sábado, 29 de mayo de 2010

Parashá Sh´laj L´jah

Resumen Parashá Sh´laj L´jah

¿Extraer sus Propias Conclusiones?

Algunas conclusiones son más obvias que otras. A veces la conclusión más obvia no es necesariamente correcta. Extraer sus propias conclusiones a veces puede ser un negocio riesgoso.

Tomen el caso de la Parashá de esta semana. Los espías enviados por Moisés retornan de su misión de reconocimiento de la Tierra Prometida con un atemorizante informe acerca de las feroces y guerreras naciones de Canaan. El Pueblo Judío está desanimado, asustado y hasta llora ante el pensamiento de su inminente invasión, convencidos de que será una suicida misión imposible. El Todopoderoso está enojado, el pueblo es castigado por su falta de fe en Su promesa y los espías se hunden en la historia como los villanos del cuento.

¿Por qué? ¿Cuál fue en realidad su pecado? Moisés pidió un informe de la tierra. Ellos volvieron e informaron exactamente lo que habían visto. No dijeron mentiras. La tierra era formidable. Sus habitantes eran altos y poderosos. Los frutos eran extraordinariamente grandes. Hasta trajeron ejemplos para probarlo. Si todo era verdad ¿por qué fueron castigados?

La respuesta se encuentra no en el informe sino en su conclusión. Los hechos que los espías presentaron eran completamente exactos. El pecado fue su conclusión "No podremos vencer a esa gente, pues son demasiado fuertes para nosotros". Moisés los envió en una misión para determinar hechos. Su trabajo era traer información. Nadie les pidió sus opiniones personales. Todo el objetivo de su misión era reunir los datos necesarios para que los israelitas encontraran la mejor manera de conquistar la tierra. Que ellos lo hicieran era un hecho. Di-s les había prometido la tierra, les había contado de sus bellezas naturales y les había asegurado el éxito.

El mismo Di-s que milagrosamente los liberó de Egipto, el más imponente superpoder en la tierra, partió el mar para ustedes y Se les reveló en toda Su gloria en Sinaí, ha dicho ahora que la Tierra Prometida está ahí, esperando por ustedes. Y después de todo lo que hizo por ustedes; ¿Ustedes se dan vuelta y públicamente dudan que Su poder los ayude a triunfar? Esto no es sólo un error de juicio. Es vergonzoso, pecaminoso y desleal. El informe de los espías fue correcto, pero sus conclusiones fueron desastrosas.

Un profesor de escuela secundaria decidió demostrar a su clase los peligros del abuso del alcohol. Por lo tanto realizó un experimento. Tomó un vaso con agua y un vaso con whisky. Luego tomó un pequeño gusano y lo puso en el vaso con agua. El gusano nadó tranquilamente, y luego el profesor lo sacó ileso. Luego puso al gusano en el vaso con whisky. En un instante el gusano murió. Luego se volvió a la clase y preguntó que probaba el experimento. Al instante un muchacho sabio gritó "Señor, esto prueba en forma concluyente que si usted toma suficiente whisky, ¡nunca sufrirá por los gusanos!"

Los hechos están ahí para que todos los veamos. La cuestión es cómo los interpretamos. Si tenemos una posición preconcebida y luego manipulamos los datos para extraer conclusiones adecuadas para nosotros, podremos ser inteligentes al principio, pero finalmente seguiremos el camino de los espías. Sin fe aun la información más exacta puede llevar a una conclusión equivocada.

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Tres Desafíos

Cada uno debe transformar su entorno en una "Tierra Santa"

La Parashá nos cuenta como Moisés seleccionó doce emisarios y los envió en una misión vital para averiguar la fuerza y la debilidad de los cananeos, como preparación para cumplir el mandamiento de Di-s de conquistar Canaán. Caleb y Josué fueron fieles a su misión, pero los otros diez trajeron informes distorsionados en un intento para desanimar a los judíos de seguir hacia la Tierra Santa. Presentaron tres objeciones básicas al intento de conquistar la tierra:

La primera fue una objeción general —la avasalladora fuerza de los cananeos. A pesar que Di-s les había mostrado milagros en el pasado, ¿sería la ayuda Divina lo suficientemente poderosa para vencer a esas fuertes naciones? Segundo, ¿era Israel merecedor de milagros? Los espías señalaron la presencia de los amalequitas, que previamente habían atacado a Israel cuando los judíos demostraron una inadecuada falta de fe. Tercero, aunque Di-s mostrara milagros en la conquista misma de la Tierra Santa, ¿lo haría en las etapas preparatorias de la conquista, al aproximarse a la tierra en la cual los hititas, jebuseos, etc., esperaban?

Al oír las afirmaciones de los diez espías, los judíos comenzaron a agitarse en una actitud de rebeldía. Entonces Caleb les recordó que Di-s había 1) partido el Mar de las Cañas, 2) les había traído las codornices y 3) les había dado el Maná. En esas pocas y simples palabras ¡yacen profundas respuestas para los tres desanimadotes reclamos!

Mar de las Cañas: En el Mar de las Cañas la posición de los atrapados israelitas parecía desesperada ante las fuerzas superiores de los egipcios. Sin embargo Caleb les recordó, "Moisés partió para nosotros el Mar de las Cañas" y no hubo guerra; Di-s mismo peleó por ellos. Él puede hacer lo mismo con los poderosos habitantes de Canaán.

Codornices: Con respecto al "reclamo de Amalek" de la falta de merecimientos por parte de los judíos, Caleb les recordó que aun cuando caprichosamente le pidieron carne a Moisés, y simplemente "buscaban problemas"; sin embargo Di-s milagrosamente los abasteció con las codornices. Ahora también Di-s les mostraría milagros aunque no fueran merecedores.

Maná: El viaje de los israelitas a través del desierto fue sólo en preparación e incidental con su entrada en la Tierra Santa. Sin embargo el Todopoderoso realizó para ellos el milagro diario del Maná, refutando la afirmación de los espías de que Di-s no efectuaría milagros en su aproximación a Canaán.

Cada uno de nosotros es un emisario de Di-s para transformar su entorno en una "Tierra Santa". También nosotros enfrentamos los desanimadotes "informes" de nuestra propia Mala Inclinación. De alguna manera induce el temor de que su entorno es particularmente materialista, más que en cualquier otro lugar; su entorno es por lo tanto particularmente adverso a la difusión de la Torá ("Los habitantes de la Tierra son poderosos").

En otros la inclinación evoca un sentimiento de indignidad para llevar a cabo la sagrada misión ("mencionando a Amalek"), mientras que una tercera inclinación hace parecer que hay impedimentos para evitar aun la aproximación al objeto de su misión en la vida.

Nuestra respuesta a la Mala Inclinación está claramente indicada en la respuesta de Caleb. A pesar que el entorno es fuertemente materialista, a pesar que no somos perfectos y hemos pecado, a pesar que hay distracciones e impedimentos extraños, el Todopoderoso sin embargo nos da, individual y colectivamente, la fuerza para quebrar todas las barreras, vencer todos los obstáculos y cumplir la misión en la vida.

Resumen de Haftarat Sh´laj L´jah

Iehoshúa (Josué) 2:1-24

"Y envió Iehoshúa Bin Nun desde Shitim dos hombres espías - en secreto - diciendo: 'Vayan, vean la tierra e Ierijó'. Fueron y llegaron hasta la casa de una mujer que vendía alimentos que su nombre era Rajav, y pernoctaron allí" (2:1).

En la haftará de esta semana, encontramos un relato bastante parecido al tema de la parashá, ya que vemos que Iehoshúa - el conductor del pueblo de Israel después de la muerte de Moshé Rabenu - envió espías para que inspeccionen la tierra de Israel antes de su conquista, así como lo había hecho en su momento el mismo Moshé.

Sin embargo, el Malbim (Rabí Meir Levush Ben Iejiel Mijal, 1809 - 1879) nos hace notar que aquí el texto nos aclara que esta vez los hombres fueron enviados "en secreto" y sólo Iehoshúa sabía sobre el asunto, a diferencia de como había ocurrido con los otros espías, que cuando ellos fueron hacia su misión todo el pueblo sabía lo que estaba ocurriendo. Tal vez esa diferencia fue la que provocó que la misión de la época de Moshé fracasó y esta tuvo éxito.

Rajav - la mujer que los hospedó - sabía que ellos eran espías de los hijos de Israel y hasta expuso su propia vida para protegerlos, escondiéndolos, para que el rey de Ierijó no los descubra. Ella sabía que D'os había prometido la tierra de Quenaan a los hijos de Israel y por eso, antes de que los hombres se vayan de la ciudad, ella les hizo un pedido:

"Y ahora júrenme por favor a mí por D'os, pues hice con ustedes benevolencia, que harán también ustedes con la casa de mi padre benevolencia, y me daréis una señal verdadera: Dejarán con vida a mi padre y a mi madre, y a mis hermanos y a mis hermanas y todo lo que ellos tienen, y salvarán nuestras almas de la muerte. Le dijeron a ella los hombres: Nuestra alma estará en lugar de ellos para morir si no revelaréis esta señal, y será que cuando D'os nos entregue la tierra haremos contigo benevolencia y verdad" (2:12-14).

Rajav les pidió que cuando los hijos de Israel invadan la ciudad mantengan con vida a toda su familia y ellos le aseguraron que incluso expondrían sus propias vidas, en caso de ser necesario, para cumplir con su voluntad. Lo único que le dijeron es que ellos le darían una señal para que los soldados de Israel los reconozcan al conquistar la ciudad, y ni Rajav ni su familia debían revelarla a nadie para que de esa manera puedan reconocerlos fácilmente.

Sin embargo, llaman nuestra atención las palabras de Rajav, que les dijo: "Y ahora júrenme por favor a mí por D'os, pues hice con ustedes benevolencia, que harán también ustedes con la casa de mi padre benevolencia, y me daréis una señal verdadera".

Para entender la profunda intencionalidad de las últimas palabras de este versículo, el gaón Rabí Eliahu de Vilna (1720 - 1798) nos explica en el libro "Divré Eliahu" que esto se asemeja a un comerciante que viajaba por su camino y por algún motivo le terminó faltando una suma determinada de dinero que él necesitaba para llegar a su casa.

Él escuchó que en esa ciudad vivía una persona muy rica y benefactora, y se encaminó hacia su casa para pedirle un préstamo de dinero. Después de ser recibido por aquel filántropo, este comerciante le contó lo que le había sucedido y el adinerado se comprometió a prestarle la suma que necesitaba para que pueda regresar a su hogar. Después de que el comerciante retornó a su hogar le envió por correo a aquel benefactor el importe que éste le había prestado.

Después de mucho tiempo ocurrió que aquel benefactor que le había prestado el dinero al comerciante fue a la ciudad donde éste vivía, y también se encontró en una situación donde necesitó dinero. Él fue hasta la casa del comerciante al que él le había prestado dinero una vez, y después de que el comerciante lo vió, se apresuró a prestarle el dinero y a ayudarlo en todo lo que necesitaba.

Si nos preguntáramos si el comerciante le retribuyó a aquel filántropo como verdaderamente correspondía después de que éste le había prestado dinero una vez, contestaríamos en forma negativa. Nosotros diríamos que el comerciante todavía no hizo con el hombre adinerado una buena acción acorde con la buena acción del otro, pues el hombre rico cuando le prestó el dinero no tenía con el comerciante ninguna obligación ni ningún compromiso ético que lo obligaba a prestarle dinero a un hombre que no conocía, y es por eso que lo que hizo ese filántropo se debe considerar un "jésed gamur" (benevolencia absoluta).

Pero por el lado del comerciante, diríamos que sólo le devolvió el favor a ese benefactor al prestarle dinero, ya que tenía la obligación ética y moral de hacerlo. Pero si ocurriera que el nieto del benefactor viniera a la ciudad del comerciante y éste hiciera el bien con él, así como lo hizo su abuelo con él, entonces estaríamos hablando de una acción parecida en su magnitud a la de su abuelo, ya que para el comerciante el nieto del benefactor era un desconocido que nunca le hizo ningún favor y de todos modos éste no se abstuvo de prestarle dinero.

Y a esto se refirió Rajav cuando le dijo a los espías: "Y ahora júrenme por favor a mí por D'os, pues hice con ustedes benevolencia". Ella les quiso decir que por cuanto que hizo con ellos benevolencia sin que ellos hubieran hecho algo por ella con anterioridad, su acción debe considerarse como una benevolencia absoluta. Y por eso les pidió que le retribuyeran de una manera parecida al decirles: "y harán también ustedes con la casa de mi padre benevolencia y me daréis una señal verdadera", pues por cuanto que su familia no hizo con los espías ninguna bondad, si ellos harán el bien con su familia, su acción será similar a la benevolencia que hizo Rajav con los espías, y también el acto de ellos será considerado una benevolencia absoluta.

Perla de la Parashá Sh´laj L´jah

"Y hablaron mal de la tierra que exploraron…" (13:32)

En esta parashá vemos que los "merraglim" (espías) que había enviado Moshé para explorar la tierra de Israel, a su regreso, hablaron mal de ella. Todo el pueblo creyó en sus palabras y se lamentaron - pues creyeron que si entrarían a la tierra para conquistarla morirían en el intento.

El castigo que recibió el pueblo fue que deberían deambular por el desierto durante cuarenta años para que mueran todos los hombres de esa generación en el desierto, antes de que sus hijos puedan entrar a la tierra prometida.

Todo esto ocurrió sólo por haber hablado lashón hará de piedras y arboles. Con más razón si uno habla lashón hará sobre personas.

domingo, 23 de mayo de 2010

Parashá B´ha´alotja

Resumen Parashá B´ha´alotja

En esta sección de la Torá se terminan de distribuir todas las funciones relevantes para comenzar el viaje por el desierto, un desierto "inmenso y terrible" (Cf. Devarim 8.15), representa por lo tanto esta sección una especie de descripción final de todo el orden del campamento.

Las preparaciones previas, las cuales fueron descritas en las secciones anteriores, terminan de recibir su imagen completa en órdenes especiales como la fabricación de trompetas y los procedimientos específicos de sus toques para anunciar el momento de la marcha o del estacionamiento (CF. Bemidvar 10.1-8).

El gran periplo comienza, este viaje, no como era lo esperado, se alargará por cuarenta años, estos años se trasformarán en una fragua que templará al pueblo de Israel y lo construirá para la experiencia futura dentro de la Tierra de Israel. Esta fragua puso de manifiesto y expuso las características más profundas del pueblo, para bien y para mal, tal como podemos ya percibir en nuestra parashá; la definición de una personalidad espiritual necesita de un proceso de acondicionamiento para poder internalizar ideas y conductas, esto es así cuando nos referimos a un solo individuo, cuanto más si consideramos que estamos frente a un pueblo en los albores de su formación nacional y moral.

En un hecho particular ocurrido antes de comenzar la marcha, podemos comprender en alguna medida la profunda responsabilidad del líder del pueblo, en especial cuando este liderazgo contiene elementos trascendentales; una breve conversación entre Moshé y su suegro nos enseña estos sentimientos de responsabilidad, cuando Yitró desea volver a su casa, Moshé le declara:

"Viajaremos nosotros al lugar que dijo Hashem, ese lugar lo daré a ustedes, ven con nosotros y te beneficiaremos..." (Cf. Ibíd. 29).

Sin embargo Yitró contestó negativamente. El hombre a quien la salida de Egipto y el cruce por el Mar de las Cañas conmovieron su espíritu, este hombre que estos acontecimientos le hicieron abandonar su hogar, su estatus y su propio sacerdocio en Midian, para peregrinar al desierto y permanecer bajo la sombra de su yerno – este hombre quiere ahora volver a su hogar:

"No iré sino a mi tierra, solamente a mi patria me dirigiré" (Ibíd. 30)

Pero Moshé no es una persona que suela ceder con facilidad:

"No nos dejes, pues tú conoces nuestra estadía en el desierto, y has sido para nosotros como ojos..." (Ibíd. 31)

De las palabras de Moshé se percibe que su suegro era un personalidad vital en el campamento, esta necesidad queda ampliamente de manifiesto cuando leemos la palabras de Misdrash a este versículo, traídas por Rashí: "cada asunto que desaparezca de nuestros ojos, tú iluminarás nuestros ojos"; es decir si algún tema no es percibido como algo trascendente, Yitró podrá hacerlo resaltar como algo digno de tomarse en cuenta.

Sin embargo, este estatus del suegro de Moshé es ciertamente paradojal, dentro del marco en que estos términos fueron descritos varios cuestionamientos nos surgen: ¿Puede una persona llegar a un nivel tan elevado como para ser los ojos del pueblo y de Moshé mismo? Más aun si nos remitimos al momento en cuestión, la Presencia de Hashem estaba sobre el Tabernáculo, y el líder del pueblo, Moshé, envuelto en la influencia de la profecía que lo conduce, ¿Acaso necesita de otros ojos?

Los ojos trascendentes de Yitró al parecer son relevantes, así nuestro maestro Rabí Yosef Jayim comprendió estas ideas en su libro "Ben Ish Jay". Yitró tenía una virtuosa cualidad muy especial, que era necesaria que esté presente frente a los ojos de todo Israel, en forma mucho más evidente en los momentos de la marcha.

Esta cualidad, que los hombres del pueblo de aquella generación no poseían y que al parecer la fuerza de la profecía, con todos sus contenidos místicos, no podía emanar sobre el pueblo para que los ojos de ellos sean iluminados con esta cualidad; esta es la capacidad de poder enfrentarse a los extraños, que manifestó Yitro en el hecho mismo de peregrinar al desierto.

Por este motivo argumentó Moshé frente a él: nosotros te necesitamos, porque tú eres una ejemplo vivo capacidad para superar los obstáculos, y de la capacidad de enfrentarse con ellos, para el pueblo de Israel el periplo por el desierto es el único camino de vida; sin embrago, por el hecho que estamos sujetos a este peregrinaje por el desierto, causado por motivos que no siempre estuvieron bajo nuestro control, puede crear como consecuencia de las dificultades de esta marcha una cierta amargura, o descontento general o incluso pensamientos de revolución, en otras palabras nuestras futuras dificultades son proclives a disuadir de la continuación del camino.

Por esto, el ejemplo de la vida del suegro de Moshé tiene la fuerza de servir como modelo, él es quien mejor puede tener el rol de ser los ojos del pueblo; en palabras actuales diríamos que él es quien debe ser escogido, "lo han señalado", para extraer ánimos durante las horas difíciles que puedan venir. Porque él vino al desierto por su propia voluntad, dejó tras de si su importante posición social, y vino solamente por el profundo reconocimiento de la verdad, sin considerar los obstáculos y sin prestar atención a las dificultades.

Si esta fue la breve conversación de Moshé con su suegro y si fueron estos los conceptos tan trascendentes que le fueron comunicados, entonces cabe preguntar el motivo de su negativa; a pesar que su vida era un ejemplo y modelo por qué prefirió volver a un lugar donde el pasado le esperaba amenazador.

La respuesta que encontramos en los comentaristas puede darnos tal vez una pista en la decisión de volver, Rashí trae cuando explica la respuesta de Yitró: "No iré sino a mi tierra, solamente a mi patria me dirigiré" que se refiere en esta respuesta doble a dos preocupaciones que tenía en mente, una eran sus propiedades que deseaba vender para poder luego regresar con Moshé y otra era su familia que quería también atraer a la fe de Israel y luego retornar.

Este hombre, discípulo de la sabiduría, tenía una conciencia social intensa y sabía que el orden de lo material es una grave condición para la elevación de tipo espiritual, por este motivo la primera decisión de abandonar todo fue ahora reafirmada de manera total en tratar de volver y desvincularse por completo de su pasado material, y por otro lado la responsabilidad de tratar de acercar a otros a la verdad que él mismo había palpado era un oriente en su conducta.

En su comentario a la Torá, sobre nuestra sección declara Kelí Yakar que desde el punto de vista lingüístico, el verbo utilizado por Yitró: "No iré sino" expresa en hebreo solamente la idea de mover los pies de manera tal que la persona se traslada de un lugar a otro, pero puede ser que mientras se traslade hasta el segundo lugar de todas maneras todavía su pensamiento está unido al primer lugar del cual procede; en cambio el verbo "viajar" que utiliza Moshé cuando le pide a su suegro que los acompañe se refiere no solamente a un traslado de tipo físico sino también a un cambio en el pensamiento, a un querer identificarse con el lugar y las finalidades del viaje.

Así encontramos que Hashem le dice a Abraham, nuestro patriarca, ""ándate de tu tierra" (Bereshit 12.1) porque aun estaba de alguna manera conectado a un pasado inmediato; mientras que después escuchamos que le dijo "yendo y viajando al sur" (Bereshit 12.9) porque en un principio fue pero después viajó al sur porque ya se había desconectado por completo de toda la casa paterna y había internalizado los conceptos trascendentales del sur.

La decisión de Yitró según como se desprende de los comentaristas en volver a su hogar, estaba conformada de una naturaleza dual, por un lado el simple hecho de ir no lo identificaba con el destino en tanto una cultura y una civilización diferente a la Torá que había estudiado, mientras por otro lado su intención real y profunda en volver a este lugar estaban basadas en los sentimientos de responsabilidad para con su familia, a quienes deseaba acercar: A pesar de la definición que Moshé mismo le había dado a su suegro al calificarlo como "ojos", estos sentimientos de responsabilidad pudieron más en su mente y decidió partir nuevamente para Midián.

Encontramos en el Tanaj un recuerdo de la familia de Yitró que al parecer puede enseñarnos que el cometido final de este hombre se cumplió, dice un versículo en el libro de los Jueces 1.16:

"Los hijos de Kini el suegro de Moshé subieron de la ciudad de los dátiles con los hijos de Yehudá".

Explica Rashí sobre el versículo: "La ciudad de los dátiles era Yerijó, que les fue dada a ellos una parte muy fructífera de Yerijó para que la consuman hasta que Israel construya en Templo... se la entregaron a los descendientes de Yitró por 440 años y los estudiosos que había entre ellos la dejaron (antes de la construcción del Templo) y fueron a reunirse con Otniel Ben Kenaz en el desierto de Yehudá que está en el sur para estudiar Torá".

Resumen de Haftarat B´ha´alotja

Zejariá (Zacarías) 2:14 - 4:7

Para la lectura de la haftará de esta semana ha sido escogida una sección del libro del profeta Zejariá (s. IV a.e.c.) - perteneciente al libro Teré Asar (los doce profetas que por ser sus libros de pequeñas dimensiones, fueron recopilados en un solo libro).

"Canta y alégrate hija de Tzión pues he aquí que Yo vengo y moraré en medio de ti, dice D'os" (2:14)

Al comienzo del relato de nuestra haftará encontramos algunos versículos que hablan sobre la ciudad de Ierushalaim en los días de la redención final, pero a partir del capítulo 3 hasta el final de la haftará, vemos otra profecía sobre los primeros años del segundo Templo de Jerusalem, en la que es mencionado un personaje bíblico llamado Zerubabel.

Zerubabel era el nieto de Iehoiajín, el rey de Iehudá que fue llevado al exilio desde Jerusalem a Babilonia. Cuando los hijos de Israel se encontraban aún en el exilio babilónico, el rey Ciro de Persia les dió permiso a los judíos para ascender hacia Jerusalem y construir un segundo Templo. Mucho judíos hicieron esto junto con Zerubabel, Iehoshúa el Sumo Sacerdote y otros líderes espirituales de aquella época, y construyeron las bases del Templo y del altar.

Pero transcurridos algunos meses, los pueblos que habitaban en Ierushalaim le escribieron al rey pidiéndole que ordene detener la construcción del Templo, y él aceptó el pedido de ellos (Véase Ezrá -Esdras- cap. 3 y 4).

"Volvió el ángel que hablaba conmigo y me despertó como a un hombre que despierta de su dormir. Me dijo: ¿Qué es lo que ves? Y dije: He visto y he aquí un candelabro todo de oro y su reservorio sobre él, y sus siete lámparas sobre él; siete, siete conductos para las lámparas que estaban sobre él. Y dos olivos sobre él, uno a la derecha del reservorio y el otro a su izquierda" (4:1-3)

El profeta Zejariá veía claramente lo que se le estaba mostrando. Él vió una Menorá a la que pudo describir detalladamente. El candelabro era de oro puro y sobre él había un gran receptáculo (reservorio) donde había aceite. El candelabro tenía siete lámparas que recibían su aceite a través de siete conductos que provenían del reservorio, que a su vez recibía su aceite de los dos olivos que estaban a sus costados. Pero Zejariá no entendía lo que se le estaba insinuando a través de esta visión profética. Es por eso que le preguntó al ángel:

"Hablé y dije al ángel que hablaba conmigo diciendo: ¿Qué son éstos, señor mío? Contestó el ángel que hablaba conmigo y me dijo: ¿No sabes qué son éstos? Y dije: No, señor mío. Respondió y me dijo diciendo: Esta es la palabra de D'os a Zerubabel diciendo: No por medio del poder y no por medio de la fuerza, sino por medio de Mi Espíritu, dijo D'os" (4:4-6)

D'os quería transmitirle un mensaje a Zerubabel: así como todo lo que ocurría con la Menorá se hacía por sí solo sin la intervención del hombre - ya que los olivos enviaban su aceite al reservorio sin necesidad de machacar las aceitunas y de allí iba directamente hacia las lámparas - asimismo tú debes comprender que la redención del exilio babilónico y la continuación de la construcción del Templo se harán una realidad "no por medio del poder y no por medio de la fuerza".

D'os le dijo a Zerubabel que Él pondrá Su Espíritu y Su Voluntad en Darío - el rey de los medos - y por eso es que les dejará construir el Templo. Pero no sólo eso. Él también se encargará de todos los gastos de la construcción y les proveerá de alimentos y otras necesidades y no precisarán ayuda de otro hombre (Véase Ezrá 6:9).

"No por medio del poder y no por medio de la fuerza, sino por medio de Mi Espíritu, dijo D'os".

"A pesar de que ustedes creen ver que las cosas ocurren por vuestra decisión personal y vuestro esfuerzo, eso es un espejismo solamente. Mi espíritu es el que obra en todos los mundos para que las cosas ocurran. Solamente la confianza que ustedes tienen en Mí es la que provoca que Yo decida que ustedes concreten vuestros logros y obtengan lo que desean", dice D'os.

Perla de la Parashá B´ha´alotja

"Habla a Aharón y dile a él: Cuando enciendas las luces… E hizo esto Aharón: hacia la cara de la Menorá él encendió las luces, así como D'os le había ordenado a Moshé" (Bamidvar 8:2-3).

En esta parashá la Torá nos relata que Aharón Hacohén encendió las velas de la Menorá así como D'os le había ordenado. Rashí comenta que la intención del versículo es enseñarnos que Aharón encendía la Menorá exactamente como había sido ordenado, es decir, sin hacer ningún cambio. Y esto puede indicarnos también, que cada vez que Aharón encendía las luces lo hacía con el mismo entusiasmo que sintió la primera vez que lo hizo.

De esto debemos aprender que al cumplir las mitzvot siempre tenemos que hacerlo con el mismo gran entusiasmo de “la primera vez”.

lunes, 17 de mayo de 2010

Parashá Naso

Resumen Parashá Naso

"Hay que cumplir lo obligatorio antes de abstenerse de lo permitido"

"Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando algún hombre o mujer se apartare haciendo voto de nazir para consagrarse al Eterno" (Números 6: 2).

Esta ley se refiere a una persona que se compromete voluntariamente a abstenerse del materialismo, más de lo que la Torá obliga.

El Midrash dice que dicha promesa es positiva y permitida únicamente para aquella persona que se encuentra en un nivel como el de Abraham, Yosef o Job, los cuales son famosos por su temor a Elohim, ya que si uno no es temeroso de Elohim, mejor que empiece por cumplir lo obligatorio antes de que se comprometa a abstenerse de lo permitido.

El Maguid de Duvna explica dicho Midrash con la siguiente metáfora: en un pueblo vivieron dos vecinos, uno era leñador y el otro era un ladrón. Los dos eran pobres y los dos tenían familias grandes. El leñador, a pesar de su pobreza, cuando llegaba al momento de que sus hijas contrajera matrimonio, siempre contaba con los recursos suficientes para llevarla a la Jupá y pagar la dote que fuese necesaria; y por otro lado, el ladrón nunca pudo llevar a sus hijas a la Jupá, porque nunca tenía un centavo para pagar su dote.

Un día, le preguntó el ladrón al leñador: ¿Cómo logras tener los recursos para casar a tus hijas, sí eres pobre igual que yo? Y el leñador le contestó que cada vez que nacía un miembro de su familia, el preparaba una caja cerrada con llave y diariamente ponía allí un centavo, y así con los años se iba llenando la caja, hasta que el día del casamiento tenía lo suficiente.

¿Por qué no haces lo mismo? - le preguntó el leñador a su vecino. El ladrón se rió y le contestó: Este sistema es bueno para ti pero no para mí, porque yo como ladrón, que me dedico a abrir cajas cerradas de otra gente, con mayor razón abriría la mía mucho antes de que mi hija llegue a casarse.

Asimismo, dice el Maguid de Duvna, es lo que sucede con aquel que todavía no cumple con lo obligatorio y ya se compromete a ponerse cercos a si mismo. Sí los límites que impuso la Torá no los respeta, ¿cómo va a respetar los límites extras que se impone a sí mismo?

Lo mencionado anteriormente es una gran lección para cada uno de nosotros. Tantas veces hacemos promesas con nosotros mismos, como por ejemplo no fumar, conservar una dieta ó promesas más espirituales como no enojarnos ó no envidiar a otros etc., y finalmente encontramos que nos quedamos con la pura promesa pero sin el cumplimiento de ella y nos preguntamos ¿Por qué fallamos? ¿Cuál fue la causa de no respetar los límites que nos pusimos a nosotros mismos?

La respuesta es que si no respetamos los límites que nos impuso D'os, cómo esperamos respetar los límites que nosotros mismos nos impusimos. El que cumple Mitzvot realiza un ejercicio constante de respetar límites, logrando así posteriormente, respetar los límites que él mismo se impone.

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Una corona de santidad.

En la sección semanal de la Torá Nasó (Contarás) se continúa con el orden establecido de los viajes por el desierto, y como parte integral y fundamental de ellos los censos fijan los marcos dentro de los cuales las diferentes funciones de cada uno de los miembros del pueblo recibe, así en los últimos versículos de la parashá anterior y en los primeros de esta sección encontramos la disposición de los hijos de Leví, según sus diversas ocupaciones en torno al Tabernáculo.

Una vez terminado este organigrama del pueblo, la Torá pasa a relatarnos temas que nos sumergen en un mundo completamente distinto, donde prácticamente el orden que caracterizó los primeros capítulos de nuestro libro, Bemidvar, no parece conservarse. Nos referiremos a uno de estos temas, en el cual observaremos una falta de equilibrio que la sabiduría del Creador enmarcó bajo reglas específicas para poder devolver al ser humano su relación correcta con el medio y con los otros hombres, hablamos de los votos hechos por el "nazir" (nazireo) que marcarán un estilo de vida con fines de elevada espiritualidad, como un paréntesis en una vida diaria afectada por bajezas morales y falta de sensibilidad ética.

"Todos los días de su abstinencia será sagrado para Hashem" (Bemidvar 6,8)

Una persona decide un día cualquiera abstenerse de ciertos elementos que forman una vida normal. La pregunta que cabe hacer desde un principio y más aun en nuestros tiempos modernos, ¿Acaso esta persona está actuando correctamente, según el pensamiento de la Torá? ¿Acaso es apropiada el calificativo de "santo" que suelen los demás hombres fijar sobre aquellos abstinentes profesionales? Desde una perspectiva simple solemos ver a una persona que escoge para si despreciar los placeres mundanos, alejarse de la sociedad humana y vivir en silente recogimiento, como alguien extraño, y podemos ver una relación ambigua con respecto a él, por un lado hay quien lo califica de "santo" y por otro hay quien lo designa como "antisocial"; pero en realidad ¿Qué piensa la Torá sobre él?

De nuestra parashá se entiende que tal forma de vida es muy valorada, considerada como un nivel de elevación personal y una pertenencia a ideales de purificación que acercan cada vez más a Hashem.

"Un hombre o mujer que se separe para hacer un voto de abstinencia para Hashem, se separará del vino y del mosto... será sagrado para Hashem" (Bemidvar 6, 2-8).

De la última frase podemos además deducir que aquel nazir, el abstinente de la Torá, que se separa del placer del vino se transforma en "sagrado", quien escoge una vida tal escoge el servicio a Hashem al parecer más apropiado y aceptable. Un refuerzo a esta opinión encontramos en las glosas lingüísticas que el comentarista Abraham Ibn Ezrá trae sobre nuestros versículos, que propone relacionar la palabra "nazir" como un derivado del término "nezer" cuyo significado en hebreo es "corona", así declara "ya que todos los seres humanos son esclavos de los placeres mundanos, y el rey verdadero, que posee una corona de control sobre su cabeza, es aquel que está libre de los placeres" (Ibn Ezrá ad loc.). Vemos además que también en el Talmud (Cf. Nedarim 9b) se eleva a tal persona a una categoría óptima:

"Dijo Shimón, el Justo, en toda mi vida no comí de los sacrificios que trae un nazir impuro (en caso de no cumplimiento de su voto), excepto el de uno. Una vez vino un hombre, un nazir del sur, y lo vi que tenía belleza en sus ojos, buen aspecto y sus bucles caían crespos. Le dije: hijo mío, ¿Qué vistes en ti para cortarte tu cabello? (regla del nazir impuro). El me dijo: yo era un pastor de mi padre en mi ciudad, cuando fui a sacar agua de un manantial, me observé en el agua y mi instinto me atacó, entonces estuve a punto de perderme del mundo... Pero le dije a mi instinto: ¡Malvado!, ¿Por qué te vanaglorias en un mundo que no te pertenece? Entonces prometí cortármelo por el cielo...". Shimón, el Justo, se emocionó muchísimo de esta historia y declaró: "Hijo mío, que como tú haya muchos abstinentes en Israel"

Entonces vemos que se considera a este tipo de voto como algo para el crecimiento personal, para la elevación hacia un mejor servicio de Hashem. Pero si es así por qué el nazir debe al finalizar su período de abstinencia traer al Templo un sacrificio llamado "jatat", es decir una ofrenda que trae la persona que se tropezó con algún tipo de pecado. Así la Torá declara:

"E hizo el Cohén uno como ofrenda de pecado (jatat) y otro como holocausto, de tal modo hace expiación por él ya que pecó sobre un alma" (Ibid. 11).

El pecado que define la acción del abstinente debe ser analizado con detenimiento, dentro del marco en el que se desarrollan los conceptos del judaísmo, la capacidad de convivir con todas las fuerzas y energías que el Creador nos dispuso es el punto principal que hace del ser humano una persona con elección, con elección para escoger en la utilización de esas fuerzas correctamente o no; sin embargo no demanda la Torá que tales fuerzas deban ser eliminadas, sino por el contrario la demanda óptima es el autocontrol, definido como la ubicación racional y tradicional de todas nuestras energías en los momentos y lugares correspondientes.

Por este motivo encontramos diversas explicaciones sobre el presunto "pecado" del nazir. Rab Shlomó Efraim Ben Aharón, Klí Yakar, en su comentario a la Torá, cuando comenta este tema precisamente nos remite a una discusión presente ya entre los maestros más antiguos, así "... ya que pecó sobre un alma, pues no se cuidó de la impureza de muerto (que los abstinentes deben guardar de no impurificarse), en cambio Rabí Elazar Hakapar dice (Cf. Nazir 3ª) que es porque se mortificó a si mismo (se separó) del vino". En forma simple, parece que Rabí Elazar hace depender el pecado del nazir del hecho mismo del voto de abstinencia, lo cual es sorprendente, ya que aquella persona que acabamos de calificar como "sagrada", cuyo trabajo personal es alabado, de pronto recibe el calificativo de "pecador", por el mismo hecho que lo definió como "santo".

Para explicar el tema en profundidad, Klí Yakar ingresa en un análisis psicológico de la conducta humana y en especial de los instintos: "se llama al "nazir" pecador porque si hubiera sido una persona pura y correcta, que conduce su vida con lógica (equilibrio) no hubiera necesitado hacer tal voto de abstinencia; porque ¿Quien le impide conducirse con austeridad y alejarse de los placeres mundanos sin hacer ningún voto?

Pero por cuanto que necesitó relacionarse con el voto de nazir, esto demuestra que sabe que no podrá detener su espíritu de los placeres, por esto inmediatamente salta y jura contra su propio instinto, lo cual le conlleva mortificación pues sobre aquello de lo cual alguien se haya abstenido, su instinto lo mortificará muchísimo más".

Kli Yakar explica que dentro de un mundo ordenado y dentro de elementos morales estables, cualquier persona debería poder comportarse correctamente, sin necesidad de llegar a juramentos ni a votos; pero si alguien debe ingresar al sistema del nazir, probablemente reconoce en si debilidades que no puede controlar.

Una conducta ética aceptable está basada en el hecho de la convivencia con el aquí y el ahora, dentro de estos conceptos se desarrolla la vida de la persona unida espiritualmente a Hashem, no son necesarios elementos que nos separen, no es necesario que la persona se transforme en un ermitaño ni que se retire al silencio de los desiertos; por el contrario la vida pública debe estar plasmada de espiritualidad y la lucha en contra de los instintos debe ser parte de los quehaceres cotidianos.

Agrega además Kli Yakar que existe un pecado en el intento de agregar a las prohibiciones que la Torá dispuso, pues en casos de este tipo que la persona intenta aumentar el sistema de prohibiciones, los instintos suelen fortalecerse aun más, en tal caso la Torá misma no proporciona protección, ni aumenta su fuerza para enfrentarse a los instintos "pues no existe fuerza en ella, sino en los temas en que la propia Torá es la causa de ellos".

Esto está basado en el equilibrio universal en donde el plano del mundo es la Torá, quiere decir que todos sus conceptos son aquellos que ingresan dentro de los elementos que rigen al mundo y a sus leyes, ya sea material o espiritualmente; por lo tanto donde la Torá fijó moralidad entregó los instrumentos para el desarrollo de esta moralidad, pero en donde no la fijó, tampoco existen los medios para construirla.

Por lo tanto, según la opinión de Kli Yakar, el nazir recibe el calificativo de "pecador" desde dos perspectivas: por un lado, el hecho que antes de su voto era un desenfrenado, sin poder controlar sus instintos, hasta que tuvo que amarrarse al voto de esta abstinencia; y por otro lado al ser un nazir incita más a su instinto contra él mismo, situación en la cual no necesariamente recibirá ayuda de la Torá. A pesar de todo el análisis hecho sobre el "pecado" del nazir, de todos modos la Torá lo califica con el apelativo de "sagrado para Hashem", porque si logra superar todos los obstáculos, ciertamente ha llegado a un nivel óptimo en su crecimiento personal.

Resumen de Haftarat Naso

Shofetim (Jueces) 13:2-25

En la haftará de esta semana leeremos acerca del comienzo de la historia de uno de los personajes bíblicos más famosos que tuvo el pueblo de Israel: el juez Shimshón (Sansón, s. X a.e.c.). Al comienzo del relato vemos cómo la futura madre de Shimshón - hasta ese momento, una mujer estéril - recibe la noticia de que dará a luz un hijo.

Después de que ella le informó a su esposo Manóaj sobre la buena nueva, él le pidió a D'os que quien se le había aparecido a su esposa anteriormente para informarle eso, se le aparezca a él nuevamente para saber qué hacer con el niño que nacerá, y D'os escuchó su pedido:

"Le dijo Manóaj al ángel de D'os: 'Te demoraremos ahora y haremos delante de ti un cabrito'. Le dijo el ángel de D'os a Manóaj: 'No me demores, no comeré de tu pan; mas si harás un sacrificio a D'os, lo ascenderé' - pues no sabía Manóaj que un ángel de D'os era él. Le dijo Manóaj al ángel de D'os: '¿Cuál es tu nombre? - pues cuando se cumpla tu palabra te honraremos'. Le dijo el ángel de D'os: '¿Por qué es que preguntas mi nombre? Él es oculto'" (13:15-18).

Nuestros Sabios en el midrash (Bamidvar Rabá 10:5) nos explican que Manóaj no se dió cuenta que quien estaba delante de él era un ángel. Él pensaba que su interlocutor era un profeta de D'os, ya que generalmente cuando los profetas cumplían su función como enviados de D'os, el Rúaj Hakódesh (Espíritu de Santidad) que reposaba sobre ellos, provocaba que todos lo que los veían temieran de ellos, ya que los encontraban parecidos a los ángeles.

Manóaj le preguntó su nombre, ya que quería ofrecerle algún tipo de presente por la buena noticia, pero el ángel de D'os no quiso tener ningún beneficio por lo que había hecho, ya que ésta no era la costumbre de los que ejecutan la voluntad de D'os.

Nótese que aquí este ángel se comportó distinto que los ángeles que se le aparecieron a Abraham (Bereshit -Génesis- 18) ya que en aquella oportunidad los ángeles sí comieron de la comida de Abraham Avinu. Pero la diferencia radica en que los ángeles de Abraham se le aparecieron a él como personas, y por cuanto que él los invitó a su casa, no quisieron hacerle sentir mal al no poder cumplir él la mitzvá de ajnasat orjim (hospitalidad).

Sólo después de que comieron, los ángeles cumplieron la función que D'os les había encomendado, y es por eso que allí no parecía que recibían recompensa por su misión. Pero en nuestro relato, este ángel, inmediatamente después de que se le apareció a Manóaj cumplió su misión, y en este caso sí iba a parecer que él estaba recibiendo alguna ganancia por su función.

"Tomó Manóaj el cabrito y la ofrenda, y los subió sobre la roca para D'os, y [el ángel] maravillas obraba, y Manóaj y su esposa veían. Y fue que al ascender el fuego por encima del altar hacia el cielo, subió el ángel de D'os con el fuego del altar, y Manóaj y su esposa veían, y se prosternaron sobre sus rostros contra la tierra. Y no se mostró más el ángel de D'os a Manóaj, entonces supo Manóaj que un ángel de D'os era él" (13:19-21).

El Rav Iosef Sorotzkin en su libro "Mégued Iosef" nos muestra una gran enseñanza que podemos obtener de todo este pasaje, ya que es sorprendente lo que vemos aquí.

El ángel obraba maravillas mientras Manóaj y su esposa observaban, pero todavía no estaban seguros quién era ese "hombre de D'os". Luego, al ver que el ángel subió al cielo junto con el fuego del altar, llenos de veneración y temor, ellos se estremecieron y se prosternaron conmovidos por aquella visión.

Pero todavía no estaban convencidos sobre la verdadera identidad de ese "hombre". Sólo cuando el ángel de D'os no se les apareció más a ellos, sólo en ese momento, Manóaj se dió cuenta que ese hombre era un ángel de D'os. Lo que no pudieron lograr todos los milagros, lo logró el simple hecho de que Manóaj no lo vió más al ángel!!!

Esto nos enseña - explica nuestro autor - que los milagros y las proezas que una persona puede llegar a ver con sus propios ojos que ocurren delante de él no son ninguna garantía para la santidad y la grandeza de esa persona, ya que también es posible obrar milagros a través de las "fuerzas de la impureza", así como encontramos que con toda su grandeza Moshé Rabenu convirtió el agua en sangre, pero también los hechiceros del Faraón hicieron lo mismo, gracias a la brujería y a la magia negra.

Por otro lado, quien hace una buena acción con su prójimo - específicamente si lo hace a través de milagros - seguro pedirá que le devuelvan el favor, o por lo menos volverá a ese lugar para que lo honren y le agradezcan por su gran acción.

Aún si él es un hombre justo colmado de buenas cualidades, y no busca el loor y el honor, de todas formas seguramente volverá a ese lugar para ver lo bueno que hizo y tener alguna clase de provecho del beneplácito que les provocó a los otros.

Y por cuanto que es imposible para un ser humano no volver a ese lugar para ver las maravillas que hizo, el hecho de que esa persona no retorne al lugar, demostrará contundentemente que él es un ángel y no un hombre.

Sólo cuando el ángel no se le apareció más a Manóaj (y por la forma que se fue, entendió Manóaj que él no volverá más), entonces supo Manóaj sin ningún lugar a dudas, que ese hombre era un ángel de D'os.

Perla de la Parashá Naso

En el shabat siguiente a la fiesta de Shavuot, se lee la parashá Nasó.

Nasó es la parashá más larga de toda la Torá, conteniendo 176 versículos, el mismo número de versículos que contiene el capítulo más largo de Tehilim (Salmos), el 119. Interesantemente, el tratado más largo del Talmud, Babá Batrá, contiene 176 hojas. Asimismo, los comentarios del Midrash y el Zohar en parashat Nasó son mucho más extensos que en otras parashot.

De esta manera el pueblo de Israel expresa su aprecio y amor por la Torá en este primer shabat después de Shavuot - la fiesta que celebra la entrega de la Torá.

lunes, 10 de mayo de 2010

Parashá Bamidbar

Resumen Parashá Bamidbar

(Números 1:1 - 4:20)


B’midbar (y no como se lo mal llama Bamidbar) es nombrado en español "Números", ya que en algún punto se ocupa del censo ordenado por H de los mayores de veinte años dentro del pueblo de Israel. Pero en resumen, y acorde a su apelativo hebreo, se centra en los acontecimientos durante la prolongada travesía de los hebreos por el desierto, tras su salida de Egipto, su defección de los altos ideales prometidos, y su quejumbrosa vagancia de cuarenta años.

Pero, H también ordena el establecimiento del campamento alrededor del Ohel Mohed (Tienda de Reunión); la consagración de los leviim para el culto divino; la observancia para todas las generaciones del acontecimiento de Pésaj. Ya preparándose para el final de sus días, Moshé designa como su sucesor a Ieoshúa. H lucha (a través de los brazos del hombre, como por otros medios) las guerras del pueblo contra sus enemigos, y promete éxito en la conquista de los bastiones de la tierra de Canaán.

Durante el segundo año del éxodo de Egipto, Moshé y Aharón recibieron orden de HaShem de contar a todos los israelitas varones cuyas edades oscilaban entre los veinte y los sesenta años. Estos varones quedaron sujetos a cumplir el servicio militar. El censo reveló que seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres estaban disponibles para cumplir sus deberes en el ejército.

La tribu de Leví fue excluida del censo general a causa de su misión especial en el Mishkán (Santuario).

Debía mantenerse el orden y la disciplina en todo momento, ya fuera que los israelitas estuvieran acampados o en marcha. El campamento fue dispuesto en forma de cuadrilátero, con el Mishkán en el centro, protegido en sus cuatro lados por las tiendas de los leviím. Las doce tribus fueron divididas en cuatro grupos, cada uno de los cuales tenía el nombre de su tribu principal, y todas éstas formaban el cordón exterior. Iehudá, junto con Isajar y Zevulún, estaban ubicados en el lado oriental del campamento; Reuven, Shimón y Gad acamparon en el lado sur, Efraím, Menashé y Biniamín se ubicaron en el extremo occidental, y Dan, Asher y Naftalí en el área norte. Durante los viajes de la nación, el grupo liderado por Iehudá marchaba al frente, seguido por Reuvén, Efraim y, en la retaguardia, Dan. Algunos comentaristas sostienen que todo el conjunto se movilizaba como un cuadrilátero, conservando la misma forma que tenía cuando estaba acampado.

Originalmente, los primogénitos habían sido elegidos por Di-s para cumplir los servicios sagrados. Después de cometido el pecado de éiguel hazahav (becerro de oro), esta codiciada tarea fue asignada a los leviím, quienes se habían mantenido fieles al Señor en todo momento. En consecuencia, Moshé recibió orden de encomendar a los levitas el servicio del Mishkán bajo la supervisión de Aharón y sus hijos. El censo efectuado reveló que había un total de veintidós mil trescientos leviím.

A cada una de las familias levíticas - Guershón, Kehat y Merari - le fue asignada una tarea aparte en el servicio del Mishkán. Los guershonim, en el lado occidental, eran responsables del transporte de las cubiertas del Mishkán. Los kehatim, acampados en el lado sur, transportaban el Arca, el Shulján, la Menorá y los mizbeijot (altares).

Los miembros de Merari, situados en el lado norte, tenían la responsabilidad de transportar las tablas, los pilares, las clavijas y los cubos del Mishkán. Los miembros de Kehat fueron advertidos de que no debían tocar y ni siquiera mirar los objetos sagrados, que eran cubiertos por Aharón y sus hijos antes de ser trasladados. Eliazar, hijo de Aharón, era el supervisor general del Mishkán, cuidando en particular la provisión de aceite para las lámparas, el incienso, la minjá continua y el aceite de unción. Esto es parcialmente analizado en la Parashá siguiente.

- Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda. -

Resumen de Haftarat Bamidbar

Para la lectura de la haftará de esta semana ha sido escogida una sección del libro del profeta Oshea, perteneciente al libro de Teré Asar (los doce profetas que por ser sus libros de pequeñas dimensiones han sido juntados en uno solo).

"Y será el número de los hijos de Israel como la arena del mar que no será medida ni contada, y será que en lugar de que les sea dicho a ellos: 'Ustedes no son Mi pueblo', será dicho de ellos: 'Hijos del D'os viviente'" (2:1).

Así comienza nuestra haftará, y Nuestros Sabios en el Talmud aprendieron de este versículo que está prohibido contar a judíos incluso para una mitzvá, por ejemplo para saber si hay 10 judíos en la sinagoga.

Rabí Meir Simja Hacohen de Dvinsk (1843 - 1926) en su libro "Méshej Jojmá" pregunta: ¿Por qué Nuestros Sabios no aprendieron esto del versículo de parashat Vaishlaj cuando Iaacov le reza a D'os: "Y Tú dijiste, haré el bien contigo y convertiré a tu descendencia como la arena del mar que no será contada por su gran número" (Bereshit 32:13)?

Explica nuestro autor que cuando los hijos de Israel están unidos unos con otros, ellos se asemejan al polvo de la tierra que cuando está en su lugar natural no tiene ninguna importancia especial y pasa desapercibido. Pero a diferencia del polvo de la tierra, la arena está compuesta por muchos pequeños granitos.

Antes de concebir a sus doce hijos, Iaacov quería que ellos difundieran su idea sobre la Divinidad y que ésta se esparciera entre todos los pueblos del mundo. Y es por eso que D'os le había asegurado a Iaacov: "Y será tu descendencia como el polvo de la tierra" (Bereshit 28:14), pues todos los pueblos del mundo verían la gloría del pueblo de Israel al servir en conjunto al D'os Único, así como el polvo de la tierra permanece junto y unido en un sólo lugar.

Pero después de que Iaacov los concibió y vió que su descendencia esparciría su idea de la Divinidad, él tuvo miedo de que ocurriese lo opuesto: que sus hijos se entremezclen con los otros pueblos asimilándose a sus culturas y creencias y anulándose entre ellos al igual que el polvo de la tierra, y por eso Iaacov le pidió a D'os: "Sálvame de mi hermano…" (Bereshit 32:12), para que su descendencia no se asimile, sino que quede siempre separada de los demás pueblos.

Y por eso Iaacov le dijo a D'os en su rezo: "Y Tú dijiste… será tu descendencia como la arena del mar" (Bereshit 32:13) a pesar de que D'os le había asegurado que su descendencia sería como el polvo de la tierra, pues Iaacov le estaba pidiendo a D'os que a pesar de que hayan entre sus hijos separaciones e incluso que hayan algunos judíos que tuvieren sólo el apellido, de todas formas él le imploraba a D'os que los demás pueblos no los destruyan y que su descendencia sea como la arena - que es como un muro de contención ante las olas del mar. Iaacov le pidió a D'os que cuando los pueblos del mundo quieran venir en contra de sus hijos, como las olas del mar sobre la costa, incluso los más bajos de Israel se unan en su contra para protegerse.

Pero esto puede ocurrir sólo cuando ellos son contados en conjunto, estando todos juntos, es decir, en la orilla del mar. Pero contar una parte de ellos, requiriendo para ello separar a algunos individuos está prohibido, así como nos enseña aquí el profeta Oshea al decir que la descendencia de Israel: "no será medida ni contada", contando a cada individuo por separado.

Y por eso dijo el profeta: "Y será el número de los hijos de Israel como la arena del mar que a pesar de que está compuesta por pequeños granitos separados, todos juntos pueden anular la acción de las olas del mar sin asimilarse, y por eso termina el profeta diciendo: "y será que en lugar de que les sea dicho a ellos: 'Ustedes no son Mi pueblo', será dicho de ellos: 'Hijos del D'os viviente'".

Perla de la Parashá Bamidbar

"Habló D'os a Moshé en el desierto del Sinai…" (Bamidvar 1:1)

Esta semana comenzamos a leer el libro de Bamidvar, llamado comúnmente "Números", pero literalmente: "En el desierto".

En la parashá anterior, Bejukotai, el libro de Vaikrá finalizó diciendo: "Estas son las mitzvot que ordenó D'os a Moshé…" (Vaikrá 27:34).

Y el hecho de que inmediatamente después comienza el libro de Bamidvar viene a insinuarnos que para estudiar Torá uno tiene que asemejarse a un "midvar", es decir que la persona debe ser "modesta como un desierto", pues sólo así podrá adquirir los conocimientos de la Torá.