domingo, 25 de abril de 2010

Parashá Emor

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Resumen Parashá Emor

Vivir Reflejando Su Nombre

Continuando y complementando el pedido de la Torá del comienzo de la parashá pasada el cual dice: "Santos serán pues Yo Soy Santo…" (Vaikrá 19:2), en esta parashá encontramos que D'os nos ordena: "Y cuidarán Mis preceptos y los harán; Yo soy Hashem.Y no profanarán Mi Sagrado Nombre, y seré Santificado en medio de los hijos de Israel; Yo soy Hashem que os santifica" (Vaikrá 22:31,32).


La intención de estos versículos es enseñarnos que sólo podremos lograr santificar realmente el Nombre de D'os a través del exacto cumplimiento de los preceptos.


El Rab Shimshón Refael Hirsch explica:


"El Santuario de D'os se encuentra dentro de cada judío, y tiene por objetivo conseguir que el Nombre de D'os resida dentro de cada uno.Si logramos hacer esto, el Nombre de Hashem se verá reflejado en nosotros".


La única manera que tenemos para lograr esto, es mediante el cumplimiento de los requisitos que están citados en la Torá, ya que sólo a través de ellos podremos conseguir que el Nombre de D'os resida en nuestro propio santuario interior.


Ese valor tan importante será considerado por nosotros como "santo", cuando coordinemos cada movimiento que hacemos en base a él. Si cumpliremos cada requisito que cita la Torá lograremos llegar a la finalidad, mas si no los cumplimos nos alejaremos de la meta y estaremos profanando el Nombre de D'os.


Esta idea ha sido manifestada en el versículo que dice: "Y verán todos los pueblos de la tierra que el Nombre de Hashem se refleja en ti" (Devarim 28:10).


Si viviésemos de la manera que la Torá nos pide, los demás pueblos verían una conducta especial en nosotros. Pero de momento que dejamos de lado el deseo de D'os, para preocuparnos por hacer solamente el nuestro, el Nombre de Hashem que está dentro de nosotros es profanado.


Esta es la equivocación de quienes piensan que alcanza con ser un buen judío en el sentimiento, aunque ese sentimiento no se vea reflejado en sus acciones.


Quien quiera ser judío nada más que en el sentimiento, técnicamente tendrá dificultades para santificar el Nombre de D'os, por el simple motivo de que nadie puede saber qué es lo que él siente, pero quien practica ese judaísmo que siente, manifiesta que lo hace por D'os, logrando así santificar Su Nombre.


Y esto es lo que ocurrió con Bilam cuando se propuso maldecir al pueblo de Israel diciendo: "Pues desde la cima de los montes lo veo y desde las colinas lo diviso; un pueblo que reside solitario y no es considerado entre los demás pueblos" (Bamidbar 23:9).


Rashí explica que la intención de Bilam al comienzo del versículo fue decir: "Yo observo su inicio y el comienzo de sus raíces, y los veo bien asentados y fuertes como los montes y las colinas, mediante sus patriarcas y matriarcas".Consecuentemente, ellos logran mantenerse apartados, sin asimilarse entre los demás pueblos.


Luego de esa primera impresión, Bilam agrega: "Que muera mi alma una muerte de justos, y que sea mi final como el de ellos" (versículo 10). Es decir que al ver que el pueblo judío era un pueblo especial, Bilam deseó morir como ellos.


Vemos que el pueblo judío mediante su conducta logró santificar el Nombre de D'os, hasta tal punto que alguien que los odiaba tanto como Bilam pudo llegar a ver la gran virtud del pueblo, y por eso tuvo admiración de ellos .Pero la equivocación de Bilam fue que pidió morir como un judío ejemplar - y no vivir como tal.


La grandeza de los judíos no reside solamente en el hecho de que durante toda la historia de nuestro pueblo entregaron su vida para morir como judíos fieles, sino que a pesar de todas las persecuciones lucharon por vivir cada instante según los preceptos de la Torá, a pesar de que el costo era, a veces, muy alto.


Uno de los desafíos más grandes que tenemos en nuestra generación es poder vivir aferrados a nuestras raíces, sin ser arrastrados por la fuerte corriente que nos rodea. Esta cualidad la encontramos en Abraham Avinu, como lo atestigua el versículo: "Y Abraham era anciano; entrado en años" (Bereshit 21:1).

Nuestros Sabios explican que la intención de la Torá al decir que Abraham había "entrado en años" es enseñarnos que cada día de su vida fue aprovechado al máximo, para llegar al objetivo final que quería alcanzar: vivir cada instante según el deseo de D'os, y de esta manera darle a Él satisfacción.


Si hemos decidido tomar la decisión correcta, podremos santificar el Nombre de D'os que está en nuestro corazón. Consecuentemente Su Nombre también será santificado a ojos de los demás pueblos y habremos logrado demostrar por qué somos el pueblo elegido.

Resumen de Haftarat Emor

"Los sacerdotes - que provienen de los levitas - los hijos de Tzadok, que han cuidado la observancia de Mi Santuario mientras el pueblo de Israel se desviaba de Mí, ellos serán los que se acercarán a Mí para servirMe…" (44:15).

Con estas palabras comienza la haftará de nuestra semana. Tzadok fue el primer Cohén Gadol (Sumo Sacerdote) que sirvió en el primer Templo de Jerusalem, en los días del rey Shelomó - constructor del mismo.

En nuestra haftará nos encontramos con una profecía en la cual el profeta - en nombre de D'os - nos muestra una imagen de lo que será el servicio a D'os en las épocas del tercer y definitivo Templo de Jerusalem - que sea reconstruido rápido y en nuestros días - y nos dice que los descendientes de Tzadok, es decir los sacerdotes, serán los que en él servirán, ya que ellos no se desviaron del servicio a D'os cuando muchos de los hijos de Israel se desviaron en pos de la idolatría

El Rav Naftalí Maskil Leetán en el libro "Cojav Miiaacov" nos dice que existen tres parámetros que deben ser tomados en cuenta al juzgar las acciones de los hombres, si son buenas o malas

El primero de ellos es considerar quién realiza la acción. Por ejemplo, si dos personas dan la misma cantidad de dinero como tzedaká (caridad) a un pobre, de todas maneras puede ser que a uno se le considere que hizo una gran mitzvá pero no así al otro, ya que no es lo mismo si un millonario dá cien dólares de tzedaká que si los dá un judío de clase media.

Lo mismo ocurre respecto del pecado. D'os es más riguroso en el juicio con el judío piadoso y justo que con un judío simple, a pesar de que el pecado cometido haya sido el mismo. En el ejemplo, si alguien entrara a una escuela y vería que el maestro está hablando con dos de sus alumnos porque ellos no estudiaron bien la lección, y a uno lo castiga y al otro no, ese hombre le preguntaría al maestro por qué hace diferencias entre sus alumnos reprendiendo a uno más duramente que al otro, a pesar de que la falta de ambos es similar. El maestro le respondería que en realidad el nivel de entendimiento de estos dos alumnos no es similar, y al que sí estaba capacitado para comprender la lección él reprendió y no al otro, ya que su falta no fue tan grave.

El segundo de los parámetros a considerar es el lugar donde la acción es realizada - ya que no se asemeja quien peca en privado a quien peca en un lugar en el cual él es conocido, o a quien peca en público.

Y el tercer parámetro a tomar en cuenta es el tiempo en el que la acción es realizada, como dijeron Nuestros Sabios respecto de Noaj (Noé). Refiriéndose al versículo: "Estas son las acciones de Noaj, Noaj era un hombre justo, íntegro era en sus generaciones…" (Bereshit -Génesis- 6:9), el Talmud nos comenta: "Dijo Rabí Iojanán: 'en sus generaciones' - y no en otras generaciones y Resh Lakish dijo: 'en sus generaciones' - y seguro que también lo hubiera sido en otras generaciones" (Sanhedrín 108a). Vemos que ellos trataron de entender las acciones de Noaj midiendo en la teoría el alcance que las mismas hubieran tenido en tiempos distintos.

Y es por esta razón que el pecado del becerro de oro fue tan grave, porque no sólo que los hijos de Israel cometieron el pecado de la idolatría en aquella oportunidad, sino que también lo hicieron inmediatamente después de la entrega de Torá.

También encontramos en el texto de haftarat Vaijí (Melajim I -I Reyes- capítulo 2) que el rey David antes de morir le pidió a su hijo Shelomó que haga bondad con los hijos de Barzilai el guiladí:

"Y con los hijos de Barzilai - el de Guilad - harás benevolencia y estarán entre quienes comen en tu mesa, pues ellos se acercaron a mí cuando yo escapaba de Abshalom, tu hermano" (2:7).

¿Por qué es que su acción fue tan importante para David si ellos hicieron algo simple y no hubo una demostración especial de bondad en su acción? Porque lo recibieron a David cuando se estaba escapando de su hijo Abshalom, en el momento en que hizo una rebelión en contra de David su padre, y es por eso que la acción de ellos fue tan importante, pues el momento en el que la hicieron fue trascendental para el rey David.

Y a este último criterio se refiere el primer versículo de nuestra haftará al decir: "Los sacerdotes - que provienen de los levitas, los hijos de Tzadok, que han cuidado la observancia de Mi Santuario mientras el pueblo de Israel se desviaba de Mí, ellos serán los que se acercarán a Mí para servirMe…" (44:15), pues si ellos hubieran hecho esa buena acción en otro momento su acción no hubiera sido tan grande, pero por cuanto que ellos cuidaron el servicio a D'os justo cuando todos se desviaron en pos de la idolatría, su acción fue considerada muy importante.

Perla de la Parashá Emor

"Habla con los hijos de Israel y dile a ellos: Estos son las festividades de D'os… Seis días harás labores y en el día séptimo será shabat, día de descanso" (Vaikrá 23:2-3).

La Torá comienza el capítulo que habla acerca de las fiestas de nuestro calendario hablando del shabat, para mostrarnos que las enseñanzas que extraemos tanto de las fiestas como del shabat son igualmente esenciales para la fe del judío. El shabat es el testimonio de que D'os creó los cielos y la tierra, y las fiestas nos recuerdan los milagros del éxodo de Egipto, testificando que D'os controla la naturaleza y puede cambiarla cuando desee.

Estos dos conceptos son fundamentales pues es hereje pensar que D'os creó el universo pero después se retiró y lo abandonó dejándolo a la suerte de las leyes de la naturaleza o de los ángeles o las constelaciones. Asimismo, es hereje creer que el mundo comenzó a existir por alguna causa casual y D'os comenzó a conducirlo después.


Basado en el libro "Darash Moshe

domingo, 18 de abril de 2010

Parashá Ajarei – K `dochim

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Resumen Parashá Ajarei – K `dochim

Vivir las Mitzvot

"Y cuidarán Mis leyes y Mis preceptos, que los hará la persona y vivirá con ellos, Yo soy Hashem" (Vaikrá 18:5).


Aparentemente, la expresión: "y vivirá con ellos" es innecesaria, ya que si la persona cumple con la primer parte del versículo que dice: "Y cuidarán Mis leyes y Mis preceptos", evidentemente vive con ellos.


Pero, en realidad, esta frase encierra un importante mensaje, que si lo tendremos presente en todo momento, nos ofrecerá grandes beneficios en general, y en el área de la educación de nuestros hijos en particular.


Hay dos maneras de cumplir las mitzvot:


La primera es cuando la persona cumple mitzvot estando incentivada por una gran convicción, un deseo creciente de cumplir, y sabe que por ello recibirá una gran recompensa en el Mundo Venidero. Por ejemplo, cuando alguien concurre a la sinagoga para rezar y acercarse a D'os.


La segunda es cuando las mitzvot son observadas por costumbre o por compromiso. Por ejemplo, cuando la persona asiste a la sinagoga para acompañar a su padre o para felicitar a su compañero que festeja el bar mitzvá de su hijo.


La diferencia entre estos dos iehudim es muy simple. La persona que fue a la sinagoga por un motivo externo vive pasivamente toda esa experiencia tan hermosa del rezo de shabat, y eso no le permite sentir al máximo la agradable sensación de la tefilá.


Por otra parte, el otro judío que shabat tras shabat va a la sinagoga por propia convicción, disfruta plenamente de cada segundo, ya que internamente tiene un gran deseo de cumplir las mitzvot, y al estar allí, él se acerca a su objetivo final. El deseo de vivir cada mitzvá es lo que marca la diferencia.


Nosotros, por nuestro lado, sin darnos cuenta podemos estar cumpliendo mitzvot sin vivirlas plenamente. Simplemente las hacemos por costumbre. Pero si meditáramos en el gran orgullo que representa ser judío pudiendo cumplir con la Torá y las mitzvot, eso provocaría una constante renovación en nuestras vidas, y de esa manera viviríamos un judaísmo activo y no pasivo.


El parámetro que tenemos para medir en qué nivel nos encontramos, es observando los frutos de nuestras acciones. Si cumplimos una mitzvá tenemos que ver si luego deseamos hacer otra. Si es así, eso quiere decir que estamos viviendo y disfrutando correctamente el cumplimiento de las mitzvot.


Además, quién vive un judaísmo natural y activo, verá los frutos en su descendencia, pues sus hijos habrán recibido el yugo del cumplimiento de la Torá con mucho amor, y principalmente, a través del excelente ejemplo de sus padres.


Nuestros hijos perciben muy bien si nuestro cumplimiento es artificial o natural, y en ellos se verán los frutos.

Consideremos un caso hipotético:


Delante nuestro tenemos dos manzanas.Una es una manzana natural y la otra artificial.


La manzana artificial es idéntica a la natural, el gusto es el mismo, y si quisiéramos identificar cuál es cuál, nos sería casi imposible. La única manera de poder comprobarlo es plantando las semillas. La manzana natural seguirá dando frutos, mientras que la artificial no lo podrá hacer.


Lo mismo ocurre con nosotros. Quien vive su judaísmo de manera natural y con ganas de vivirlo intensamente, podrá ver el mismo comportamiento en sus semillas, pero quien lo vive en forma artificial y con desgano, también le transmitirá a sus hijos un judaísmo opaco y sin sabor.


Este punto tan importante se ve reflejado también en la mitzvá de la cuenta del omer.
En la festividad de Pesaj recordamos que el pueblo de Israel salió de Egipto y comenzó a respirar aires de libertad, dejando detrás muchos años de esclavitud y amargura. Pero inmediatamente después del primer día de la fiesta, en el segundo día de Pesaj comenzamos con la sefirat haomer, que consiste en contar 49 días hasta la entrega de la Torá, en la festividad de Shavuot. Este precepto nos demuestra que con el mero hecho de conseguir la libertad, la meta final todavía no fue alcanzada.


La verdadera libertad no es física sino espiritual y la única manera de obtenerla, es a través del cumplimiento de la Torá. La salida de Egipto no fue una finalidad por si misma, sino un importante y fundamental escalón que debíamos subir para poder llegar a la cima. Pero la meta final era llegar hasta el monte Sinai, donde la Torá sería entregada.


La mitzvá de contar los días del omer tiene la función de renovar constantemente el deseo de aspirar a lo máximo y no conformarse con lo que ya conseguimos.
Vemos que la sefirat haomer no sólo incentivaba al judío físicamente, sino que también psicológica y espiritualmente.

Así como un presidiario cuenta el tiempo que falta para que lo liberen, marcando en su calendario cada día que transcurre, pues cada día está más ansioso por llegar a esa fecha tan esperada, lo mismo ocurrió con el pueblo de Israel en el desierto. Ellos contaban cada día que pasaba, esperando ansiosamente el momento cumbre en el cual recibirían la Torá en el monte Sinai.


De esta manera, todo el pueblo en general, y cada judío en particular, llegó al nivel óptimo para recibir la Torá.


Y precisamente ese espíritu de renovación y vida es lo que la Torá nos pide mediante las palabras: "y vivirá con ellos", es decir, con los preceptos, pues no alcanza con cumplir la parte del versículo que dice: "Y cuidarán Mis leyes y Mis preceptos…", también se necesita el: "y vivirá con ellos".


Vivir significa renovarse constantemente. Cada día tiene que ser valorado y disfrutado como si fuera único, ya que el potencial de mitzvot que se puede desarrollar en 24 horas es inmenso y su recompensa será eterna.

Si cada uno de nosotros tendrá presente este mensaje, podrá disfrutar de su vida al máximo, tanto en el campo de lo material como en el área de lo espiritual. Esto le brindará una vida llena de alegrías, ya que cada mitzvá cumplida significará haberse acercado un poco más a la meta, siendo éste el anhelo de cada persona en la vida.

Resumen de Haftarat Ajarei – K `dochim

La costumbre de los judíos ashkenazitas es leer como haftarát Ajaré Mot una sección extraída del libro del profeta Amós 9:7-15, y como haftarat Kedoshim una sección perteneciente al libro del profeta Iejezkel 22:1-16.

Sin embargo, entre los judíos sefaraditas la costumbre es distinta. Ellos acostumbraron leer en haftarat Ajaré Mot el texto extraído de Iejezkel 22:1-16, mientras que en haftarat Kedoshim leen de Iejezkel 20:1-20.

Como hemos explicado en nuestra Introducción a las Haftarot, en los shabatot del año donde se leen dos parashot juntas, la costumbre general tanto entre los judíos ashkenazim como entre los judíos sefaradim es leer solamente la haftará correspondiente a la segunda de las parashot leídas.

Sin embargo, si las parashot Ajaré Mot y Kedoshim se leen el mismo shabat, a pesar de que los judíos sefaradim acostumbran leer la haftará correspondiente a parashat Kedoshim siguiendo la regla general, los judíos ashkenazim, excepcionalmente, acostumbran leer la haftará correspondiente a parashat Ajaré Mot (Ramá Oraj Jaim 428:8, Mishná Berurá y Kaf Hajaim).

Comentario

Amós 9:7-15

En la haftará de Ajaré Mot (de acuerdo a la costumbre de los judíos ashkenazim) encontramos una fuerte reprimenda a los hijos de Israel - que querían abandonar la Torá y los preceptos - por parte del profeta Amós (s. VII a.e.c.).

Sin embargo, al final de la haftará encontramos palabras de consuelo y esperanza para "los cautivos del pueblo de Israel":

"He aquí que días vienen - palabra de D'os - en los que se encontrará el arador con el cosechador y el pisador de uvas con el sembrador, gotearán las montañas vino y todas las colinas se disolverán" (9:13).

El Rav Mendel Hirsh en su "Séder Hahaftarot" nos explica que cuando el pueblo de Israel - así como la humanidad toda - se encuentren en un estado de purificación y unidad respecto de la valorización de D'os, se creará una situación de paz con Él, una situación de paz entre el hombre y su prójimo, y habrá paz entre un pueblo y otro.

En ese momento D'os impondrá la paz entre la naturaleza y el hombre, y todas las molestias y los obstáculos que fueron colocados con el transcurrir del tiempo para educar a la humanidad, serán quitados.

La tierra volverá a producir frutos con toda su fuerza, hasta tal punto que "se encontrará el arador con el cosechador", pues el cosechador tendrá tanta producción que juntar, que seguirá trabajando hasta la época en la que nuevamente se deberá arar el campo para prepararlo para la siembra, "y el pisador de uvas" se encontrará "con el sembrador", ya que tendrá tantas uvas para pisar, que llegará la época de la siembra y él todavía estará preparando vino. Habrá tanta producción que "gotearán las montañas vino" y la lluvia será tan abundante que "todas las colinas se disolverán".

"Haré retornar a los cautivos de Mi pueblo Israel y reconstruirán ciudades desiertas y se asentarán, plantarán vides y tomarán su vino y harán jardines y comerán su fruto" (9:14).

Cuando toda la humanidad esté bendecida con esa abundancia, se estará hablando de la redención final del pueblo de Israel - a través de la providencia y el cuidado especial de D'os con su pueblo.

La expresión "Y haré retornar a los cautivos de Mi pueblo Israel" nos muestra una relación de amor entre D'os y el pueblo que retorna a su tierra purificado.

"Y los plantaré en su tierra y no serán más desarraigados de la tierra que les he dado, ha dicho Hashem, tu D'os" (9:15).

Ese pueblo purificado también tiene una relación con la tierra a la cual retornan asentándose en ella, ya que para ellos ella había sido destinada.

Todos los aseguramientos son de D'os, pues Él es "Hashem, tu D'os". De esta forma finaliza Amós su profecía, con una fuerte expresión el profeta se dirige directamente a cada judío de cada generación, en todo tiempo, diciéndole que D'os encomendó a cada uno para que ponga de sí su pequeña parte para concretizar este objetivo, mediante una predisposición y un cumplimiento fiel y completo de la obligación de su vida.

Perla de la Parashá Ajarei – K `dochim

"Y purificará el Santuario por las impurezas de los hijos de Israel y por sus graves pecados, por todas sus transgresiones" (Vaikrá 16:16).

Este versículo aparentemente aparece en un orden inverso al lógico, porque comienza hablando de sus graves pecados, es decir de los pecados graves cometidos por el pueblo, y finaliza hablando sobre sus transgresiones, es decir sobre las transgresiones simples cometidas por ellos. Pero generalmente nosotros primero pedimos perdón por las transgresiones leves y sólo después por los grandes pecados. Entonces, ¿a qué se debe el cambio en el versículo?

La respuesta es que generalmente el iétzer hará (impulso o instinto del mal) comienza a trabajar incitando a la persona a que cometa "pequeñas" transgresiones, y cuando ve que la persona le hizo caso, lo induce a cometer pecados más graves. Pero la explicación de este versículo es la siguiente: "Y purificará el Santuario por las impurezas de los hijos de Israel", es decir por el hecho de que ellos se impurificaron completamente por el iétzer hará, "y por sus graves pecados", es decir por los pecados graves y premeditados. Y la razón de esto es "por todas sus transgresiones", pues solamente porque ellos comenzaron escuchando al iétzer hará que los incitó a cometer transgresiones simples, llegaron a impurificarse totalmente.

Basado en las palabras de Rabí Iejiel Mijal Epshtein

lunes, 12 de abril de 2010

Parashá Tazria – Metzorá

Resumen Parashá Tazria – Metzorá


Al comienzo de esta parashá la Torá nos enseña algunas leyes correspondientes a la mujer que dio a luz, y nos dice que después del parto ella queda impura, ritualmente hablando, por algunos días, al igual que una mujer que recibe su periodo.


Al finalizar su periodo de impureza, las mujeres se purifican sumergiéndose en una mikvé (baño ritual), y en la época del Bet Hamikdash, ellas debían traer un korbán (sacrificio) en señal de agradecimiento por el hermoso regalo que Boré Olam les concedió.


Cuando la mujer recibe su periodo, ella también se considera impura, y durante este tiempo la pareja tiene prohibido mantener cualquier contacto físico. Para que la mujer pueda purificarse en la mikvé, la halajá exige esperar siete días completos desde que finaliza el periodo.


A este periodo de impureza la Torá lo denomina: "Nidá", y cualquier mujer que haya tenido una pequeña mancha de sangre se considera nida, incluso por muchos años después de haberla tenido, hasta que haya esperado siete días "limpios", y se haya sumergido luego en la mikvé.


Mucha gente nos dice: "¿Por qué motivo la Torá prohibe que me acerque a mi mujer en esta situación?"."¿En qué nos beneficia esta prohibición?¡Esto es perjudicial porque provoca un alejamiento en la pareja!".


Antes de comenzar a responder y analizar este tema, tenemos que partir de la base de que todo lo que nos ordena la Torá es para nuestro bien, aunque no lo veamos tan claramente.
Cuando decimos que todas las mitzvot de la Torá son para nuestro bien no estamos transmitiendo un mensaje meramente teórico, sino que estamos afirmando que Hashem nos creó de manera maravillosa y nos instruyó cómo vivir en Su mundo para obtener el mejor y mayor beneficio de él. Es imposible pensar que todas las maravillas del mundo, y en especial esa obra grandiosa que es el ser humano, fueron creados para ser perjudicados.


Los beneficios que tiene la pareja cumpliendo este precepto son muchos y variados.
En primer lugar, al cumplir esta mitzvá la pareja goza de una constante renovación que le hace valorar mejor lo que tiene. Toda persona sabe que cada acción o actividad en la vida, tiene que ser realizada en una medida determinada para que sea buena. De lo contrario, por más que el objetivo que él persigue sea bueno, terminará por perjudicarlo.
Por ejemplo, si la persona come dulces con un límite determinado, disfrutará día a día de esos dulces sin mayores problemas, pero si durante todo el día él comerá dulces, no sólo que su salud se perjudicará, sino que terminará aborreciendo los dulces. Y lo mismo ocurre en todos los terrenos de la vida.


Otro ejemplo podemos encontrarlo en la música. Por un lado, la música es algo muy importante en la vida de la persona. Una fiesta sin música no será tan agradable y emotiva como lo será estando acompañada de buenas melodías. Pero por más hermoso que sea disfrutar de la buena música, si ella escuchará música desde la mañana hasta la noche, llegará un momento en el que se sentirá aturdido y pedirá un poco de silencio. Esta es la naturaleza del ser humano, y en base a ella hay que saber de qué manera dirigir nuestros pasos.


Volviendo a nuestro tema, durante gran parte del mes la pareja vive una vida marital en la cual se intercalan lo físico con lo espiritual, intelectual y emocional. Al cumplir las leyes de la pureza familiar, a partir del momento en que la mujer recibe su periodo, la pareja tiene la oportunidad de valorarse mutuamente demostrando que el amor que siente uno por el otro no depende solamente de lo físico.


Este es un periodo en el que la unión de la pareja se debe desarrollar mediante una extensa comunicación que permite obtener un conocimiento profundo de la parte emocional y sentimental del otro, afianzando así el lazo marital. Cumpliendo este precepto, el matrimonio vive una constante renovación, ya que su vida matrimonial funciona con los límites correspondientes.


Esto también ayuda a mantener la fidelidad de la pareja, ya que al no "cansarse" uno del otro - sino por el contrario, al mantener despierto el deseo - no hay necesidad de ir a buscar alguna nueva aventura fuera del hogar. Entonces, ese aparente alejamiento es en realidad un verdadero acercamiento.


Pero existe un beneficio adicional para la mujer que cumple las leyes de nidá. Al mantenerse físicamente separada de su marido, ella está cuidando su salud, pues según los especialistas, quien no mantiene relaciones maritales durante su periodo menstrual y los siete días subsiguientes, disminuye en forma drástica las posibilidades de tener cáncer de útero, así como se ha comprobado en estadísticas realizadas en los Estados Unidos durante las últimas décadas, y que fueron confirmadas por el doctor M. Vaimberg - ex director del sanatorio Har Sinai de Nueva York - lugar en el cual la mayoría de las pacientes son mujeres observantes que se rigen por las leyes de la Torá.


Sin embargo, estos beneficios que la persona obtiene tanto en el área emocional y de pareja, así como respecto de su salud física, al cuidar la mitzvá de la pureza del hogar, no deben ser más que "un incentivo más" para comenzar a cumplirla, pues verdaderamente esta mitzvá es de hecho una de las piedras fundamentales de todo el judaísmo, y no debemos olvidar que al cumplir las mizvot de la Torá el provecho más grande que obtenemos es hacer la voluntad del Creador.

Resumen de Haftarat Tazria – Metzorá

En haftarat Metzorá nos encontramos con una situación difícil. Ben Hadad - el rey de Aram, había sitiado la ciudad de Shomerón (ciudad capital del reino de Israel), y como consecuencia de esto la ciudad padeció una fuerte hambruna. En esas circunstancias, el precio de la poca comida que había en la ciudad había llegado hasta sumas siderales, y es por eso también que el pueblo de Israel sufría.

Sin embargo, no todo estaba perdido. Un día, el profeta Elishá (s. VII a.e.c.) dijo - en nombre de D'os - que al día siguiente los precios bajarían considerablemente y que una seá (medida determinada) de harina costará un siclo, así como también dos seot de cebada.

Cuando uno de los ministros del rey escuchó esto, se burló de las palabras del profeta - ya que él no creía que D'os haría milagros de tal magnitud con el pueblo (o no entendía cómo los haría). Al escuchar sus burlas, el profeta Elishá le contestó que él verá con sus propios ojos el milagro de que los precios de los alimentos bajarán mucho, mas él no podrá comer de esos alimentos.

Con esta pequeña introducción nos alcanza para comprender el contenido de haftarat Metzorá:

"Y cuatro hombres estaban leprosos en la entrada del pórtico, y dijo un hombre a su prójimo: ¿Por qué nosotros estaremos sentados aquí hasta que muramos?" (7:3).

Ellos estaban apartados de la gente a causa de su afección (véase nuestro comentario a la parashá) pero también sufrían por la carencia de alimentos. Es por eso que pensaron que era preferible ir hasta el campamento del enemigo en lugar de esperar en la entrada de la ciudad, ya que tal vez existía la posibilidad de que el ejército del rey de Aram los deje con vida y les dé alimentos.

Al llegar al campamento, ellos encontraron que los soldados abandonaron todas sus pertenencias y se retiraron, habiendo abandonado tanto ropas como alimentos. El texto nos cuenta que esto ocurrió como consecuencia de que D'os hizo que ellos escucharan grandes ruidos, como de un enorme ejército que venía en su contra, y ellos pensaron que el pueblo de Israel se alió con otros ejércitos para atacarlos.

En ese momento aquellos cuatro hombres retornaron a la ciudad de Shomerón para avisarles a los habitantes de la ciudad que el enemigo se había retirado, y que también habían dejado muchos alimentos. Entonces:

"Salió el pueblo y saquearon el campamento de Aram, y una seá de harina estuvo a un siclo y dos seot de cebada a un siclo, como había sido la palabra de D'os" (7:16).

La profecía de Elishá se había cumplido y los precios bajaron increíblemente. Pero lo que todavía no nos queda claro es por qué el Santo - bendito es Él, quiso que el anuncio de esa buena nueva al pueblo de la ciudad de Shomerón, sea hecho a través de aquellos metzoraim (mal traducido: leprosos), ya que como es sabido, la tzaráat era una enfermedad mediante la cual D'os castigaba a quienes hablaban lashón hará (chusmerío).

Rabí Iehonatán Aibshitz (1690 - 1764) en su libro "Ahavat Iehonatán" responde a esta pregunta a través de las palabras de Nuestros Sabios en el Talmud:

"Dijo Rabí Iojanán: El hijo de David (Mesías) sólo vendrá en una generación totalmente meritoria o totalmente culpable…" (Sanhedrín 98a).

Aparentemente estas palabras del Talmud no son comprensibles para nosotros, pues es lógico que si toda la generación será meritoria ellos serán redimidos por el Creador, pero si toda la generación es culpable ¿por qué D'os los redimiría?

Sin embargo, nuestro autor nos dice que a pesar de que existe la posibilidad de que el pueblo de Israel peque mucho, hasta el punto de merecer la destrucción como consecuencia de sus malos actos, de todas maneras, D'os nunca nos destruirá cumpliendo así con lo que le aseguró a nuestro patriarca Abraham, al prometerle que Él jamás cambiará a su descendencia por ningún otro pueblo sobre la faz de la tierra. Es por eso que el Santo - bendito es Él, está "obligado" a redimir al pueblo de Israel antes de que éste sea totalmente culpable, mereciendo su destrucción.

Y es por este mismo motivo que cuando los judíos estuvieron en Egipto casi en el grado más alto de impureza, D'os los salvó. Y esto también es lo que D'os nos quiso enseñar en parashat Tazría a través de las leyes del metzorá, ya que a pesar de que un pelo blanco en sí es señal de impureza, si "…todo se ha tornado blanco, puro es" (Levítico 13:13).

Y es por eso que para enseñarnos esta misma idea, D'os quiso que esos hombres metzoraim les hagan saber a los habitantes de Shomerón que Él les proveyó de alimentos. Y lo mismo había ocurrido respecto de Moshé, pues vemos que en el momento de la salida de Egipto, D'os le encomendó a Moshé la misión de liberarlos, y cuando Moshé le dijo a D'os "Pero he aquí que ellos no me creerán y no escucharán mi voz" (Shemot -Éxodo- 4:1) él fue castigado con la lepra, para enseñarle que a pesar de que ellos no son merecedores de la salvación, D'os de todas maneras los salvará, por el motivo que explicamos.

Sin embargo, volviendo a la haftarat Metzorá, vemos que no solamente se cumplieron las palabras del profeta Elishá respecto de lo que les había asegurado a los habitantes de la ciudad, sino que también se cumplió lo que le había dicho al ministro del rey. El rey había puesto a ese ministro como guardián en la entrada de la ciudad, y él estaba allí cuando el pueblo salió desaforadamente en busca de alimentos…

"Y fue así para él, el pueblo lo pisoteó en la entrada y murió" (7:20).

Él quedó aplastado bajo la gente, y se cumplieron de esa manera las palabras del profeta Elishá que le había dicho que él verá cómo los precios bajarán por la abundancia de alimentos, mas él no podrá consumirlos.

El Ralbag (Rabí Leví Ben Gereshón, 1288 - 1344) nos dice que mediante este relato, se nos quiere enseñar "que no corresponde que las personas contradigan y no crean en las palabras de los profetas, ya que vemos lo que le ocurrió al ministro por no creer que pasaría lo que había dicho Elishá, que se iba a abaratar la comida. Finalmente él vió todo ese milagro mas no pudo comer, como le había dicho el profeta. Y ese es el castigo que se merecía: ver que verdaderamente se concretizaron las palabras del profeta sin poder obtener ningún beneficio de aquella bondad" (Toelet Nro. 31 - al final de Melajim II, cap. 12).

En otro orden de cosas, éste es el último versículo de haftarat Metzorá y es raro que la haftará finalice de esta manera, ya que la regla general es que nunca se concluye un libro o una lectura, con versículos que encierran algún tema negativo.

Pero el autor del libro "Avodat Israel" nos dice que la causa de esto es que el ministro ofendió al profeta Elishá burlándose de él y también se rió de D'os (Quien retribuye a los hombres de manera similar a la mitzvá o al pecado), y es por eso que quien seleccionó los versículos del libro de Reyes que deberán ser leídos como haftarat Metzorá, quiso dejar este versículo como el último de la haftará, para que las personas no entiendan que él murió de casualidad o de una manera natural, sino que murió por su propio pecado - aunque aparentemente las causas de su muerte fueron totalmente circunstanciales.

Perla de la Parashá Tazria – Metzorá

"Y ordenará el cohen que desalojen la casa antes de que él vaya a observar la zona dañada, para que no se impurifique todo lo que está en la casa, y después irá el cohen a observar la casa" (Vaikrá 14:36).

La tzaráat (una suerte de plaga que venía a causa del pecado) podía aparecer en la casa del pecador o en sus ropas o en su piel. Este versículo nos enseña cómo la Torá se preocupa por el dinero de las personas, puesto que cuando el cohen declararía impura a la casa, cualquier elemento que estuviese en ella automáticamente quedaría impuro.

Pero al permitir que el dueño de la casa afectada la vacíe de todos los elementos que ella contenía antes de que el cohen la impurifique, la Torá deseó evitar que las personas tengan pérdidas económicas (por más pequeñas que fueren).

Rashí basado en el Midrash Sifre

lunes, 5 de abril de 2010

Parashá Sh`mini

Resumen Parashá Sh`mini

El Silencio de Aharón

Nuestra parashá comienza relatándonos acerca de la inauguración del Mishkán (Tabernáculo).Ese día fue un día de fiesta para todo el pueblo, por la alegría que tenían al haber podido construir un Templo donde podrían ofrecer sacrificios y obtener el perdón de D'os.


Sin embargo, el pueblo no pudo terminar ese día con alegría, ya que ese día fallecieron dos hijos de Aharón Hacohen - Nadav y Avihú - después de haber ofrecido a D'os un "fuego extraño" que no se les había ordenado.


Y en medio de esa confusa situación en la que se encontraba Aharón, donde por un lado estaba la alegría de la inauguración del Mishkán y por el otro la muerte de Nadav y Avihú, sus hijos, "Moshé le dijo a su hermano: A esto se había referido D'os cuando dijo: Mediante los que están cercanos a Mí Yo seré santificado y sobre el pueblo seré honrado" (Vaikrá 10:3).

Entonces la Torá nos cuenta cómo reaccionó Aharón: "Y Aharón permaneció en silencio".


Hay varios puntos que son difíciles de entender en este episodio. En primer lugar: ¿De qué manera quiso Moshé consolar a su hermano al decirle que por ser ellos los más cercanos a D'os, tuvieron que pagar un precio tan alto?


Y lo que más cuesta entender es que el mismo Aharón que la Mishná en Pirké Avot atestigua que amaba a todo el pueblo y sufría cuando dos judíos se peleaban, es el que aquí no lloró por sus hijos. Si es que realmente él era tan sensible por los sentimientos de las personas, ¿por qué no lo manifestó con sus hijos cuando naturalmente el sentimiento de un padre hubiese sido llorar o expresar su dolor de alguna u otra forma?


Para poder responder a estas preguntas debemos entender que el mensaje que Moshé le quiso transmitir fue que sus hijos no fallecieron únicamente por su propio pecado, sino que algo más grande estaba oculto en toda esa situación tan dolorosa para Aharón.


Entonces, Aharón entendió que el fallecimiento de Nadav y Avihú conllevaba un beneficio directo para el pueblo.


De hecho, en las pocas palabras que Aharón escuchó de Moshé se encuentra una de las bases de nuestra emuná.


Muchas veces, el pueblo peca delante de D'os hasta tal punto que Él considera que llegó el momento de ajusticiarlos. Sin embargo, por cuanto que D'os siempre entremezcla Su atributo de misericordia incluso al comportarse con justicia y rigor con Sus hijos, hay veces que D'os decide tomar a un tzadik que se esforzó durante toda su vida para vivir apegado a D'os, y no castigar a cada persona por separado, ya que si fuese así no quedaría nada de ellos.


Es decir que en lugar de castigar a muchos que tienen poco valor, hay veces que, gracias a Su misericordia, D'os prefiere tomar a una persona que vale por todos ellos, y de esta manera les da a los demás la posibilidad de mejorar y acercarse a él.


La pregunta es: ¿Si D'os a veces decide comportarse respecto de las demás personas con más misericordia de la que merecen, por qué esto es a costa del rigor y la dureza con la que se comporta respecto de aquel tzadik que es tomado por pecados que no cometió?


La respuesta es que según la óptica de la Torá, en esas situaciones el más beneficiado es realmente el tzadik.Y esto se debe a que cuando aquí hablamos de un tzadik no estamos hablando de una persona que se limita a cumplir todo lo que D'os ordenó en la Torá, sino que nos estamos refiriendo a una persona piadosa y muy elevada espiritualmente, que toda su vida estuvo al servicio de D'os y del pueblo de Israel, y está verdaderamente contenta de sufrir él para que se beneficien sus hermanos.


Además, todos sabemos que toda nuestra finalidad en este mundo es ganar el mérito de estar eternamente cerca de D'os en el Olam Habá, lo más cerca posible.Y este tzadik que D'os elige en lugar del pueblo, realmente tendrá un mejor lugar en el Olam Habá, pues antes sólo le correspondía disfrutar de los frutos de todo su esfuerzo en este mundo, pero ahora su alegría es mucho mayor ya que pudo acceder a cumplir en forma ejemplar la voluntad de D'os al morir por el pueblo. Y esto es un mérito al cual no todos pueden acceder aunque quisieran hacerlo, ya que incluso si alguien quisiera morir por los judíos, eso no significa que D'os aceptará su generoso ofrecimiento.


Es por eso que cuando Aharón escuchó de Moshé que Nadav y Avihú fueron elegidos por D'os como kapará (expiación) por las personas de aquella generación "Aharón permaneció en silencio", sin cuestionarle nada a D'os, pues entendió que en el Olam Habá que es eterno, sus hijos estarían muy cerca de D'os.


De este episodio que la Torá nos relata debemos aprender que no tenemos que entender cada hecho de la vida según nuestro limitado entendimiento, sino que debemos enfocarlo desde la perspectiva de la Torá, que es la verdadera.La base fundamental para llegar a eso es intentar ver el lado bueno de cada situación, y si nos es difícil encontrarlo tenemos que saber que todo lo que D'os hace es para bien, aunque en ese momento no lo podamos percibir.


Nosotros sabemos que toda la vida del judío como tal se rige según las halajot legisladas en el Shulján Aruj, el cual está a nuestro alcance poder cumplirlo y esa es nuestra verdadera función como judíos.


Dice Rabí Iosef Caro en el Shulján Aruj (222:3):


"La persona está obligada a bendecir por las cosas malas que le puedan ocurrir con consentimiento y serenidad así como él bendice con alegría por las cosas buenas, porque para los servidores de D'os el mal es su alegría y su bien al recibir con amor el decreto de D'os sobre ellos.Entonces resulta que al aceptar el mal él está sirviendo a D'os, y esa es su alegría".


Vemos que el hecho de recibir todo lo que nos ocurre con alegría no es sólo una linda teoría o un consuelo para poder sobrepasar la situación, sino que es la realidad espiritual a la cual debemos aspirar llegar.


En una oportunidad un judío se acercó al Noam Elimelej, quien se destacaba por su santidad, su gran sabiduría en todos los terrenos de la Torá y en especial por su emuná.
Este judío tenía una vida muy sufrida y los problemas eran su constante compañía, entonces él optó por ir a lo del Noam Elimelej para preguntarle cómo se puede cumplir la halajá que dice que de la misma manera que se bendice por el bien así también se debe bendecir por el mal.


El Rab se dio cuenta de que toda explicación no serviría de nada a causa del estado de ánimo de ese pobre hombre, y le dijo que realmente no sabía qué responderle.Pero le aconsejó que viajara a la ciudad de su hermano, Rav Zuya, ya que él si le podría responder.


Al llegar a la ciudad, este hombre preguntó donde vivía Rab Zuya, y con la ayuda de la gente no demoró en encontrar la dirección. En su apariencia externa la casa que le indicaron no parecía ser la de un rabino tan importante. Golpeó la puerta y cuando ésta se abrió pidió hablar con el Rabino.


Pero al entrar, este pobre hombre no podía creer lo que sus ojos veían.

Allí el vio una pobreza total. Las sillas eran tan antiguas que cuando la persona se sentaba era difícil mantener el equilibrio. Su desconcierto fue aún más grande cuando la esposa de Rab Zuya le dijo que el Rab estaba en su habitación porque no se sentía bien, pero de toda maneras lo invitaba a pasar. El rab Zuya estaba recostado sobre un colchón cuya vida útil ya había terminado muchos años atrás. A pesar de que se veía que el Rab no estaba bien de salud, lo atendió con una sonrisa y le preguntó qué necesitaba.


Entonces este judío le dijo que quería saber cómo se podía cumplir con la halajá que dice que hay que bendecir por el mal de la misma manera que lo hacemos por el bien.
En ese momento Rab Zuya lo miró a los ojos y le dijo que lamentablemente él no podía explicárselo, pues nunca estuvo en esa situación, ya que gracias a D'os, en su casa no faltaba nada. Tenía la comida indispensable, y con respecto a su enfermedad, estaba feliz de que aún seguía en vida. Por lo tanto no sabía a qué mal se refería la halajá, ya que él vivía muy bien y nunca tuvo nada malo.


En ese momento este judío entendió que si la halajá nos exige agradecer por el mal, es porque la persona está capacitada para llegar a eso, y sólo depende de su preparación.


Resumen de Haftarat Sh`mini


"Y cuatro hombres estaban leprosos en la entrada del pórtico, y dijo un hombre a su prójimo: ¿Por qué nosotros estaremos sentados aquí hasta que muramos?" (7:3).

Ellos estaban apartados de la gente a causa de su afección (véase nuestro comentario a la parashá) pero también sufrían por la carencia de alimentos. Es por eso que pensaron que era preferible ir hasta el campamento del enemigo en lugar de esperar en la entrada de la ciudad, ya que tal vez existía la posibilidad de que el ejército del rey de Aram los deje con vida y les dé alimentos.

Al llegar al campamento, ellos encontraron que los soldados abandonaron todas sus pertenencias y se retiraron, habiendo abandonado tanto ropas como alimentos. El texto nos cuenta que esto ocurrió como consecuencia de que Elohim hizo que ellos escucharan grandes ruidos, como de un enorme ejército que venía en su contra, y ellos pensaron que el pueblo de Israel se alió con otros ejércitos para atacarlos.

En ese momento aquellos cuatro hombres retornaron a la ciudad de Shomerón para avisarles a los habitantes de la ciudad que el enemigo se había retirado, y que también habían dejado muchos alimentos.

La profecía de Elishá se había cumplido y los precios bajaron increíblemente. Pero lo que todavía no nos queda claro es por qué el Santo - bendito es Él, quiso que el anuncio de esa buena nueva al pueblo de la ciudad de Shomerón, sea hecho a través de aquellos metzoraim ya que como es sabido, la tzaráat era una enfermedad mediante la cual Elohim castigaba a quienes hablaban lashón hará.

"Dijo Rabí Iojanán: El hijo de David (Mesías) sólo vendrá en una generación totalmente meritoria o totalmente culpable…" (Sanhedrín 98a)