lunes, 30 de agosto de 2010

Parashá Nitzavim - Vayelej

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Resumen Parashá Nitzavim - Vayelej

El siete de Adar de 2488, cuando Moshé contaba con ciento veinte años exactos, dictaminó por mandato del Creador los últimos preceptos explícitos de los seiscientos trece que coronan la obediencia de Israel:

1. El precepto de reunir a todo Israel al final del séptimo año (Shemitá), durante la fiesta de Sucot para que el rey lea la Torá delante del pueblo, como se declara:

"Reúne al pueblo, hombres, mujeres y niños y a los prosélitos que están en tus ciudades para que escuchen y para que aprendan y teman al Eterno, su Dios, y cuiden y hagan todas las palabras escritas en esta Torá" (Devarim 31.12)

2. El precepto de que cada uno de Israel escriba para si un Séfer Torá, como se declara:

"Y ahora, escriban para ustedes esta canción y enséñenla a los Hijos de Israel, pónganla en sus bocas para que sea para Mi esta canción como testimonio entre los Hijos de Israel" (Devarim 31.19).

Sobre lo anterior escribe Maimónides: "Es un precepto positivo sobre cada varón de Israel escribir un libro de la Torá para si mismo, como se declara: y ahora escriban para ustedes esta canción. Es decir escriban para ustedes el libro de la Torá dentro de la cual se encuentra esta canción (Haazinu, Devarim 32.1-43), ya que no se escribe la Torá en trozos separados (o sea no se escribe separadamente Haazinu, sino dentro de todo el libro).

E incluso que le hayan heredado sus padres un libro de la Torá, es un precepto que cada varón escriba uno por si mismo, y si lo escribe con su propia mano es como si hubiera recibido la Torá directamente en el monte Sinaí. Si no sabe escribir – otros pueden escribir para él e incluso quien corrige un libro de la Torá, inclusive una letra, es como si lo hubiera escrito completo" (Hiljot Séfer Torá. 7.1)

La profundidad que conecta estos dos preceptos se expande dentro de los puntos e hitos mayores que el pueblo de Israel tiene como misión, su contenido espiritual como pueblo y como individuo se ve reflejado en las ideas que expresan estos preceptos. Israel es un pueblo único dentro del devenir de la historia, una de las características de esta especialidad se manifiesta particularmente mientras otra lo hace de manera general.

Por un lado Israel están considerados como una unidad de alma, como escuchamos de la Torá, que con setenta almas bajaron a Egipto, siendo todas estas almas procedentes de una sola fuente: Yaakov, debido a eso tienen un solo supervisados: Hashem; mientras que las naciones del mundo que se dividen en setenta pueblos distintos, siendo que cada uno posee un representante espiritual particular.

Sobre Israel no existe ningún ministro espiritual, ninguna estrella ni ninguna constelación, sino que el Creador nos supervisa directamente, esto garantiza que la unidad del pueblo, a pesar de cualquier separación material, se mantenga inalterable y podamos reconocer una misma identidad. En cambio las naciones se separaron unos de otros y precisamente se separaron según el número de los Hijos de Israel, así como Israel fueron setenta almas procedentes del patriarca Yaakov, así las naciones son setenta. Sobre este concepto explica Rabí Yashaya Hurvitz (Hashlá Hakadosh, Segunda parte, pag. 91):

"Por el número de los Hijos de Israel, ya que las casas paternas de ellos son también setenta, pero ellos son todos una sola alma, uno sin división, y esto debido a que la parte de Hashem en el mundo es su pueblo; y la parte se parece al conjunto, así como El es uno, así también ellos (Israel) son uno. Todo Israel es parte de Hashem desde la perspectiva de la eternidad, como se declara: Todo Israel tiene parte en el mundo venidero."

Vemos por lo tanto que Israel en su generalidad es considerado una unidad, responde a un patrón colectivo en tanto pueblo y tiene un sustrato espiritual aglutinante que lo hace sobresalir sobre el resto de las familias de la tierra.

Por otro lado, cada persona de Israel es especial en si mismo, en su propia y particular personalidad, como han declarado nuestros maestros que cada uno y uno amerita el mundo venidero, y en forma particular cada alma es supervisada por el Creador. La individualidad de cada persona se ve reflejada en el hecho que tiene una parte en la Torá, un tema, un marco espiritual propio está reservado para cada miembro del pueblo de Israel, así como todo el pueblo es representado como un unidad frente a Hashem, también dentro de esa unidad se manifiesta la personalidad de cada uno según las propias características.

Por tal motivo, estos dos preceptos se unen profundamente, por un lado el precepto de reunir al pueblo para Hakel, los hombres, las mujeres y los niños para escuchar la Torá, ya que todos son una misma alma; y después el precepto sobre cada uno en particular de escribir un Séfer Torá para si mismo. Cada vez que Israel cumple la voluntad del Creador están unidos a El particular y generalmente, en cambio el alejamiento de Hashem acarrea una pérdida de la dimensión particular y general para caer en la definición del resto de las naciones.

Cuando el pueblo de Israel se ha alejado de Hashem y la identificación con las naciones del mundo comienza aumentar, el peligro de la desaparición se acrecienta; sin embargo Hashem mismo puso una alternativa para remediar este alejamiento: el retorno a las fuentes. Dice el Hashla Hakadosh: "en el retorno volvemos a una interioridad santa"; es decir el proceso por el cual retornamos al Creador amerita de un retorno a dentro de nosotros mismos, para que podamos construir desde allí un cambio vital; ese cambio se llama "Teshuvá". Como introducción a los preceptos de Hakel, la dimensión general, y de escribir un Séfer Torá, la dimensión particular, leemos en la Torá una gran advertencia de retornar, así se declara el proceso que denominamos Teshuvá:

"Porque el precepto que te ordeno hoy no está oculto de ti, ni se encuentra lejos; no está en el cielo para que digas: ¿Quién subirá hasta el cielo y nos lo traerá, y nos lo haga escuhar para que lo cumplamos? Tampoco está en ultramar para que digas: ¿Quién viajará a ultramar y nos lo traerá, y nos lo haga escuhar para que lo cumplamos? Sino que está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón para realizarlo" (Devarim 30.11-14)

Desde la perspectiva de los sabios cabalistas, el misterio de la Teshuvá, el retorno, se manifiesta en el entendimiento, que ellos denominan "Biná", ahora bien en esta manifestación se encuentra Israel completamente unido, siendo imposible que pueda separarse Israel del entendimiento, por este motivo cada vez que una persona quiere retornar el empuje y la fuerza están presentes, como si nunca se hubieran apartado de él.

Dentro de su corazón se abre una especie de manantial que constantemente se revalsa, y cuando encuentra el camino del retorno, una energía interna y vital lo comienza a guiar. Es tanta la importancia de la conexión de Israel con el retorno a Hashem que los maestros han ejemplificado el deleite de la reunión con el Creador con la siguiente imagen: en el concepto de "Biná" se encuentra aludida la idea de "el vino cuidado", es decir existe espiritualmente un vino que ha sido cuidado desde el comienzo de la creación del mundo, guardado para el deleite de los justos.

Este Midrash nos enseña que en el momento que Israel vuelve a la fuente de su propio ser, se encuentra con una realidad primigenia, una realidad que lo remonta al principio de este universo, nos referimos al "vino cuidado", y esta realidad está para su deleite. Y así enseña el Hashlá Hakadosh:

"Y este vino deleita, hasta allí (hasta el entendimiento) deben llegar los que quieren retornar, porque en el momento que la persona se arrepiente y retorna subyuga a las fuerzas negativas que lo rodean hasta eliminarlas con el fin de ingresar a lo interior, entonces entra el vino y se revela el secreto, el secreto de Hashem es para los que le temen, y la palabra secreto tiene como valor numérico setenta, misma cantida de almas que bajaron a Egipto".

En la Teshuvá hay una nueva construcción de la dimensión particular y general de Israel, para guiarnos en este sendero, los dos últimos preceptos nos manifiestan estos conceptos y nos introducen en los días próximos de arrepentimiento y de juicio.

Resumen de Haftarat Nitzavim - Vayelej

Introducción

A partir de el primer Shabat después de Tishá Be Av, y hasta el shabat anterior a Rosh Hashaná, leeremos lo que se conoce como "las siete haftarot de consuelo". Rabí Mordejai Iafé (1535 - 1612) en su libro conocido llamado el "Levush", escribió que estas siete haftarot han sido seleccionadas buscando el objetivo de consolar al pueblo de Israel por la destrucción del Templo de Jerusalem.

El midrash recuerda que hay siete clases de consuelo, y compara al exilio del pueblo de Israel entre los pueblos del mundo, con un rey que fue tomado prisionero junto con sus hijos, sus yernos y todo su pueblo, quedando la reina sola por muchos años. Después de algún tiempo le informaron a la reina que ellos retornarían, y de esta manera, la reina obtuvo consuelo de su sufrimiento.

¿Quién es la reina? La reina es Jerusalem que será notificada prontamente - con la ayuda de D'os - de que la Divinidad será "liberada", así como también el pueblo de Israel, y esto representa siete consuelos: el retorno de los hijos, las hijas, las nueras, los yernos, sus hermanos, sus hermanas, y finalmente el retorno del rey, es decir del Rey de Reyes.

Comentario Haftarat Nitzavim

Ieshaiahu (Isaías) 61:10 - 63:9

Este sábado es el shabat anterior a Rosh Hashaná, y por eso, esta semana leeremos la última de las siete profecías de consuelo para el pueblo de Israel extraídas del libro del profeta Ieshaiahu, que habíamos comenzado a leer el shabat posterior al día de Tishá Beav.

Esta haftará - llamada "haftarat sos asís", por las primeras palabras de la misma - es la haftará que pertenece a la parashá Nitzavim. Por lo tanto, este sábado no leeremos la haftará perteneciente a parashat Vaiélej, como correspondería hacer acorde con la regla general que dice que siempre que se lean dos parashot de la Torá juntas la haftará que se debe leer es la haftará de la segunda parashá.

"Alegrar, me alegraré con D'os,se regocijará mi alma con mi D'os,pues me ha vestido con ropas de salvación,con un manto de justicia me ha recubierto,como un novio que viste ropajes dignos,y como una novia que luce sus joyas"(61:10)

Acorde con la opinión de algunos exégetas, Ieshaiahu profetiza que en el momento de la redención, la ciudad de Ierushalaim, dirá estas palabras. Sin embargo, de acuerdo con otros comentaristas, quienes dirán estas palabras serán los mismos hijos de Israel que retornarán después de muchos años de largo exilio, a la tierra que D'os les había prometido a sus antepasados.

"Pues así como la tierra saca su fruto,y como un huerto hace florecer sus cultivos,así también D'os hará florecer justicia y gloria,delante de todos los pueblos"(61:11)

Aquí el profeta Ieshaiahu compara a la salvación de Israel con el fruto de la tierra, pues así como de una sola semilla depositada en la tierra que se comienza a pudrir, luego surge un brote que finalmente dará gran cantidad de frutos, así también ocurrirá con el pueblo de Israel, que a pesar de que estuvieron muchos años abandonados en el exilio habiendo sido ultrajados por todas las naciones, cuando llegue el momento de la redención, ellos germinarán y crecerán mucho en cantidad y en calidad, mucho más de lo que eran antes.

Pero además del consuelo y el alivio que sentimos al leer estas bellas palabras, nosotros también podemos aprender de este versículo cómo debemos prepararnos para el gran día de Rosh Hashaná - que cada vez está más cerca - así como para el gran día de la Redención Final.

Rabí Iosef Jaim (1834 - 1909) en su libro "Adéret Eliahu" nos explica que nosotros primero debemos procurar despertarnos espiritualmente desde aquí, desde abajo, para que luego se produzca un despertar desde arriba, de D'os, como está escrito: "Retornen a Mí y retornaré a ustedes, dijo D'os" (Malají -Malaquías- 3:7).

Y esta idea también fue recordada por Nuestros Sabios, respecto del versículo de Shir Hashirim que dice "[Dice Israel:] Yo estoy durmiendo mas mi corazón está despierto; la voz de mi amado [es decir, D'os,] llama: Ábreme!…" (Cantar de los Cantares 5:2). Dice el midrash:

"Dijo Rabí Iasá: Le dijo el Santo - bendito es Él - a Israel: Hijos Míos, ábranme una puerta de arrepentimiento tan pequeña como la punta de una aguja, y Yo les abriré a ustedes puertas tan grandes que podrán entrar por ellas carretas y carrozas" (Shir Hashirim Rabá 5:2).

Dice nuestro autor que el proceso de la redención del pueblo de Israel será similar al proceso de la tierra: "Pues así como la tierra saca su fruto, y como un huerto hace florecer sus cultivos, así también D'os hará florecer justicia y gloria, delante de todos los pueblos".

Así como para que la tierra dé frutos, primero necesita del trabajo del hombre y luego el Santo - bendito es Él - ayuda a la persona enviándole el rocío y las lluvias que provocarán que finalmente la tierra dé sus frutos, lo mismo ocurre con el pueblo de Israel, pues para que desde arriba D'os haga florecer la flor de la justicia y la gloria, necesitamos primero trabajar nosotros, necesitamos antes procurar un despertar espiritual desde abajo.

Perla de la Parashá Nitzavim - Vayelej

Parashat Nitzavim

"Mira, he dispuesto delante tuyo el día de hoy a la vida y el bien, y a la muerte y el mal" (Devarim 30:15).

¿Por qué el versículo dice que D'os dispuso "haiom - el día de hoy", la vida y la muerte delante de nosotros?

La respuesta es que la intención del versículo es enseñarnos que todos los días la persona debe elegir entre los dos caminos que tiene delante de él, ya sea que hasta ahora se haya encaminado hacia el mal y ahora deba comenzar a elegir el camino del bien, o ya sea que hasta ahora se haya encaminado por el camino del bien, la persona no debe apoyarse en la suposición de que seguramente seguirá por ese camino de aquí en delante, sino que debe saber que cada día él debe elegir nuevamente, pues todavía el camino del mal y la muerte está delante de él.

Parashat Vaiélej

"Habló Moshé en los oídos de toda la congregación de Israel las palabras de esta canción" (Devarim 31:30).

La Torá se está refiriendo aquí, al final de parashat Vaiélej, a lo que está escrito en parashat Haazinu, conocido como la "shirat Haazinu". En esa poesía de advertencia al pueblo de Israel que leeremos la semana siguiente, están recordadas todas las calamidades que nuestro pueblo habría de sufrir durante toda su historia.

Sin embargo, aquí la Torá llama a todas esas palabras "shirá", que significa "canción", pues D'os, que es Misericordioso, siempre "endulza" la amargura de esos sufrimientos y calamidades, y es por eso que respecto del pueblo de Israel todas esas maldiciones finalmente se convierten en una canción.

Y es por eso que siempre se lee la "shirat Haazinu" en la época de los días de juicio, cerca de Rosh Hashaná y Iom Kipur, por cuanto que en estos días del año D'os también endulza nuestro juicio.

sábado, 21 de agosto de 2010

Parashá Ki Tovo

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Resumen Parashá Ki Tovo

"Y escribirás sobre las piedras todas las palabras de esta Torá" (Devarim 26,8)

¿Qué hacen estas piedras aquí?

Las piedras eran grandes y pesadas. Piedras, que el comandante Yehoshua mandó tomar del fondo del rió Jordán. Los cohanim todavía estaban parados en su posición en el centro del rió, cuyas aguas se habían paralizado, en sus manos el arca santa, en la cual estaban depositadas las Tablas de la Ley. En un gesto tan simbólico como profundo, Yehoshua mandó a doce hombres, que fueron además escogidos para esta misión de entre las tribus de Israel, que vuelvan al lugar donde los cohanim se habían parado y debían realizar lo siguiente:

"Y levantará cada hombre una piedra sobre su hombro según el número de las tribus de Israel... y levantaron doce hombres piedras desde el fondo del rió... y pasaron junto con ellas al lugar del campamento y las dejaron allí" (Yehoshua 4.5-8)

Pero con solo haberlas traído no terminó esta actividad de suyo extraña, según la tradición oral que nuestros maestros nos han transmitido en el Talmud, estas piedras estuvieron en el centro de la atención del pueblo, el día que atravesaron por el Jordán.

Estas piedras causaron sensaciones especiales, desplazaron la normal concentración en un enfrentamiento esperado con los habitantes de Canaán y diluyeron la tensión ante lo inesperado del nuevo límite geográfico. Incluso los pensamientos propios de una nación que está ya dentro de las metas tan deseadas, dentro de los límites de la tierra prometida a los patriarcas, parecen opacarse frente a la imagen de simples piedras, descubriremos que estas piedras no son simples, sino que contienen un mensaje eterno. Así se declara:

"Ven y ve, cuantos milagros fueron hechos a Israel en aquel día. En el día en que atravesaron el Jordán, llegaron al monte Guerizín y al monte Eval, una distancia de más de sesenta millas y ningún ser humano podía oponerse a ellos. Después trajeron las piedras, construyeron un altar y lo pintaron con cal, y escribieron sobre el toda la Torá con clara explicación, en setenta idiomas, entonces presentaron holocaustos y sacrificios, y comieron y bebieron y se alegraron... después sacaron las piedras y vinieron a dormir a Guilgal" (Yalkut Shimoni, Yehoshua 14)

Y así, con una guerra inminente, sin embargo vemos que Israel apareja un sistema completo de preparativos que ciertamente nos parecen lejanos de la realidad que les tocará presenciar. Como si fuera el primer preparativo bélico, el ejército sale a realizar una operación: la operación "piedras", rápidamente en las regiones de Naplusa.

Allí presentaron holocaustos y sacrificios, comieron, bebieron y se alegraron y rápidamente volvieron a su base central – Guilgal, sin olvidar de llevar consigo las piedras. Estos fueron los primeros pasos dentro de la tierra prometida, cuando finalmente lograron ingresar a la heredad de promisión, se dedicaron a este ritual que aparentemente es extraño. Al día siguiente, por el contrario, comenzarán a prepararse para el combate contra Jericó.

Aunque aparentemente toda esta operación parezca extraña, el pueblo de Israel en aquellos momentos la habían extraído de los versículos de nuestra parashá, Moshé fue quien había dejado estas instrucciones, siendo una de las últimas instrucciones de su vida:

"Y será el día que atraviesen el Jordán a la tierra... levantarás para ti grandes piedras y las pintarás con cal" (Devarim 27.2)

Los hijos de Israel cumplieron esta orden de Moshé con completa fidelidad, como hemos leído en el libro de Yehoshua y como se explica en los diferentes relatos del Midrash. Pero frente a estos hechos se presenta una pregunta: ¿Cuál es el objetivo de levantar piedras y pintarlas con cal? ¿Por qué se las valorizó tanto?

Otro punto en cuestión dentro de los detalles que conforman el grueso de la orden, resalta como un tema que ya muchas veces anteriormente hemos estudiado, Moshé quiere enraizar en el corazón del pueblo el motivo para el cual han de ingresar dentro de la tierra de promisión, así se declara:

"Y escribirás sobre ellas las palabras de toda la Torá, cuando atravieses, para que cuando llegues a la tierra que Hashem, tu Dios, te ha dado – una tierra que fluye leche y miel... y así será cuando atravieses el Jordán levantarás estas piedras... con clara explicación" (Ibíd. 3-8)

Estas piedras representaron por lo visto un testimonio de múltiples finalidades, siendo el día en que ingresaron a la tierra de Israel un momento de especial elevación ya sea emocional, espiritual y nacional, el hecho de tomar un símbolo que exprese estos vínculos humanos tan hondos y los proyecte dentro de los límites de la Torá.

Más allá de las contingencias propias de una conquista, del enemigo resguardado en sus ciudades, y de los muchos desafíos que les esperan, es necesario que en esos momentos el corazón del Israel se defina como netamente espiritual, estas piedras son un testimonio de esta espiritualidad, una identificación con el mensaje primario recibido por el pueblo en el monte del Sinaí.

Sobre estas piedras escribieron la Torá, aunque las opiniones de los comentaristas difieren en qué fue precisamente lo que escribieron (si toda la Torá, si partes escogidas de ella, si un texto resumido de todos los preceptos, etc.), es claro no obstante que la propia escritura tomó tiempo, y todo ese tiempo, el pueblo observa a los escribas y las impresiones que esta labor crea va internalizando en Israel el motivo preciso por el cual están ahora aquí – estos límites son límites principalmente espirituales, son por y para la Torá.

Ya escuchamos en las instrucciones finales de Moshé, "para que cuando llegues a la tierra", como si con una fuerza fundacional nos dice llegará a esa tierra para lo que escribirás en este testimonio: Torá. El temple espiritual del pueblo judío se ha formado desde los albores de la libertad, cuando salieron de Egipto, en los momentos culmines de la victoria (cruce por el mar, entrega de la Torá, vencer a reyes, etc.), también en los oscuros momentos de tropiezo y todo esto para qué, no fue todo este periplo por el desierto solamente una preparación para guerras y contiendas, para apoderarse de ciudades y fortificaciones, sino que fue para algo mucho más hondo, algo enraizado en los principios mismos de la creación, cumplir la voluntad divina. La voluntad divina escupida en piedra es el testimonio y símbolo de la misión de Israel en el mundo.

Sobre estas piedras cuando fueron erigidas en el monte Eval, después de pintarlas con cal, fue escrita la Torá con una clara explicación, es decir en setenta idiomas, como nos enseña el Midrash. Este detalle en la instrucción es de suyo sobresaliente, simplemente todas las naciones del mundo, cuyo número simbólico es setenta, deben también entender en sus propios términos los mensajes espirituales que el Creador de todos los hombres enseñó a los hijos de Israel.

La finalidad de esta escritura multilingual, junto con la necesidad de hacer comprender a las naciones los mensajes divinos tiene sin embargo otro sentido, esta vez para Israel. Los hijos de Israel deben comprender que el ingreso dentro de los límites de la tierra crea una responsabilidad, ya que la tierra de promisión no es solamente un fin sino que es el principio de toda la labor educativa del pueblo; la tierra de Israel no es solamente una heredad, sino una misión – Israel un hacedor de puentes entre la humanidad y el Creador.

Este hacedor de puentes, debe comportarse de manera tal que su ejemplo personal sea el puente requerido, si cada uno de nosotros logra internalizar el mensaje de las piedras erigidas en las cercanías de Naplusa, y con estos mensajes construye una personalidad ejemplar entonces una de las últimas órdenes de Moshé, casi una instrucción testamentaria, habrá sido cumplida por su pueblo.

No es extraño por tanto darnos cuenta que precisamente allí, en las cercanías de Naplusa, cientos de años antes el fundador de la nación, nuestro patriarca Abraham, haya recibido esta bienaventuranza:

"Y serás bendición... y se bendecirán contigo todas las familias de la tierra" (Bereshit 12.2-3)

Resumen de Haftarat Ki Tovo

Ieshaiahu (Isaías) 60:1-22

Esta semana leeremos la sexta de las siete haftarot de consuelo para los hijos de Israel, que fueron extraídas del libro del profeta Ieshaiahu.

"Levántate!, ilumina!, pues ha llegado tu luz, y la Gloria de D'os sobre ti brilló" (60:1)

El profeta le habla a la ciudad de Jerusalem y le dice que se levante e ilumine con su luz de felicidad y benevolencia, pues ya le ha llegado a ella la luz que le corresponde, es decir que ha llegado para ella el tiempo de la Redención Final.

"Pues he aquí que la oscuridad cubrirá la tierra, y las tinieblas a los pueblos, mas sobre ti brillará D'os y Su Gloria sobre ti se verá" (60:2)

A pesar de que sobre todas las naciones del mundo recaerán muchos sufrimientos, la ciudad santa no debe temer, ya que sobre ella D'os hará brillar la luz de Su Salvación. En el futuro por venir "será de D'os el reinado" (Ovadiá -Abdías- 1:21) "y D'os será rey sobre toda la tierra; en ese día D'os será Uno y Su Nombre será Uno" (Zejariá -Zacarías- 14:9).

Pero existe lugar para formular una pregunta. El profeta dijo: "Y mi servidor David será rey sobre ellos y un sólo pastor todos tendrán…" (Iejezkel -Ezequiel- 36:24), entonces, si habrá un pueblo en la tierra que tendrá un reino, ¿esto no se contradice con el hecho de que D'os será el único que reinará sobre toda la tierra? El pueblo de Israel no puede tener dos reyes!

El "maguid" de Duvna (Rabí Iaacov Krantz, 1741 - 1804), en el libro "Cojav Miiaacov", nos enseña que la respuesta a esta pregunta se puede aprender de las palabras de Nuestros Sabios del Talmud, al interpretar (no literalmente) un versículo de la Torá de parashat Vaetjanán:

"'No porque ustedes son los más numerosos entre los pueblos es que D'os os ha deseado y os ha elegido, pues ustedes son el más pequeño entre todos los pueblos' (Devarim -Deuteronomio- 7:7). Le dijo el Santo - bendito es Él, a Israel: Yo los deseo a ustedes pues incluso cuando Yo los engrandezco a ustedes, ustedes se empequeñecen delante Mío. Engrandecí a Abraham, mas él dijo: 'Mas yo soy polvo y cenizas' (Bereshit -Génesis- 18:27). Engrandecí a Moshé y a Aharón, mas ellos dijeron: '¿Nosotros qué somos…?' (Shemot -Éxodo- 16:8). Engrandecí a David, mas él dijo: 'Mas yo soy un gusano y no una persona…' (Tehilim -Salmos- 22:7)…" (Julín 89a).

El Talmud nos quiso explicar que ninguno de estos personajes bíblicos tomó para ellos algo de la grandeza mediante la cual D'os los engrandeció a ellos, atribuyéndosela a ellos mismos y enorgulleciéndose por todo el poder y la riqueza que poseían. Ellos solamente quisieron cuidar el honor y la honra de D'os, y lo único que desearon hacer durante toda su vida es estar al frente del pueblo de los hijos de Israel para transmitirles a ellos la Sabiduría y la Ética Divina. Ellos solamente quisieron enseñarles al pueblo los caminos de la Divinidad y toda cosa buena.

Y a esto se refirió el rey David al decir: "A ti, D'os, te pertenece la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor, la magnificencia, todo lo que hay en los cielos y en la tierra; a ti, D'os, te pertenece el reinado y la soberanía sobre todos los líderes" (Divré Haiamim I -I Crónicas- 29:11). El rey David dijo estas palabras pues la intención de D'os al engrandecer a los elegidos del pueblo realmente fue engrandecer Su Santo y Puro Nombre, y a pesar de que Él engrandece a los líderes del pueblo, toda esa grandeza y toda esa gloria finalmente vuelven hacia Él.

Un reino como este será el que habrá en el mundo por venir. No es que se empequeñecerá Su Honor y Su Honra sino todo lo contrario, Su Gran Nombre se engrandecerá aún más. Y por eso dijo el profeta Ieshaiahu: "Pues he aquí que la oscuridad cubrirá la tierra, y las tinieblas a los pueblos, mas sobre ti brillará D'os y Su Gloria sobre ti se verá", pues Su Gloria se reflejará sobre los hijos de Israel, ya que el pueblo no contrariará Su Grandeza y Su Unicidad, sino que gracias a ellos ella se expandirá y se dará a conocer.

Perla de la Parashá Ki Tovo

"Habló Moshé y los sacerdotes de la tribu de Levi a todo el pueblo de Israel diciendo: Presta atención y escucha Israel: Este día te has convertido en una nación…" (Devarim 27:9).

Este día, en el cual has aceptado mediante juramento cumplir con la Torá, te has convertido en una nación. La nacionalidad de nuestro pueblo no comenzó cuando recibimos la tierra de Israel, ni cuando tuvimos una lengua propia, sino, precisamente, en el momento que aceptamos el yugo de la Torá, incluso que todavía estábamos en el desierto, sin una tierra, y sin medios naturales para subsistir como pueblo. Esa es la particularidad de la nacionalidad de nuestro pueblo.

martes, 17 de agosto de 2010

Parashá Ki Tetze

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Resumen Parashá Ki Tetze

Oficina de objetos perdidos... "De devolver devolverás a tu hermano..." (Devarim 22.1)

Entre los preceptos que contiene esta sección de la Torá, nos encontramos con la obligación de devolver aquellos objetos que se encuentran perdidos, previa investigación sobre sus dueños. Nuestra parashá es un capítulo más en el discurso de Moshé a la nación, antes de su fallecimiento. Todos los preceptos con que nos topamos son concretos y prácticos.

Tratan en su gran mayoría de situaciones, al menos aparentemente, "nimias" que surgen en el proceso de la vida; acciones pequeñas que simplemente ocultan ciertos sentimientos y requieren un desarrollo también no necesariamente profundo.

A simple vista esta sección de la Torá contiene pasajes que no abundan en filosofías, sino que preferentemente en la cualidad de la vida, instrucciones sociales para una generación que construirá la nación hebrea dentro de límites territoriales, por lo tanto son normas concretas que de uno u otro modo se conectan con las reglas de la guerra aprendidas en la parashá precedente, por ejemplo: leyes sobre la herencia, cómo actuar frente a un hijo rebelde, cómo honrar al ser humano muerto, la honradez en las pesas y medidas, etc.

Dentro de estos preceptos resalta por su simpleza la obligación de devolver los objetos perdidos como ya indicamos, idea general que contiene muchos detalles y conforma elementos espirituales y sociales en el hombre.

Los siguientes versículos fijan el marco dentro del cual se encuentra el precepto de devolver los objetos perdidos:

"No verás la burro de tu hermano.... y te desentenderás de él, de devolver lo devolverás a tu hermano. Si tu hermano no está cerca tuyo... llevarás (la pérdida) a tu casa ... hasta que tu hermano te la pidiera, y entonces se la devolverás" (Devarim 22.1-3).

Incluso una persona que jamás tomó nada que le perteneciera a su prójimo, nunca se llevó como recuerdo un cenicero de algún hotel, verá como algo permitido sin duda levantar algún objeto caído que de seguro se le perdió a alguien en la calle. No es una situación común que sea devuelto a sus dueños y no se deduce de suyo que alguien se esforzará en buscar al dueño, incluso que la pérdida tenga algunas mínimas señales que permitan una identificación, aunque sea también mínima".

Los hechos por si mismos se presentan como un grupo de posibles motivos para no devolver la pérdida, el dueño del objeto perdido no es conocido por el hombre, por lo tanto todo sentimiento con respecto a la propiedad del prójimo se derrumba de pronto. Es por lo tanto muy directo pensar que si alguien encuentra un reloj perteneciente a un pariente, a un amigo o conocido, lo devolverá sin retraso; pero la pérdida perteneciente a un extraño, a una persona completamente anónima...

Por lo tanto, hay que poner atención al estilo personal y educativo de estos pasajes, que directamente se dirigen a los sentimientos de hermandad (la palabra "tu hermano" es mencionada cinco veces), y esto para aludir y enseñar que debemos abrir dentro nuestro un sentido de hermandad que nos incluya a todos, algo como "todo Israel son hermanos", porque así no podrás desentenderte de la pérdida de tu hermano, ya que ahora esta pérdida pasa a tener para la persona que la encontró un cierto valor de cercanía con su dueño.

Sin embargo, la obligación de devolver las pérdidas es bastante más amplia de lo que se entiende desde un perspectiva superficial, las palabras repetidas en este pasaje, y el estilo redundante en algunos casos mantiene oculto dentro de estos mismos términos la conducta a seguirse en la práctica.

En el primer versículo se declara: "de devolver devolverás", esta repetición de términos responde al siguiente estudio: "De devolver devolverás, si devolviste un animal perdido y se escapó, deberás devolverlo una segunda vez – así incluso cuatro o cinco veces..." (Midrash Sifrí 46).

Aprendemos de esta fuente que no es suficiente conformarse con una devolución realizada una sola vez, sino que debemos realizar esto todas las veces que sea necesario. Por ejemplo, una vaca que se escapó y fue encontrada y devuelta, si nuevamente se escapa del establo de su dueño, estamos obligados a devolverla si la encontramos, del mismo modo que si fuese la primera vez.

Incluso que esta obligación se contradiga con una cierta idea peregrina que tenemos en nuestro corazón: "¡Qué la cuide el dueño mucho mejor!, ¿Acaso, yo le debo algo?". Este precepto por lo tanto enseña, que ciertamente yo le debo algo a mi prójimo y en cierta medida recae una responsabilidad sobre todos los hombres en lo referente a la propiedad de lo otros.

Es importante aclarar, que no nos referimos a un pedido altruista que no corresponde a la realidad, así vemos que no hay obligación de devolver la pérdida, cuando a partir de esta acción se va a producir algún daño en la persona misma que encontró una pérdida. Así no está obligada la persona a interrumpir su trabajo diario para ocuparse en la pérdida del otro.

Quien profundice en el Talmud en los lugares donde se trata el tema, distinguirá un sistema completo de límites, cuyas definiciones estarán siempre referidas a las circunstancias en las cuales alguien se puede desentender de una pérdida y preferir la propiedad particular sobre la del otro o viceversa.

Así también encontramos la siguiente deducción, en un pasaje del tema están simplemente demás dos palabras: "y entonces se la devolverás", hubiese sido suficiente y decir: "hasta que tu hermano te la pidiera", y ciertamente hubiera sabido que recae sobre mi la obligación de la devolución. Por ende los maestros estudiaron de esto la siguiente normativa: "Debe realizarse una devolución real, o sea que no coma (el toro perdido) en tu propiedad según su precio y te empobrezcas por él. Por este motivo han dicho: toda pérdida que produzca frutos, pueden aprovecharse estos frutos para mantener a la pérdida, y si no produce que se venda" (Rashí al pasaje). Es claro, no obstante, que el toro perdido, en el ejemplo proporcionado, no comerá de la propiedad del que lo encontró; por otro lado, no corresponde que siendo que alimentó al animal perdido, en el momento de devolverlo no le presente al dueño una cuenta con los gastos. De o ser así nadie cuidaría pérdidas de este tipo. En los Midrashim, los sabios traen varios ejemplos de la efectividad en la práctica del cumplimiento de este precepto, especialmente por aquellos que eran muy fieles a la normativa de la halajá. Así este relato lo demuestra:

"Ocurrió con Rabí Pinjás Ben Yair, que vivía en una ciudad del sur, y fueron unas personas a buscar trabajo allí. Estas personas tenían en su poder dos medidas de cebada y las depositaron donde él, y las olvidaron y luego se fueron. Rabí Pinjás Ben Yair tomó estas semillas y las plantaba cada año, y luego con la cosecha llenó unos silos. Después de siete años fueron aquellas personas a buscar la cebada e inmediatamente los reconoció Rabí Pinjás Ben Yair y les dijo: Vengan y tomen sus depósitos" (Devarim Rabá 3.3)

He aquí, las medidas de cebada habían fructificado, en estos casos el precepto es práctico y concreto, pero además crea en el corazón del hombre un sentimiento de responsabilidad que forma el marco verdadero del pensamiento judío; ya que la preocupación por la propiedad del otro es un punto básico en las relaciones sociales dentro del pueblo. Esta situación va creando nuevas perspectivas y una sensibilidad especial para poder formar una sociedad con valores espirituales.

Si bien el precepto cubre una situación social como hemos señalado, en la cual cada persona se considera nuestra familia, y por lo tanto ya no es la pérdida de un ser anónimo, sino de un "pariente", es decir de alguien a quienes los lazos afectivos no nos permitirán desentendernos de su propiedad. Estos conceptos ideales son parte de las finalidades de los preceptos, pues a través de estos mismos preceptos se va adquiriendo una personalidad diferente.

Resumen de Haftarat Ki Tetze

Ieshaiahu (Isaías) 54:1-10

Esta semana leeremos la quinta de las siete profecías de consuelo para el pueblo de los hijos de Israel, extraídas del libro del profeta Ieshaiahu (s. VI a.e.c.). En esta profecía - que hace referencia a los días de la redención final - Ieshaiahu compara a la ciudad de Jerusalem con una mujer estéril y abandonada pero que al final dará a luz; así también ocurrirá con Jerusalem, a pesar de que sus hijos fueron llevados al exilio, y ella se asemejó a una mujer estéril que no tenía hijos, en el momento de la salvación sus hijos retornarán a ella.

Uno de los más importantes comentaristas de la Biblia llamado el Malbim (Meir Leibush Ben Iejiel Mijal, 1809 - 1879) nos ofrece un bonito comentario para explicar las palabras de D'os a su pueblo:

"Por un pequeño instante te he abandonado mas con gran misericordia te recogeré" (54:7)

Debes saber que el tiempo que te he abandonado será considerado como si sólo se hubiera prolongado por un pequeño instante en comparación con la grandeza de la futura redención, pues con gran misericordia te recogeré.

"Con enojo efímero oculté Mi Rostro por un instante de ti mas con eterna benevolencia tendré misericordia de ti, ha dicho tu Redentor, D'os" (54:8)


He ocultado Mi Rostro por un instante de ti por el enojo, pero fue sólo un enojo efímero en comparación con la benevolencia del perdón del pecado, pues Mi misericordia vino como consecuencia de la eterna benevolencia que tuve al perdonar tu pecado para siempre.

"Como las aguas de Noaj (Noé) esto es para Mí: así como he jurado que no pasarán más las aguas de Noaj sobre la tierra, así también juro no enfurecerme contigo ni reprenderte"

(54:9)

Así como he jurado en los días de Noaj (Noé) que no habrá otro diluvio sobre la tierra, pues tuve piedad por todo el mundo - para que no sea destruido, así también tú eres importante para Mí como todo el mundo, y la posibilidad de que me enoje contigo es tan dura para Mí como si traería un diluvio de agua para destruir toda carne, y así como he jurado que no pasarán más las aguas de Noaj sobre la tierra, así también juro dos juramentos:

  1. no enfurecerme contigo por tu pecado.
  2. ni reprenderte enviándote al exilio.

"Pues las montañas podrán vacilar y las colinas desmoronarse, mas Mi benevolencia de ti no se apartará y Mi pacto de paz no se desmoronará, ha dicho el que se compadece de ti, D'os" (54:10)

Pues no solamente Me es tan duro destruirte como destruir a todo el mundo, sino que además, si ocurriera que las montañas pudieran vacilar y destruya Yo a toda la creación que está sobre la faz de la tierra anulando el juramento del diluvio, de todas maneras Mi benevolencia de ti no se apartará.

El Malbim nos explica que lingüísticamente, las montañas (heharim, en hebreo) son los altos montes, y las colinas (haguebaot, en hebreo) hace referencia a los montes no tan elevados. Por otro lado, el verbo vacilar (del verbo mash en hebreo) tiene la connotación de vacilar con intención, y el verbo desmoronarse (mitmotet, en hebreo) significa que la acción tiene lugar por falta de fuerzas.

Si las grandes montañas vacilarán con intención, entonces las pequeñas colinas que están cerca se desmoronarán por su debilidad, al no tener apoyo en las grandes montañas. Basado en esto, el profeta Ieshaiahu compara la benevolencia de D'os con las grandes montañas y el pacto de paz que D'os concertó con el pueblo de Israel con las pequeñas colinas que se apoyan en la fuerza de las grandes montañas.

Así es este pacto de paz. Éste no se apoya en los méritos del pueblo de Israel sino en la benevolencia de D'os solamente, y si vacilara la benevolencia de D'os, se desmoronaría por sí mismo el pacto de paz (por su debilidad), pues el pacto en sí es débil sin la benevolencia de D'os. Pero por cuanto que la benevolencia de D'os no se apartará de ellos (pues Su benevolencia es algo eterno - ya que no depende de las acciones del pueblo y su rectitud, y es por eso que no cambia cuando cambian sus acciones), inevitable.

Perla de la Parashá Ki Tetze

"No veas al toro de tu hermano o a su cordero perdidos y te apartes; devuélveselos a tu hermano!" (22:1).

Esta prevención de la Torá se refiere a la devolución de bienes materiales, y de aquí nosotros debemos aprender acerca de la devolución de almas. Es por eso que si vemos hermanos nuestros que están perdidos no debemos apartarnos de ellos. No debemos pensar que no son nuestra responsabilidad. Debemos intentar por todos los medios que sus almas retornen a sus orígenes y sus fuentes.