.

Inmediatamente seguí el consejo del Rab: Llamé al maestro y le pedí perdón, le rogué que vuelva a la escuela.
El, con su buen corazón, no dudó en perdonarme, pero se negó a volver ya que había encontrado otro trabajo y no deseaba regresar con nosotros…

Como si esto fuera poco, una semana más tarde llegó a la escuela una carta del donante, en la que le solicitaba una entrevista al director para ultimar todos los detalles, ya que "ESTA HABIA SIDO LA ESCUELA ELEGIDA POR EL ,PARA HACER SU DONACION".

En su carta destacaba que, durante su visita a la escuela hubieron muchas cosas que lo impresionaron favorablemente, pero hubo una cosa que le llamo poderosamente la atención: esta escuela era diferente a todas las que había conocido. "En ninguna otra terminaba de convencerme la relación que había entre los maestros y los alumnos, en cambio vi que ustedes son especiales, prueba de ello fue aquel maestro que se encontraba sentado en el piso jugando con los niños, eso me convenció…Este era el Talmud Tora que yo estaba buscando…"

Al leer esta emotiva carta, el director sintió una opresión en su pecho: este hecho cambio su vida y su visión frente al mundo. Hashem le demostró de una manera clara algo que sus ojos no habían visto todavía…

Conclusión:

Debemos contenernos en los momentos de ira, aunque en ese instante estemos convencidos que tenemos razón.

Por no saber contenernos, no tenemos idea de lo que podemos provocar y provocarnos, con una sola palabra…
Tanto es así, como nos cuenta nuestra Perashá, que el mismísimo Moshe Rabenu, en un momento de enojo, en un instante en el que perdió el control, frente a un auditorio de seiscientas mil personas, que seguían atentamente las enseñanzas de su maestro… de su líder que los había sacado de Mitzraim… frente a un público expectante que esperaba escuchar de su boca las Halajot que les permitirían hacer Kasher los utensilios… simplemente las olvidó… ya que en ese momento de enojo, como nos explican nuestros Jajamim, la persona olvida la Torá que estudió…

Si esto le ocurrió a Moshe Rabenu, cuanto más debemos cuidarnos nosotros, y justamente en ese momento, cuando sentimos que no podemos callarnos, ¡Ese es el momento justo de cerrar la boca! Debemos saber, que una vez que dejamos salir la primera palabra, ya no podremos gobernar sobre ella… ni sobre las que le siguen… Dichosa la persona que sabe hacer esto…

Shabat Shalom.

Haftarat Matot Yirmiyahu (Jeremías) 1:1 - 2:3 (Sefaradim)

"Y fue la palabra de D'os a mí, por segunda vez, diciendo:

'¿Qué estás viendo?' Y dije: 'Una olla hirviendo yo estoy viendo, y lo hace por el norte'. Me dijo D'os a mí: 'Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra'" (1:13-14)

Esa olla hirviendo que vió Irmiahu tenía una particularidad, ella no hervía como cualquier otra olla. En una olla común y corriente, se puede apreciar a simple vista que el fuego está ubicado por debajo de ella ya que la ebullición es pareja en todos los bordes de la olla. Sin embargo, en esa olla ésto no ocurría. Irmiahu notó que las burbujas no eran parejas en todos los costados de la olla, de tal manera que parecía ser que en esa olla, la fuente de calor no estaba dispuesta debajo de ella en el centro, sino a un costado, del lado norte.

Rabí Moshé Alshej (1508 - 1593) en su comentario al libro, llamado "Marot Hatzobeot", nos dice que a través de estas dos visiones, D'os quiso demostrarle a Irmiahu que él es el hombre más indicado para cumplir con la función de profeta.

Dice nuestro autor que D'os le quiso demostrar a Irmiahu que si Él le hubiera preguntado a otra persona: "¿Qué estás viendo?" y ese hombre vería una rama sin frutos ni hojas, sólo una rama seca - así como vió Irmiahu - él no hubiese prestado atención a la especie de la cual provenía aquella rama, si la rama era de almendro u otra especie. Él sólo hubiera dicho: "una rama yo estoy viendo" y por cuanto que la intención de la profecía es mostrar que D'os está apresurando Su palabra para cumplirla, la interpretación de la profecía no hubiera podido tener lugar, pues si la persona no hubiera dicho: "makel shaked aní roé - una rama de almendro yo estoy viendo", D'os no hubiera podido decir: "ki shoked aní al debarí laasotó - Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla".

Pero Irmiahu sí observó y prestó atención de qué especie era la rama, y es por eso que D'os le dijo: "Bien has visto!" y es por eso que fuiste elegido como profeta para las naciones.

Y de manera similar D'os lo probó a Irmiahu por segunda vez, en la visión de la olla hirviendo. Él le preguntó: "¿Qué estás viendo?", y de haberle preguntado esto a cualquier otra persona la respuesta hubiera sido: "una olla hirviendo", sin prestar atención al detalle de que un lado tenía más ebullición que los demás, ya que ese detalle no fue preguntado, y D'os no hubiera podido interpretar la profecía.

Sin embargo Irmiahu sí vió que las burbujas provenían del lado norte de la olla y es por eso que D'os le contestó: "Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra", para demostrarle que también esta vez vió bien. Y de esta forma D'os lo apresuraba a Irmiahu y le demostraba que no había otra persona que entendiera como él las visiones proféticas, y es por eso que no debía negarse a cumplir su misión sino que la debía aceptar de buen grado.

Sin embargo, sin contradecir este magnífico comentario de Rabí Moshé Alshej, si estudiamos estos versículos desde otro punto de vista, podemos aprender otras enseñanzas. Se puede decir que estas dos visiones que D'os le hizo ver a Irmiahu no sólo tuvieron como objetivo tratar de convencerlo de que acepte su misión, sino que también quisieron enseñarle a Irmiahu el "oficio de profeta".

Por supuesto que no todo el que desee ser profeta lo conseguirá, ya que eso no depende de la persona solamente, sino de la voluntad de D'os que es, sin ningún lugar a dudas, la fuente de la profecía. Pero por otro lado, Nuestros Sabios nos enseñaron que para que alguien pueda llegar a ser profeta, debe cumplir con ciertos requisitos mínimos, como ser justo, sabio, etc. y si tiene estas condiciones, se pueden hacer intentos "técnicos" para que D'os se comunique con él, y D'os en definitiva decidirá si querrá hacerlo o nó. (Véase en la haftarat Vaierá el término que utiliza el versículo: bené haneviim - los alumnos de los profetas).

Como vemos en los versículos, D'os quiso enseñarle a Irmiahu cómo se debe profetizar, quiso educarlo. Deteniéndonos en ciertos detalles del texto podremos aprender algunos secretos sobre el díficil oficio de educar. Citaremos los versículos nuevamente:

"Y fue la palabra de D'os a mí diciendo: '¿Qué estás viendo, Irmiahu?' Y dije: 'Una rama de almendro yo estoy viendo'. Me dijo D'os a mí: 'Bien has visto! Pues Yo estoy apresurando Mi palabra, para cumplirla'. Y fue la palabra de D'os a mí, por segunda vez, diciendo: '¿Qué estás viendo?' Y dije: 'Una olla hirviendo yo estoy viendo, y lo hace por el norte'. Me dijo D'os a mí: 'Desde el norte se abrirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra'" (1:11-14)

El RIosef Kleiner explicó que el lenguaje de estos pesukim es extraño. En la primera visión, D'os lo felicitó a Irmiahu por haber visto detalles que aparentemente carecen de importancia, diciéndole: "Bien has visto!", sin embargo en la segunda visión, a pesar de que Irmiahu también observó correctamente, D'os no lo felicitó por su aguda visión, sino que directamente interpretó la profecía, para que Irmiahu entienda el mensaje.

(A sus palabras, se puede agregar que en la primer visión, al preguntarle lo que veía, D'os le dijo: "¿Qué estás viendo, Irmiahu?" pero en la segunda visión, sólo le preguntó: "¿Qué estás viendo?" sin recordar su nombre propio, utilizando un lenguaje más directo).

Dice el Rav Kleiner, que este cambio en el lenguaje nos viene a enseñar que en el campo de la educación, no todo debe ser "caricias y alabanzas". Hay veces que debemos ser muy directos con nuestros hijos diciéndoles las cosas de una manera dura.

Podemos ver con mucha tristeza que sus palabras encierran una gran verdad. Solamente alcanza con salir a la calle y ver a la gente, para darse cuenta que en muchos casos los "descarrilados" - en el más amplio sentido de la expresión - no son sólo quienes en su niñez y adolescencia fueron sometidos por parte de sus padres o maestros, a una disciplina demasiado rígida.

Vemos con nuestros propios ojos, que la falta total de disciplina así como también una disciplina deficiente, pueden provocar en la personalidad del hombre daños no menos severos que el exceso de la misma.

En nuestra época más que en las anteriores, creemos que es bueno tener estos conceptos bien frescos en nuestra conciencia, ya que desgraciadamente estamos viviendo una época de enfermiza permisibilidad. Muchos tienden a creer que todo está permitido, tanto en el mundo de la secularidad como en el del judaísmo, y a través de ese pensamiento incurren en toda clase de errores que no tienen parangón, y a veces, hasta son irreparables.

Es por eso que debemos aprender de nuestra Sagrada Torá la fórmula del éxito. Ella nos enseña que debemos encaminarnos por el camino intermedio, sin desviarnos, en general, hacia los extremos. Si seguimos Su consejo podremos cumplir nuestro deber como judíos, y nuestra obligación como los educadores de nuestros hijos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Habló Moshé a los jefes de las tribus de los hijos de Israel diciendo: Esta es la cosa que ordenó D'os: Cuando un hombre formule un voto a D'os o haga un juramento… que no profane su palabra, como todo lo que sale de su boca deberá hacer" (Bamidvar 30:2-3).

Al comienzo de esta parashá, la Torá se refiere a las leyes de los votos y los juramentos mediante los cuales la persona se puede auto-prohibir formalmente algo que la Torá no le prohibió hacer, o puede auto-obligarse a hacer formalmente algo que la Torá no le obligó realizar.

La persona tiene el poder de convertir mediante su voto algo mundano en algo de santidad, porque cuando la persona cuida su boca, esa boca se convierte en un elemento de santidad. Así como en el Templo los utensilios de santidad tenían el poder de santificar las ofrendas que eran dispuestas en ellos, así también las palabras que salen de la boca de la persona que es cuidadosa en no profanar su habla, tienen el poder de santificar algo mundano.

(Basado en el libro Shem Mishmuel).

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