domingo, 29 de mayo de 2011

Parashá 35 Naso

Parashá 35 Naso (Bamidbar 4: 21 – 7: 89)

Tema: “Las leyes del Nazir”.

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (4:21-37): La función de los descendientes de Guereshón y de Merarí.

Segunda aliá (4:38-49): El recuento de los hijos de Guereshón y Merarí.

Tercera aliá (5:1-10): La pureza del campamento de Israel. Reglas referentes a los sacrificios.

Cuarta aliá (5:11 - 6:27): Leyes referentes a supuestos adulterios. Leyes del nazir. La bendición de los sacerdotes.

Quinta aliá (7:1-41): Los actos de la inauguración del Mishkán (Tabernáculo). La ofrenda de las tribus de Iehudá, Isajar, Zebulún, Reubén y Shimón.

Sexta aliá (7:42-71): La ofrenda de las tribus de Gad, Efráim, Menashé, Biniamín y Dan.

Séptima aliá (7:72-89): La ofrenda de las tribus de Asher y Naftalí. Moshé escucha la Voz de D'os en la Tienda de Reunión.

Introducción:

Entre los variados temas de la parashá de esta semana, encontramos que en el capítulo 5 del libro, la Torá nos habla acerca de la sotá y en el capítulo 6 acerca del nazir.

La Torá nos enseña que si una mujer no se comportaba decentemente respecto de la fidelidad que le debía a su esposo, pero el marido no tenía pruebas suficientes para demostrar que ella cometió un acto de adulterio, sino que sólo tenía pruebas para acusarla a ella de que se comportó de una forma indecente, ella era considerada una sotá ("listot": desviarse). Él debía llevarla al Templo y allí se llegaría a saber la verdad sobre sus actos de manera milagrosa, es decir: si ella sólo se ocultó con otro hombre sin hacer nada más con él, o si también cometió un pecado con él.

El tema siguiente en la Torá son las leyes del nazir:

"Habló D'os a Moshé diciendo: Habla con los hijos de Israel y diles: Un hombre o una mujer cuando explicite al hacer un voto de nazir (alejado, apartado), para alejarse para D'os. De todo tipo de vino se alejará…" (6:1-3).

Los comentaristas de la Torá explican que la palabra nazir significa alejado o apartado, como aprendemos del versículo 3 de nuestro capítulo, que dice que este hombre deberá alejarse (iazir) del vino así como de cualquier otra bebida alcohólica.

En su comentario a la Torá, Rabenu Bejaié Ben Asher (1263 - 1340) nos muestra que también el profeta Oshéa se refirió a las nefastas consecuencias relacionadas con la ingestión excesiva de bebidas alcohólicas, al reprender a los hijos de Israel por haberse desviado del camino de D'os. El profeta explicó la causa de sus actos diciendo que "la prostitución del vino y el licor tomaron el corazón" de ellos, para desviarlo del camino de D'os (Oshéa - Oseas - 4:11).

Sin embargo, a pesar de que formalmente hablando, la Torá solamente le prohibió al nazir el vino (y otras bebidas parecidas), Rabenu Bejaié nos enseña que la Torá no sólo viene a enseñarnos cómo cuidar nuestra salud, sino que el mensaje de la Torá es mucho más amplio y el vino es un ejemplo solamente. Él dice que al nazir - es decir al hombre que desea alejarse de los placeres mundanos - le fue prohibida la ingestión de vino, pues todo el que va detrás del vino, de hecho se encamina en pos de los deseos excesivos, y a pesar de que es natural que el hombre albergue aspiraciones y deseos dentro de él, tener deseos excesivos conlleva a muchos pecados y le provoca a la persona incurrir en grandes errores.

Desarrollo:

Por otro lado, el nazir debía dejarse crecer el cabello, y explica nuestro autor que el objetivo de esto era provocar su preocupación, ya que a la mayoría de las personas les gusta tener el pelo bien arreglado a través de un bonito corte de pelo, y al ver el nazir que él no podía mejorar su aspecto, esto provocaría su preocupación y su tristeza (en un aspecto positivo de los mismos) para que su corazón sea sumiso en el servicio a D'os. También, a través de esta acción, él aprenderá a cuidarse de los excesos que lo afeaban, así como el pelo largo es un excedente que afea al hombre.

Y es por todo esto que Rabí Abraham Ibn Ezrá (1102 - 1167) nos explica que en el versículo que dice: "Un hombre o una mujer cuando explicite al hacer un voto de nazir (alejado, apartado), para alejarse para D'os", las palabras "ki iaflí" que tradujimos como: "cuando explicite", deben ser entendidas como: "cuando se separe" (es decir: cuando se separe de la costumbre del resto de las personas), o también siguiendo con esta idea, "iaflí" puede provenir de la palabra "pele" que significa: "algo maravilloso, fuera de lo común", ya que la mayoría de las personas van en pos de sus deseos en forma desaforada, pero esta persona que decidió por propia voluntad ser nazir se aleja de ellos, y esto es algo que no se ve frecuentemente.

Siguiendo la idea, Rabenu Bejaié agrega que la palabra "nazir" - además de tener la connotación de alejamiento y apartamiento - también proviene de la palabra "corona", como encontramos más adelante en la Torá: "pues la corona (nézer) de su D'os está sobre su cabeza [del nazir]" (6:7). El nazir es "coronado" porque él es un rey que gobierna sobre sus deseos, contrariamente al resto de los hombres, que son esclavos de ellos.

Pero el nazir será merecedor de toda esta honra sólo si él formuló su voto "para alejarse para D'os", es decir "leshem shamaim", como explica el comentarista Rashí (Rab Shlomó Itzjaki, 1040 - 1105). El nazir solamente será elogiado cuando se aparte del exceso de los placeres mundanos no porque su naturaleza sea ser extremista o porque él no siente ningún placer obteniéndolos, sino porque entiende que ese es su deber por ser una creación de D'os, y su objetivo debe ser servirlo a Él lo mejor posible.

Ahora podemos comprender mejor la profundidad de las palabras del Talmud citadas también por Rashí en su comentario a la Parashá:

"Rabí dice: ¿Por qué fueron juntadas la parashá de la sotá y la parashá del nazir? Para enseñarte que todo aquel que ve a una sotá en su vergüenza debe alejarse del vino" (Sotá 2a).

La mujer sotá es el prototipo de quien se deja llevar por sus deseos, mas el nazir es quien los controla más que el resto de las personas; y es aparentemente ilógico que estos dos temas aparezcan seguidos en la Torá, ya que estas dos formas de ser representan una antítesis.

Es por eso que Rabí nos enseña que la razón que tuvo D'os para escribir en Su Sagrada Torá estos dos temas en forma seguida, es para enseñarte que no debes dejarte estar. Debes salir de tu letargo y elevarte hacia el mundo de la espiritualidad y las buenas cualidades, dejando atrás el materialismo y todo lo que se relaciona con él.

Algo más nos dice Rabí. Debemos aprender de los errores de los demás para mejorar y de esta manera no necesitaremos equivocarnos nosotros mismos para aprender la moraleja. Es incorrecto pensar que lo que le ocurre al otro no tiene nada que ver con nuestras propias vidas, porque si D'os quiso que yo vea lo que le ocurre al otro, sin ningún lugar a dudas, yo tengo algo para aprender de su situación. Es por eso que si alguien "ve a una sotá en su vergüenza, debe alejarse del vino".

Conclusión:

"...Habló el Eterno a Moshé diciendo: "Habla a Aharón y a sus hijos diciéndoles: El Eterno te bendiga y te guarde. Ilumine el Eterno tu rostro y te agracie. El Eterno dirija su rostro a ti y te conceda paz.
Y pondrán Mi nombre sobre los hijos de Israel y los bendeciré"
..." (Bamidbar 6:22-27)

Tres bendiciones pronuncian los sacerdotes, descendientes de Aharón, al pueblo, abarcando dos conceptos aparentemente contradictorios como son lo material y lo espiritual. La primera bendición guarda el deseo de la prosperidad material : "que toda la bendición del Altísimo recaiga sobre la descendencia y en los bienes de la persona", y por eso, como expresa el Or HaJaim z"l: "el versículo, al decir: "…El Eterno te bendiga y te guarde…" adelantó la bendición a la protección, ya que esta última proviene de la primera", sin la bendición del Creador nada es posible de obtener, y por eso ella funciona con "un preparativo" para la segunda parte, para poder ingresar al ámbito espiritual , pues parecería ser que era necesario una tranquilidad material para perfeccionar lo espiritual .

La segunda bendición posee un secreto metafísico, al ocuparse del plano espiritual su nivel aumenta sobrepasando la jerarquía de la primera bendición, ya que lo espiritual sostiene la existencia de lo material.

Una dicotomía, un ida y vuelta, donde lo espiritual depende de lo material y viceversa, donde ambos conceptos se funden en una única realidad, un único mundo compuesto, paradójicamente, por ambos mundos como si uno se ubicara detrás del otro, separados por una línea fina que constituye la muerte, pues "el pasillo y el Salón" que afirma el Pirkei Avot (4:16) conviven, ambos pertenecen a una misma casa, a "una única casa" como expresa el Rab Elazar Menajem Shaj z"l, distintas en su uso pero unidas por un mismo techo.

El Gaón Eliahu z"l de Vilna al final de su comentario a la Meguilá Ester explica la genuina filosofía que encierra la forma de sentir y asumir el judaísmo, allí expresa: "meditar y así, con dicha "herramienta", saber qué es lo que verdaderamente desea el Creador, además del Deseo que Sus Mandamientos sean cumplidos.

Pero existe algo más -no con una escala de valores ya que la graduación no existe en el mundo espiritual-: adquirir cualidades para perfeccionarse como ser humano. Y por esa trascendencia, la adquisición de dichas cualidades no aparece en ninguna de las tantas enumeraciones de los preceptos, ella está por encima de todos los Mandamientos".

Ya que la esencia del judío trasciende el mundo material, al mundo de las acciones estrictamente se rige por los estatutos implícitos en la Torá; pero aquí, en este mundo, estamos "trabajando" para el mundo venidero, en que lo trascendente constituye lo espiritual, por eso las cualidades, que son parte de ese mundo espiritual, no figuran en la Torá, ya que ellas son parte y esencia de la Torá espiritual.

Simplicidad.

Sin pulir las virtudes la persona no podrá cumplir con la voluntad Divina plasmada en los Mandamientos, y así nos lo trasmite el Tana Rabí Eliahu (Rabá 1): "El buen comportamiento se antepone a la Torá" y aunque la persona cumpla todos los Preceptos, sin esa "pizca de gracia" todo pasa a ser un acto ficticio.

La acción está hecha y seguramente existirá un pago por ello, pero hacerlo por convicción, sabiendo que esa es la voluntad del Todopoderoso, es producto de una total fidelidad hacia Él. La labor del ser humano no se refleja en comprender los designios Divinos vislumbrando el verdadero y profundo significado del deseo del Omnipotente, sino todo lo contrario, encontrarlo en una aparente "ingenuidad" producto de la simplicidad, y así la persona se hará acreedora del mérito de llegar a los excelsos niveles espirituales.

Así solía explicar el Rab Najman z"l de Breslov: "Todo se puede explicar asociándolo a un concepto similar ya comprendido pero ello puede ser contraproducente", ese carácter transitivo puede ser perjudicial, lo parecido no implica que sea igual, de todo se puede armar un edificio que de tan sólido resulta pesado, todo termina siendo peligroso, ficticio, pero esa construcción intelectual puede rebatirse o respaldarse, según el caso, con un único postulado "ese es el deseo del Altísimo", con esta concisa frase alcanza y sobra.

La sinceridad, basada en esa aparente simplicidad constituye la experiencia más gratificante, sentirse "protegido" por el Omnisciente confiando plenamente en Él, pues, como el mismo Rab Najman z"l de Breslov solía decir: "La fidelidad al Creador puede ser explicada por infinitos caminos, incluso hasta senderos intrincadísimos, pero todos esos trayectos llegan a un único destino, un único postulado: la simpleza; ella constituye la expresión más sublime para comprender el concepto de fidelidad, saber con sencillez que la voluntad Divina es realizar cada uno de los seiscientos trece Mandamientos Divinos únicamente porque esa es Su voluntad".

Paz, fundamento de la creación.

El "shalom", la paz, es el fiel sinónimo del concepto de tranquilidad interna, constituye el único estado donde las virtudes y los defectos se fusionan, pero de por sí las cualidades positivas doblegan a las negativas y estas últimas tienden a desaparecer, como lo dice el Sforno z"l:

"La paz es producto del Eterno". Y por eso, el Rab Najman z"l de Breslov explica: "el versículo dice: "...y cuenta al hombre cuál es su conversación..." (Amos 3:13). La palabra "shalom" contiene la primer letra de cada una de las palabras del versículo: "UMaguen LeAdam Má Sijó", "shalom"; significando que: así como la primera parte de ese versículo: "...He aquí que Él es quien formó las montañas y creó el viento...", es Él mismo quién: "...cuenta al hombre cuál es su conversación..." quien creó la paz, ya que "todo es obra de Él".

No se trata de que la paz sea y represente una porción de Él, sino que va mucho más lejos. La paz es Él en su esencia, como afirman nuestros Sabios en el Midrash (Bamidbar Rabá 11:18): "Varios Nombres posee el Todopoderoso, según Su atributo, uno de ellos es: Shalom”, y al ser parte del Todo, ese Nombre se trasforma en el Todo, pues parte del Infinito es infinito.

Los defectos en este mundo existen, Él no puede ni acepta ser engaño, sin importar el costo que ello conlleve, incluso despreciando parte de Su esencia, como dice el Midrash Bereshit Rabá (8:5): "El Santo Bendito Sea pidió consejo a cuatro de sus creaciones para saber si era bueno crear al hombre, la paz constituía una de ellas, ella aconsejó no crearlo y fundamentó su postura diciendo: "ya que en el ser humano todo se basa en peleas y discusiones". Consecuentemente, si la persona no debiera haberse creado, nada tendría valor. Pero la verdad y la paz no podían abandonar sus argumentos ¡aunque todo deba desaparecer yendo en contra de Su voluntad! Pero buscar la autenticidad era su deseo.

El Creador tomó la verdad y la arrojó, por eso el versículo dice: "...La verdad surge de la tierra..." (Tehilim 85:12), allí donde cayó por la acción del Creador, pero ¿por qué la paz quedó indemne? El Rab Menajem Mendel z"l de Kotzk explica: "cuando no existe verdad, automáticamente la paz desaparece", cuando no hay verdad en el ser humano, el Creador, llamado "Shalom", abandona Su creación, se autoexilia, pues en definitiva: "Todo tiene que estar en función del Creador".

Por eso, nuestros Sabios afirmaron: "el Todopoderoso no encontró un recipiente mejor para posar Su bendición para el pueblo de Israel sino la paz”. La paz constituye ese elemento que posibilita adquirir la sabiduría innata de la Torá, pues, como afirma el Talmud, en el tratado Meguilá (folio 18a): "La bendición del Creador es la paz, como afirma el versículo: "…El Eterno dará fuerza a Su pueblo, el Eterno bendecirá a Su pueblo con la paz…" (Tehilim 29:11)", y como expresa el Talmud, en el tratado Taanit (folio 24b): "Todo tiempo en que la paz no exista la bendición del Omnipotente no puede recaer" ya que como expresa el Talmud, en el tratado Oktzín (3:12): "no existe un recipiente más propicio para recibir la bendición del Creador que la paz". Autor: Daniel Domb

Shabat Shalom.

Haftarat Naso Shoftim 13: 2 – 25 (Sefaradim)

En la haftará de esta semana leeremos acerca del comienzo de la historia de uno de los personajes bíblicos más famosos que tuvo el pueblo de Israel: el juez Shimshón (Sansón, s. X a.e.c.). Al comienzo del relato vemos cómo la futura madre de Shimshón - hasta ese momento, una mujer estéril - recibe la noticia de que dará a luz un hijo. Después de que ella le informó a su esposo Manóaj sobre la buena nueva, él le pidió a D'os que quien se le había aparecido a su esposa anteriormente para informarle eso, se le aparezca a él nuevamente para saber qué hacer con el niño que nacerá, y D'os escuchó su pedido:

"Le dijo Manóaj al ángel de D'os: 'Te demoraremos ahora y haremos delante de ti un cabrito'. Le dijo el ángel de D'os a Manóaj: 'No me demores, no comeré de tu pan; mas si harás un sacrificio a D'os, lo ascenderé' - pues no sabía Manóaj que un ángel de D'os era él. Le dijo Manóaj al ángel de D'os: '¿Cuál es tu nombre? - pues cuando se cumpla tu palabra te honraremos'. Le dijo el ángel de D'os: '¿Por qué es que preguntas mi nombre? Él es oculto'" (13:15-18).

Nuestros Sabios en el midrásh (Bamidvar Rabá 10:5) nos explican que Manóaj no se dió cuenta que quien estaba delante de él era un ángel. Él pensaba que su interlocutor era un profeta de D'os, ya que generalmente cuando los profetas cumplían su función como enviados de D'os, el Rúaj Hakódesh (Espíritu de Santidad) que reposaba sobre ellos, provocaba que todos lo que los veían temieran de ellos, ya que los encontraban parecidos a los ángeles.

Manóaj le preguntó su nombre, ya que quería ofrecerle algún tipo de presente por la buena noticia, pero el ángel de D'os no quiso tener ningún beneficio por lo que había hecho, ya que ésta no era la costumbre de los que ejecutan la voluntad de D'os.

Nótese que aquí este ángel se comportó distinto que los ángeles que se le aparecieron a Abraham (Bereshit -Génesis- 18) ya que en aquella oportunidad los ángeles sí comieron de la comida de Abraham Avinu. Pero la diferencia radica en que los ángeles de Abraham se le aparecieron a él como personas, y por cuanto que él los invitó a su casa, no quisieron hacerle sentir mal al no poder cumplir él la mitzvá de ajnasat orjim (hospitalidad). Sólo después de que comieron, los ángeles cumplieron la función que D'os les había encomendado, y es por eso que allí no parecía que recibían recompensa por su misión. Pero en nuestro relato, este ángel, inmediatamente después de que se le apareció a Manóaj cumplió su misión, y en este caso sí iba a parecer que él estaba recibiendo alguna ganancia por su función.

"Tomó Manóaj el cabrito y la ofrenda, y los subió sobre la roca para D'os, y [el ángel] maravillas obraba, y Manóaj y su esposa veían. Y fue que al ascender el fuego por encima del altar hacia el cielo, subió el ángel de D'os con el fuego del altar, y Manóaj y su esposa veían, y se prosternaron sobre sus rostros contra la tierra. Y no se mostró más el ángel de D'os a Manóaj, entonces supo Manóaj que un ángel de D'os era él" (13:19-21).

El Rav Iosef Sorotzkin en su libro "Mégued Iosef" nos muestra una gran enseñanza que podemos obtener de todo este pasaje, ya que es sorprendente lo que vemos aquí.

El ángel obraba maravillas mientras Manóaj y su esposa observaban, pero todavía no estaban seguros quién era ese "hombre de D'os". Luego, al ver que el ángel subió al cielo junto con el fuego del altar, llenos de veneración y temor, ellos se estremecieron y se prosternaron conmovidos por aquella visión. Pero todavía no estaban convencidos sobre la verdadera identidad de ese "hombre". Sólo cuando el ángel de D'os no se les apareció más a ellos, sólo en ese momento, Manóaj se dió cuenta que ese hombre era un ángel de D'os. Lo que no pudieron lograr todos los milagros, lo logró el simple hecho de que Manóaj no lo vió más al ángel!!!

Esto nos enseña - explica nuestro autor - que los milagros y las proezas que una persona puede llegar a ver con sus propios ojos que ocurren delante de él no son ninguna garantía para la santidad y la grandeza de esa persona, ya que también es posible obrar milagros a través de las "fuerzas de la impureza", así como encontramos que con toda su grandeza Moshé Rabenu convirtió el agua en sangre, pero también los hechiceros del Faraón hicieron lo mismo, gracias a la brujería y a la magia negra.

Por otro lado, quien hace una buena acción con su prójimo - específicamente si lo hace a través de milagros - seguro pedirá que le devuelvan el favor, o por lo menos volverá a ese lugar para que lo honren y le agradezcan por su gran acción. Aún si él es un hombre justo colmado de buenas cualidades, y no busca el loor y el honor, de todas formas seguramente volverá a ese lugar para ver lo bueno que hizo y tener alguna clase de provecho del beneplácito que les provocó a los otros. Y por cuanto que es imposible para un ser humano no volver a ese lugar para ver las maravillas que hizo, el hecho de que esa persona no retorne al lugar, demostrará contundentemente que él es un ángel y no un hombre.

Sólo cuando el ángel no se le apareció más a Manóaj (y por la forma que se fue, entendió Manóaj que él no volverá más), entonces supo Manóaj sin ningún lugar a dudas, que ese hombre era un ángel de D'os.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

En el shabat previo a la fiesta de Shavuot, se lee la parashá Nasó. Nasó es la parashá más larga de toda la Torá, conteniendo 176 versículos, el mismo número de versículos que contiene el capítulo más largo de Tehilim (Salmos), el 119. Interesantemente, el tratado más largo del Talmud, Babá Batrá, contiene 176 hojas. Asimismo, los comentarios del Midrash y el Zohar en parashá Nasó son mucho más extensos que en otras parashot.

De esta manera el pueblo de Israel expresa su aprecio y amor por la Torá en este primer shabat después de Shavuot - la fiesta que celebra la entrega de la Torá.

Basado en el Séfer HaTodaá.

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domingo, 22 de mayo de 2011

Parashá 34 Bamidbar

Parashá 34 Bamidbar (Bamidbar 1: 1 – 4: 20)

Tema: “Servir, con Alegría”.

Resumen:

Nuestra parashá habla de los siguientes temas:

Primera aliá (1:1-19): La orden de censar a los hijos de Israel.

Segunda aliá (1:20-54): Los resultados del censo. Los levitas y su función.

Tercera aliá (2:1-34): El pueblo de Israel y su acampar en el desierto.

Cuarta aliá (3:1-13): La condición de los levitas.

Quinta aliá (3:14-39): El censo de los levitas.

Sexta aliá (3:40-51): El censo de los primogénitos y su sustitución por los levitas.

Séptima aliá (4:1-20): Las obligaciones de los hijos de Kehat y las precauciones con ellos.

Introducción:

A partir de esta semana comenzamos a leer el cuarto libro de la Torá: el jumash Bamidvar, también llamado jumash hapekudim (el libro de los censos).

De acuerdo con el Shulján Aruj (Oraj Jaim cap. 428:4), en la mayoría de los años, la parashat Bamidvar es leída en el shabat anterior a la fiesta de Shavuot, y los comentaristas han explicado la razón de esta regla diciendo que al fijar la lectura de parashat Bamidvar antes de la fiesta de Shavuot, los Sabios han querido hacer como una señal de buen presagio, separando entre parashat Bejukotai - donde aparecen las maldiciones destinadas a quienes se alejan de la palabra de D'os - y la fiesta de la entrega de la Torá.

Veamos el comienzo de nuestra parashá:

"Y habló D'os a Moshé en el desierto del Sinai - en la Tienda de Reunión - en el día primero del segundo mes, en el año segundo de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Censa a todas las personas de la congregación de los hijos de Israel…" (1:1-2).

Lingüísticamente, el primer versículo de nuestra parashá presenta una dificultad de entendimiento. En varias oportunidades, Nuestros Sabios - de bendita memoria, nos enseñaron que cuando en la Torá un relato comienza con la letra "vav" ("y" en español), éste no está totalmente desconectado de los relatos que le preceden en el texto bíblico, sino que viene de alguna manera a complementarlos (véase entre otros, Midrash Bereshit Rabá 12).

Sin embargo, en nuestro caso no está clara la relación existente entre nuestra parashá y el final de parashat Bejukotai, ya que allí el libro de Vaikrá concluye con las palabras: "Estos son los preceptos que ordenó D'os a Moshé para los hijos de Israel en el monte Sinai" (Levítico 27:34).

¿Y qué tienen en común estos dos relatos?

Esta pregunta tal vez nos está indicando que en este caso D'os no escribió en Su Sagrada Torá la letra "vav" para relacionar estos dos relatos entre sí, sino que su inclusión persigue otra finalidad: la de enseñarnos cuál es verdaderamente la esencia de toda la Torá. Rabí Itzjak Ben Rabí Iehudá Haleví (Francia, s. XIV) en su libro "Paanéaj Razá" nos ofrece una posible interpretación, basado en las palabras del Talmud que dice:

"Y dijo Rava: Al comienzo, [la Torá] es llamada por el Nombre del Santo - bendito es Él, pero al final es llamada por el nombre de él [del hombre], como está escrito: '…su deseo es la Torá de D'os y en su Torá meditará de día y de noche' (Tehilim -Salmos- 1:2)" (Avodá Zará 19a).

El Talmud nos enseña que antes de que el hombre estudie la Torá, ésta le pertenece a D'os, como está escrito: "su deseo…, es decir el deseo del hombre,…es la Torá de D'os". Pero después de que el hombre se preocupe en estudiar la Torá y entenderla, ella pasará a ser de ese hombre y le pertenecerá, como termina diciendo el versículo: "y en su Torá…, en la Torá del hombre,…meditará de día y de noche".

Nuestro autor encontró en este pasaje talmúdico, la respuesta a la pregunta que formulamos anteriormente. Él nos dice que el jumash Bamidvar no comienza con la letra "vav" para relacionar el comienzo de nuestra parashá con el final de la anterior, sino para completar el valor numérico de las iniciales de los cinco libros de la Torá, de manera tal que en total sumen 21, ya que el libro de Bereshit comienza con la letra "bet" que equivale a 2, los libros de Shemot, Vaikrá y Bamidvar comienzan con la letra "vav" cuyo valor numérico es 6, y por último, el libro de Devarim comienza con la letra "alef" que representa al número 1.

¿Por qué específicamente el número 21? El número 21 equivale al Nombre de D'os conformado por las letras "alef", "he", "iod" y "he", que es recordado en el versículo: "Vaiomer Elohim el Moshé Ehei-é asher Ehei-é… - Le dijo D'os a Moshé: Seré Quien Seré…" (Shemot -Éxodo- 3:14).

Y ahora podremos comprender en otro plano a qué se refirió el Talmud en el pasaje que recordamos anteriormente al decir: "Al comienzo, [la Torá] es llamada por el Nombre del Santo - bendito es Él…", ya que D'os firmó y selló el comienzo de los cinco libros de la Torá insertando en ellos de alguna manera Su Sagrado Nombre.

La Torá nos enseña claramente cuál es su esencia. Todo aquel que quiera alegar que la Torá es la obra de algún imaginativo y exitoso poeta o escritor, no está haciendo otra cosa más que desproveerla de su contenido Divino, y sin esa base no hay diferencia alguna entre ella y cualquier libro de historia.

De hecho existen muchas personas que solamente se interesan en la Torá cuando tratan de localizar algún lugar donde realizar excavaciones arqueológicas. Pero a pesar de que existe mucha información científica entremezclada entre sus líneas, sin ningún lugar a dudas, para los hombres que quieren encontrar en ella la fuente de la vida, la Torá no se distingue por toda la información de interés histórico que contiene, sino por su insondable sabiduría.

Ellos encuentran en cada letra de la Torá la marca del Eterno que llena de contenido sus vidas mediante sus señales.

Por otro lado, si consideramos las letras finales de los cinco libros de la Torá, veremos que los libros de Bereshit y Shemot terminan con la letra "mem", el libro de Vaikrá con la "iod", Bamidvar con la "vav" y Devarim con la "lamed". Si ordenáramos estas cinco letras no en el orden de aparición de las mismas, podremos formar las palabras "maim lo", que significan: "agua es para él".

Evidentemente, esta señal tampoco es obra de la casualidad. Esta señal nos recuerda que Nuestros Sabios han comparado a la Torá con el agua, ya que así como generalmente nadie es dueño del agua y todos pueden tomarla de cualquier lugar como si fueran dueños de ella, asimismo todos pueden allegarse a la Torá y beber la frescura de sus enseñanzas, y sus palabras serán para la persona una posesión personal si la estudia como se debe.

Y a esto también se refirió el Talmud en el pasaje que recordamos anteriormente al decir: "…pero al final [la Torá] es llamada por el nombre de él [del hombre]", ya que el estudioso de la Torá se nutre a través de sus palabras, y sus enseñanzas pasan a formar parte de su naturaleza, así como el agua es el elemento que aparece en mayor porcentaje, entre todos los componentes del cuerpo humano.

Y esta insinuación - agrega Rabí Itzjak Katz (s. XVII) - surge justamente del final de los cinco libros de la Torá, para enseñarnos que solamente al final del camino, el honor de la Torá vendrá hacia el hombre que la estudie y la adopte para su vida.

Desarrollo:

Con la parashá de esta semana llegamos al final del Sefer Vaikrá. El "estilo" de Bejukotai marca de alguna manera una separación de las otras secciones de Vaikrá, y verdaderamente de toda la Torá. En lugar de la narrativa o de la escritura legal a la que nos hemos acostumbrado, la parashá Bejukotai contiene una extensiva "tojejá" - reprimenda. Aquí, se le pide al hombre que siga el camino de la Torá en ley y espíritu, y le es advertido de las consecuencias que traerá el abandono de la Torá y de D'os. Esta es una de las principales "tojejot" en la Torá; la otra está al final del Sefer Devarim.

El contexto de la tojejá al final del sefer Devarim - antes de que el pueblo entre a la tierra - parece natural y entendible: en la víspera de ese enorme evento, cuando el pueblo judío enfrentaba la responsabilidad y el desafío de su encuentro con los pueblos de la Tierra Prometida, la Torá impartió extensas advertencias para que sigan la orden de la Torá, y no se desvíen de la palabra de D'os. Por otro lado, la sección de tojejá aquí en Bejukotai no está puesta en un contexto apropiado, al estar en el medio de la Torá, cuando aún queda por ver los libros de Bamidvar y Devarim. Sin embargo, debemos recordar que los judíos originalmente no iban a deambular por el desierto durante cuarenta años; en verdad el decreto que declara que el viaje se extenderá no fue hasta después del episodio de los exploradores, el cual no ha ocurrido aún en la narrativa. En este momento en el texto, en la finalización de Vaikrá, los judíos deberían estar preparándose para entrar en la Tierra Sagrada. Entonces, la tojejá aquí es similar en su contexto a la tojejá que aparece al final del libro de Devarim.

A pesar de que ahora entendemos por qué estas secciones son enseñadas al pueblo en estos momentos en el desierto, nos queda una pregunta más: ¿por qué estas secciones fueron archivadas para la posteridad, especialmente cuando los judíos no entraron a la tierra como fue el plan original de D'os? El Rambán señala este tema en su comentario a Bejukotai:

"Y sepan que todas estas maldiciones se refieren a la destrucción del Primer Templo" (Rambán Bejukotai).

La fuente del Rambán está realmente en el Zohar:

"Esta dicho (tenemos una tradición) que las maldiciones en Torat Cohanim (Vaikrá) se refieren a la destrucción del Primer Templo, mientras que las maldiciones escritas en Mishné Torá (Devarim) se refieren al Segundo Templo. Las maldiciones en Vaikrá contienen garantías, y muestran el amor que D'os tiene por el hombre… Las maldiciones en Mishné Torá, no contienen esas garantías o palabras de consuelo [que un día la redención llegará]… y nadie supo como contestar esta pregunta" (Zohar Jadash Ki Tavó 59c - 60a).

Nuestra conclusión debe ser que, de acuerdo con el Rambán, existe un paralelo entre el plan original de D'os - de traer al pueblo a la tierra de Israel y la Primera Mancomunidad que surgió muchos años más tarde. Más aún, existe un paralelo entre el Segundo Templo y el segundo plan descripto en Devarim. A pesar del hecho de que estas secciones fueron relatadas en un específico contexto a una audiencia específica, ellas están escritas en la Torá porque contienen información que será vital para futuras generaciones.

Un número de secciones en el Talmud cuenta varias razones para la destrucción de los dos Templos y los exilios subsecuentes; claramente algo tan importante como el "Jurbán" puede tener múltiples causas. La enseñanza más famosa respecto de las destrucciones están registradas en el Talmud en Iomá 9a-b, basadas en la Tosefta en Menajot, la cual yo cito por razones de claridad:

"Rabí Iojanán Ben Tortá dijo: '¿Por qué fue Shiló destruida? Por la degradación de las cosas sagradas que había dentro de él. ¿Jerusalem, el Primer Templo por qué fue destruido? Por la idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre. Sin embargo, el último (más reciente de los Templos), nosotros lo conocimos: ellos eran estudiosos de Torá y eran cuidadosos con los diezmos. ¿Por qué fueron exiliados? Porque ellos amaban el dinero, y el hombre odiaba a su prójimo, lo que nos enseña que cuando el hombre odia a su prójimo es tan grave ante D'os como lo es la idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre" (Tosefta Menajot 13:4).

Las razones para el jurbán enumeradas por Rabí Iojanán ben Tortá han entrado dentro de la conciencia de la comunidad judía, hasta el punto que nosotros esperamos alguna referencia a estos pecados imputables en el texto Bíblico que puedan probar la teoría del Rambán.

Un análisis de la tojejá en Bejukotai revela una palabra, la cual es repetida una y otra vez, para describir el tipo de comportamiento que llevará a la destrucción:

"Si ustedes caminan detrás mío "bekeri" y no Me escuchan…" (26:21).

El término "Bekeri" es usado más de siete veces dentro de una pequeña extensión de texto en nuestra parashá (21,23,24,27,28,40,41), y nunca más es mencionado en toda la Torá. La palabra, en este contexto, significa "obstinación" o "indiferencia". La implicación es que todas estas terribles maldiciones resultarán si obviamos a D'os. La visión mundial que resulta de la actitud del obstinado o el indiferente es una visión en la que D'os deja de ser una parte integral de la vida del individuo. Este es el comienzo de un proceso que puede llevar a una conclusión mucho más peligrosa: cuando D'os es olvidado, el hombre deduce con su propio pensamiento que la vida no es más que una serie de coincidencias. Él cree que no hay una mano Divina guiando su existencia personal o los distintos hechos de la historia del mundo; la conclusión de tal visión es ateísmo. La Torá le adjudica esta forma de ver el mundo a Amalek:

"Recuerda lo que Amalek te ha hecho; cuando tu has dejado Egipto. Cuando ellos "aparecieron" (karejá) ante ustedes en el camino" (Devarim 25:17-18).

El término "karejá" deriva de la misma raíz que "kerí". Rashí explica el término karejá como "un término de coincidencia". El corto comentario de Rashí enseña que el poder espiritual de Amalek emana de un punto de vista de que todo es coincidencia, destino ciego sin sentido, y que no hay un significado más elevado o grandioso de la vida. Cuando los judíos cayeron en una perplejidad espiritual, ellos fueron susceptibles al ataque de Amalek. Cuando los judíos se comportaron como Amalek, el verdadero Amalek apareció. Los judíos en el desierto fracasaron en apreciar la Presencia Divina que los envolvía y los protegía, y se convirtieron en sus propios enemigos; ellos se convirtieron en Amalek. Es por eso que el verdadero Amalek apareció y los atacó. Su único recurso fue rezar a D'os, una expresión explícita de fe y reconocimiento de la existencia de un Ser Divino.

"¿Las manos de Moshé hacen la guerra?… Esto nos enseña que todo el tiempo que los judíos miraban hacia el cielo, y dirigían sus corazones hacia su Padre en los cielos, ellos eran victoriosos; si no ellos fracasaban [en la batalla]" (Mishná Rosh Hashaná 3:8).

Nosotros vemos que la Mishná puntualiza que no fue una intermediación mágica por parte de Moshé lo que trajo la victoria en la guerra contra Amalek, sino el rezo de las personas. El pueblo había fracasado en apreciar correctamente a D'os, ellos lo obviaron. La actitud opuesta, como se expresa en el rezo, enmendó la desavenencia entre ellos y D'os.

Ahora en la tojejá el pueblo es advertido de no llevar una vida basada en la filosofía de la coincidencia, porque este enfoque - el ver el mundo sin D'os - es el primer paso hacia un abandono de todos los valores. Esta idea está expresada en una Tosefta (Shavuot 3:6) que pregunta: "¿quién es el hombre más peligroso?" La Tosefta responde: el ateo, aún si es un hombre moral, es más peligroso porque no hay bases para su moralidad. En los ojos de la Tosefta, el ateo moral de hoy puede ser el asesino del mañana. Los judíos que no sintieron ninguna conexión con D'os, se encontraron rápidamente alejados de D'os hasta el punto que la idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre, no sólo que no eran ya tabú, sino que se habían convertido en una norma. La expresión del Talmud sobre este fenómeno es fascinante:

"El Templo fue destruido… porque no decían la bendición antes de estudiar Torá" (Nedarim 81a).

Esta fuente parece difícil de entender. Si los judíos de ese tiempo estaban activamente envueltos en el estudio de la Torá pero simplemente se olvidaron de decir las bendiciones apropiadas, ¿la consecuencia debe ser este terrible jurbán? El Talmud, usa esta conciso lenguaje para señalar una "secularización" de lo que debía ser sagrado: alguien que no dice una bendición antes de estudiar está haciendo una declaración sobre su aprendizaje. La Torá estudiada de esta manera es algo mundano: puede ser algo intelectualmente estimulante, pero no es parte de un diálogo con lo Divino. La persona que puede aprender y no siente el hálito de la Eternidad en su cara, un poco del cielo, de santidad, está perdiendo la esencia del aprendizaje. Sólo aquellos que han creado la ruptura en sus mentes entre ellos y el rol personal de D'os en sus vidas pueden olvidarse de decir una bendición antes de estudiar, y transformar un posible viaje con el D'os eterno en un ejercicio meramente intelectual.

Ahora podemos volver a mirar la enseñanza del Rambán y la tradición Talmúdica respecto de la destrucción del Primer Templo. La conexión entre la actitud de "obstinación" o "indiferencia" de "keri" y la total ruptura de la moralidad de la sociedad judía que llevó a la destrucción, se hace más clara. Sin embargo, la destrucción del Segundo Templo plantea un desafío aún más serio: nuestra tradición nos enseña que la causa de la destrucción fue "el odio gratuito" que prevalecía en ese tiempo. En la segunda tojejá, la Torá nos da una clara razón para las calamidades que han recaído sobre nosotros:

"Vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, puesto que no has escuchado la Voz de tu D'os, para observar Sus preceptos y Sus leyes, las que Él te ha ordenado" (Devarim 28:45).

La Torá nos informa en términos claros e inequívocos, cuales son las deficiencias espirituales que causarán que la tojejá se haga realidad. ¿Cómo es que el fracaso en servir a D'os con alegría se relaciona con el odio gratuito, el cual se nos enseña que es la causa de la destrucción del segundo Templo? Yo escuché a Rabí Iojanán Zweig explicar la conexión, puntualizando a la única persona en el Tanaj descripta como alguien que tuvo la característica de "alegría y contentamiento de corazón":

"Entonces Hamán salió aquel día alegre y con un corazón contento" (Ester 5:9).

Qué extraño que Hamán, el más famoso de los descendientes de Amalek, sirve como un prototipo de comportamiento apropiado! El hecho es que Hamán tenía todo el derecho de estar feliz: la reina lo había invitado a una segunda fiesta privada, con el rey y la reina solamente. Él se vió a si mismo como un hombre exitoso. Indiscutiblemente no había un hombre más rico y poderoso en todo el reinado, y Hamán lo sabía.

"Cuando él llegó a su casa él llamó a sus amigos y a su mujer Zéresh, y Hamán les contó a ellos la gloria de sus riquezas…" (Ester 5:10).

Hamán tenía todo a su favor. Sin embargo, cuando vió a Mordejai, quien se había negado a prosternarse ante él, Hamán se llenó de enojo. Después de contar a sus seres queridos toda su buena fortuna, Hamán dijo:

"Pero todo eso no tiene sentido para mí cuando veo a Mordejai el judío sentado en la entrada del palacio del rey" (Ester 5:13).

Consideremos la situación de Hamán. Él es el hombre más poderoso de todo el imperio, después del Rey. Él es rico, tiene una mujer amorosa y que lo apoya, muchos hijos, incalculable riqueza. Él tiene un pequeño problema: está este judío que se niega a servirlo. Hamán planea descargar su venganza sobre Mordejai: no sólo Mordejai morirá, sino que toda su gran familia morirá con él. La mente enferma de Hamán pide un holocausto como la reacción a haber sido despreciado por un solo hombre. Pero el saber que Mordejai y todos los judíos pronto serán matados no fue suficiente para saciar la maldad dentro de Hamán - él necesitaba más. Su odio era tan consumidor que él mostró un remarcable descuido en su decisión de ejecutar a Mordejai. Aún una rápida mirada en el libro de las crónicas del rey hubiese hecho que Hamán se dé cuenta que tener a Mordejai como su blanco no era muy inteligente. Pero Hamán estaba enfurecido, él necesitaba vengarse y necesitaba hacerlo inmediatamente. Este enojo increíble causó la caída de Hamán. Él no pudo disfrutar de los regalos que se le habían dado porque estaba obstinado en su enojo y odio hacia Mordejai.

Es interesante notar que Hamán, un descendiente de Amalek, representa la filosofía amalekita. Hamán tiró la suerte, dejando las decisiones de vida o muerte a la "suerte", y luego se propuso controlar el destino de toda una nación. Su filosofía comienza cuando se ve al mundo sin un D'os, y llevó a Hamán a verse a sí mismo como una deidad. Desde esta perspectiva podemos entender su enojo hacia Mordejai - quien se negó a prosternarse ante él.

La repentina caída de Hamán fue anticipada por el odio que él albergaba en su corazón, un odio que consumía todo, que anuló a su "alegre y contento corazón". Podemos entonces concluir que hay, de hecho, una conexión entre un corazón alegre y el odio gratuito: uno puede desplazar al otro. Cuando tomamos una perspectiva más amplia, un interesante patrón surge:

Cuando los judíos actuaron como Amalek y obviaron a D'os, fueron exiliados, y pronto se encontraron a ellos mismos bajo el dedo de un déspota amalekita, como recibiendo un mensaje Divino: "si ustedes eligen a Amalek y su visión del mundo por sobre Mí, Yo les concederé su deseo". La justicia Divina fue exacta. Las personas que vieron la vida como una coincidencia se encontraron a si mismos enfrentados al representante líder de la coincidencia - Hamán, quien rápidamente tiró la suerte para determinar el momento apropiado para destruir a la nación judía. Así como sus ancestros antes que ellos, cuando los judíos finalmente retornaron a su Padre en los Cielos, admitiendo que se habían equivocado y aceptando completamente el dominio del Todopoderoso, el poder de Hamán sobre ellos se disipó. Los judíos fueron victoriosos. Como un regalo, D'os dejó a los judíos una lección increíble de cómo no comportarse cuando estén por entrar a la tierra de Israel y reconstruir el Templo. D'os reiteró en el libro de Ester, Su mensaje de que el hombre debe servir a D'os con alegría y apreciar todo el bien en su vida. De lo contrario, el hombre corre el riesgo de transformar su alegría en odio y de transformar el Templo en ruinas. Nuestro encuentro con Hamán fue el castigo por los pecados que llevaron a la destrucción del Primer Templo, y una advertencia para que tengamos claro el tipo de pecados que podrían destruir el Segundo Templo.

Conclusión:

El paralelo mostrado por el Rambán está realmente acorde con la tradición Talmúdica. La lección es simple pero poderosa: La idolatría, el libertinaje sexual y el derramamiento de sangre tienen sus raíces en la falta de conciencia de que hay un D'os en nuestras vidas, y el odio gratuito es en su cima la falta de apreciación por lo que se nos ha dado. Esta es la lección que debemos aprender de Hamán. No repitamos su error. En lugar de eso retornemos a la enseñanza de Nuestros Sabios:

"¿Quién es rico? Aquel que es feliz con su parte" (Avot 4:1).

Esta es la felicidad que es la llave para servir a D'os; fue la falta de esta felicidad la que destruyó el Templo. Relacionarse con D'os con este tipo de actitud seguro que contribuirá a la reconstrucción del Templo.

Volvamos a la enseñanza de Rabí Iojanán Ben Tortá:

"Y que el Tercer Templo sea construido rápidamente en nuestros días… muchas naciones se juntarán y dirán: 'vamos, subamos a la Montaña de D'os, a la Casa del D'os de Iaacov… levántense subamos a Tzión, al Señor nuestro D'os'" (Tosefta Menajot 13:4).

Cuando dejemos de actuar como las naciones del mundo, y ellos comiencen a actuar como nosotros tendríamos que actuar, la historia alcanzará su punto más elevado, y un maravilloso nuevo día amanecerá. La presencia de D'os emanará de Tzión, y la guserá algo del pasado. El mundo se transformará en un lugar alegre, sin odio, y todos los pueblos servirán a D'os con alegría y felicidad del corazón. Que todos vivamos para ver y formar parte de esa alegría en ese día. Amén.

Shabat Shalom.

Haftarat Bamidbar Oshéa 2: 1 – 22 (Sefaradim)

Para la lectura de la haftará de esta semana ha sido escogida una sección del libro del profeta Oshea, perteneciente al libro de Teré Asar (los doce profetas que por ser sus libros de pequeñas dimensiones han sido juntados en uno solo).

"Y será el número de los hijos de Israel como la arena del mar que no será medida ni contada, y será que en lugar de que les sea dicho a ellos: 'Ustedes no son Mi pueblo', será dicho de ellos: 'Hijos del D'os viviente'" (2:1).

Así comienza nuestra haftará, y Nuestros Sabios en el Talmud aprendieron de este versículo que está prohibido contar a judíos incluso para una mitzvá, por ejemplo para saber si hay 10 judíos en la sinagoga.

Rabí Meir Simja Hacohen de Dvinsk (1843 - 1926) en su libro "Méshej Jojmá" pregunta: or qué Nuestros Sabios no aprendieron esto del versículo de parashat Vaishlaj cuando Iaacov le reza a D'os: "Y Tú dijiste, haré el bien contigo y convertiré a tu descendencia como la arena del mar que no será contada por su gran número" (Bereshit 32:13)?

Explica nuestro autor que cuando los hijos de Israel están unidos unos con otros, ellos se asemejan al polvo de la tierra que cuando está en su lugar natural no tiene ninguna importancia especial y pasa desapercibido. Pero a diferencia del polvo de la tierra, la arena está compuesta por muchos pequeños granitos.

Antes de concebir a sus doce hijos, Iaacov quería que ellos difundieran su idea sobre la Divinidad y que ésta se esparciera entre todos los pueblos del mundo. Y es por eso que D'os le había asegurado a Iaacov: "Y será tu descendencia como el polvo de la tierra" (Bereshit 28:14), pues todos los pueblos del mundo verían la gloría del pueblo de Israel al servir en conjunto al D'os Único, así como el polvo de la tierra permanece junto y unido en un sólo lugar.

Pero después de que Iaacov los concibió y vió que su descendencia esparciría su idea de la Divinidad, él tuvo miedo de que ocurriese lo opuesto: que sus hijos se entremezclen con los otros pueblos asimilándose a sus culturas y creencias y anulándose entre ellos al igual que el polvo de la tierra, y por eso Iaacov le pidió a D'os: "Sálvame de mi hermano…" (Bereshit 32:12), para que su descendencia no se asimile, sino que quede siempre separada de los demás pueblos.

Y por eso Iaacov le dijo a D'os en su rezo: "Y Tú dijiste… será tu descendencia como la arena del mar" (Bereshit 32:13) a pesar de que D'os le había asegurado que su descendencia sería como el polvo de la tierra, pues Iaacov le estaba pidiendo a D'os que a pesar de que hayan entre sus hijos separaciones e incluso que hayan algunos judíos que tuvieren sólo el apellido, de todas formas él le imploraba a D'os que los demás pueblos no los destruyan y que su descendencia sea como la arena - que es como un muro de contención ante las olas del mar. Iaacov le pidió a D'os que cuando los pueblos del mundo quieran venir en contra de sus hijos, como las olas del mar sobre la costa, incluso los más bajos de Israel se unan en su contra para protegerse.

Pero esto puede ocurrir sólo cuando ellos son contados en conjunto, estando todos juntos, es decir, en la orilla del mar. Pero contar una parte de ellos, requiriendo para ello separar a algunos individuos está prohibido, así como nos enseña aquí el profeta Oshea al decir que la descendencia de Israel: "no será medida ni contada", contando a cada individuo por separado.

Y por eso dijo el profeta: "Y será el número de los hijos de Israel como la arena del mar que a pesar de que está compuesta por pequeños granitos separados, todos juntos pueden anular la acción de las olas del mar sin asimilarse, y por eso termina el profeta diciendo: "y será que en lugar de que les sea dicho a ellos: 'Ustedes no son Mi pueblo', será dicho de ellos: 'Hijos del D'os viviente'".

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Perla de la Parashá -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

"Habló D'os a Moshé en el desierto del Sinai…" (Bamidvar 1:1)

Esta semana comenzamos a leer el libro de Bamidvar, llamado comúnmente "Números", pero literalmente: "En el desierto".

En la parashá anterior, Bejukotai, el libro de Vaikrá finalizó diciendo: "Estas son las mitzvot que ordenó D'os a Moshé…" (Vaikrá 27:34).

Y el hecho de que inmediatamente después comienza el libro de Bamidvar viene a insinuarnos que para estudiar Torá uno tiene que asemejarse a un "midvar", es decir que la persona debe ser "modesta como un desierto", pues sólo así podrá adquirir los conocimientos de la Torá.

Por el Rav Yosef Meyer Medresh

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